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..:: BURTON GREENE: ENTREVISTA CON DAN WARBURTON

   
 

Esta es la segunda de una serie de traducciones que esperamos publicar mensualmente (la primera fue el artículo de Gilad Atzmon "Boris Gamer y Martin Heidegger" http://www.tomajazz.com/perfiles/atzmon_gamer_heidegger.htm) La próxima se titulará "Sobre la autenticidad", extraído del libro "Just My Soul Responding" de Brian Ward (UCL Press, Londres 1998), un estudio sobre el rhythm&blues, el movimiento negro y las relaciones interraciales en EE UU.


Burton Greene (Chicago, 1937) es uno de los principales pianistas del Free de los sesenta. A lo largo de su carrera ha trabajado con músicos como John Tchicai, Archie Shepp, Anthony Braxton, Willem Breuker, Han Bennink, Sunny Murray y Roswell Rudd entre otros muchos. En 1969 se mudó a Europa, primero a París y luego a Amsterdam, donde reside actualmente.

El 22 de diciembre de 2003 el periodista y músico Dan Warburton mantuvo en Amsterdan una larga entrevista con el veterano pianista Burton Greene. La entrevista se publicó originalamente en inglés en Paris Transatlantic Magazine (http://www.paristransatlantic.com/magazine/main/home.html). Su publicación en Tomajazz ha tenido lugar gracias al permiso de su autor (thank you very much, Dan!) y a la labor traductora (¡gracias Fer!) de Fernando Ortiz de Urbina.

 


Burton Greene en una fotografía reciente
© Arjen Veldt, 2005



 

En tu libro “Memoirs of a Pesty Mystic" [1] cuentas tu experiencia temprana tocando bebop en Chicago. ¿Qué aprendiste?

Que es bueno aprender las reglas porque una vez las conoces es divertido romperlas. Yo procedo de Chicago, de una escuela de bebop muy sólida: me sabría unos trescientos standards de bebop para cuando toqué mi primera nota de Free Jazz. Mis modelos eran Horace Silver y Bud Powell. Lennie Tristano también, me encanta lo que hace con su mano izquierda, de hecho yo soy zurdo. La peña negra de Chicago se metía conmigo por copiar a mis modelos. En Chicago no les importaba que jodieras la forma, lo que les importaba era hasta qué punto eras “personal”. Lo que mantenía viva a la música era la personalidad de los músicos. Si hacías un blindfold test para Downbeat sabías inmediatamente quién estaba tocando. No había duda de que Sonny Rollins sonaba distinto de Dexter Gordon. Lo que está acabando con el jazz hoy en día es toda una generación de copiones, algo que empezó antes de Wynton Marsalis, por cierto. Ya no tenemos a Dizzy Gillespie, sino un montón de “Digitalespie”, un sonido cuadrafónico de alta tecnología, ¡qué más da!

Hace unos pocos años fui a la Bimhuis a un concierto de John Zorn en el que tocaba sus versiones de Ornette Coleman, y apareció por allí Cecil Taylor. Al rato Cecil se gira y me dice, “Burton, ¿por qué todos estos chavales tratan de recrear el museo?” Ésta es una reflexión que no me ha abandonado desde entonces, por qué está toda esta peña tratando de recrear el museo. Creo que es mucho mejor que Zorn toque música de Zorn. Pon tu sello en la música y no trates de copiar a nadie. Aquellos tíos de Chicago te machacaban, macho: una vez me bajé del escenario después de una jam session, contoneándome como un pavo real, pensando ¡uau!, la he clavado, cuando se me acerca un tío y me dice: “¿Qué es esa mierda que estás tocando, nene? Vienes del North Side, ¿no? Te sugiero que te vayas a tu casa y practiques. No quiero volver a verte por aquí a menos que toques quien eres”. Me lo decía con cariño, que conste, sin odio. No había una guerra entre blancos y negros, este tipo me estaba poniendo en mi sitio. Me dijo “Horace es colega mío. Vive en la misma manzana que yo. Cuando quiero escucharle a él, voy a escucharle a él. No sólo eso, hace un pan de maíz con habas y menudos buenísimos. ¿Quién eres tú, chaval? ¡Quiero oír quién eres!” Se me quitaron las ganas de regresar, me di cuenta de que no había encontrado mi propia voz. Me di cuenta de que nunca iba a pasar de ser un Bud Powell de segunda, tenía que encontrar otra vía.

