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Dusko Goykovich
Carlos
Pérez:
Cuando
uno habla de Dusko Goykovich está hablando de prácticamente 50 años
de carrera profesional. Cuando uno es joven y comienza en la música
tiene unas expectativas. ¿Hasta dónde se han cumplido las
expectativas de Dusko?
Dusko Goykovich: Cuando
eres joven y empiezas a tocar sólo te lo pasas bien y disfrutas
tocando jazz. Con los años, cuando eres mejor, estudias, aprendes más,
empiezas a tocar con las bandas, que es algo muy divertido e
interesante… lleva muchos años llegar a ser un músico
profesional, tocar en las big bands, en las bandas de la radio o en
grupos pequeños. No piensas demasiado en las expectativas cuando
eres joven. Sólo quieres tocar con buenas bandas, buenos músicos,
ir a los clubes de jazz y pasártelo bien.
C.P.:
Los
currículum hablan de lo más destacado de la carrera de un músico.
De lo que no hablan es del duro trabajo diario durante muchos años.
¿Cuál ha sido el proceso evolutivo de Dusko Goykovich?
D.G.: Cuando
estaba en el colegio toqué un poco guitarra, piano… de modo
amateur. Luego cogí la trompeta, me enamoré de ella. Empecé a
tocar la trompeta cuando tenía quince o dieciséis años, lo cual
es un poco tarde, y entonces tocaba a todas horas. Estudiaba, iba a
una escuela para estudiar técnica clásica durante varios años.
Entonces la ciudad donde vives se convierte en muy pequeña para ti,
no hay muchos músicos. Tuve la oportunidad de tocar en Belgrado, la
ciudad donde crecí. Teníamos músicos, bandas de estudiantes pero
un día tuve la oportunidad de salir y de ir a Frankfurt, Alemania.
Entré en un grupo de músicos muy “peligrosos” (risas) que eran
profesionales muy conocidos y yo estaba muy contento de poder tocar
con ellos. Permanecí unos años en Frankfurt tocando con ellos. A
finales de los cincuenta, principios de los sesenta el “Jazz at
Philarmonic” estaba de gira por Europa muy frecuentemente. Después
de los conciertos muchos de los músicos iban a los clubes de jazz y
tocaban “jam sessions” con nosotros. Era una oportunidad fantástica
de ver a Dizzy Gillespie, Elvin Jones, Dexter Gordon, Roy Eldrige, y
toda esta gente, tocar con ellos y ver cómo tocaban. Hablábamos
con ellos y te enseñaban esto y lo otro. Fue un gran tiempo para
aprender. Entonces te dabas cuenta de que tenías mucho que
aprender. Yo tengo mi propio sistema, creo que todo músico lo tiene
o debería, de practicar durante el día. Dedico varias horas al día
para practicar trompeta sólo para mí, no para la banda. Y luego
tienes la oportunidad de ensayar con la banda y a la noche vas al
club y tocas. Lleva muchos años ser cada vez mejor, mucho trabajo
duro.
C.P:
Una
carrera marcada por las big bands. ¿Qué es lo que te atrae de
estas formaciones?
D.G.: Empecé
de joven con las big bands. Alguien de la sección de trompetas tuvo
que dejar su plaza y me ofrecieron la cuarta trompeta.
Y lentamente entré en la banda. Me gustan las big bands
porque me encanta su sonido.
Cuando tienes la orquesta, las voces, la armonía, todos
tocando juntos… es muy excitante. Pero a la vez toco en grupos
pequeños, en combos de improvisación.
Me encantan las big bands pero la mayor parte del tiempo toco
en pequeños grupos. Más tarde cuando fui a América, fui a Berklee,
estudié arreglos y composición y también tuve la oportunidad,
después de los estudios, de tocar en algunas bandas americanas.
Toqué con la big band de Maynard Ferguson, Woody Herman, Gerry
Mulligan Concert Orchestra, Thad Jones… Claude Bolling estaba en
Europa después de que yo volviera. Así es un poco como llegué a
estar arriba. Pero te lleva muchos años llegar allí, tener tu
propio estilo, tu sonido y experiencia y rutina para tocar en la
sección.
