SEBASTIÁN ÍÑIGO: Si vuelves la mirada hacia atrás en el tiempo, ¿como era aquél niño que jugaba por las calles de Cañada Rosquín?
HORACIO FUMERO: Creo que era un niño más bien tranquilo; quizás un poco tímido.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Cuándo nació en ti la ilusión por ser músico? ¿Había antecedentes musicales en tu familia?
HORACIO FUMERO: Sí. Mi abuelo tocaba la guitarra, y algunos de mis tíos también tocaban; uno de ellos el violín, aunque de forma amateur. Mi hermano mayor, Hugo, toca la guitarra, y fue el que me proporcionó las primeras enseñanzas
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Dónde comenzaste tus estudios de música?
HORACIO FUMERO: Con mi hermano. Luego en Bs As en el Conservatorio Municipal, y armonía de jazz con Santiago Giacobbe.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Qué recuerdos te trae el nombre de Juan José Saer?
HORACIO FUMERO: Juan José Saer creo que es la persona que mejor explica mi infancia y primera juventud. Aunque ya no esté entre nosotros, para mi sigue siendo uno de los más grandes escritores argentinos. Él era de la misma región de la que provengo yo, Santa Fé. Además fue el que me hizo escuchar jazz por primera vez a través de un programa radiofónico de los años 60, en Radio Universidad de Santa Fe. Lamentablemente falleció el año pasado en París.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Por qué elegiste el contrabajo como instrumento para expresarte musicalmente?
HORACIO FUMERO: El gran flash lo tuve al ver por primera vez, tendría yo 12 o 13 años, a Quicho Díaz con el quinteto de Piazzolla. No me imaginaba que se pudiese sacar tanto partido al instrumento. Yo tocaba el bajo eléctrico, pero a partir de ese momento empezó la carrera hacia el contrabajo. Luego vinieron Ray Brown, Paul Chambers, Mingus, etcétera...
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Con León Gieco, quien te acompaña en tu disco Isoca, tu apodo argentino, tenias un grupo llamado Los Moscos. ¿Qué tipo de música hacíais?
HORACIO FUMERO: Hacíamos versiones de Spencer Davies Group, los Rolling o Beatles.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Qué otras músicas te atraían?
HORACIO FUMERO: Todas. Siempre me atrajeron todas las músicas.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Cómo y cuándo se produjo tu acercamiento al jazz?
HORACIO FUMERO: Primeramente por el programa de Juan José Saer, y luego a través de Santiago Giacobbe
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Entre los músicos de jazz de aquella época, ¿quiénes fueron tus primeros referentes?
HORACIO FUMERO: Mis primeros referentes fueron fundamentalmente dos: Quinteplus, un quinteto de mi maestro Giacobbe, y Gustavo Kerestezachi, pianista con quien posteriormente toqué. A través de él conocí a Gato Barbieri. Por otra parte, los últimos discos de Coltrane estaban todavía calentitos..., ¡me volvieron loco!
© Carmen Llussà, 2007
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿En qué momento de tu vida se presentó la oportunidad de venir a Europa?
HORACIO FUMERO: Fue a principios de los años setenta, concretamente en 1973, cuando Gato Barbieri, con quien ya había tocado y grabado, me invitó a venir a Europa para actuar en el Festival de Montreux de aquel año. ¡Aquello fue una lotería! La verdad es que me considero un hombre con suerte, a quien le ha tocado varias veces la lotería. Pero no aquella a la que la gente le vuelve loca, la del dinero, sino que me ha tocado la lotería musical, la del conocimiento. Y, desde luego, el hecho de poder actuar con Gato Barbieri en el festival que he mencionado fue una de esas loterías a las que me he referido.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Ya en ese momento decidiste quedarte por aquí y no regresar a tu país, ¿o tuviste dudas sobre si quedarte o volverte?