¿Cecil también te influyó?

Era inevitable recurrir al vocabulario de Cecil, porque él llegó primero, creó un lenguaje, pero quizás, de alguna manera, Don Pullen y yo precedimos a Cecil, porque él estaba usando fragmentos compositivos, y cuando yo empecé a tocar en el 62 con Alan Silva y el Free Form Improvisation Ensemble (FFIE), hacíamos exclusivamente Free. No creo que Cecil empezara haciendo Free.

¿Cómo conociste a Silva?

A finales de 1962 estaba compartiendo piso en el norte de Manhattan con un ex-marine iracundo, y después me pasé a un sitio más al sur, en la calle 72. Mi casero era un tipo mono, y todo iba bien hasta que empezó a echarme los tejos. Andaba buscando la forma de salir de allí, cuando leí un anuncio en el periódico en el que se ofrecía una habitación en alquiler para alguien “preferiblemente con intereses artísticos”, o algo del estilo típico de Alan. En una semana me había mudado. Cumberland 419, en una bocacalle de Atlantic Avenue, en Brooklyn. La Torre Inclinada de Brooklyn le llamaba. ¡El edificio estaba condenado! La ventana de mi habitación no tenía cristal, la tenía tapada con un trozo de madera, y cuando eso falló tuve que taparla con periódicos para no morirme de frío. Pero había un piano. Alan vivía allí con otros dos bajistas y dos baterías. Solíamos ensayar en una iglesia cercana, y antes de empezar nos mirábamos y decía “supongo que no necesitamos guión, ¿no?”

Pero ya habías empezado a explorar la libre improvisación antes de mudarte a Nueva York.

Sí, en California, con el flautista Jon Winter. Al final él también se vino a Brooklyn. También invité al saxo alto Gary Friedman y al final fuimos un quinteto, con Clarence Walker a la batería. El Free Form Improvisation Ensemble. No había líder. Era una banda comunal. No escribimos una sola nota en dos años y medio, aquello era como una combustión espontánea. Gunther Schuller nunca lo entendió, no dejaba de preguntar: “¿dónde está el director? ¿quién es el líder?” Yo le dije “tú eres de Nueva Inglaterra, ¿no? ¿Has leído a Emerson? La superalma, eso es lo que dirige el grupo, la superalma” [risas] Era algo arriesgado, lo llamábamos un grupo tentativo – cuando la clavábamos era dinamita, pero cuando no, íbamos a tientas. Necesitábamos el estado de ánimo adecuado para que ocurriera.

Tú fuiste el primer pianista de jazz que tocó dentro del piano, ¿no?

Bien, como decía Sun Ra, “reconoce tus deudas, y tus deudores harán lo mismo”: John Cage compuso sus piezas para piano preparado en los 40, y antes que él estaba Henry Cowell, The Aeolian Harp y The Banshee. Yo fui el primero que tocó Free Jazz dentro del piano. Era todo aleatorio, quería que fuera espontáneo. Solía poner pelotas de golf, también rasgaba las cuerdas con el martillo afinador. También tenía una tapa de cubo de basura que encontré en la trasera de una tienda de comestibles de Houston Street. Una vez hice un concierto a dúo con el poeta Vincent Gaeta como parte de un programa de música contemporánea organizado en el Town Hall por el violinista Max Pollikoff. Vincent leyó el Apocalipsis con esa voz estentórea que tenía [imita] “y la arena se desliza a los pies de los reyes” y ¡bang! ¡Dejé caer la tapa del cubo de basura en el Steinway del Town Hall de Nueva York! [risas] Tengo una cinta de ese concierto si a alguien le interesa. Fueron buenos tiempos.


Jazz Composers Guild. 1964. NYC
fila trasera: de izquierda a derecha: Bill Dixon, Paul Bley, Michael Mantler, Archie Shepp
fila central: de izquierda a derecha: Jon Winter, Sun Ra, Carla Bley, Cecil Taylor
fila delantera: de izquierda a derecha: Burton Greene, Roswell Rudd, John Tchicai

¿Cuál fue la acogida de la música del FFIE?

