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En recientes
fechas hemos tenido conocimiento de la muerte de uno de los mejores
baterías de toda la historia del jazz. Se trataba nada más
ni nada menos que de Elvin Jones. Su sola mención hace recordar
a todos los aficionados de jazz su presencia en el famoso cuarteto
de John Coltrane, aparte de una infinidad de otros proyectos llevados
a cabo a lo largo de su trayectoria profesional. Pero es sin duda
la participación en el mencionado grupo de Coltrane, la faceta
musical que ha dejado una huella más profunda en la historia
de jazz, hasta el punto de ser un puntal del citado cuarteto como
consecuencia de llevar a su máxima expresión la dimensión
rítmica de la batería.
A lo largo de los años he tenido la suerte de poder apreciar
su arte, al haber aparecido con asiduidad por los clubes de la capital
catalana. En su última gira por nuestro país, a finales
del año 2003, volvió a actuar por dos noches en la
Cova del Drac/Jazz ROOM de Barcelona. Ante su nueva visita y a raíz
de los rumores de un estado de salud cada vez más delicado,
tuve la oportunidad de poder entrevistarlo para la revista Cuadernos
de Jazz. La entrevista se llevó a cabo en el hall del hotel
donde se hospedaba, y la misma se realizó gracias a la colaboración
de los hermanos Mas y de su encargada de prensa. La sola idea de
poder entrevistar a un músico que convivió intensamente
con John Coltrane, sin duda alguna gran protagonista de la historia
del jazz, confería al evento un significado especial.
El momento de presentación y encuentro con Elvin Jones se
llevó a cabo tras la comida, y lo primero que llamó
la atención de él, fue su predisposición para
la sesión de fotos y la entrevista. La sesión fotográfica
fue breve pero intensa, accediendo a los ofrecimientos de la fotógrafa
y con una gran disposición de ánimo y con una siempre
imborrable sonrisa en su rostro. La sesión de fotos se llevo
a escasos metros de la omnipresente mujer del batería, Keiko
Jones, que con atenta mirada controlaba cada uno de los movimientos;
era bien conocida la faceta protectora que la mujer de Elvin Jones
había desarrollado en los últimos años. Tras
las rigurosas fotos procedimos a sentarnos en una pequeña
mesa en donde conversamos alrededor de media hora; muy próxima
a nosotros se encontraba Keiko, que no cejó de observarnos
en todo momento, atenta a cualquier petición de su marido.
La conversación fue agradable, a pesar de los problemas de
dicción que presentaba el músico, y de ella se pudo
desprender el profundo amor que profesaba al jazz. El jazz era su
vida, y su vida era el jazz; vida y jazz eran sinónimos en
la existencia de Elvin Jones. La entrevista no se desarrolló
durante más tiempo a consecuencia de que Keiko Jones me advirtió
que el maestro debía retirarse a descansar para estar en
plena disposición para los dos pases de la actuación
de la noche.
Tras la conversación con Elvin Jones faltaba verlo de nuevo
sobre el escenario. El primer pase de su actuación comenzó
a las nueve de la noche, y como era de suponer el club JazzROOM
se encontraba completamente abarrotado de público, expectativa
que más de un aficionado comentaba que se podría tratar
de su última visita, como así fue. La llegada del
músico al club causó gran sensación entre los
aficionados, al tener tan cerca a uno de los músicos más
importantes de la historia del jazz y de la batería. Los
problemas de movimiento de Elvin Jones una vez sentado delante de
batería desparecieron por arte de magia, parecía como
si reservase fuerzas para tocar su instrumento. A lo largo de la
actuación nos encontramos con un músico con una gran
sensibilidad musical, desplegando un arsenal de polirritmia, y a
pesar de la pérdida de fuerza seguía desplegando una
enorme potencia en la ejecución de sus golpes, todo ello
combinado con secuencias enteras tocadas en diversos tiempos o en
su caso combinaciones de tiempos. Donde continuaba siendo un consumado
especialista era en la utilización de las mazas, las cuales
las repartía a lo largo de todos los elementos de su batería,
desde los platos, la caja o los bombos; su ejecución era
rápida y precisa, lo que confería una sensación
de gran carga sonora y musicalidad. El primer pase acabo con un
gran entusiasmo por parte de todos los aficionados que se encontraban
congregados. Pero sin duda, lo mejor estaba por llegar. Entre el
primer y el segundo pase se rumoreó que Chick Corea acudiría
al club para ver la actuación de Elvin Jones (por esas fechas
se estaba desarrollando el Festival de Jazz de Barcelona, y en concreto
se encontraba en la ciudad condal Chick Corea junto a su nuevo cuarteto,
formación que tenía que tocar al día siguiente).
Empezando el segundo pase, ya de madrugada, hicieron acto de presencia
en el club Chick Corea junto con su mujer, Gayle Moran, el hijo
de ambos, y la formación que le acompaña en las actuaciones,
Avishai Cohen, Jeff Ballard y Steve Wilson. La presencia de todos
estos músicos causó un gran revuelo dentro de la sala
(que de nuevo estuvo abarrotada) y más de un aficionado se
preguntaba si Chick Corea subiría al escenario a tocar el
piano. Tuvimos que esperar a bien entrada la madrugada para poder
comprobar que ello se cumpliera. Elvin Jones invitó a Corea
a subir al escenario para acompañarlo, en un principio el
pianista no quiso hacerlo para no robar protagonismo al batería,
pero ante la insistencia del propio Elvin Jones y ante todo el público
que no dejaba de insistir en que Corea acompañará
al batería, al final accedió a tocar. Ambos músicos
tocaron dos temas, ante el asombro y la fascinación por parte
de los asistentes de estar en un momento único e irrepetible.
Tras la finalización de los temas, la ovación del
público se tornó estruendosa para los dos músicos,
que se fundieron en un emotivo abrazo, para acabar despidiéndose
del público asistente. La actuación se dio por concluida
y Elvin Jones se retiró a los camerinos, con un gran cansancio,
pero ante todo con una sensación de haber dado lo mejor de
si mismo, circunstancia esta que se podía apreciar en su
rostro.
Tras los magníficos dos pases que tuvimos la oportunidad
de ver y escuchar a Elvin Jones, la sensación que estábamos
ante una de las últimas visitas, fue sin duda el comentario
que más se pudo escuchar, aparte de las evidentes opiniones
sobre la actuación.
La pérdida de Elvin Jones ha sido para muchos aficionados
una pérdida significativa para el Jazz, pero a un buen seguro
que el discípulo se habrá reencontrado con un su gran
valedor y jefe de filas, John Coltrane.
Juan Carlos Abelenda.
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