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Sergio Cabanillas
(Autorretrato)
P: Una pregunta de difícil respuesta a la que estamos sometidos las
gentes del jazz ¿qué es el jazz para ti?
S.C.: Para
mí es la máxima cota de libertad a que puede aspirar un creador en el
ámbito de la música.
P: ¿Cuál es tu relación inicial con el jazz, tu primer encuentro con
esta música?
S.C.: Allá
por el año ’95, al comienzo de mis emisiones, encontré en un
polvoriento rincón de la emisora (Radio Paloma, una emisora muy pequeñita
del barrio de Vallecas, aquí en Madrid) un disco con la carátula azul
y unas fotos en blanco y negro de cinco tipos. Decidí llevármelo a
casa y darle una oportunidad. Aquél disco se llamaba SKOL (Pablo,
grabado en 1979) y los tipos eran, ni más ni menos que Stéphane
Grappelli, Oscar Peterson, Joe Pass, NHOP y Mickey Roker. En dos
palabras: impactante y adictivo.
P: Jazz y España, Jazz e Instituciones… ¿palabras de difícil
convivencia?
S.C.: No
necesariamente. El problema es que entre ambos términos, en el caso de
las instituciones, hay un tercero que es el que realmente hace difícil
la convivencia a la que alude la pregunta: subcontratación. En mi opinión,
buena parte de las instituciones públicas ya son conscientes del Jazz
como opción en las programaciones culturales, y numerosos municipios en
España ya disponen de su propio ciclo de Jazz, ya sea de verano, otoño
e incluso ambos. El problema viene del hecho de que la gestión de estos
ciclos, compleja a nivel organizativo, se subcontrata a empresas de
gestión cultural privadas, en lugar de contar las propias instituciones
con asesores especializados. De este modo la institución se limita a
poner la financiación de cachés y gastos, y los criterios de
programación quedan a merced de dichas compañías privadas, con lo que
factores de calidad creativa, interpretativa o la responsabilidad de dar
a conocer las numerosas vertientes del Jazz y los nuevos valores
asumiendo un cierto riesgo (que las administraciones públicas pueden y
deben asumir), ceden terreno a un objetivo recurrente: aforos completos
y recaudaciones de taquilla.
P: ¿Qué ha de cambiar para que el jazz español alcance la madurez?
(si es que no la hubiera alcanzado)
S.C.:
En
mi opinión, el jazz nacional ha alcanzado la madurez necesaria, pero lo
ha hecho pasando por una infancia y adolescencia traumáticas, con todo
tipo de trabas para salir adelante, tanto en la edición discográfica,
como en la promoción posterior y la subsiguiente escasez de
contrataciones de conciertos... por no hablar de que, a costa de esa
ausencia de promoción en medios en los últimos años, se ha omitido el
necesario relevo generacional, que lo hay y del máximo nivel. Más que
madurar, el Jazz español necesita ser conocido por sus propios
conciudadanos; el simple conocimiento de lo que se está haciendo ahora
por aquí dejaría boquiabierto a más de uno, tanto por cantidad como
por calidad... ojo, que nadie sea tan superficial como para tomar esta
declaración por una demostración de patrioterismo barato, sino por un
alegato hacia el cambio de mentalidad que necesita el Jazz nacional: no
sólo por ser español es bueno, sino que, al menos, merece una
oportunidad o una escucha, porque el nivel medio es más alto de lo que
se quiere admitir.
P: España y Músicos de Jazz… ¿cuál es el nivel actual de nuestros
músicos?
S.C.:
Pues,
en la misma línea de lo que decía antes, el nivel ha crecido mucho en
los últimos años. Muchos de nuestros músicos han recibido menciones
de honor tras finalizar estudios en escuelas del prestigio de la Berklee
de Boston o del Musicians Institute de Los Ángeles, superando con
creces los niveles de exigencia de estos centros. Esto es en lo que
respecta al nivel académico; a nivel creativo, se están tocando todos
los palos. Si bien es cierto que buena parte del repertorio aún está
anclado en los clásicos de la época dorada del bop, cada semana nos
sorprenden proyectos cada vez más frescos, contemporáneos y
arriesgados, algo que, teniendo en cuenta el panorama en España, tiene
más mérito aún, si cabe.
P: ¿Qué nombres de nuestro jazz consideras destacan en este momento?
