Miles Davis
grabó en cinco días de junio de 1972 su álbum más polémico. In A Silent
Way y Bitches Brew, publicados tres años antes, fueron
también muy controvertidos, pero sin alcanzar esas cotas de rechazo a On The
Corner por gran parte de la crítica y de su público. Veinticinco años
después, Columbia ha reeditado en dos cajas con varios CDs las sesiones
completas que dieron pie a este disco y al menos conocido Tribute To Jack
Johnson, publicado dos años antes. Estas reediciones han coincidido con
la publicación de un DVD con su actuación en la isla de Wight en el verano de
1970, además de otra caja que recoge sus conciertos en el Cellar Door de
Washington a finales del mismo año. Todo ello ayuda a una revisión importante
de este periodo de ruptura radical con su trayectoria hasta entonces. La
influencia de ese momento brillante y creativo de Miles es evidente en lo que
ahora mismo están haciendo muchos músicos de distintos estilos.
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A Tribute To Jack Johnson, 1970 |
Bitches Brew, 1969 |
In A Silent Way, 1969 |
De lo
acústico a lo eléctrico, del jazz al funk
El cliché
está ahí, tan frecuentemente usado que ya no dice nada, desde luego nada nuevo,
como mucho produce una sonrisa: los músicos de jazz vieron cómo su público
envejecía o desaparecía, los jóvenes dieron la espalda a esta música con la
aparición de otras más populares y algunos de esos músicos abandonaron el jazz
para hacer una fusión con la música más comercial en ese momento, el rock. Hace
ya tiempo que el simplismo de este estereotipo resulta inadecuado para explicar
un fenómeno tan complejo.
El público
del jazz se fue haciendo muy minoritario a partir de la aparición del be bop en los cuarenta. El alejamiento masivo de esta música respecto de la cultura
popular no sucede veinte años después ni repentinamente aunque sí es cierto que
culmina con la popularización del rock y el pop. La siguiente gran revolución
al bop en el desarrollo de esta música, el free jazz que aparece
a finales de los cincuenta, agudiza esta situación. La crítica sostiene casi
unánimemente desde entonces que lo popular es incompatible con lo sofisticado,
idea que proviene claramente del mundo del arte contemporáneo occidental. Esa
manera de pensar, ajena en general a los músicos, deforma la perspectiva de lo
que sucede tras el free jazz, un estilo muy relacionado con la
vanguardia artística. Así, se extiende esa visión tan negativa de muchos
músicos, entre ellos Miles Davis, como si se hubiesen rendido ante su declive
de popularidad.
Según ese
punto de vista, esos músicos habrían aceptado hacer una música más popular y
menos sofisticada como reacción a la aparición del rock. Nada más alejado de la
realidad. El rock es la adaptación al gusto popular blanco del rhythm&blues,
que siempre había estado en contacto con el jazz, desde los años cuarenta.
Antes incluso, blues y jazz habían sido hermanos mellizos, con vidas
separadas pero gran parte de su genética común. En los sesenta el rhythm&blues
se transforma en el soul, y su conexión con el jazz genera una
corriente, el soul jazz. Esta música provenía del hard bop, a su
vez una evolución del be bop en los cincuenta muy inspirada en el blues y el gospel, también antepasados directos del soul. A finales de los
sesenta, el soul se va transformando en las bandas de James Brown,
George Clinton y Sly Stone en el funk.
Para Miles,
los del rock y el pop blancos eran mundos muy lejanos del suyo, sin la
importancia que en su música y el resto de la música negra tiene el ritmo. Él
no cayó en esas horrorosas versiones de canciones de los Beatles con las que
muchos otros intentaron acercarse al gran público. Al trompetista, y lo dijo él
mismo un millón de veces, lo que le obsesionaba era salir de los pequeños clubs
en los que tocaba para gente blanca cada vez de más edad y ver cómo Clinton o
Sly llenaban estadios enormes de jóvenes blancos, negros o de cualquier color.
Su hernia no le molestaba con la música aguda y falta de pegada del rock, una
especie de blues eléctrico descafeinado sin interés para él. Cuando sí
que sentía punzadas en su costado, como cada vez que uno de sus baterías le
sacudía con algún beat tremendo, era escuchando esos ritmos demoníacos
del funk, simples y directos como en el rock pero llenos de la fuerza
del blues y el gospel más primitivos. Del rock le interesaba la
amplificación que utilizaba esta música en los nuevos grandes espacios donde se
tocaba, y no sólo por las posibilidades del volumen. Las distorsiones de la
música de Hendrix y de los grupos psicodélicos ejercían una poderosa atracción
sobre los músicos inquietos como él, siempre atraídos por sonidos nuevos.
On
The Corner
In A
Silent Way
instaló definitivamente la música eléctrica en los grupos de Miles, que hacía
un tiempo que la probaban. En Bitches Brew aparecieron los ritmos
binarios del funk como esqueleto de esta nueva música. Jack
Johnson basaba el sonido de la sección de ritmo en la guitarra
eléctrica, muy influido por lo que Jimi Hendrix estaba haciendo en aquel momento.
