Baldo Martínez, marcando la diferencia

El contrabajista gallego Baldo Martínez es uno de esos pocos músicos que ha logrado desarrollar un lenguaje personal completamente reconocible, que ha sabido apostar por la originalidad, por la diferencia, y después de un largo trayecto con grupos como Clunia o Zyclus, ha sido capaz de hacer crecer un estimulante proyecto propio, caracterizado por un altísimo nivel creativo, con el que ahora presenta su segundo disco: "Juego de niños".

Nacido en Ferrol, tras comenzar tocando bajo eléctrico en bandas de rock emprende sus estudios musicales y se traslada a Barcelona. Allí descubre el jazz y después de cuatro años vuelve a Galicia, donde empieza a desarrollar su carrera profesional como músico de jazz. En 1982 comienza la actividad del grupo Clunia, en el que ha sido fijo junto al pianista Nani García y el batería Fernando Llorca. Entre 1982 y 1986 su labor quedó reflejada en tres grabaciones: "Clunia Jazz" (Edigal), con Antonio Cal al saxo, "Afueras periódicas" (Jazz Stop), con Javier Escaned y la colaboración de Jorge Pardo, y "Ruacega" (Edigal), con Miguel Ogando. Tras un periodo de sucesivos cambios, en el que llegaron a introducir guitarra, vuelve a la formación de cuarteto en 1994 con el saxofonista americano Tom Guillon y publica su cuarto trabajo: "Carpe Diem" (Singra). "Clunia fue el grupo en el que me formé musicalmente, mi experiencia digamos más clásica dentro del jazz moderno, en lo que podríamos calificar como jazz modal, aunque había otras cosas. Es un proyecto que ha durado mucho tiempo y de hecho no ha llegado a cerrarse oficialmente, espero que sigamos colaborando aunque sólo sea esporádicamente".

Un momento crucial en su carrera de cara a sus proyectos más personales es su contacto con el batería Pedro López. Con él y Wade Matthews forma en 1989 el grupo Zyklus, un trío de marcado carácter experimental, especialmente en su última etapa, con el que ha publicado dos discos: "Interface" (Música sin fin), y "Nude" (Hyades Arts). "Zyklus empezó con una línea bastante ligada a la onda ECM que es un poco la que yo he tratado de retomar ahora. Después fue evolucionando hacia una música muy abierta, muy libre, en la que no establecíamos límites. Es como tirarte a la piscina, ya que tratamos de hacer algo completamente nuevo".

También han tenido un importante papel en el desarrollo de sus ideas musicales sus diversas colaboraciones con otros músicos, como el guitarrista Ángel Rubio, con el que ha participado en sus grupos Madera y la Big Band del Foro. "Con Angel Rubio he trabajado a nivel de composición, de concepto. Es un gran músico que creo que está poco valorado o poco reconocido, tiene una personalidad muy marcada, siempre está buscando cosas, investigando distintos terrenos dentro del jazz de vanguardia, ahora más centrado en el flamenco-jazz aunque desde una perspectiva muy suya".

Otra colaboración que Baldo valora especialmente es la de la vocalista portuguesa Maria Joao, con la que actuó en el Festival de San Sebastián en 1985 y llegó a grabar un dico para RNE que permanece inédito. "Maria Joao es una cantante excepcional, muy personal, que aunque no tenga un repertorio completamente original, siempre trata de darle a la música su personalidad. He aprendido muchas cosas con ella y me gustaría seguir haciendo cosas. La voz es un instrumento envidiable para los que no sabemos utilizarla porque es el instrumento más completo que hay, y encontrarte a una persona que la maneje con tanta sensibilidad no es fácil".