HORACIO FUMERO: Por esa época la situación en Argentina se fue complicando cada vez más, por lo que era realmente peligroso el retorno.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Desde 1980 resides en Barcelona, aunque con frecuentes viajes a tu país de nacimiento. ¿En algún momento has percibido de que ya no eres totalmente de allí, y que, al mismo tiempo, tampoco eres totalmente de aquí? Es decir, ¿has tenido alguna vez el sentimiento de desarraigo?
HORACIO FUMERO: Lo tengo desde que me fui de mi pueblo a Buenos Aires. Creo que todo lo posterior fue menos doloroso. Tengo un amigo de cerca de la frontera con Bolivia, que está aquí desde hace años, que dice hablando de él mismo: "pobre… indio entre los europeos y europeo entre los indios". Creo que esto me define perfectamente.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Este año se conmemora el décimo aniversario de la muerte de Tete Montoliu, con quien estuviste compartiendo escenario durante casi dos décadas como integrante de su trío. ¿Cómo se produjo el encuentro con Tete?
HORACIO FUMERO: Tete me llamó por teléfono y fui a su casa a hacer una prueba. Su música la conocía ya desde Argentina.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Qué recuerdos guardas de él? ¿Cómo era el Tete Montoliu que tú conociste?
HORACIO FUMERO: Bueno, es algo difícil de explicar en pocas palabras. Era un hombre que no hablaba demasiado; pero, muy afilado en sus comentarios. Era una persona muy cariñosa con su gente. Odiaba que le preguntasen sobre aspectos técnicos de su música; siempre se refería a ella como un acto de amor: "se toca con el corazón…". Hablábamos más de Cortázar o Borges que de música.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: ¿Recuerdas cuándo fue la primera actuación que llevaste a cabo con él y el primer disco en el que tu nombre aparece junto al suyo?
HORACIO FUMERO: La primera actuación creo que fue en Valencia, y el primer disco... quizás aquellos con Charlie Mariano.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Centrándonos ahora en tu discografía, llama la atención que con los muchos años que llevas en la música sólo hayas publicado tres discos a tu nombre, y los tres grabados en los últimos tres años: Desde Barcelona, Isoca y Contrabajeando. ¿Se puede llegar a entender este hecho como que prefieres colaborar antes que liderar a un grupo?
HORACIO FUMERO: Bueno, si tuviese que definirme, creo que soy un músico al que le gusta la función básica del instrumento que toco. Como te comenté anteriormente, soy un enamorado del contrabajo. Un instrumento que desempeña una función primordial en un grupo, quizás no tan vistosa o destacada como aparentemente la tienen otros instrumentos, pero, en cambio, muy decisiva a la hora de la creación musical. Por lo tanto, con esos parámetros, puedo decir que sí, que disfruto mucho acompañando, y quizá por ello pase a un segundo plano el interés por liderar mi propio grupo. Esto lo reflejo en el libreto que acompaña a mi disco Isoca, en el que manifiesto que mi actividad principal es la de intentar ser un buen acompañante. Lo que ha cambiado es que ahora veo mas compatible para mi hacer una cosa u otra; o sea, acompañar o liderar.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Tanto Isoca (S’Jazz/EMI), un disco que aún no se ha publicado aquí, como Desde Barcelona (Contrabaix/Karonte), son dos trabajos concebidos a dúo. En cada corte de cada uno de ellos mantienes un diálogo entre tu contrabajo y el instrumento del músico invitado, que es un piano, una trompeta o una batería, etcétera... según el tema. ¿Es quizás ésta la forma musical que verdaderamente te atrae antes que cualquier otra?
HORACIO FUMERO: Me gusta mucho el espacio que se crea en un dúo. Cuando dejas espacios el vacío es total, y eso crea una tensión muy especial. Aunque, desde luego, no diría que me atrae más que otras formaciones.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: En Contrabajeando (New Mood Jazz), por el contrario, optas por formaciones que van desde el dúo ("Merceditas") hasta el octeto ("Septiembre"). ¿Por qué ese cambio de concepto con respecto a los otros dos discos?