Recuerdo que el Village Voice publicó una crítica fabulosa, justo antes de que nos uniéramos al Jazz Composers Guild. Fue la típica actuación del FFIE, con un público de cinco personas incluida la camarera de un café de Harlem y Leighton Kerner, que era el crítico de clásica contemporánea del Voice, al que le intrigó lo que hacíamos y subió hasta allí para vernos. Escribió una larga reseña sobre nosotros.

De todas formas yo sabía que aquello no duraría. Funcionamos dos años y medio. Gary estaba muy metido en la composición, estaba estudiando con Vladimir Ussachevsky, por lo que siempre sugería cosas como "¿Por qué no usamos este temita..?" y ése, de cierta manera, fue el principio del fin. Alan estaba preparado para unirse a Cecil, y su material también era compuesto. Cuando empezamos a trabajar con composiciones, dejamos de ser un conjunto de libre improvisación [FFIE en inglés]. Por alguna razón alguien de Cadence metió la pata: la pieza de Gary Friedman “Eat eat” es el tercer tema del disco de FFIE, no el primero. El primer tema no era una composición, era una improvisación.

El disco para Cadence [The Free Form Improvisation Ensemble, Cadence CJR 1094] fue una revelación. ¿Cuál es el origen de esas grabaciones?

Hicimos algunas grabaciones nocturnas en un estudio que ya no existe. Pude copiar una de ellas justo después de terminarla –precisamente ese primer tema largo– y la tuve en mi loft durante mucho tiempo. Se lo mandé a Bob Rusch [de Cadence], que me llamó a Amsterdam, y me dijo “Excelente material, Burton, suena como lo que se está haciendo ahora... ¿habéis hecho algo hace poco y lo habéis metido en una caja vieja?” “¡Gracias por el cumplido!”, le dije yo. Todavía quedan cuarenta horas de material del FFIE en latas guardadas en algún sitio. Muchas de mis cintas han desaparecido. Quizás se haya grabado algo encima. Una vez hicimos un bolo con Albert Ayler y Rashied Ali, hay una cinta de eso por ahí dando vueltas. Tiene más de 45 minutos de música.

¿Cómo contactaste con Bernard Stollman de ESP?

Bernard era un abogado de Nueva York, por lo que todo el mundo le tomó por inteligente, pero era un bobo idealista como todos nosotros. El único motivo por el que el sello sobrevivió fue por el dinero de sus padres. Tenían un negocio textil o algo así. En cualquier caso, todos saltamos a bordo de ESP. Lo primero que hice para ellos fue con Patty Waters, en 1965. La empujé hasta el límite, tío. ¡En esa sesión también eché la tapa de cubo de basura en el piano! [risas] Creo que Patty tiene verdadero talento, pero era más reservada de lo que le convenía. Esperaba que Bernard se encargase de ella y, bien, ya sabes lo que pasa con Bernard... Patty acabó trabajando de cajera en un cine o algo así en California. Tuvo un crío con Clifford Jarvis, pero él siempre andaba de gira, y no tenía tiempo para hacer de padre. Nos reunimos hace poco con Patty en el Visions de Nueva York con Mark Dresser, y tocamos también en el festival de David Keenan’s Le Weekend, de Escocia, con [el bajista holandés] Tjitze Vogel. Fue muy bonito.

¿Qué me dices de tu debut como líder para ESP, Burton Greene Quartet [ESP 1024]?

Mi propuesta original era un cuarteto con Marion Brown, Henry Grimes y Rashied Ali, pero Rashied no se podía comprometer para grabar porque estaba con Trane, así que Dave Grant y Tom Price tocaron en dos temas del álbum cada uno, y Frank Smith tocó el tenor como invitado en "Taking it Out of the Ground". ¿Alguien sabe por dónde anda Dave ahora? Sé que Frank anda por California. El único defecto de Frank es que parecía un poli irlandés [risas]. Cuando entraba en Slugs la peña solía decir, "¡esconde tu mierda, ha llegado el Hombre!" Sí, Rashied ya estaba con Trane... Trane era un tren, tío. Tenía una presencia inmensa, quiero decir que no es que fuera un tipo enorme, pero siempre te lo imaginabas como si midiera más de dos metros. Un tío modesto, sin pretensiones, diligente, trabajando constantemente en sus historias. Todo el mundo sabía que siempre acababa siendo un maestro de cualquier cosa que acometía. Incluso cuando entró en el Free, entró como un maestro.

