GUILLERMO MCGILL: LA CONCIENCIA SOCIAL DEL JAZZ
Pocas veces fue tan gratificante escuchar una “Oración”. Pues así es como ha bautizado su tercer trabajo en solitario de quien es, por méritos propios, uno de los grandes nombres de la percusión en España, el uruguayo Guillermo McGill, empleando este término para sintetizar las virtudes de un trabajo plagado de intérpretes de lujo que trasciende lo musical enlazando su incontestable discurso instrumental con un intenso trasfondo social en forma de homenaje a los Teólogos de la Liberación, un himno al espíritu humano lejos de dogmas y fanatismos. Pudimos disfrutar de su compañía en una conversación a tres que, como su último disco, va mucho más allá de una espléndida experiencia auditiva.
Coloquio con Guillermo McGill por Sergio Cabanillas, Enrique Farelo y Carlos Lara. 24 de Febrero de 2005, 17’00h., emisión en directo del programa “Universos Paralelos”, Onda Verde Madrid 107.9 FM.
©Javier Nombela
Enrique: Estamos hablando de un disco que has llamado “Oración”, lo cual ya implica algo. Además la portada es lo suficientemente sugerente como para hablar del disco también. Si a esto añadimos que los anteriores se llamaban “Los sueños y el tiempo” y “Cielo”, la pregunta es clara, ¿qué tiene que ver esto con la espiritualidad y con qué tipo de espiritualidad?
Guillermo: Yo pretendo incluír la espiritualidad en todo lo que hago. En caso contrario, me parecería un trabajo incompleto. Opino que en la sociedad hoy en día se ofrecen demasiadas cosas carentes de ella, y eso no es inocuo, sino que conforma al público una manera de relacionarse con las cosas que no es real, sino dirigida, y todo lo que humildemente pueda hacer uno a favor de la vida y de la realidad, creo que está bien hecho.
Enrique: Espiritualidad ¿con respecto a qué creencias?
Guillermo: Bueno, lo primero que he decir, para aclarar el sentido del disco, es que está dedicado a los teólogos de la Liberación, que son personas que dedican su vida a la palabra de Cristo literalmente, con todas las consecuencias, enfrentándose al poder allí donde trabajan y al poder que les gobierna a ellos mismos, que es el Vaticano. En segundo lugar, yo no estoy bautizado, no es éste un asunto de fanatismo religioso, es reivindicar un proyecto de sociedad que tiene mucho que ver con muchas cosas, entre otras con el “Paleocristianismo”.
Enrique: Entonces, podrías definirte como cristiano no católico.
Guillermo: Puede ser, sí. Si esto incluye otras cosas, otras filosofías; lo mismo podría decir de cualquier filosofía que tenga en cuenta al ser humano como tal y cumpla su misión de realizar al ser humano como persona.
Enrique: Lo digo porque se puede sacar esa conclusión cuando titulas “Oración” y “Cielo” a dos de tus trabajos...
Oración
CD
Karonte, 2005
Guillermo: En muchas religiones existen esos conceptos, y “Cielo” lo definía en el disco como “lo absoluto”, como aquello que contiene toda la realidad. En ese caso es un asunto más filosófico más que religioso.
Carlos: “Oración” es una línea de continuidad que comienza con “Los sueños y el tiempo”, basado en la obra de María Zambrano, para mí un disco imprescindible y fundamental, por lo que intenta decir. ¿Cómo se traslada esa forma de entender esa filosofía a la música?
Guillermo: Yo no pretendo conectar directamente mi música con su filosofía, sino que pienso que la música que yo hago, como cualquier persona que hace música en libertad, desde la propia creatividad y desde la propia espiritualidad, tiene unas características; cuando esa música se toca se da una relación entre las personas que tiene mucho que ver con la filosofía pitagórica, con la democracia real participativa. En un cuarteto de Jazz el solista puede ser uno, pero si el contrabajista no aporta su grano y es respetado como tal y no se le permite desarrollarse plenamente con su función, el conjunto, la unidad de todo, que es lo que nos interesa, no funciona, y eso lo traslado a la espiritualidad, a la religión o a lo que quieras.
Enrique: Siguiendo por el camino de la espiritualidad, tu música ¿qué sentido tiene en el contexto de tu vida?
