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Roberto Barahona
P:
“PuroJazz”
es desde 1997 el programa de referencia para muchos aficionados al jazz
en Chile. Un proyecto que surge tras tu jubilación profesional. Puede
parecer que toda tu trayectoria profesional ha sido una excusa para
poder llegar a hacer tu actual programa y difundir la música de jazz.
R.B.: El jazz es para mí es algo que me proporciona un
placer tremendo. No sólo porque me agrade si no por las posibilidades
que me da de descubrir nueva música. Cada vez que lo hago me resulta
muy satisfactorio. Pero el jazz no es una obsesión para mi. A mi me
eliminas el jazz y mi vida continúa. En mi vida profesional yo no
estaba pensando a ver qué día me podría jubilar para dedicarme más
de lleno al jazz.
P: ¿Qué
significa para Roberto Barahona el jazz y cómo llegas a él?
R.B.: Llegué a él porque básicamente tengo algo que tenemos todos
los que somos aficionados al jazz, y es que somos capaces o que tenemos
el talento, el privilegio, de poder descubrir esta música y discernir
entre esta música y la más banal que es la música que requiere poca
preparación, poco compromiso, como es la música pop. Es una música
que no necesita ningún esfuerzo por parte del auditor. El jazz requiere
un poco más. Cuanto más sabes de jazz más lo aprecias, lo cual no
significa que uno tenga que saber jazz para poder apreciarlo. Pero
cuanto más conoces a los músicos y puedes distinguir entre los
diferentes estilos y los estilos de cada músico más lo aprovechas.
P: Un
programa de radio hecho para Chile (con proyección internacional
gracias a Internet). Sin embargo el jazz chileno no ocupa un espacio
preferencial en el mismo. ¿Qué criterio de programación sigue Roberto
Barahona?
R.B.: Esto es bastante básico. Chile es un país muy pequeño que
hasta hace muy poco tiempo, los últimos diez o quince años, el acceso
al jazz internacional era mínimo. Había conciertos, visitas de
músicos importantes a través de los años pero eran muy esporádicos.
Lo mismo sucedía con la música propia. Era casi imposible conseguir
discos y la mayoría los importaba gente con mucho dinero. El acceso
para la gente de menos recurso era casi imposible. Ese es un punto. El
otro es que el jazz, la música en general, no se considera importante
para el sistema educativo por lo tanto la enseñanza de la música es
muy elemental. La enseñanza de instrumentos prácticamente no existe.
Entonces, ¿cómo puede un joven o una joven interesados surgir en esta
música? Es muy difícil. Pero ahora ya hay más posibilidades,
escuelas, academias, más música disponible para todos y esto imagino
que repercutirá en años venideros pero mientras tanto es bastante poco
lo que hay.
P: Llevas
muchos años en territorio norteamericano alejado, al menos kilométricamente,
de la realidad sociopolítica de Chile. ¿De qué manera viviste los
acontecimientos de 1973? ¿En qué afectaron al desarrollo profesional y
personal de Roberto Barahona?
R.B.: Francamente, durante los años 70 yo prácticamente no
escuché jazz. El jazz que se hacía en esa época, que se escuchaba en
las radios, que estaba en los clubes era un jazz que no me interesaba,
el jazz de fusión, el "jazz-rock". Existía música de jazz
"mainstream", "hard-bop", "be bop", pero
no estaba tan disponible. Además yo no tenía mucho tiempo ni dinero
para dedicarle al jazz y me dediqué mucho más la música clásica, a
profundizar sobre la música de cámara, en la música de los siglos
XVIII y XIX. Conocí a músicos románticos y modernos. Al jazz sólo
regresé a principios de los 80 cuando hubo un renacimiento, en parte
causado por los esfuerzos de Wynton Marsalis.
En lo que se refiere a la dictadura militar yo estuve todo ese tiempo
fuera de Chile. Hacía visitas esporádicas pero no era suficiente como
para determinar si la dictadura influía en el desarrollo del jazz. En
lo que a mi trayectoria profesional no afectó para nada porque
trabajaba en un organismo internacional, era banquero, y mis funciones
no tenían nada que ver con Chile. Seguí con ellas a pesar de la
dictadura militar.
P: El
programa tiene, entre otras, la peculiaridad de realizarse desde tu
actual residencia en Monterey en California. ¿Perjudica la distancia a
tu conocimiento del actual jazz chileno?
