Comentario:
El trío del pianista Jason Moran, de nombre The Bandwagon (“el carromato de la banda”), ya lleva unos cuantos años a sus espaldas, y se nota. En su aparición en el madrileño San Juan Evangelista el grupo mostró su proyecto personal, mezcla de frescura y elaboración, de riesgo y control, de dificultad y precisión, disfrutando sobre las tablas y contentando al respetable. Los tres músicos se conocen y conocen su repertorio a la perfección, ofreciendo una sofisticada muestra de interpretación e interacción.
Si la calidad e interés de Moran como pianista está fuera de toda duda, su discurso gana enteros en el contexto del Bandwagon. El líder variaba a voluntad la orientación de su improvisación pasando del swing rápido al shuffle o a un medio tiempo de corte festivo, mientras sus fieles escuderos se acoplaban a cada entorno de forma instantánea. Nasheet Waits hizo gala de claridad y elegancia. Supo usar sin exceso el bombo, cuyo volumen era superior al habitual. Tarus Mateen asombró a quien no conocía su estrambótico bajo "made in Vitoria" (un bajo eléctrico sin trastes de escala corta cuyo diseño guarda similitudes con el de un contrabajo), así como su peculiar timbre similar al del bajo acústico pero con sonido más profundo. Mateen resonaba con contundencia en el registro grave y aportaba un punto de desorden cuando atacaba la octava más alta. También se atrevió a cantar con evidentes tintes étnicos.
Los miembros del trío demostraron un soberbio conocimiento del lenguaje jazzístico, base de la que partieron para ir sumando y ampliando. Se acercaban a casi cualquier género para acabar deconstruyéndolo y salir volando a otro territorio. Especialmente significativo fue el uso de dinámicas, haciéndolas crecer muy despacio y paulatinamente (no en momentos concretos). A medida de que crecían dichas dinámicas también lo hacía el nivel de abstracción, pudiendo acercar al contexto de la libre improvisación una pieza que había comenzado siendo casi naif. Waits aportaba el orden, Mateen la exploración y Moran una imaginación desbordante apoyada en una técnica pianística digna de elogio.
Samplers a modo de introducciones y enseres percusivos manejados por los tres músicos completaron el abanico de recursos. Hora y media de concierto, bis incluido. Excelente duración para un agradable viaje en el vagón de una banda muy bien ensamblada.