C.P.:
Maynard
Ferguson Big Band, Kenny Clarke –Francy Boland Big Band, Woody
Herman Big Band... has tocado en algunas de las más importantes. Imagino
que cada una de esas orquestas tenía su propia personalidad.
D.G.: Cada big band debería tener su rostro.
Ya sabes lo que se dice: tiene su sonido, su propio estilo. Todos
las bandas famosas tienen un estilo reconocible. Puedes decir
inmediatamente: esta big band es la de Duke Ellington, la de Basie,
la de Dizzy Gillespie… porque tienen arreglos y sonido especiales.
Si
la banda es como las bandas profesionales americanas los músicos
permanecen en ella durante años y trabajan con nuevos arreglos y
van de gira. Casi todo el tiempo viajando por el país. Y cuando
llevas unos años tocando en la misma banda la banda toca de una
manera ajustada y precisa. Eso es lo que hace divertido tocar en la banda.
C.P.:
¿Existen
big bands hoy que vayan a hacer historia como algunas de las que
hemos mencionado?
D.G.: No
puedo decir eso. Nunca sabes lo que pasará. Las bandas sobre las
que sabemos en Europa, principalmente las bandas americanas, llevan
existiendo muchos años y tenemos todas sus grabaciones y las vemos
en muchas ocasiones. Por eso conocemos sus nombres. Pero creo que
existen miles de bandas que nunca hemos escuchado. Si no van de gira
por el mundo, no hacen grabaciones, pueden ser fantásticas pero
nadie sabe sobre ellas excepto en la pequeña ciudad en donde tocan.
Es lo mismo con los músicos. Conocemos músicos por sus grabaciones
y que vienen de gira, con gran publicidad y tienen grandes nombres
pero hay músicos que nunca van de gira. Se quedan en casa, no
quieren dejar a la familia o lo que sea y deben ser unos genios…
¡fantástico! Pero nadie sabe nada de ellos.
C.P:
¿Se
puede decir que Dusko Goykovich es un europeo de estética
americana?
D.G.: Sí,
lo creo. Cuando escucho mis grabaciones y me analizo veo que mis años
en los Estados Unidos me ayudaron mucho. Cuando vine a Europa estaba
tocando la trompeta con bandas famosas. Con la banda de Kurt
Edelhagen en Colonia, con Clarke-Bolling y otras bandas. Pensaba que
podía tocar mejor. Luego toqué con estas, como te he dicho, bandas
“peligrosas”. El modo en que los americanos explican el estilo,
el fraseo… es diferente, es un lenguaje definido, un dialecto que
hablas cuando tocas jazz. Eso me llevó un tiempo, cambió mi
respiración, mi fraseo y mi pensamiento y, lo cual me llevo sobre
un año, le dieron una vuelta de 180 grados a mi cabeza (risas).
Entonces me di cuenta de que tocaban diferente de lo que nosotros
hacíamos. Al mismo tiempo después de todos esos años que pasamos
viniendo aquí, muchas bandas y músicos europeos tocaban excelente,
tocaban el mismo estilo. No podría decir que los americanos son
siempre mejor que los europeos. Incluso los músicos americanos
saben que hoy que en Europa desde hace muchos años hay muy buenas
bandas y músicos. No hay diferencias, no importa la nacionalidad o
el color o lo que sea. Cuenta sólo cómo suenas, cómo tocas.
C.P.:
¿Crees
que el jazz en Europa tiene sus propias peculiaridades?
D.G.: Creo
que en los últimos diez o quince años al menos, en Europa hay músicos
en las bandas muy buenos, que saben que importa ser original, tener
un estilo y composiciones propias… Desde mi experiencia, que es
desde donde hablo, cuando empecé a escribir y componer en América
los músicos americanos me decían que debía ser original. “No me
copies, trata de sonar a ti mismo. Cuando compones hazlo con lo que
tengas dentro de ti”. De donde yo vengo, mis orígenes étnicos y
nacionales…. Yo decía: “vengo de los Balcanes”. Hay mucha música
en los Balcanes, en Europa hay muchos paises que tienen fantástica
música folklórica, como en España, Italia, los Balcanes,
Francia… Estos músicos deberían utilizar sus propios materiales
originales.