Ahora que Henry Grimes está de vuelta, ¿hay algún plan de tocar juntos?

Estoy esperando el momento adecuado de juntarme con Henry otra vez. Nos dimos un abrazo enorme en el Vision del año pasado. Es estupendo que esté de vuelta. El mejor pizzicato de la historia. ¡Ahora anda liadísimo! Viene por aquí en marzo. Me encantaría tocar en trío con Rashied y Henry.

Supongo que habrás visto tan poco dinero de esos discos ESP como el resto de los músicos del sello...

Nadie ha visto nada. En cuanto a compensación material, olvídate. Y ahora hay una nueva banda de timadores y mafiosos aprovechándose, ZYX, Get Back, Base, y ahora Abraxas. Te dicen “si quieres dinero, acude a Bernard...”, pero Bernard puso la compañía a nombre de su ex-mujer. Todos los palos van en esa dirección, y Bernard conserva los másters y sigue reeditándolos. Es como si Beethoven fuera a tres editoriales distintas con la “única” copia de la Tercera Sinfonía [risas]. La verdad es que ya no tiene ninguna gracia. Creo que después de cuarenta años ya es hora de que recibamos alguna compensación. Lo mismo pasa con BYG Actuel. Recibí cien dólares por aquel disco para Actuel, y 64 de ESP. Ahora tengo banda ancha, y navegando por Internet veo catorce páginas con listas de mi material para ESP reeditado desde aquí hasta las Chimbambas, y nadie ha visto ni un chavo. He oído la historia de la mala suerte de Bernard demasiadas veces, cómo cuenta que es a él a quien han estafado Base y ZYX. En algún momento tendrá que despertar, y si la gente está dispuesta, yo me presto a iniciar una demanda colectiva en los tribunales. Ya he escrito a la mayoría de los líderes que grabaron para él, pero he recibido muy pocas respuestas. Apatía o indiferencia. Y quizás si fuéramos a juicio podría resultar que no hubiera dinero en las arcas, y ya sabes lo que cobran los abogados...


Burton Greene. Eindhoven, Holanda. 1970 Eindhoven.
© Pieter Boersma, 2005

Al menos te pagaron apropiadamente por el disco para Columbia. [Presenting Burton Greene (CBS S63719, 1968)] ¿Cómo surgió ese proyecto?

El Free Jazz tenía ya tres o cuatro años, y todo el mundo andaba presionando a John Hammond para que publicase algo. Creo que quería estar a la última. Se suponía que iba a hacer uno conmigo y otro con Sunny Murray. Yo hice el mío; la historia del de Sonny está en mi libro... ¡no la voy a contar otra vez! [risas]

¡Ya es hora de que reediten Presenting Burton Greene!

