Comentario: Infravalorado, o
underrated, como dicen los críticos de jazz al músico que no ha sido reconocido por el arte que despliega. Tras el concierto ofrecido por Omar Sosa con su trío en Barcelona, no cabe duda alguna de que tal calificativo describe plenamente a este estupendo músico.
Omar Sosa es un intérprete que es bien conocido en los círculos jazzísticos, y muy especialmente por la mezcla y fusión de diversos estilos musicales a los cuales recurre para sus proyectos, en muchas ocasiones con ciertas dosis para sorprender a los aficionados.
El concierto ofrecido por Omar Sosa, siguió la línea marcada por la mixtura de estilos y la gran sabiduría que despliega en la concepción musical que busca a través de los mismos, y que le sirven para desarrollar sus ideas. Pero así como este conglomerado de músicas es su punto fuerte, también es su punto débil. Aunque pueda parecer de entrada contradictorio lo señalado, tiene su explicación. La música que desarrolló Omar Sosa, a lo largo de las casi dos horas que duró el concierto, nos llevó a un viaje multicultural, donde se pudieron apreciar retazos de influencias del free jazz, ritmos africanos o concepciones musicales contemporáneas, todo ello adornado con pequeñas pinceladas de motivos cubanos, que eran proyectados en los momentos más inesperados en los desarrollos musicales, y con ciertas dosis (y es aquí su punto débil) de música excesivamente parametrizada a nivel rítmico, más propia de los músicos de estudio norteamericanos del estilo “fusionero”. Menos mal que estos momentos no fueron excesivos, y no vinieron a aguar una gran noche de música creadora, arriesgada por momentos, con una buena dosis de calado interpretativo, en la que se percibió a un pianista con un gusto por las armonías ricas, complejas y muy bien construidas, con un discurso basado en líneas de notas que fueron entremezcladas de una forma dialogante con el grupo en su conjunto. A ello se sumó una sección rítmica musculosa y muy expansiva, en una clara complicidad con el líder (destacar el enorme trabajo llevado a cabo por la batería de Julio Barreto, que extrajo de la misma una amplia paleta de colores que sirvieron de base para los compañeros del grupo), lo que proporcionó dos horas de música implacable pero dichosa.
Es una lástima que creadores de estas proporciones no tengan el reconocimiento que se merecen, y que su arte no sea valorado en toda su extensión. Un músico a redescubrir.
© Juan Carlos Abelenda, Tomajazz, 2006