Y ahí es cuando yo empecé a disfrutar. Yo toco “mainstream”,
soy un “be boper”, escribo muchas cosas en ese estilo. Baladas,
blues, be bop…. Pero en los últimos veinte años, más o menos,
me he especializado en lo que yo denomino “Balkan Jazz”. Es un
nuevo estilo que pertenece al jazz europeo. Así que, gracias a
Dios, en Europa estamos creando algo que no es sólo copia…
tenemos mucho que aprender de América, la rutina, la escritura,
pero luego hay que tener material original y pienso que desde hace
poco muchos músicos van en esa dirección.
C.P.:
Fuiste
alumno en Berklee. Imagino que conoces la polémica que acompaña
siempre a esta escuela acerca de la clonación de alumnos. Kenny
Werner opina que es porque se puede enseñar al alumno cómo tocar
pero no por qué tocar. Qué opinión tienes al respecto.
D.G.: Tiene
razón. Cuando yo estuve allí – debe ser en el 61, es decir, hace
más de cuarenta años – la escuela no era muy grande, sólo tenía
unos cientos de estudiantes. Después de eso hubo miles. Hace diez o
quince años los músicos de la escuela volvimos y nos dijeron que
había tres o cuatro o cinco mil – no se cuántos miles –
Guitarristas, instrumentos eléctricos. En este momento la fusión,
el rock o el pop son muy populares así que en la escuela enseñan
también eso. Es verdad que puedes aprender rutinas, a escribir, a
componer, teoría y todo eso. Te lo pueden enseñar muy bien. Yo
aprendí todo lo que sé allí. Pero luego intentas hacer tu propia
escritura, eso es lo que significa tener tu propia personalidad. Tu
propio carácter, tu propia personalidad en la música. Entonces
llegas a ser original.
C.P.:
Pero,
¿cómo es posible conseguir una voz propia cuando hay tantos
ídolos a los que uno quiere parecerse?
D.G.: Como
me dijo mi profesor Herb Pomeroy cuando eres joven, estás
aprendiendo, copias a todo el mundo, aprendes de todos. Escuchas los
solos, las grabaciones de los mejores músicos del mundo y tratas de
acercarte lo más posible a eso que escuchas de los mejores
maestros. Después de eso hay que tener algo propio. Como algún
hombre famoso dijo: “El 95% es trabajo, 5% es talento”. El resto
es trabajo para desarrollar este talento.
C.P.:
La
historia del jazz es una historia de evolución. ¿Sigue
evolucionando ahora?
D.G.: Sí,
lo creo. Creo que el jazz nunca para. Nunca muere… mucha gente
dice: “el jazz está muerto” (risas). De verdad, nunca lo ha
estado. Tiene sus propios cambios. Bajo la presión del mercado, del
sistema cuando tienes música pop, la música de los medios que
gusta a los jóvenes. Escuchan el “hard rock” y cosas como esas,
van por ahí. Si no escuchan en la radio jazz no tienen manera de
comparar. Sólo conocen esto porque todo el día en la radio tienen
ese tipo de música. Estaría bien que algunas personas tuvieran
programas de jazz. Recientemente en muchos países tienen emisoras
de 24 horas al día de jazz. Cuando un joven escucha a los músicos
puede escoger si le gusta esto o no. Pero puede elegir qué le
gusta, sus preferencias. Si tuvieran la oportunidad de escuchar buen
jazz… mucha gente que escucha por primera vez buenas bandas de
jazz dicen: “¿esto es jazz? Entonces ¡me gusta el jazz!. Pensaba
que el jazz era algo que me iba a hacer daño, quizá el “free
jazz” o algo que no sea jazz.