Sí, ¡ha tenido una vida mucho más creativa en los cajones de discos de descuento que la que tuvo como novedad! Sabes, ésa fue la primera vez que se usó un Moog en un disco de jazz. Conocí a Robert Moog en 1963 en una muestra de electrónica en Nueva York. Él andaba dando vueltas diciendo “¿alguien quiere probar mi instrumento?” Me acerqué y me presenté: “Soy pianista, puedo probarlo...” El me contestó, “no te puedo ofrecer dinero, pero mi esposa es una cocinera estupenda y si quieres subir a Ithaca puedes pasar la noche”. Bueno, no había comido en un mes, así que le dije, “pues... sí, creo que tengo algo de tiempo libre ahora mismo” [risas] y subí a Ithaca y lo pasé de miedo. ¡Así me convertí en “el experto en sintetizadores”...! Traté de llegar a un acuerdo con Norman Seaman para hacer un concierto de Moog en solitario –se llegó a anunciar en mi primer disco con el cuarteto– pero Seaman estaba perdiendo dinero y no tuvo lugar. En cualquier caso, John Hammond, de Columbia Records, se enteró. “Tú eres el tipo que toca el sintetizador. Burton, tienes que meter el sintetizador en ese disco”. El disco estaba ya grabado, pero dijo “te pagaremos por el trabajo con el sintetizador”. Las palabras mágicas. Cinco horas a 100 dólares la hora. Normalmente no bebo, pero recuerdo que el día que fui a que Hammond me pagara los 500 dólares extra, me bebí un cuarto de botella de whisky. Hice una entrada en el estudio digna de Napoleón [risas]. Había Moogs cubriendo paredes enteras, y cinco ingenieros de Walter Sears cobrando 80 dólares por hora cada uno por ayudarme a crear. Decían “¿qué va a ser, señor?”, y yo contestaba, “quisiera un Generador de Seno 17 para empezar, por favor. 17 B”. “De acuerdo, señor, sí...” [imita el sonido de un Moog] Les dije que “mmm... es un poco débil...”, y me dijeron “qué le parece un BX...” ¡Pero si yo no sabía distinguir entre una sinusoide y un diente de sierra! Hammond parecía pensar “¡éste es mi chico!” Al final terminamos con un material rarísimo al que había que darle cabida en algún sitio. Le dije a Shelly [Rusten, batería]: “Hay una parte de tu solo que podemos... reforzar”, y él me contestó “¡no me pongas esa mierda encima de mi solo, tío!” [risas]

Después de esto no volviste a los sintetizadores hasta los 80.

No. En 1968 no había forma de que yo continuase mis experimentos electrónicos en serio. Las instalaciones de Moog aún eran enormes, y costaban una pasta (¡la que se hizo para Columbia costó como 300 000 dólares!) y necesitaban todo tipo de cosas para que funcionara. No sólo eso, sino que ¡era en mono, no en estéreo! A finales de los 80 ya habían aparecido los sintetizadores digitales, y para mí tenían un potencial sonoro mucho mayor. Conseguí el primer sintetizador digital de Roland (D50) y un módulo U110 para ampliarlo con sonidos de piano más realistas. A principios de los 90 ya había escrito alrededor de 400 programas para esa combinación, muchos de los cuales aún uso. En muchos casos asignaba cuatro tonos a cada tecla, y con la función aftertouch salían aun más sonidos, de forma que si tocas, digamos, un acorde de ocho notas con ambas manos, ¡te salen entre 32 y 64 voces! Aun más, si lo pongo en el modo chase las voces se apilan aleatoriamente en combinaciones de canon, stretto o fuga... ¡material denso, aleatorio! Quizás sea esa la razón por la que ahora Alan [Silva] prefiere trabajar con sintetizadores que con el bajo. Para mí es una continuación de mis anteriores experimentos dentro del piano, pero más interesantes y complejos. [2]

Hay un pasaje excelente en tu libro, en el que describes un concierto de tu grupo en Slugs en 1968. En aquella época se asociaba cada vez más el Free Jazz con el Black Power. ¿Esto te suponía un problema?

No, nunca sufrí racismo por parte de los innovadores. Ornette Coleman, Albert Ayler, Giuseppi Logan, Cecil y Sunny Murray nunca me transmitieron esa sensación. Tampoco Archie [Shepp], que dijo en Downbeat que yo era uno de los mejores pianistas del momento. Fue Leroi Jones, que se divorció de su mujer, judía y blanca, dejándola con sus hijos, se puso su dashiki, sus gafas de sol y se mudó al gueto de Newark. Al parecer Leroi Jones había crecido en una bonita familia de clase media y era el negro de la universidad blanca. De pronto todo lo blanco le daba dentera, por eso se puso su gafas de sol, para verlo todo negro.


Burton Greene
Live At Grassland

Drimala, 2004

Te atacó de forma bastante abierta en su columna Apple Cores de Downbeat en 1966.

Sí, el "Burton Greene Affair". La historia es que fueron Pharoah Sanders y Marion Brown los que me invitaron a mí a tocar con ellos en Newark con un piano destartalado al que le faltaban 25 teclas (¡en la mitad del teclado además!) y para poder extraerle algún sonido tuve que quitarle la tapa de arriba, la de abajo y el frontal y tocar dentro con unas mazas o rasgando las cuerdas. Leroi escribió algo así como que “Burton Greene no toca el piano, lo golpea, le propina una paliza. Y éste es el pianista blanco del momento”. Como si yo fuera otro Bix Beiderbecke o Benny Goodman robándoles la música. Eso me enfadó, y empecé a escribir una contestación, hasta que me topé con Byard [Lancaster] y Sunny [Murray], que me dijeron: "Lucha con tu música, tío".