En los conciertos en la isla de Wight y en el Cellar Door podemos escuchar cómo
Miles adapta estos nuevos elementos a su lenguaje a lo largo de 1970. On
The Corner pone a Miles finalmente en un nuevo nivel: su música suena
al ritmo de las calles que pisan los jóvenes que asisten a los conciertos de la
Family Stone de Sly y de los Parliament/Funkadelic de Clinton.
En esas
grabaciones la sección rítmica toca algo muy diferente del jazz. Tres baterías
y dos percusionistas tocando ritmos binarios sobre una línea de bajo eléctrico
de dos notas repetida hasta la saciedad era algo que llegaba demasiado lejos
para su público más convencional. Aquello que en su momento tantos críticos
describieron como un estrecho callejón sin salida aparece en cambio hoy día
como una vía enorme de exploración.
Tendemos a
buscar explicaciones teóricas muy complejas para cada nueva revolución en su
historia, pero a menudo nos olvidamos de que la música es nada más y nada menos
que sonido. Los avances armónicos del be bop o la liberación en ese
campo que supone la música modal son muy importantes, pero el sonido jungle de Ellington o su retorno a la primera línea Newport veinte años después
también lo son. Como en ese trance grabado en directo, en el jazz hay otros
momentos en los que la música se reduce prácticamente a un sonido visceral. La
experiencia de escuchar a Coltrane poco después supondría una experiencia
similar, y este nuevo sonido de Miles es otra revolución sonora total.
On The Corner, 1972
The
Complete On The Corner Sessions
La música que
Davis grabó en la sesiones para ese disco que hoy podemos escuchar íntegramente
en esta nueva caja es fascinante. La caja se completa con otras grabaciones
hechas en estudio hasta 1975, que nutrieron álbumes posteriores. La conexión de
los tres discos eléctricos anteriores con lo que Miles había hecho en los
sesenta era clara, el motivo central de esa música eran los solos y su
interacción con las armonías y los ritmos. Aunque éstos fuesen evolucionando
hacia jams de sonidos rock a base de amplificación o patrones funk que poco tenían que ver con los del jazz, el esquema musical seguía siendo el
de esa tradición. Pero aquí el panorama es diferente, el motivo central de cada
pieza es el groove, y esa nueva concepción del ritmo como trance aparece
en toda su intensidad: todo se reduce a ritmo y sonido. Esta idea, lejos de ser
limitada, abre muchas posibilidades al solista. La nueva dimensión de esos
largos desarrollos sonoros en un ritmo constante es una influencia enorme en
los músicos posteriores de jazz, de funk, de hip hop, y de música
electrónica, hasta hoy. Es un sonido de poderosa actualidad.
La
simplicidad armónica de esos temas fuerza una nueva concepción de los solos.
Desde su juventud Miles, incómodo con las velocidades de vértigo que
desplegaban otros trompetistas de bop, tuvo que encontrar otra forma de
enfocar esa música. Con la habilidad de un genio utilizó sus limitaciones para
encontrar tres nuevos estilos consecutivos, o ayudar a definirlos como tales.
Primero prácticamente dio lugar al nacimiento del cool jazz con la
grabación de un disco con ese título, radicalmente diferente de lo que se había
hecho hasta entonces en el be bop. Después resumió lo que es el estilo
prototípico del hard bop con su grabaciones clásicas de los cincuenta.
Más tarde creó la obra maestra del jazz modal con su disco perfecto, Kind
Of Blue. En las tres ocasiones es sorprendente cómo trasciende su
estilo y personalidad convirtiéndolos en una nueva forma musical. En este nuevo groove de los setenta, el espectacular sonido de su trompeta es aun más
llamativo.
Miles, el
trompetista inolvidable de ese gran disco de 1959, parece en cambio haber
estado esperando toda su vida para rodearse de ese nuevo sonido eléctrico y su
ritmo demoníaco con el fin de mostrar su máxima intensidad en estas grabaciones
de los setenta. El Príncipe de las Tinieblas se convierte en el Rey del Gueto.
Su voz clara y a la vez tan oscura como siempre, es de pronto la de su gente.
Su música representa como pocas la estética de los nuevos negros surgidos de la
reivindicación de sus derechos en la década anterior. El orgullo de su cultura
resuena como nunca en su trompeta. Aun hoy la raza del presidente de su país sigue
siendo noticia, y aquel mensaje es casi tan actual como en 1972. Su música es
la de nuestras ciudades, con sus guetos no tan diferentes de los de entonces.
En el caso de estas grabaciones, más que nunca, mirar hacia atrás es mirar al
futuro, y escucharlas es algo que tiene que ver mucho con nuestro presente.
Texto: © 2008 Jorge López de Guereñu
From
The Corner es la obra de Jorge López de Guereñu que acompaña a este artículo. Fue
realizada mientras escuchaba los seis CDs de la caja The Complete On The
Corner Sessions, en enero del 2008. Barack Obama comenzaba entonces su
carrera en las elecciones primarias como candidato demócrata a la presidencia
de los Estados Unidos. Expuesta por primera vez en su exposición en el Festival
Internacional de Dixieland de Tarragona en marzo de ese mismo año, también ha
aparecido en otra muestra de la obra del autor en Bilbao, en junio de 2008.
Mide 130 x 89 cm, está realizada con acrílico sobre lienzo y es parte de una
serie de pinturas dedicadas al mundo del jazz.