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..: FROM THE CORNER. Por Jorge López de Guereñu

   
 


From The Corner
© 2008, Jorge López de Guereñu

   

Miles Davis grabó en cinco días de junio de 1972 su álbum más polémico. In A Silent Way y Bitches Brew, publicados tres años antes, fueron también muy controvertidos, pero sin alcanzar esas cotas de rechazo a On The Corner por gran parte de la crítica y de su público. Veinticinco años después, Columbia ha reeditado en dos cajas con varios CDs las sesiones completas que dieron pie a este disco y al menos conocido Tribute To Jack Johnson, publicado dos años antes. Estas reediciones han coincidido con la publicación de un DVD con su actuación en la isla de Wight en el verano de 1970, además de otra caja que recoge sus conciertos en el Cellar Door de Washington a finales del mismo año. Todo ello ayuda a una revisión importante de este periodo de ruptura radical con su trayectoria hasta entonces. La influencia de ese momento brillante y creativo de Miles es evidente en lo que ahora mismo están haciendo muchos músicos de distintos estilos.

A Tribute To Jack Johnson, 1970
Bitches Brew, 1969
In A Silent Way, 1969

De lo acústico a lo eléctrico, del jazz al funk

El cliché está ahí, tan frecuentemente usado que ya no dice nada, desde luego nada nuevo, como mucho produce una sonrisa: los músicos de jazz vieron cómo su público envejecía o desaparecía, los jóvenes dieron la espalda a esta música con la aparición de otras más populares y algunos de esos músicos abandonaron el jazz para hacer una fusión con la música más comercial en ese momento, el rock. Hace ya tiempo que el simplismo de este estereotipo resulta inadecuado para explicar un fenómeno tan complejo.

El público del jazz se fue haciendo muy minoritario a partir de la aparición del be bop en los cuarenta. El alejamiento masivo de esta música respecto de la cultura popular no sucede veinte años después ni repentinamente aunque sí es cierto que culmina con la popularización del rock y el pop. La siguiente gran revolución al bop en el desarrollo de esta música, el free jazz que aparece a finales de los cincuenta, agudiza esta situación. La crítica sostiene casi unánimemente desde entonces que lo popular es incompatible con lo sofisticado, idea que proviene claramente del mundo del arte contemporáneo occidental. Esa manera de pensar, ajena en general a los músicos, deforma la perspectiva de lo que sucede tras el free jazz, un estilo muy relacionado con la vanguardia artística. Así, se extiende esa visión tan negativa de muchos músicos, entre ellos Miles Davis, como si se hubiesen rendido ante su declive de popularidad.

Según ese punto de vista, esos músicos habrían aceptado hacer una música más popular y menos sofisticada como reacción a la aparición del rock. Nada más alejado de la realidad. El rock es la adaptación al gusto popular blanco del rhythm&blues, que siempre había estado en contacto con el jazz, desde los años cuarenta. Antes incluso, blues y jazz habían sido hermanos mellizos, con vidas separadas pero gran parte de su genética común. En los sesenta el rhythm&blues se transforma en el soul, y su conexión con el jazz genera una corriente, el soul jazz. Esta música provenía del hard bop, a su vez una evolución del be bop en los cincuenta muy inspirada en el blues y el gospel, también antepasados directos del soul. A finales de los sesenta, el soul se va transformando en las bandas de James Brown, George Clinton y Sly Stone en el funk.

Para Miles, los del rock y el pop blancos eran mundos muy lejanos del suyo, sin la importancia que en su música y el resto de la música negra tiene el ritmo. Él no cayó en esas horrorosas versiones de canciones de los Beatles con las que muchos otros intentaron acercarse al gran público. Al trompetista, y lo dijo él mismo un millón de veces, lo que le obsesionaba era salir de los pequeños clubs en los que tocaba para gente blanca cada vez de más edad y ver cómo Clinton o Sly llenaban estadios enormes de jóvenes blancos, negros o de cualquier color. Su hernia no le molestaba con la música aguda y falta de pegada del rock, una especie de blues eléctrico descafeinado sin interés para él. Cuando sí que sentía punzadas en su costado, como cada vez que uno de sus baterías le sacudía con algún beat tremendo, era escuchando esos ritmos demoníacos del funk, simples y directos como en el rock pero llenos de la fuerza del blues y el gospel más primitivos. Del rock le interesaba la amplificación que utilizaba esta música en los nuevos grandes espacios donde se tocaba, y no sólo por las posibilidades del volumen. Las distorsiones de la música de Hendrix y de los grupos psicodélicos ejercían una poderosa atracción sobre los músicos inquietos como él, siempre atraídos por sonidos nuevos.

On The Corner

In A Silent Way  instaló definitivamente la música eléctrica en los grupos de Miles, que hacía un tiempo que la probaban. En Bitches Brew aparecieron los ritmos binarios del funk como esqueleto de esta nueva música. Jack Johnson basaba el sonido de la sección de ritmo en la guitarra eléctrica, muy influido por lo que Jimi Hendrix estaba haciendo en aquel momento. En los conciertos en la isla de Wight y en el Cellar Door podemos escuchar cómo Miles adapta estos nuevos elementos a su lenguaje a lo largo de 1970. On The Corner pone a Miles finalmente en un nuevo nivel: su música suena al ritmo de las calles que pisan los jóvenes que asisten a los conciertos de la Family Stone de Sly y de los Parliament/Funkadelic de Clinton.