¡Tiene gracia que Sunny dijera eso, teniendo en cuenta que una vez intentó pegarle fuego a sus oficinas!

¿En serio? [risas] Éramos gente de mecha corta y explosión de largo alcance. Has de tener en cuenta que Sunny, Milford [Graves] y Rashied descubrieron de que estaba todo en las vibraciones. Sunny lo tenía tan claro que solía decirme "¿ves ese muro de ahí, Burton? Me lo estoy trabajando. Un día el cabrón se vendrá abajo”. ¡Hablaba en serio! De todas formas, ¿qué habría escrito a Downbeat? ¿Que los blancos también tocamos con cojones? Estaba rebotado y cansado de esas mentalidades tan cuadriculadas. Ésa es también una de las razones por las que me marché de EE UU. Toda la tensión del bajo East Side estaba empezando a atacarme los nervios. Fui atracado por yonquis tres veces, y los caseros estaban subiendo los alquileres. ¡Cuando se impone el rigor mortis más vale salir por pies, como solía decir el cantante Babs González! Así que unos cuantos nos vinimos a París.

¿Qué recuerdas de esa experiencia?

En París había movimiento, pero no tenía el dinamismo creativo, eché de menos la energía auténtica de Nueva York, donde cada día parecía la fiesta nacional. Parecía que los parisinos vivían de las rentas de una nueva Edad de Oro del Impresionismo, o algo así, no tuvieron ese toque contemporáneo hasta que lo llevamos nosotros. Tocamos en el festival de Amougies, y había algo de trabajo, pero nada de dinero. Yo vivía en una habitación de hotel a 15 francos la noche, me dolía la espalda continuamente y además no podía ni pedir una baguette porque mi “prononciation” era “pas juste”. Quería salir de allí e irme a algún sitio donde la gente me aceptase como un ser humano aunque mi manejo de una lengua extranjera fuera lamentable.

Entonces me enteré de que en Holanda todavía vivían el Flower Power y en tres días estaba aquí, ¡en una casa flotante dándome una sauna con un montón de chicas guapas! Te decían cosas como “¿alquileres altos? ¿de qué hablas? Eso es para hombres de negocios”. Aquí podías alquilar una casa por 50 dólares. La primera ola de artistas que vinieron aquí consiguieron unas casas preciosas. Me quedé por aquí y encontré un hotel barato. Un día estaba en un restaurante macrobiótico con un abogado conocido mío, Jan Duvekot, que me habló de una pequeña casa con jardín de alquiler. Me tiré de cabeza. Cincuenta dólares al mes durante muchos años, hasta que unos yuppies compraron el edificio y decidieron librarse del loco del Free Jazz del jardín. Obtuve 12 000 florines y aun me peleé por 2 000 más por echarme de allí, y ése fue el depósito que pagué por la casa flotante.

¿Con quién tocabas cuando llegaste?

Con Willem Breuker, ¡y todavía grabo para su sello! Organizó una minigira con Han Bennink y Arjen Gorter, que entonces tenía diecisiete años, al contrabajo. Tuvimos un cuarteto durante algún tiempo.


Dirigiendo la Orquesta. Annecy, Francia, 1971

¿Qué te pareció entonces la libre improvisación europea, con Brötzmann en Alemania, el Instant Composers’ Pool (ICP) aquí en Holanda?