Guillermo: Estoy demasiado cercano a ella como para poder contestarte a eso. Es una necesidad, es mi forma de expresión, nunca he hecho otra cosa, ni sé ni cómo sería hacer otra cosa, pero sé lo que pretendo con respecto a mi papel en la sociedad, o al papel de un músico en la sociedad, cómo quiero que se respete, cómo quiero que se hagan las cosas, va por ahí.
Carlos: A los 15 años ya estabas interpretando música, jazz. Te inclinas muy pronto por esa opción...
Guillermo: Sí, es que mi padre es músico, siempre ha tocado jazz – y otras cosas – lo he vivido siempre en mi casa; me pongo por mi cuenta a escuchar Jazz desde los 10 años.
Carlos: ¿Cómo entras en contacto con la música española y el flamenco?
©Franjo Bernal
Guillermo: Cuando llegué a Madrid con 19 años no tenía dinero. A través de la que entonces era mi mujer me enteré que había una audición para Manuela Vargas, y fui diciendo que sabía tocar flamenco, y en un principio les engañé. Luego resultó que lo que tenía que hacer era algo muy definido, muy concreto, que se podía llevar adelante sin saber flamenco puro. La segunda parte del espectáculo era flamenco puro y yo no tocaba, así que estuve ocho meses viendo bailar, tocar y cantar a los mejores, porque en esa compañía estaban Antonio Canales (con 24 años ) , el Moro, los Sordera (Vicente, Enrique y Jose, los tres), Juan Maya “Marote”, Paco de Antequera... un montón de gente muy importante.
Sergio: ¿Podríamos decir, hablando de la espiritualidad y las reminiscencias, que parte de los sentimientos que evocas en este disco vienen de atrás, de tu peregrinación con tu madre por Sudamérica y las vivencias de tu juventud?
Guillermo: Desde luego que eso te hace ser muy consciente de los problemas que hay fuera del primer mundo. A veces nos perdemos en conflictos no muy importantes comparados con el drama y ecológico que existe en la Tierra como unidad, es un problema muy gordo que se mueran tantos millones de personas cada año...
Sergio: Además, tu vas a dar con tus huesos en Chile poco antes del golpe.
Guillermo: Un año antes. Fui porque estaba Allende, evidentemente. Estuvimos un año allí; el golpe de estado tuvo lugar en Septiembre del ’73, estuvimos dos meses refugiados en una embajada y luego ya fuimos a Suecia, exiliados.
Sergio: De modo que fuisteis testigos directos de la persecución.
Guillermo: Sí, fuimos testigos de cómo el imperio ejerce su poder sin piedad ninguna cuando alguien se desvía.
Sergio: ¿Qué aporta este tercer disco a la trayectoria emprendida con los dos primeros?
Guillermo: Socialmente quiero darle importancia a la parte de los textos que se han incluído para que no se pierdan frente a la parte musical. Hoy en día, con la cuestión del pirateo, y la idea del público de consumir y tirar, pienso que con este tipo de trabajos se contrarresta un poco esa tendencia, ofreciendo más información, más contenidos como obra de arte, como textos, como objeto, para que no sea lo mismo comprar un disco de dos euros en el Metro que comprar el original. Musicalmente, yo voy caminando, tiene mucho que ver con las personas con que toco, no concibo un producto o una idea muy cerrada, sino que tiene mucho que ver con quien estoy relacionándome musicalmente en ese momento, y en éste en especial llegó el momento de trabajar con Dave Liebman, algo que llevaba esperando desde que tenía 22 años.
Enrique: Resulta curioso la de veces que coincidimos con Liebman en grabaciones recientes. Hace poco – lo sabe Sergio – un guitarrista norteamericano de nuevo cuño se ha dado a conocer grabando en Soul Note con Dave Liebman precisamente.
Sergio: Exactamente, se llama Scott DuBois y ha grabado a quinteto, también a mí me ha sorprendido la cantidad de grabaciones que hace Liebman con tantos músicos de tan diversa procedencia...
Enrique: Y lo que es más, tanto en un disco como en otro aparece la ocarina...
Sergio: Cierto, además en otro disco reciente, el “Saxophone Summit” con Liebman, Lovano y Brecker también aparecen instrumentos étnicos de viento como el kaval o la flauta india. Cuéntanos la experiencia, después de llevar relacionándote un cierto tiempo con él por correo electrónico.