S.C.:
La
lista es bastante larga, y el orden en este caso no es indicativo de
nada (que conste); algunos de mis favoritos son los guitarristas Chema
Saiz y Santiago de la Muela (ambos acaban de grabar hace nada sendos
trabajos de primera, el primero en quinteto y el segundo en trío con
Hammond – Dan Wall, ahí es nada), los saxofonistas Mikel Andueza e Iñaki
Askunze, el pianista Abe Rábade, esa formación de ilustres veteranos
llamados BAC Trio (Baldo Martínez, Alejandro Pérez y Carlos “Sir
Charles” González), que protagonizaron un disco tan impresionante
como arriesgado, el propio Baldo Martínez Grupo, Dead Capo... y un
largo etc.
P: Del panorama internacional del jazz, ¿qué nombres y movimientos te
llaman especialmente la atención?
S.C.:
Pues
es altamente interesante la variedad y la pujanza del Jazz Europeo, que
ha llegado a constituír una corriente sólida y diferenciada respecto
al sonido americano, que parece algo estancado salvo excepciones como la
Knitting Factory, y tiende a mirar cada vez más hacia Europa. En este
ámbito, me gusta particularmente el trabajo de músicos como la formación
de trío de Esbjorn Svensson (en mi opinión, uno de los mejores tríos
de Europa), Richard Galliano (delicioso su “Piazzolla forever”),
Paolo Fresu, Louis Sclavis o Marc Ducret, entre otros muchos. También
quedan iniciativas nada despreciables desde los E.E.U.U., como The Bad
Plus, Medeski, Martín & Wood o los últimos y refrescantes trabajos
de la John Scofield Band, formada con músicos jóvenes, donde hay
cabida para el groove y los sonidos de samplers.
P: ¿Cuál es tu valoración del actual panorama de festivales de jazz
en España? ¿Jazz o acto social? ¿Se cuenta suficientemente con el
jazz español y europeo? ¿Merecerían en todo caso estos últimos
presencia sobre esos escenarios?
S.C.: En
los últimos años han proliferado como setas los festivales de Jazz en
España. Esto, por un lado, es positivo porque nos permite ver en
nuestros escenarios lo mejorcito de aquí y allá, de hoy y de siempre,
y sienta una infraestructura de producciones con visos de continuidad,
pero la satisfacción no será completa hasta que este florecimiento
revierta de forma clara en las propuestas de aquí. Por desgracia, dada
la manifiesta carencia de cultura jazzística de buena parte del público
actual (por el vacío de información, entre otras cosas), de momento es
más acto social que Jazz, símbolo de estatus como hasta ahora era la música
clásica, aunque los círculos de verdaderos aficionados crecen y se
fortalecen (vuestra excelente página, foros incluídos, es una buena
muestra de ello), y eso es ciertamente esperanzador. Claramente, la
presencia europea, y especialmente la nacional, son insuficientes, y ya
hay estudios al respecto que lo demuestran a las claras, y salen
perdiendo respecto a las formaciones estadounidenses, que hacen su
Agosto. Dada la manifiesta calidad tanto de los proyectos tanto europeos
como españoles, es obvio que merecen una mayor participación por méritos
propios.
P: ¿Festivales o programación de club?
S.C.:
Ambos
cumplen funciones de capital importancia y nos son excluyentes, sino
complementarios. El club es el terreno natural al Jazz, un ámbito de
intercambio de ideas y riqueza creativa a través de eventos como las
jam sessions, y permiten tanto rodar nuevos repertorios como dar a
conocer nuevas formaciones, todo ello en estrecho contacto con el público.
El festival permite dar a conocer estas novedades, tanto las locales
como las internacionales a un público más numeroso y amplio en citas
puntuales, y deberían ser un escaparate para todas las propuestas
llevadas a cabo con profesionalidad y sin restringir o limitar el
horizonte audible del público a “lo que más ha vendido este año”,
“la sensación de esta temporada en U.S.A.” o simplemente lo
considerado “más digerible” y consumible, en definitiva, por el público;
interpretar el papel que en otros sectores profesionales llevan a cabo
las convenciones, pero en este caso cara al público.
P: ¿Cuál es la realidad del jazz en tu región?