Nunca formé parte del ICP porque ése era un tema de Misha [Mengelberg], y él también es pianista. He tocado con un montón de gente del ICP, pero nunca he participado directamente. No obstante, llegué a formar un dúo con Misha en Bélgica, hará unos diez años, del que debo de tener una cinta en algún sitio. Cometí algunas locuras, como una pieza teatral con Willem, o el disco para Futura con Maarten Altena [Célésphere, Futura Ger 17, 1970]: ése lo tuvimos que grabar a las siete de la mañana en un club de París, sin gente, porque el ingeniero de sonido se había cargado la grabación en directo de la noche anterior, que era mucho mejor. También tengo en alguna parte una cinta de las cosas que hice con Han [Bennink] para la radio francesa. Era música tan dura que no la emitieron.
Sí, la verdad es que me gustaba la energía del material de Brötzmann, pero me di cuenta de que era algo que yo ya había hecho. Muchas de las cosas que oí en Europa me sonaban como una especie de repaso. Yo ya había tocado con un montón de maestros. Solíamos tocar música de energía atómica veinticuatro horas al día, tío, y explotábamos como los fuegos artificiales del 4 de julio, un montón de gente no pudo recomponerse. Archie perdió el callo, durante una temporada no podía morder la caña; Marion Brown terminó en un asilo, muchos murieron en la calle, o desaparecieron como Henry [Grimes] y Giuseppi [Logan]. Esa música tenía un alto índice de mortalidad. No necesitaba machacarme otra vez. Buscaba algo diferente.

Terminé sufriendo lo que llamo mi “crisis nerviosa de tortuga”. ¡Sucedió lentamente! Mi novia de entonces, Joke, me había llevado en coche a un bolo que iba a dar solo en Nijmegen. Me abrió la puerta del coche, y me caí al suelo. No podía moverme. Me ayudó a entrar en el club y me caí del asiento del piano. Entonces me llevó de vuelta a casa y me empujó escalera arriba a mi litera en mi casita del jardín, de la que no me moví en unos diez días. (¡Ésa debe de ser la única actuación de mi carrera a la que he faltado por enfermedad!) Cuando finalmente salí de la cama, me senté al piano y una vocecilla me dijo: “¿Quieres volver a fastidiarte la espalda? ¿Quieres volver a hacer lo mismo o prefieres hacer otra cosa?” Así que empecé a... juguetear… a tocar cosas con un aire de Europa del Este, o de raga india... estaba buscando algo distinto. Poco tiempo después conocí a Jamaluddin Bhartiya, un gran intérprete indio de sitar que pasó a ser mi gurú musical durante un largo periodo, me enseñó un montón de cosas sobre música india. Hacia 1973 ahí estaba, queriendo encontrar una forma equilibrada de expresar esa música, como un bálsamo, no como una bomba. Necesitaba el yoga para lograrlo. Descubrí que Satchidananda era la vía a seguir.

Para entonces también habías descubierto la música turca.

Conocí a Okay Temiz [percusionista turco] en un festival de jazz de Baden Baden en 1971. Andaba dando vueltas diciendo: “¿Tíos, qué hacéis tocando en compases de tres y cuatro tiempos? ¿Por qué no los tocáis de siete?” Éramos todos clones de Okay entonces. También les enseñó a los suecos. (Ése fue también mi camino de vuelta a Monk, escribió cosas en unidades de siete compases, como cuando elimina el último compás en “Brilliant Corners”. “Criss Cross” es raro también). Para finales de los 70 había completado el ciclo y podía hacer un solo de Free Jazz, saliéndome de todo esquema y volviendo a encajar perfectamente. Los discos de principios de los 80 son así, hay material Free y material que no lo es. Free para mi significa tener la libertad de tocar también una cadencia clásica.

En tu disco European Heritage [Circle RK 16, 1978], también grabaste música de Bartok.