Los sueños y el tiempo
LIBRO-DISCO
EL EUROPEO, 1999. Distr. Karonte
Guillermo: Yo le conocí en un seminario en El Escorial que organizaba el Taller de Músicos. Vinieron el grupo Quest al completo, con Richie Beirach, Ron McClure y Billy Hart. Más adelante tuvo lugar el primer encuentro de la Asociación Internacional de Escuelas de Jazz, que se hizo en La Haya y yo fui con Joaquín Chacón, Alejandro Pérez y Pedro Ojesto, en representación del Taller de aquí, y allí volví a verle, tocamos en clases... y siempre nos hemos mantenido en contacto desde entonces un par de veces o tres al año.
Sergio: ¿Cuándo te diste cuenta de que el momento de llamar a Dave había llegado?
Guillermo: Cuando tuve una música que supe que él podía interpretar a gusto.
Sergio: ¿No hubo intencionalidad al componer pensando en él?
Guillermo: Seguramente sí, pero de forma inconsciente. Conozco interiormente la forma de tocar de mis compañeros – él incluído – y así salen las cosas, aunque sí hay cosas pensadas para él.
Sergio: Yo tengo en mente ese tema llamado “Leonardo”...
Enrique: Me parece estupendo, yo había pensado precisamente en ése...
Guillermo: Es un homenaje a su época con Miles.
Enrique: Efectivamente, es un tema que suena al Miles de aquella época...
Guillermo: ...al “Bitches Brew”...
Enrique: Eso es, a aquella época de Chick Corea también, de los primeros Weather Report, Zawinul... a todo aquello suena ese tema.
Sergio: He visto calificar este disco como “fusión flamenca”, algo con lo que no estoy de acuerdo en absoluto. Creo que en este trabajo el sabor flamenco es bastante residual, me parece que se limita a una ligera pincelada en pocos temas. ¿Crees que lo grabado en este disco tiene mucho que ver con el flamenco, salvo tu propia trayectoria profesional?
Guillermo: La verdad es que en el conjunto del disco, te puedo enumerar cada tema y decirte qué tiene, y los que tienen flamenco son dos. Claro, para Dave Liebman, por ejemplo, este disco tiene mucho flamenco (risas), pero para nosotros, que estamos acostumbrados a escuchar fusiones y fusiones con más dosis de flamenco, incluso de mis propios discos; eso es evidente en el primero de ellos, el segundo para mí no tenía casi nada, pero fui nombrado por una asociación de críticos como candidato a unos premios como mejor disco de un percusionista flamenco o algo por el estilo... claro, no lo gané, evidentemente, gracias a Dios (risas) – no iba a saber qué decir – pero bueno, no le doy mucha importancia a estas dosis.
Enrique: ¿Crees que tu carrera al lado de Chano Domínguez puede enclaustrarte en el estilo flamenco cuando a lo mejor no es exactamente eso lo que incorporas a tu propia música?
Guillermo: Yo he tocado flamenco antes de estar con Chano, lo que ocurre es que para el público y para los medios de comunicación – y es la verdad, además – junto con Javier, desarrollamos un tipo de lenguaje dentro de la fusión; no estoy diciendo que inventáramos el Jazz flamenco que, por supuesto, ya estaba, Jorge llevaba ya años tocando esas cosas, como Nono García, Tito Alcedo, Antonio Mesa... no es que uno plantee esas cosas, es que había un grupo de músicos que estábamos tocando simultáneamente con grupos buenos de Jazz y con grupos buenos de flamenco, y llegó un momento en que sentimos la necesidad de crear un lenguaje uniendo esos mundos.
Sergio: A nivel mediático, “la sombra de Chano es alargada”, es decir, ¿no crees que la gente tenderá a encasillarte?
©Franjo Bernal
Guillermo: No sé, es con quien he trabajado doce años, en todo caso lo considero algo bueno. Hombre, por otro lado la gente tiende a encasillar mucho, incluso a nivel laboral. Yo estuve tres años con Serrat; cuando dejé de trabajar con Serrat, hasta dos años después había gente que me decía: “Uy, pues no te he llamado porque pensaba que estabas de gira con Serrat”, pues con esto pasa lo mismo.