HORACIO FUMERO: El origen de Contrabajeando está en el hecho de que la mayoría de los músicos que intervienen en él hemos trabajado en otros proyectos de New Mood Jazz. Por tanto, es una producción cuya propuesta partió de la propia discográfica, aunque ello no debe inducir a pensar a que se trata de un disco de encargo. Fue un disco que se nos planteó y todos coincidimos en la ilusión de llevarlo a cabo. Además contó con la producción musical de José Reinoso, uno de los músicos que interviene en él.
Por otra parte, he de destacar la originalidad de que Contrabajeando es un disco con dos caras, puesto que una es de audio y la otra de video. En esta última se puede visionar parte del proceso de grabación del disco y otras cosas interesantes.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Por cierto, "Contrabajeando" es el título de una de las tres piezas inspiradas en el contrabajo que compuso Astor Piazzolla junto a Anibal Troilo. El hecho de ponerle ese título a tu disco ¿ha sido, quizás, un homenaje específico a ellos dos?
HORACIO FUMERO: Sí; y también porque es un lindo título, ¿no?
SEBASTIÁN ÍÑIGO: En el planteamiento de la producción del disco podemos comprobar que hay dos composiciones tuyas, además de otras de Edu Lobo, Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes, José Reinoso, Jaime Ross, Hermeto Pascual... Es decir, todos son músicos y compositores sudamericanos. ¿Reivindicas con ello el jazz hecho en el Cono Sur?
HORACIO FUMERO: No me gusta demasiado la palabra "reivindicar". Creo que el jazz es una música en constante expansión que, como el latín en época de los romanos, se va tiñendo del color local.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Y de los músicos que te acompañan en Contrabajeando ¿qué nos puedes decir de ellos?
HORACIO FUMERO: Que son maravillosos, tanto en actitud como en musicalidad. ¡Tocan con el corazón!
© Carmen Llussà, 2007
SEBASTIÁN ÍÑIGO: No quisiera terminar esta charla sin que me hables de un pianista tocayo tuyo con el que colaboraste hace ya algún tiempo, Horace Parlan. Un músico que reside desde hace tiempo en Copenhague y que, pese a una minusvalía en una de sus manos, dibuja con su piano paisajes musicales inolvidables. ¿Qué me puedes contar de él? Creo que estuviste actuando con él en Santiago de Compostela ...
HORACIO FUMERO: Tuve la suerte de tocar bastante con él, y en Galicia varias veces. La minusvalía de su mano derecha es enorme, de hecho creo que le pasó algo semejante a lo que tuvo Django Reinhardt. Prácticamente todo lo construye con la mano izquierda, cosa que no notas en absoluto cuando lo oyes en disco. Es un músico realmente extraordinario, ya muy mayor, que sigue viviendo en Dinamarca. Hace poco tiempo que estuve allí y me regalaron su último disco. Me hubiese encantado verlo, pero vive en el campo y sólo estuve una noche en Copenhague.
SEBASTIÁN ÍÑIGO: Dentro de muy poco tiempo vamos a poder ver a Horacio Fumero como actor en la película Todos amamos a Gloria Cole, del director Manuel Lombardero. ¡Esto es sorprendente! ¿De qué va la película? ¿Qué papel interpretas?
HORACIO FUMERO: Es una película que está basada en hechos reales, acaecidos en Barcelona a principios de los años sesenta, y que tiene como fondo el mundo del jazz. Concretamente la acción transcurre en el Club de Jazz Jamboree. Allí ocurrieron una serie de hechos que condujeron a la muerte violenta de alguien que era cliente. La policía llega al cabo de un tiempo a la conclusión de que estaban involucrados los músicos que tocaban en ese local, entre los que se encontraba el contrabajista al que yo interpreto en la película. Bueno, no cuento más para no desvelar toda la trama de la película. Lo que si te puedo decir es que ha sido una experiencia muy gratificante para mí, porque además de componer junto a José Reinoso la banda sonora de la película, ésta me ha proporcionado la oportunidad de disfrutar mucho interpretando, algo hasta ahora desconocido para mi. Creo que se va a estrenar en abril, y en ella están, entre otros grandes actores, Flora Martínez, José Coronado y Nancho Novo.
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