Comentario: Resulta cuando menos curioso que esas mismas paradojas cósmicas que hacen convivir en las programaciones de algunos ciclos llamados de Jazz a artistas de los más diversos géneros musicales hayan convertido este año a la escasa pero más que honorable representación española del Festival de Jazz de Galapagar en prácticamente la única justificación que permite a este ciclo conservar esta denominación. De este modo las actuaciones de “Sir Charles” + 5 y Chema Sáiz han asumido en esta edición connotaciones más allá de mostrar las excelencias de dos de los más solicitados proyectos nacionales de esta temporada de primavera-verano.
Convencido de que ocasiones como éstas no son frecuentes en nuestro Jazz, pisó las tablas el veterano “Sir Charles” con sus cinco acompañantes de lujo, dispuesto a comerse la escena con su revisión del repertorio de Oliver Nelson arreglado por Iñaki Askunze.
Dejar atrás los nervios iniciales y pasar al disfrute fue cosa de minutos, mientras sonaba “Hoedown” y el tenor de Marcelo Peralta empezaba a echar leña al fuego con un solo desgarrado y disonante que arrancó por vez primera los aplausos espontáneos del respetable en un gesto que se repetiría en numerosas ocasiones durante la actuación. La banda atacaba con decisión y empuje el repertorio, que continuó con “The meetin´” y un siempre agradecido “Stolen Moments” al que un solo simplemente delicioso de Richie Ferrer elevó aún más, solo que replicó con tremenda clase el piano de Tony Heimer, cita a “Summertime” incluída. Le tocó el turno a “Mama Lou”, con un destacable solo de Antonio Ximénez que obtuvo cálida respuesta del público antes de pasar el protagonismo a la travesera de Alejandro Pérez – “una flauta que vale por cuatro”, añadía con sorna y buen humor el aludido en la presentación del tema, compuesto por Nelson originalmente para cuatro flautas – con “Flute salad”. Siguieron a ésta “Six and four” y el movido “Critic’s Choice”, con sendos solos incendiarios de un Marcelo Peralta en estado de gracia, que de nuevo obtuvieron justificada ovación de los asistentes. Pero no acabó ahí la cosa; faltaba la guinda del pastel en forma de estreno de un tema adicional incorporado al repertorio de la banda: “Anacruses” (de “Soul Battle”, 1960), arreglado por Marcelo Peralta que fue precedido de una introducción a batería sola y puso broche de oro a una actuación inolvidable para un público que agradeció la absoluta entrega de la formación cubriéndola de aplausos.
Pero no sólo vivimos un concierto para el recuerdo. Presenciamos además la reunión de un tándem rítmico de leyenda dentro del Jazz nacional: “Sir Charles” González y Richie Ferrer, quien confesó sentirse muy a gusto en este grupo y añadió la solidez de su experiencia y su personal sonido al portentoso ride de su jefe de filas para formar una arrolladora máquina de swing que hacía tiempo que no disfrutábamos, engranaje que, junto a la elegancia y la sabiduría de Tony Heimer cimentaron una base a prueba de terremotos sobre la que los tres metales, con sus terrenos y personalidades perfectamente diferenciados, pudieron rivalizar en la brillantez de sus solos.
Swing, garra, entrega. Bravo, “Sir Charles” y compañía, bravo.
Sergio Cabanillas