El pianista catalán Tete Montoliu, el más prestigioso y reconocido universalmente de nuestros músicos de jazz, nos dejó el pasado 24 de Agosto a las 11.40 horas en el Hospital Clínico de Barcelona, a los 64 años, a consecuencia de un cáncer de pulmón que le fue detectado en Noviembre del pasado año, cuando fue ingresado a causa de una arritmia.Su dramática lucha contra la enfermedad, que quedó reservada a la intimidad de la familia, no impidió que hasta muy recientemente y salvo algunas inevitables suspensiones, el pianista siguiera atendiendo una agenda repleta de conciertos, en los que fue capaz de superar la adversidad ofreciendo lo mejor de su enorme talento.
La noticia de su muerte ha provocado una gran conmoción y han sido múltiples las muestras de dolor que han traspasado el ámbito musical. Con su desaparición, no sólo en la escena del jazz queda un inmenso vacío, sino que puede afirmarse que la música española pierde a uno de sus más grandes genios. Como recordaba Teddy Bautista, secretario general de la Sociedad General de Autores y Editores, Tete era irrepetible.
Vicenç Montoliu Massana, universalmente conocido como Tete Montoliu, nació en Barcelona en 1933. Su padre era músico titular de la Orquesta del Liceo y de la Banda Municipal de Barcelona. Ante su extraordinario talento musical, comienza a recibir clases de la pianista Petra Palou, a la que Tete siempre consideró su maestra. Superando las dificultades que le imponía el hecho de haber nacido ciego, ingresa a los 16 años en el Conservatorio Municipal de Barcelona, donde completa sus estudios. Aunque su padre hubiera preferido su dedicación a la música clásica, su firme propósito era el de convertirse en pianista de jazz, ya que su madre le había inculcado la pasión por esta música a través de su colección de grabaciones de Duke Ellington, Art Tatum, Earl Hines o Fats Waller.Si bien sus primeros pasos se producen en la música comercial, ya desde su adolescencia había participado en las jam-sessions del Hot Club de Barcelona, había liderado el cuarteto Be-Bop, e incluso había compartido varias sesiones con el legendario saxofonista Don Byas entre el 46 y el 47, que marcarían para siempre su opción por el jazz. Su despegue se produce en 1955, cuando Lionel Hampton visita el club barcelonés en el que tocaba y tras quedar maravillado con su actuación le invita a realizar una gira junto a él y a participar en 1956 en su primera grabación importante (aunque a él nunca le gustó cómo quedó), el disco Flamenco Jazz.
En 1958 actúa en el Festival de Cannes en trío con Doug Watkins y Art Taylor. En 1961 fue llamado para formar parte del European All Stars, que agrupaba a los mejores jazzmen del viejo continente. Poco después es contratado por el Blue Note de Berlín, donde comparte escenario con Chet Baker, Benny Bailey o Slide Hampton. A partir de ahí su carrera como pianista fue imparable a raíz de su estancia en Copenhague, donde actúa y graba con músicos extraordinarios como Kenny Dorham, Archie Shepp, Ben Webster, Benny Golson, Stephane Grapelli y especialmente Dexter Gordon, con el que registra numerosas grabaciones y Roland Kirk (otro ciego genial), con quien llega a formar un célebre cuarteto.
Durante esa época alterna sus visitas a Berlín o Nueva York con largas estancias en el Whisky Jazz de Madrid, donde comparte escenario con el saxofonista Pedro Iturralde, y el Jamboree de Barcelona, donde forma su primer gran trío con el contrabajista Eric Peter y el batería Billy Brooks y acompaña a músicos tan destacados como Booker Ervin, Donald Byrd, Lucky Thomson, Pony Poindexter, Lee Konitz, Art Farmer y Ornette Coleman. En 1967 viaja a Nueva York en una gira que obtiene un considerable éxito. Durante su estancia en Estados Unidos llega a grabar un disco para Impulse! con Elvin Jones y Richard Davis, que no llega a publicarse.
De vuelta a Europa, graba a menudo en Holanda y Dinamarca convertido ya en una leyenda del hard-bop. Se suceden los discos y las actuaciones junto a George Coleman, Anthony Braxton, Niels-Henning Ørsted Pedersen o Barney Wilen. A partir de la década de los 80 realiza multitud de conciertos junto a artistas de la talla de Johnny Griffin, Joe Henderson, Eddie Davis, Sonny Stitt, Freddie Hubbard, Jerome Richardson, Dizzy Gillespie, Bobby Hutcherson, Chick Corea, Hank Jones, Roy Hargrove, Jesse Davis...
En plena madurez aborda empresas tan fabulosas como la serie de cuatro discos a piano solo "The Music I Like To Play", grabada en Milán para el sello Soul Note, quizás su obra más importante. En los últimos años alterna sus conciertos en trío junto a Horacio Fumero y Peer Wyboris con sus actuaciones en solitario y sigue ampliando sus fronteras (tras haber dedicado a lo largo de su carrera varios discos a temas sudamericanos y catalanes) con nuevas experiencias como su reelaboración de los boleros clásicos con la cantaora Mayte Martín, completando así cerca de un centenar de discos.
En 1996 recibe uno de los muchos homenajes a su carrera con un concierto en el Teatro Monumental de Madrid en el que le acompañan Gary Bartz y Tom Harrell. En noviembre de ese año padece una súbita arritmia cardiaca que requiere la implantación de un marcapasos. Su dolencia se complica al serle detectado un cáncer de pulmón. A pesar de ello, el mejor ejemplo de la grandeza musical de los últimos días de Montoliu fue el concierto ofrecido el pasado mes de marzo en el Palau de la Música de Barcelona para celebrar su 64º cumpleaños, una actuación magistral en la que interpretó temas de Ellington, Coltrane, Dexter Gordon, y Thelonious Monk y que pronto verá la luz en formato discográfico siguiendo sus propios deseos.
Con su fallecimiento el pasado 24 de Agosto, su carrera quedaba definitivamente inconclusa, rota precisamente en uno de sus puntos álgidos. Tete Montoliu poseía, entre otros galardones, el Premio Nacional de Música, la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña, la Medalla al Mérito del Ayuntamiento de Barcelona y un honor que él valoraba mucho: la insignia de oro y brillantes del Barça, su segunda pasión después del jazz.
"Esta mañana que se despierta lluviosa y plomiza. Sólo el cielo mortecino de otro fin de agosto podrá recordarnos el día en que dejaste tus gafas negras sobre la tapa del piano y saliste al encuentro de tus hermanos Art, Duke, Thelonious... Ya estás allí amigo Tete, al otro lado de esta cortina gris que hoy nos llena de pesar.
Hoy sólo quiero que no acabe de salir el sol, que sigan lloviendo gotas enormes como tus acordes, pausadamente como tus escalas, que la tempestad lo invada todo, cuajando de armonía hasta el último silencio, como solías hacerlo tú en cualquier sala oscura de nuestras ciudades. Oscura como hoy, como el día en que te fuiste, amigo Tete"Antonio Palma