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D.S.: Ayer
escuché en el "Club de Jazz" (www.tomajazz.com/clubdejazz)
dos temas de tu nuevo disco, “Libra” y “Oye conejo” y me llamó
la atención, sobre todo en “Libra”, tu forma de tocar tan relajada,
que para mí es un valor [risas]. Vamos, que no eres de esos
guitarristas que tienden a llenar con demasiadas notas y los peores
ejemplos son los que quieren demostrar su rapidez de digitación. Me
transmitía buen rollo y no sé si es algo consciente...
G.B.: Es algo que uno ha buscado, tratar de tocar tranquilo. Es un
concepto que saqué de la electrónica que es que si uno tiene un equipo
de 100 vatios y lo toca a su máxima potencia va a distorsionar,
entonces hay que tratar de escuchar a 20 o algo así para que no
distorsione, ni por exceso ni por falta. Una grabación nunca es una
situación muy relajada, porque está el tema de que cualquier
equivocación queda registrada, aparte de que los discos de jazz se
graban generalmente en un día... Este disco fue grabado en un día.
Recuerdo cuando lo grabamos: empezamos más tarde de lo pensado y
terminamos antes de lo pensado y fueron muchas horas, pero a los pocos días
yo ya me iba de viaje.
D.S.: Es
lo que te iba a comentar, que el disco ya tiene dos años prácticamente,
y tú llegaste aquí poco después.
G.B.: Este disco ya te digo fue grabado unos quince días antes de
marcharme. El máster me lo mandaron por correo, pero yo tuve una
premezcla, un máster sujeto a posibles modificaciones, dos o tres horas
antes de viajar. Siempre es así [risas]. Pero bueno, habíamos tocado
todo un año y más o menos conocíamos la música, en concreto diez
meses en total, y pudimos tocar con cierto relax. Eso es lo bueno de
tener una banda tocando música original y teniendo bolos. Porque uno a
veces pretende ciertas cosas para la música y tocar la primera o
segunda vez con un músico hace que a veces, por más buena voluntad que
exista, no haya ciertos atrevimientos. Pero cuando uno ya lleva varios
meses, ciertas cosas no van a pasar. Podemos tocar más o menos
inspirados, pero la forma de los temas la sacamos bien.
D.S.: Con el Summer Quartet grabaste un disco anterior y hubo cambio
de contrabajista y batería, pero con el saxofonista [Rodrigo Domínguez]
llevas tocando un montón de tiempo.
G.B.:
Lo bueno de todo esto es que cuando empezó esta eclosión de muchos
grupos, con música original, y se abrieron unos cuantos clubes en
Argentina, no era demasiada la gente que estaba tocando. Ahora hay más
gente, en este último año y pico que llevo fuera hay más músicos y
algunos muy buenos. Entonces no había demasiada gente y se daba que había
mucha coincidencia de músicos en distintos grupos. Yo toqué con todos
ellos en algunos grupos y entre todos también tocaron en algún otra
banda, y esto fue facilitando el entendimiento dentro de la comunidad
musical. Y hoy día, aunque hay más músicos, todos salieron más o
menos del mismo lugar: todos tocaron con todos en un momento. Una cosa
muy sana que pasó en Argentina en este tiempo es que hubo cierta
organicidad. No es que hayan surgido muchos músicos desperdigados por
ahí, sino que hay una comunidad de intereses, todos más o menos
conocemos la música de todos, porque la hemos tocado o porque hemos
escuchado alguna grabación. También me ha pasado que un par de músicos
amigos grabaron temas míos, por ejemplo. Lo interesante es que cambié
de sección rítmica, pero esa sección rítmica también tocaba en
otros grupos, por lo menos en dos, así que se fue dando esa relación
un poco más fluida.
En
el primer Summer Quartet era un poco más difícil porque del 99 al 2001
cambiaron bastante las cosas, al igual que del 2001 al 2003 también
cambiaron bastante para bien en lo musical. Hoy en día quizás sería más
fácil grabar un disco. Quizás económicamente las cosas no vayan bien,
pero musicalmente parece que la situación es bastante buena por lo que
voy escuchando.
D.S.: ¿Y
el disco va a tener distribución en Europa?
G.B.:
Estoy viendo eso. Bueno, al menos siempre está el recurso de escribirme
y yo lo mando por correo. Pero estoy en contacto con un par de
distribuidoras a ver si logramos hacer algo. A partir de Argentina se
vende también, porque hay gente que está interesada en esa música, en
Japón por ejemplo. También en Estados Unidos. Pero no es fácil, es el
punto más duro de la producción musical, lo que nos mata a muchos.