C.P.:
Ahora que mencionas el "free jazz", ¿cuál es tu opinión
sobre este movimiento?
D.G.: Es
una opinión muy personal. Cuando estaba en la escuela lo probamos
todo. En una clase conmigo estaban Sam Rivers, Tony Williams, Mike
Gibbs, Gary Burton… experimentábamos con todo, incluso con eso
para ver qué era. Después decidí que no era mi manera, que yo no
sentía de esa manera. Me dije que tenía que tocar como yo sentía,
con lo que yo pienso que está bien. No puedo tocar algo en lo que
no creo. Prácticamente no estoy de acuerdo con ese tipo de música.
Yo, personalmente. Porque a mí me gusta la melodía, el ritmo, y...
como
en la edad media (¿) había románticos como Debussy
y otros como él, y Miles solía tocar, tocaba melodías e
improvisaba con un buen sonido. Mi opinión personal es de mantener
en lo que yo puedo tocar que es lo que me gusta.
C.P.: ¿Qué
movimientos, qué nombres le interesan a Dusko Goykovich del jazz
actual?
D.G.: Nosotros los músicos no le asignamos etiquetas a
los estilos, no me agrada eso.
Tú sabes como se dice en América: la música es o buena o
mala, entonces cómo la llamas no tiene importancia. Mi manera de
tocar... como acabo de decir, me gustan las baladas, los blues,
bebop... esto
es: melodía, ritmo e improvisación.
Eso es lo que me gusta. Como
decía, hay tantos buenos músicos. Me gustan Dizzy, Miles, me inicié
con Roy Eldridge cuando era joven, y Kenny Dorham y no sólo
trompetistas; los del Mainstream, beboppers
y músicos tradicionales, no quiero decir Dixieland,
que está bien, el
buen Dixieland
es bueno.
Mi estilo diría es la música que escuché cuando estaba
creciendo, en los años 55, 60 , los 70, etc.
C.P.: Llegaste
a grabar un disco con Tete Montolíu. ¿Conoces algo más del jazz
que se está haciendo en España?
D.G.: Realmente
no. Desafortunadamente no. Tuve la oportunidad de tocar con Tete.
Tocó con mi quinteto e hicimos varias grabaciones en Barcelona en
"un ensayo" creo, traje un grupo de Alemania y Tete se nos
unió aquí. Después tocamos muchas veces juntos. Considero que
Tete era un genio. Un músico fantástico. En la misma clase que
Oscar Peterson. Lo pondría en el tope de cualquiera lista mundial,
pero eso lo saben todos.
C.P.:
Tienes
un trabajo recién editado, “Samba do mar”. Cuáles son sus
características.
D.G.: Había
estado en conversaciones con mi productor del sello Enja, y le dije
que me gustaría hacer un álbum latino, brasilero, ese tipo de música,
que me gusta y no lo había hecho antes, y finalmente me dio la
oportunidad de grabar . Hacia fines del año pasado, en septiembre u
octubre, creo,
grabamos este cuarteto en el estudio en Holanda con música
brasilera, alguna de Jobim y de Sergio Mihanovich, de quien no había
escuchado antes y que es muy famoso en Sudamérica.
Seleccionamos algunos temas, algo de Villalobos. Tengo un
guitarrista de Hungría, de Budapest, es un gitano húngaro, un
excelente guitarrista. De hecho toca lo que se conoce como guitarra
clásica española, es un maestro. Hicimos esta grabación con un
contrabajista suizo y un percusionista norteamericano que se
especializa en este tipo de percusión. Fue así como la hicimos.
C.P.:
¿Cuáles
son los próximos proyectos de Dusko Goykovich?
D.G.: La
próxima semana voy a Suiza a tocar con un grupo con el que quieren
que grabe un CD, para tocar varios temas, no en todo el CD. Luego en
septiembre viajo a Japón; hace
ocho años … ¡me han llamado nuevamente! No sé por qué
¡Ocho años que voy al Japón y en septiembre voy a Tokio!
© Carlos Pérez Cruz, Tomajazz
2004
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