Enrique: Hablando de Julian Arguelles, músico que ha grabado para ECM y me sorprende su presencia en este trabajo tocando contigo, un estupendo músico ¿cómo lo conociste y pasó a formar parte del proyecto?
Guillermo: Pues es de los músicos con quien llevo tocando más años. Me gusta mucho su discurso, su sonido, la manera que tiene de mezclar lo lírico con lo agresivo, tiene un punto muy bueno con el que me identifico mucho, además le conozco desde hace muchos años con el trío de Ronan Guilfoyle, que fue en el año ’91 más o menos. En cuanto a su idoneidad para este trabajo, el problema de esta fusión es que no todo el mundo es válido; hay gente que toca muy bien, pero con un lenguaje demasiado hard bop, por ejemplo, que pueden hacerlo muy bien pero no es lo ideal. Julian tiene una forma de acercarse a la música del tipo que sea, folclore, free... que me encanta, es muy parecido a mí en ese sentido.
Sergio: Comentas en el libreto del disco que esta grabación lleva la impronta del 11-M. Coméntanos un poco las circunstancias, cómo lo vivísteis.
Guillermo: Te voy a contar desde el día del atentado. El disco se grabó el 14. El día 11 estábamos en Terrasa y teníamos tres conciertos por delante, el Festival de Terrasa, el Festival de Sevilla, en el Teatro Central “el Jazz viene del Sur”, que hemos ido este año, y en el San Juan Evangelista. El día 11 por la mañana me levanté y pensé “qué curioso, hoy es el día simétricamente opuesto en el año al 11 de Septiembre”. Al cabo de cinco minutos recibí una llamada de un alumno desde Madrid y me contó lo del atentado. A partir de ahí, subí a la habitación, puse la televisión y comencé a llamar a gente, a ver si estaban todos bien. Suspendimos los tres conciertos, y lo único que quedó fue la grabación, que la hicimos el 14, día de elecciones. Aquel día había una atmósfera muy densa en Madrid.
Sergio: ¿Eran conscientes tus compañeros de grabación de las circunstancias?
Guillermo: Sí, sobre todo Dave por el 11 de Septiembre, porque el vive en Nueva York. Todos lo tenían muy presente, por la propia temática del disco, que globalmente tiene que ver, aunque no lo parezca.
Enrique: Una vez satisfecho el sueño de grabar con Dave Liebman ¿Qué sueños ocultos te quedan por cumplir con otros músicos?
Guillermo: Hay un par que me llaman mucho la atención; igual no son los que más escucho en disco, pero sí a nivel de tocar: Bill Frissell y Naná Vasconcelos. A Naná Vasconcelos le conocí en Bahía, además; fuimos a tocar en el Perpan con Rubém Dantas, un grupo que éramos seis cajones, creo (risas) – sí, era un escándalo, aquello – con Tomasito, Juan Diego... y estando con estos dos últimos en el camerino apareció él con su berimbau, y estuvo hora y media tocándolo sin parar, y aquello sonaba diferente cada minuto.
Sergio: Entre tus múltiples colaboraciones figura recientemente la grabación del último disco de Chema Sáiz, con quien has hecho algunos conciertos de presentación de ese trabajo en directo ¿cómo es la experiencia de trabajar con Chema?
Guillermo: Pues Chema me parece uno de los músicos más grandes de este país, como intérprete y como compositor. Yo estoy encantado de que me llame y tocar su música, que puede parecer compleja o densa, pero es muy “cantabile” también, las melodías tienen mucho poder, y eso ayuda mucho a comprender la música, es el motivo que te lleva a tocar y a escuchar bien. Y en directo es de una intensidad importante.
Enrique: ¿Cómo te decidiste por la batería?
Cielo
CD
52PM, 2002. Distr. Karonte
Guillermo: Como decía antes, mi padre es músico. Una vez estaba tocando en un trabajo en un hotel, se puso enfermo el batería; yo tenía entonces doce años, veía como tocaban cada noche, y subí y toqué. El repertorio eran valses, pasodobles... pero sonaba, y entonces ya no quise bajarme más (risas). A mí me gustaban los coches... yo iba a ser diseñador de coches... pero me torcí... (risas)
Carlos: En tus comienzos, ¿cuáles fueron los primeros baterías en los que te fijaste?