En esas grabaciones la sección rítmica toca algo muy diferente del jazz. Tres baterías y dos percusionistas tocando ritmos binarios sobre una línea de bajo eléctrico de dos notas repetida hasta la saciedad era algo que llegaba demasiado lejos para su público más convencional. Aquello que en su momento tantos críticos describieron como un estrecho callejón sin salida aparece en cambio hoy día como una vía enorme de exploración.

Tendemos a buscar explicaciones teóricas muy complejas para cada nueva revolución en su historia, pero a menudo nos olvidamos de que la música es nada más y nada menos que sonido. Los avances armónicos del be bop o la liberación en ese campo que supone la música modal son muy importantes, pero el sonido jungle de Ellington o su retorno a la primera línea Newport veinte años después también lo son. Como en ese trance grabado en directo, en el jazz hay otros momentos en los que la música se reduce prácticamente a un sonido visceral. La experiencia de escuchar a Coltrane poco después supondría una experiencia similar, y este nuevo sonido de Miles es otra revolución sonora total. 


On The Corner, 1972

The Complete On The Corner Sessions

La música que Davis grabó en la sesiones para ese disco que hoy podemos escuchar íntegramente en esta nueva caja es fascinante. La caja se  completa con otras grabaciones hechas en estudio hasta 1975, que nutrieron álbumes posteriores. La conexión de los tres discos eléctricos anteriores con lo que Miles había hecho en los sesenta era clara, el motivo central de esa música eran los solos y su interacción con las armonías y los ritmos. Aunque éstos fuesen evolucionando hacia jams de sonidos rock a base de amplificación o patrones funk que poco tenían que ver con los del jazz, el esquema musical seguía siendo el de esa tradición. Pero aquí el panorama es diferente, el motivo central de cada pieza es el groove, y esa nueva concepción del ritmo como trance aparece en toda su intensidad: todo se reduce a ritmo y sonido. Esta idea, lejos de ser limitada, abre muchas posibilidades al solista. La nueva dimensión de esos largos desarrollos sonoros en un ritmo constante es una influencia enorme en los músicos posteriores de jazz, de funk, de hip hop, y de música electrónica, hasta hoy. Es un sonido de poderosa actualidad.

La simplicidad armónica de esos temas fuerza una nueva concepción de los solos. Desde su juventud Miles, incómodo con las velocidades de vértigo que desplegaban otros trompetistas de bop, tuvo que encontrar otra forma de enfocar esa música. Con la habilidad de un genio utilizó sus limitaciones para encontrar tres nuevos estilos consecutivos, o ayudar a definirlos como tales. Primero prácticamente dio lugar al nacimiento del cool jazz con la grabación de un disco con ese título, radicalmente diferente de lo que se había hecho hasta entonces en el be bop. Después resumió lo que es el estilo prototípico del hard bop con su grabaciones clásicas de los cincuenta. Más tarde creó la obra maestra del jazz modal con su disco perfecto, Kind Of Blue. En las tres ocasiones es sorprendente cómo trasciende su estilo y personalidad convirtiéndolos en una nueva forma musical. En este nuevo groove de los setenta, el espectacular sonido de su trompeta es aun más llamativo.

Miles, el trompetista inolvidable de ese gran disco de 1959, parece en cambio haber estado esperando toda su vida para rodearse de ese nuevo sonido eléctrico y su ritmo demoníaco con el fin de mostrar su máxima intensidad en estas grabaciones de los setenta. El Príncipe de las Tinieblas se convierte en el Rey del Gueto. Su voz clara y a la vez tan oscura como siempre, es de pronto la de su gente. Su música representa como pocas la estética de los nuevos negros surgidos de la reivindicación de sus derechos en la década anterior. El orgullo de su cultura resuena como nunca en su trompeta. Aun hoy la raza del presidente de su país sigue siendo noticia, y aquel mensaje es casi tan actual como en 1972. Su música es la de nuestras ciudades, con sus guetos no tan diferentes de los de entonces. En el caso de estas grabaciones, más que nunca, mirar hacia atrás es mirar al futuro, y escucharlas es algo que tiene que ver mucho con nuestro presente.

Texto: © 2008 Jorge López de Guereñu


From The Corner es la obra de Jorge López de Guereñu que acompaña a este artículo. Fue realizada mientras escuchaba los seis CDs de la caja The Complete On The Corner Sessions, en enero del 2008. Barack Obama comenzaba entonces su carrera en las elecciones primarias como candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos. Expuesta por primera vez en su exposición en el Festival Internacional de Dixieland de Tarragona en marzo de ese mismo año, también ha aparecido en otra muestra de la obra del autor en Bilbao, en junio de 2008. Mide 130 x 89 cm, está realizada con acrílico sobre lienzo y es parte de una serie de pinturas dedicadas al mundo del jazz.