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Nunca mejor
dicho lo de camaleón ya que nuestro hombre es capaz de cambiar de estilo en un
mismo tema varias veces de la forma más natural, como él mismo dice: Incorpora
sin imitar y sintetiza sin parodiar.
Antes de
seguir adelante y para cuidarme en salud ante sus detractores que pueden
considerar exagerados los más que
seguros elogios que voy a verter sobre su música, hacer notar que fue capaz de
saltarle las lágrimas al mismísimo Cecil Taylor, que después de asistir a una
de sus actuaciones afirmó que la música de jazz sigue viva.
Nacido en
Detroit en 1969 de una familia de lo más musical, su madre canta y toca piano y
violín, su hermano mayor Robert es percusionista, Kevin guitarrista y sus
hermanas Virginia y Priscilla flauta y piano respectivamente. James toca el saxo
desde los once años, apoyado por sus padres y por su maestro Donald Washington.
Ya en 1980 a
los 21 años alardeaba de tener más de 30 instrumentos tanto de metal como de
madera y aún hoy sigue aumentando su colección ya que cree que le queda mucho
por aprender e incorpora continuamente nuevos instrumentos, tanto a sus labios
como a ésta. Últimamente está mostrando mucho interés por la voz humana, en
una visita a Chinatown quedó impresionado por la voz y forma de improvisar con
ella de una cantante de opera china. En varias ocasiones ha colaborado en
grabaciones de cantantes.
Según
declaraciones propias desde muy joven escuchaba desde Hendrix y Parliament –
Funkadelic hasta Miles Davis músicas que hoy en día le siguen sirviendo de fuente de inspiración,
aunque confiesa que compartida con la de las orquestas que ponían música a los
dibujos animados de la Warner y hasta con la de los “Picapiedras”.
Con respecto
a su formación decir que el primer jazzman a quien llamaron la atención sus
habilidades fue Winton Marsalis que rápidamente
lo invitó a participar en su quinteto en el año 1985, tampoco pasaron
desapercibidas sus cualidades para el gran Lester Bowie que lo llevó a New York
tres años después, haciéndolo participar en su New York Organ Ensamble. Este
aficionado tuvo ocasión de descubrirlo en esta formación que nos visitó en el
año de las Olimpiadas en compañía de Lester Bowie, Amina Claudine Myiers, Julian Priester, Jean
Paul Bourelly y Don Moye. Instalado
desde el 90 en New York su aprendizaje lo hizo con Julis Hemphill, la Mingus big
Band y la Lincoln Center Orchestra. .
Ya, desde su
primer disco como líder, tuvo la
inestimable colaboración de tres grandes músicos que a lo largo de unos
cuantos años han formado el James Carter Quartet. Craig Taborn – piano,
Jaribu Shahid – contrabajo y Tani Tabbal – batería, músicos jóvenes con
una gran formación académica con los que existía y empleo el pasado ya que en
la actualidad sus dos últimas grabaciones han sido realizadas sin su intervención,
una gran compenetración. En estos últimos años es fácil encontrarlos
involucrados en los más excitantes proyectos de músicos de la talla de Roscoe Mitchell ó David Murray. Aunque James llenaba por
si solo el escenario, siempre hubo espacio para el lucimiento de cada uno de
ellos. .
La próxima
ocasión en que pude disfrutar de la música de Carter fue en el mismo escenario
de la anterior, tres años después, el Festival de Jazz de Donostia y a este
cuarteto se le sumó un segundo batería, pido disculpas por no recordar su
nombre. La actuación, siempre desde un punto de vista partidista, como
corresponde al de un fan, fue memorable. James Carter se entregó en cuerpo y
alma e hizo alarde de todas sus facultades técnicas y físicas, que no son
pocas, para hacer honor a la verdad quizás abusó de ellas, repitió una y otra
vez esas respiraciones circulares con el diafragma que le caracterizan y esos
pizzicatos percusivos a base de lengüetazos que hasta entonces no había
escuchado, al menos de forma tan vigorosa y que después le he oído al gran
David Murray
Así
llegamos, hasta el que creo, un punto de inflexión en su carrera discográfica
con el disco de 1998 “ In Carterian Fashion “ donde cambia el piano por el
órgano y añade al cuarteto un saxo alto Cassius Richmond, Dwight Adams a la
trompeta y su hermano Kevin Carter a la guitarra, el órgano es compartido entre
Taborn y Henry Butler según los temas. Mi apreciación es que se trata del
album más flojo de su producción, sin embargo ese mismo año en otoño pude
escucharle un magnifico concierto con su cuarteto de siempre, enfundado en un
impecable traje a rayas, haciendo una estupenda y larguísima versión de su ya
clásico J.C. On the set. Como en la anterior ocasión nos dejó a todos bien
claro que domina el lenguaje del jazz en todas sus facetas y que a sus
instrumentos le van quedando muy escasos secretos, desde el alto, pasando por el
tenor y soprano hasta el barítono, del
que es un verdadero maestro, no en vano, en varias ocasiones, ha sido nominado y
en alguna ganador del premio al mejor barítono del año.
Ya no grabará,
a su nombre, hasta el 2000 año en que lo hará por partida doble, dándonos una
de cal y otra de arena ( siempre desde la óptica de un aficionado de a pie) “
Layin’ in the cut “ es un excelente disco donde ha escogido una línea que
esperemos sea larga y nos deje un buen puñado de magníficas grabaciones, nada
que ver con su anterior producción, ha cambiado el formato del grupo, saxos,
guitarras, bajo y batería. Todos ellos involucrados en las distintas
composiciones, encontramos en las guitarras a Jef Lee Johnson y Mark Ribot y en
la rítmica tenemos a una de las que últimamente están dando más juego a la
flor y nata de los llamados libreimprovisadores, Jamaaladeen Tacuma y Calvin
Weston.
Por último
tenemos el “ Chasin’ the Gipsy “ disco homenaje a ese maravilloso gitano
llamado Django Reinhardt que comienza con “ Nuages “ uno de los temas mas
“ preciosistas “ del repertorio de standars del jazz, pero soy de la opinión de que en él, el saxo de Carter suena como una
sevillana en la voz de Billie Holliday. Como siempre el acompañamiento es de
lujo, encontramos a Regina Carter (vio), Jay Berliner y Romero Lumbao (g),
Charlie Giordano (acor), Steve Kirby (b) , Cyro Baptista y Joey Baron en percusión y batería respectivamente.
Debido a su
ilimitado potencial es fácil suponer que James Carter va a conseguir
convertirse en uno de los grandes de nuestra música.
Juan Antonio
Barranco Sanz
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