R.B.: El que yo haga el programa desde Monterey no significa
que no esté vinculado con lo que se está haciendo en Chile. Pero es
cierto que recibo poca música de allí aunque trato de instigar a los
músicos a que me la envíen para poder programarla. Es poco lo que me
llega y tampoco es mucho lo que se hace pero lo que me hacen llegar
siempre lo programa. Sin embargo lo que no me gusta, y hay artistas
chilenos que no me agradan, sencillamente no lo pongo. No porque sean
chilenos significa que les vaya a dar espacio.
P: La
valoración del nivel de la música, ¿viene determinada por los gustos
personales o existe la objetividad ajena al gusto?
R.B.: Todos tenemos nuestros prejuicios. También la habilidad de
determinar si una música es buena o no, si tiene nivel o no. Pero nos
tiene que gustar. Por ejemplo, yo admiro el talento que tiene Kenny G.
Es un hombre que ha hecho mucho por el jazz pero lo que él toca no lo
puedo soportar, ni siquiera me sirve como música de ascensor. ¿Qué ha
hecho Kenny G por el jazz? Ha proporcionado muchos recursos a las
compañías discográficas lo que les permite gastar su dinero en otras
actividades que dan menos dinero como es el jazz. Mucha gente compra a
Kenny G y cree que está escuchando jazz y a lo mejor puede comprar
también a Oscar Peterson. De todos modos yo no pondría a Kenny G
aunque sea un gran músico... ¡y lo es! Y estoy seguro de que si él
quisiera podría tocar "free"... Bueno, no se si podría
aunque no me extrañaría que pudiera.
P: Con
lo cual tu análisis objetivo de la situación del actual jazz chileno
es...
R.B.: Yo creo que es una muy buena situación. Aunque yo no estoy
allí, cada vez que voy, que converso con nuevos músicos... siempre me
encuentro con que la camada de los últimos años es cada vez más
creativa. Hay cada vez más y más músicos emergentes, gente joven muy
dedicada y yo diría que están más interesados en crecer que las
generaciones anteriores. Son muy estudiosos y tratan de salir adelante.
Como en otros países el jazz chileno está avanzando y llegará a algo
más interesante de lo que es ahora.
P: ¿Qué
motiva al jazzista chileno de hoy en día según tu opinión?
R.B.: Yo
creo que no hay diferencia entre el jazzista chileno, el americano, el
sudafricano, el español o el finlandés. Es el amor que tienen por el
jazz y su necesidad de crecer e improvisar más. La diferencia que
pudiera existir no es mucha. Los objetivos son los mismos.
P: ¿Es
hoy el jazz norteamericano la referencia para valorar el nivel de un país
en lo que a jazz se refiere?
R.B.: Yo creo que siempre ha sido así pero hoy en día el jazz
está tan globalizado que encuentras jazz de primera calidad en sitios
de lo más insospechado. Me refiero a Tailandia, Bangladesh, toda
Europa, Japón, Austrialia... la referencia ya no es norteamericana, es
mundial. Es un Peter Brötzman quien nos da la pauta, no es
necesariamente John Coltrane.
P: Si
pudiéramos definir con palabras las características de una música que
te interese, ¿cuáles serían esas palabras?
R.B.: Es tan difícil porque hay tanta música que me agrada que me
sería muy difícil poder catalogarla o incluso definirla o describirla.
Te confieso que entre las cosas que encontrarás en mi discoteca verás
que tengo música que ni siquiera imaginabas encontrar. Tengo música de
América Latina, tangos de Gardel, música de Piazzola, una vasta
colección de música del Noreste de Brasil, mucho de Bahía, de África
Occidental, fados, flamenco, clásica desde el Barroco hasta hoy en
día... así que definir cómo es la música que me agrada es muy
difícil. Hay mucha. Pero sí sé cuál me desagrada. La música
"country" no la puedo tragar. Mucha música folklórica no me
interesa... la música del Altiplano me aburre enormemente.
P: ¿Qué
hay del Roberto baterista?
R.B.: Yo soy baterista de afición, no soy profesional. He
estudiado, tengo bastante conocimiento de teoría de la percusión, me
gusta mucho tocar. Toco con Miles Davis, con Monk, últimamente con
Peter Kowald... bueno, cuando me he presentado con músicos de carne y
hueso lo paso muy bien y no lo hago mal pero no soy un profesional.
Haber estudiado batería me da una visión más amplia que la del
aficionado al jazz que no toca un instrumento y no sabe qué acontece en
el escenario. El que un aficionado pueda seguir la forma de la
composición es sumamente importante, entonces si al tocar en un
conjunto puedo mantenerme en contacto con la composición sucede lo
mismo cuando escucho. Oigo hacia dónde va. Tal vez no tenga
conocimientos de teoría musical pero sí sé en qué parte está la
improvisación que estoy escuchando.
© Carlos Pérez Cruz, Tomajazz 2004
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