Pero bueno hay músicos como Allan Holdsworth, que tienen muchos años
dentro de esto y que venden sus discos por correo. Yo no tengo el nombre
ni el talento musical de Allan Holdsworth, pero si él lo hace,
seguiremos trabajando para buscar canales de distribución y de promoción
del material. Por eso siempre en lo personal -lo tuve con los otros
discos que hice y con este nuevo- trato de tener una buena relación y
un contacto fluido con medios independientes de radio, de televisión,
de prensa impresa o por Internet. Yo no puedo pagar un agente de prensa
para que salga a alquilar góndolas en los supermercados y poner mi foto
[risas]. Pero es muy difícil.
D.S.:
Visto que con este grupo trabajasteis el material durante meses,
visto que son todas composiciones tuyas, ¿has pretendido expresar algo
en concreto con este grupo? ¿Un tipo de música o simplemente has
sacado composiciones que se adecuaban a este cuarteto?
G.B.: Este era el segundo disco del Summer Quartet así que,
aunque inconscientemente, en mi cabeza lo tenía un poco más claro
respecto a esto. El primer Summer Quartet salió con un nombre incluso
en broma porque allá le ponen nombre -bueno, aquí también- en inglés
a todo. Fue un cuarteto, el primero, que se formó para tocar en verano,
porque ninguno de los cuatro teníamos trabajo ni nos íbamos a ir de
vacaciones [risas], así que montamos un grupo y conseguimos unas fechas
para tocar en un club.
D.S.: ¿Y la instrumentación también fue casual, o no?
G.B.:
No, porque con el saxofonista nos conocíamos desde hacía mucho tiempo:
él había estado viviendo unos años en Estados Unidos, yo le había
visto allí una vez que había estado en el 98, y a fines de ese año
tocamos juntos con otra sección rítmica, pero esta sección rítmica sí
tenía trabajo en el verano. Y como nos habíamos divertido, él no tenía
demasiadas composiciones y yo tenía más, tocamos temas míos. A él le
gustaron, a mí me gustaron cómo habían salido y buscamos otra sección
rítmica. Tocamos con ellos, el resultado me convencía y tenía la
oportunidad de grabar... Porque yo trabajé hace mucho tiempo como técnico
de grabaciones, conseguí que alguien me prestase equipo para grabar. Así
que hice la grabación y como me gustó el resultado, me dije “a ver
si invento alguna historia para editarlo”. Y eso fue el primer disco.
El primer disco eran composiciones que hice a lo largo del tiempo,
logramos un sonido homogéneo, porque como quien no quiere la cosa el
grupo llevaba ya 12 o 13 presentaciones en tres o cuatro meses, lo que
estaba bastante bien como promedio.
Después
el grupo se desarmó porque ellos se fueron a vivir afuera, quedé yo
solo en un momento en Argentina. Más tarde, Rodrigo volvió y decidí
armar el grupo pero con otra sección rítmica que tuviese a mano y a la
que le gustara cómo tocaba. Ya en este caso, casi todos los temas, seis
o siete, fueron compuestos para la ocasión y los otros estaban más o
menos hechos pensando en el grupo. Aunque no fueran temas compuestos
especialmente para este grupo eran composiciones que yo me imaginaba que
sonarían bien con él. Pero yo también había evolucionado mentalmente
en cuanto a lo que significaba darle organicidad a un proyecto. Y bueno,
hoy por hoy también haría otra cosa, no porque no me guste, me gusta
mucho este disco y también el otro; son, como se suele decir, fotografías
de un determinado momento. Hoy haría otro distinto pero podría ser con
el mismo grupo, lo que sí presentaría otro tipo de material y pasado
mañana presentaría otro. Pero porque me interesan distintas cosas.
Creo, de todos modos, que a través de la forma de tocar y del sonido
grupal está ya impresa la personalidad del grupo, ya no mía. En todo
caso, mi personalidad está en el hecho de presentar esos temas, de
tocar de esa manera y de elegir a esos músicos, pero yo quiero que
toquen como ellos quieren, por algo los elegí a ellos.
D.S.: ¿Siguen
ellos en Argentina?
G.B.: Sí claro y tocando mucho y muy bien.
D.S.:
Supongo
que continúas en contacto con ellos, pero dar conciertos en Europa por
ahora está complicado, como cuarteto quiero decir, y en Argentina
depende de que tú vayas allí.
G.B.:
Yo estuve tocando con otros grupos. Tengo mi trío en Madrid con Richie
Ferrer y Juanma Barroso. Toqué con gente de Barcelona con David Xirgu,
Nono Fernández, con Emilio Solla, toqué con músicos en Alemania...
Rodolfo [Paccapelo], el bajista de mi primer Summer Quartet, vive en
Berlín y allí conocí y toqué con una cantidad de músicos muy
buenos. Los músicos de jazz en realidad tocan con mucha gente.
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© Diego Sánchez Cascado, Tomajazz 2003
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