Asistimos a una creciente avalancha de tributos monkianos. Algunos, los menos, proceden de profundos conocedores y admiradores de su obra, otros se encuadran en el mero oportunismo. El pasado año alcanzaron bastante relevancia los de la impecable big band de Bill Holman: "Brilliant Corners", y el montado con invitados de postín por su vástago, el discreto baterista T.S. Monk: "Monk On Monk". Aún más reciente es la grabación "Thelonious", que el delicado pianista Fred Hersch aborda en solitario desde un estilo situado en las antípodas.No es mal momento para, aprovechando esta fiebre revisionista, dejar a un lado los homenajes y volver a gozar de la escucha de la obra original de este genio del jazz moderno. Nada mejor que hacerlo con esta grabación, un documento que posee la magia especial de los más prodigiosos ejemplos del jazz más auténtico, el tocado sobre un escenario, y en la que podemos oír a un grupo al que hay que reivindicar como uno de los más espléndidos de la historia del jazz.
Desde comienzos de los 40 había estado en la primera línea del nacimiento del bop, pero su música trascendía cualquier etiqueta, era un mundo completamente aparte. A pesar de su incomparable grandeza, no fue fácilmente aceptada y aunque su popularidad alcanzó momentos álgidos a finales de los 40 cuando graba para Blue Note, o en la segunda mitad de los 50 cuando lo hace para Riverside, el reconocimiento pleno le llega precisamente en esta época (es famosa la portada que le dedica la revista Time en este mismo año).
Su asociación con Charlie Rouse, que duraría hasta 1970, había comenzado cinco años atrás, por lo que el saxofonista había adquirido por estas fechas una asombrosa comprensión del universo monkiano. Con la más reciente incorporación de una rítmica que le aporta un swing portentoso, el pianista se entrega a la eterna búsqueda de la perfección de una música atrapada en su propia plenitud. Las reiteradas versiones de algunas de sus obras maestras, lejos de aburrir, sorprenden siempre con nuevos matices, y las escasas ocasiones en que aborda algunos estándares, éstos adquieren perfiles insólitos.
La presente reedición (al igual que había ocurrido con la del posterior disco de estudio "Straight, No Chaser" y tal como se anuncia que ocurrirá con la de otro directo grabado un par de días después en San Francisco), al restaurar a su verdadera extensión temas que habían sido mutilados en la edición original por las limitaciones del formato LP, e incorporar otros menos frecuentados, se convierte en una joya de obligada escucha tanto para los incondicionales como para cualquier aficionado que se precie.