Hace cuatro años nace el Baldo Martínez Grupo, con el que asume la responsabilidad de dirigir un proyecto propio que aglutinara todas sus anteriores experiencias musicales. Se trata de un ejemplo de la pujanza del jazz europeo como música que ha adquirido una mayoría de edad respecto a la tradición del jazz. "Me gusta el jazz americano, pero me siento más identificado con lo que sería la corriente europea. Para entendernos, la corriente americana va más pegada a la música negra, mientras que la corriente europea lo que ha hecho es recoger esa esencia de improvisación y fusión que ha sido originalmente el jazz y llevarla a otros terrenos más cercanos a sus culturas. Me interesa mucho eso porque lo tengo más cerca, yo no puedo vivir la cultura negra como la vive un negro que tiene muchas generaciones atrás, que tiene antepasados que han vivido en África. Es tratar de buscar tu personalidad, siempre vas a tener un referente ya que es muy difícil encontrar cosas que no se repitan, pero por lo menos es tratar de no limitarte a copiar, sino encontrar tu propio lenguaje, que seas tú mismo y estés contento con eso, con tus defectos y tus virtudes, sin tratar de buscar un modelo porque tenga éxito, que para bien o para mal te reconozcan cuando te escuchan. Después si no gusta, pues qué pena, pero al menos tienes el orgullo de ser tú mismo".

Tratar de buscar cuáles son las fuentes de una música tan singular puede resultar una tarea completamente estéril, pero lo que indudablemente queda reflejado en su atrevimiento es la mentalidad abierta de Baldo, interesado por músicas de muy diferentes estilos. "La línea que más me atrae es la del grupo Oregon, la del contrabajista noruego Aril Andersen, con su grupo y con Masqualero, en el que compartía el liderazgo con el batería Jon Christiansen, así como la música de Jan Garbarek y en general todo el jazz nórdico. Por otro lado últimamente me está interesando mucho el jazz francés, Louis Sclavis, Michel Portal, me parece un jazz con muchísima fuerza, muy personal, que se apoya mucho en el folcklore, que es donde está toda la esencia. También Dave Holland es una referencia bastante fuerte, con el que creo que la afinidad en parte es por la forma especial de oir la música de un contrabajista. Además hay una forma de tocar que la refleja en un disco que se llama "Triplicate", con Steve Coleman y Jack deJohnette, que me gusta mucho como concepto de trío tocando "roto" y que está también un poco en el trío de Keith Jarrett".

El primer disco del Baldo Martínez Grupo, "No pais dos ananos", es recibido por la crítica especializada como una de las mejores grabaciones del jazz español de los últimos tiempos y consagra a Baldo como una de las figuras indiscutibles de nuestra escena. "Cuando creé el grupo mi idea inicial era trabajar con vientos (trompeta/fiscorno y saxo tenor/soprano), batería, percusión, y contrabajo, sin ningún instrumento armónico. Ese tipo de formación es la que más me atrae y empecé con David Herrington y Tom Guillon, el último saxofonista de Clunia. También me resultaba interesante introducir guitarra, pero como un instrumento que pueda hacer el papel de una sección de viento en un momento o de un teclado en otro, que sea muy versátil. Por diversas circunstancias, la formación con la que grabé el primer disco incluyó como vientos únicamente a Chefa Alonso al saxo soprano, un instrumento que me interesa mucho porque está muy cercano al folcklore".

La repercusión de aquel trabajo justifica las expectativas despertadas ante la publicación del segundo disco del grupo: "Juego de niños", que mantiene la misma línea y la base de la formación anterior, con Antonio Bravo y Pedro López, que asume toda la percusión ante la ausencia del toque colorista de Pierluca Pineroli, y vuelve a retomar la idea de dos vientos con David Herrington (trompeta, fiscorno y tuba) y Alejandro Pérez (saxo tenor y soprano). "Lo que busco en mis grupos son músicos que aparte de responder a mis inquietudes, tengan la capacidad suficiente como para que estén cómodos exponiendo su propio discurso. Tanto David, que tiene una línea más lírica, más tranquila, aunque tiene muchísima fuerza tocando, como Alejandro, que es más echado para adelante, que tiene un fraseo más denso, al igual que también Antonio, utilizan un lenguaje muy diferente, y ese tipo de contraste está bien si eres capaz de juntar cinco personalidades diversas en una sola historia, que cada uno tenga su propia personalidad dentro de un grupo que sea también personal". Además colaboran en algunos temas Nirankhar Khalsa y Carlos Beceiro. "Nirankhar Khalsa es un gran percusionista y batería, aunque en el disco sólo toca tabla, y Carlos Beceiro toca la zanfoña, un instrumento medieval que introducido en un grupo de jazz puede resultar extraño, pero que en realidad se trata de una instrumentación que refuerza las ideas más folcklóricas relacionadas con las músicas celtas. Creo que resulta curioso mezclado con instrumentos como la tuba y estoy contento con el resultado".

Cayetano López



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