Guillermo: Recuerdo que me impactó mucho Steve Gadd, y poco después Elvin, Philly Joe Jones y Tony Williams, sobre todo, fueron los tres con los que seguí.
Enrique: ¿Y los baterías modernos, como Jack DeJohnette?
Guillermo: Sí, DeJohnette es el más moderno. Los músicos más modernos de hoy en día tienen 60 años o así...
Enrique: Bueno, hablando de gente más joven, ¿Bill Stewart?
Guillermo: También, y Joey Baron, Brian Blade, Carl Allen – algo más tradicional, pero toca con un un gustazo...
Enrique: ¿Billy Cobham?
Guillermo: Eso lo he escuchado menos, me da mucha pereza. Se basan mucho más en la técnica física, la velocidad y eso me ha atraído menos, pero reconozco que tocan increíblemente.
Enrique: ¿Y baterías autodidactas, como John Christensen?
Guillermo: Yo me muero con él. Me encanta. Él es todo lo contrario a lo anterior, es puro talento y todas sus decisiones se basan en su sensibilidad; crea unos colores siempre sorprendentes, pero a la vez te hacen entender que es lo más perfecto que podía haber con respecto a lo que está sonando.
Carlos: ¿Y mujeres como Marilyn Mazur?
Guillermo: Me encanta, además la conozco personalmente.
Enrique: Ya que hablamos de mujeres, ¿Terri Lyne Carrington?
Guillermo: Increíble. Cindy Blackman también toca muy bien.
Enrique: De cara al futuro y a la hipotética desaparición del formato CD ¿cómo creéis los músicos que daréis a conocer vuestro trabajo, al margen de los conciertos?
Guillermo: Supongo que los que ganan dinero con esto no querrán dejar de hacerlo, y estas acumulaciones de capital no tienen en cuenta que a tí te guste tener música en tu casa, a ellos les es indiferente, simplemente te van a crear una necesidad tarde o temprano, y tú vas a ir a comprar, y punto, es así. En el caso de los que consumimos cultura, si no fueran tontos éstos que ganan dinero, se darían cuenta de que también gastamos dinero en cultura, y además constantemente (no la tiramos). No sé cuál es la fórmula, pero supongo que pasa por que las cosas vayan a su cauce, digamos que la música con fines comerciales – no juzgo si es buena o mala -, aquella cuyo motivo de existir primordial es ganar dinero, irá por un cauce, y las creaciones artísticas – la cultura – irá por otro que tendrá que conseguir un formato válido para que las obras puedan llegar al público y pienso que tendrá que pasar por ideas como reflejar, por ejemplo, actuaciones en directo a través de una técnica que permita grabar la imagen y el sonido y tú lo puedas vender nada más salir del concierto. Eso sería algo que no existe hoy y que contrarresta lo que está ocurriendo.
Enrique: Si no hay solución de continuidad y salida para los artistas, ¿corremos el riesgo de matar el arte?
Guillermo: Yo pienso que el ser humano no va a dejar de hacer arte, tengo esperanza en eso, aunque todo indica lo contrario. Vamos a poner el ejemplo de la comida: se vende mucha comida basura, se consume mucha comida basura, los alimentos dejan de alimentar como antes porque están tratados de una forma en que han perdido su valor nutritivo, se sustituyen por pastillitas – en Estados Unidos es muy común -, pero a la gente le sigue gustando comerse una gamba ¿no?
Sergio: De cualquier modo yo tengo la esperanza de que el soporte físico no desaparezca al menos en los ámbitos en los que se mueven el Jazz y otras músicas creativas, porque no creo que ninguno de nosotros vaya a renunciar a escuchar una copia idéntica de un master para sustituírla por una descarga digital que, para que ocupe lo mínimo, se ha comprimido sacrificando calidad.
Guillermo: Igual pasa con los libros. Tú no lees en una pantalla un libro, te gusta tu tener tu librito en la cama ¿verdad?
Carlos: En todo caso “el sujeto amorfo”, en palabras de Eugenio Trías, seguirá existiendo, y el “sujeto auténtico”, es decir, los creadores y quienes, como nosotros, disfrutamos de esas creaciones, seguiremos existiendo, seguiremos buscándonos la vida para poder escucharlo y disfrutar de ello.
© Sergio Cabanillas, Tomajazz 2005