S.C.:
Pues
un tanto incierta y tormentosa, aquí en Madrid. En los terrenos del
club, el número de locales, en lugar de aumentar, disminuye, y en
bastantes casos el músico profesional ha de arriesgarse, como fórmula
impuesta, a recibir sus honorarios en función de un porcentaje de la
taquilla que sea capaz de convocar, como si de grupos pop de aficionados
se tratara. En el ámbito de los festivales, la oferta mejora, pero no
desgraciadamente para los músicos locales, que se ven condenados en la
amplia mayoría de los casos al ostracismo forzoso porque “no convocan
público suficiente”, cerrando un círculo vicioso: el músico no
vende (por ende, no se le conoce), de modo que no convoca público y no
se le programa, y vuelta a empezar. De cualquier modo, parece atisbarse
luz al final del túnel gracias a las iniciativas de la constituída
Plataforma de Apoyo a Nuestro Jazz, quienes ya han conseguido,
cimentando sus reivindicaciones con estudios estadísticos rigurosos de
participación española en los festivales, un principio de acuerdo en
el ámbito local con el Ayuntamiento de Madrid para un ciclo anual de
doce conciertos de formaciones locales. Esperemos que esto marque el
comienzo del cambio de mentalidad que tanta falta hace.
P: ¿Qué objetivos te planteas con tu programa?
S.C.:
Pues
mis objetivos como programador radiofónico no han variado
sustancialmente con el paso de los años. Mi objetivo primordial sigue
siendo dar a mis – sufridos – oyentes un punto de vista global hacia
la música y transmitirles, desde un punto de vista casi didáctico
desde mi humilde experiencia un sentido crítico que les permita
discernir estilos, calidades, interpretación y sentimiento, para que
puedan desarrollar un cierto criterio frente a la avalancha publicitaria
de productos musicales de consumo masivo que nos asaltan desde el
televisor, la radio comercial, internet y también ciertos críticos
que, por así decirlo, “sientan cátedra” y emiten casi dogmas desde
las alturas (algo por desgracia extendido en el ámbito del Jazz). Por
eso suelo repetir con frecuencia en antena una frase recurrente:
“...porque esto que escucháis no es más que una opinión”.
P: 5 discos imprescindibles de tu discoteca
S.C.:
Muy,
muy complicado... el jazz cuenta con más de un siglo de historia, y es
inabarcable tanto sus facetas como el número de grabaciones prácticamente
imprescindibles. Sólo en el apartado jazzero, me vienen a la cabeza, así
al vuelo: “Kind of Blue”, de Miles, “Piazzolla Forever” de
Galliano, “My favorite instrument” de Oscar Peterson, piano solo,
“Good morning Susie Soho” de Esbjorn Svensson Trio y el citado
“SKOL” de Peterson, Grappelli, Pass, Pedersen y Roker. Buf, después
de escribir esto se me ocurren otros veinte, y si nos metemos en fusión...
no se pueden pedir estas cosas...
P: 5 directos de tu vida (a los que acudiste… no se refiere a
grabaciones)
S.C.: Vaya,
seleccionar sólo cinco conciertos especiales entre tantas noches de
vicio jazzístico en el Johnny, Vitoria, emociona!!!Jazz y tantos otros
escenarios y clubs... es tarea muy dura... veamos, Brad Mehldau en
Vitoria, en el ’99, un concierto con la emoción a flor de piel y una
sensibilidad extraordinaria, posteriormente me enteré de que Mehldau
tocó aquella noche al límite de sus fuerzas, febril y con gripe;
Esbjorn Svensson Trio en Vitoria, 2001, un concierto memorable y la
primera vez que pude ver a este trío; Sheila Jordan con Cameron Brown a
dúo en el San Juan Evangelista, un portento de ternura y swing, sólo
cosa de dos; John Scofield con Dave Holland, Joe Lovano y Al Foster en
Vitoria, 2002, absolutamente incontestables, con un Scofield imparable;
el último, Santiago de la Muela con “Sir Charles” González y Dan
Wall en el Círculo Catalán de Madrid, en este mismo mes, puede que sea
uno de los conciertos de jazz español más potentes que haya visto.
Abusaré con un sexto: la experiencia de ver a piano solo a Cecil Taylor
en el San Juan. Esto es en lo que al Jazz se refiere, que también he
disfrutado como un enano con actuaciones de rock progresivo, música
celta, conciertos de cámara clásicos, metal industrial...
P: Algo que quieras añadir
S.C.:
Bueno,
uno se siente un poco raro en el papel del entrevistado, después de
llevar tanto tiempo del otro lado del micrófono, la cámara o la mesa
de mezclas... en cualquier caso, gracias por la experiencia y por
dedicarme un hueco en la Jazzlería en este mes... a ustedes vosotros y
a los lectores, nos vemos en los conciertos.
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