La música de Bartok siempre me ha fascinado. La primera vez que escuché “Música para cuerda, percusión y celesta” tuve que parar el coche en el arcén. En mi piso de Nueva York tenía una copia de la “Noche estrellada” de Van Gogh y un ángel colgado del techo, y cuando ponía ese disco el ángel empezaba a balancearse. Eso era todo lo que necesitaba, podía desconectarme durante horas, era como tomar LSD. Todavía conservo un disco, rayado como está, con Rafael Kubelik de director. En fin, que al tipo de Circle, Rudolf Kreiss, le atraía la idea de combinar vieja música europea con una forma nueva. Yo no leo música muy rápido, pero me puse manos a la obra con "Las Danzas Populares Húngaras" de Bartok, que arreglé incluyendo unas largas cadencias de secciones abiertas a la improvisación basadas en esas maravillosas escalas del folklore zíngaro rumano. Para esta grabación y los correspondientes conciertos también arreglé unas piezas de los siglos XII y XIII de los trovadores Jaufré Raudel y Raimbaut de Vaquerías. En 1980 hice algunas cosas para la obra “Nagalm” (Reverberations) del director teatral de Nueva York Jenn ben Yakov, que había vivido mucho tiempo en Amsterdam. También me asignaron pequeños papeles en la obra. El violinista y pintor Ies Jacobs y yo improvisamos sobre el mismo tipo de escalas zíngaras de Bartok. Estuvimos de gira cinco o seis noches por semana durante tres meses con la obra, ¡definitivamente fue el bolo estable más duradero que he tenido en mi carrera!, y me di cuenta de que ése era el camino a seguir. Había llegado el momento de pagar mi deuda con mis antecesores. Gente como Randy Weston cumplió lo que predicaba, y se marchó a África en los 60. Ésta era mi forma de cumplir. En 1993 regresé a Rumanía, a la aldea en el norte del país de la que precisamente procedían mis abuelos. Ya había estado allí un mes, en 1975, cuando estuve implicado en un accidente de tráfico imaginario, y tuve que enfrentarme a la misma paranoia que los pobres rumanos habían sufrido a lo largo de sus vidas bajo Ceaucescu. A pesar de que me intimidaba un poco, seguía necesitando regresar y buscar mis raíces. Me senté allí, en el viejo cementerio junto a la sinagoga, donde podía oír sus viejas voces: “Buen chico, ha vuelto a casa...”


© Arjen Veldt, 2005

Tu propia versión del klezmer es más experimental que el de bandas más conocidas.

Hicimos una cosa preciosa para BVHaast en 1998, ReJew-Venation con Klezmokum. [3] Hay todo tipo de cosas raras ahí, piezas en compás de 22 tiempos, música klezmer y sefardí... Sí, lo que hicimos era bastante innovador, fuimos el primer grupo en combinar técnicas de Free Jazz con esta música. Con el debido respeto para Frank London, de los Klezmatics, que estuvo en ello muy al principio. Él es de una generación más joven y ha escuchado los discos de ESP, lo lleva en la sangre. Ningún otro miembro de los Klezmatics tenía que ver con el Free, siempre han sido folky, y ahí reside su encanto. Por el contrario, nosotros dimos un giro radical a la izquierda con toda esa historia. Ésa es, probablemente, la razón por la que no hemos conectado con la comunidad judía europea con este material. Todavía están en guerra, querrían regresar a 1933. Un anciano judío de aquí me lo explicó: “tú creciste en EE UU, no tenías la guerra delante de las narices. Tú puedes experimentar, pero a esta gente le amputaron su cultura; necesitan recomponer los fragmentos de su vida. Lo que quieren es la alegría del Violinista en el Tejado, por cursi que a ti te parezca”. Es siempre la misma historia: haces algo nuevo, quizás obtengas cierto reconocimiento por parte de tus contemporáneos, pero no ganas ni un duro. Es como si no fuera políticamente correcto interpretar este tipo de música, como si ser judío ahora significase que tenemos algo que ver con Sharon y su política. Pensando en lo que ese tipo hizo en Chatila y Sabra en 1982, renegué de ello entonces, y hago lo mismo ahora.

¿No podrías hacer que John Zorn se interesase por tu trabajo para su serie Tzadik Radical Jewish Culture?

Le pasé una maqueta de ReJew-Venation, y uno de los temas en ese CD es “Nevala”, del disco “Vav” de Masada. Cuando ellos lo grabaron, no improvisaron: hasta Dave Douglas se limitó a leer la partitura. No obstante, nosotros sí improvisamos. El caso es que John me mandó una postalita, “muy bueno, Burton, pero no encaja en mi sello”. Es un tipo raro, quizás pensó que tratábamos de competir con él. Jason Bivins reseñó Calistrophy [BVHaast 0802] y dijo que habíamos demostrado a toda la peña de Nueva York lo que se puede llegar a hacer con el jazz y el klezmer. Sr. Bivins, gracias por decir que merecemos mucho más reconocimiento. Tiene gracia, antes siempre tenía bolos pero nada de dinero, ahora me pasa lo contrario, ¡tengo algo de pasta pero ningún bolo! Nunca me había visto en esta situación. Sólo tengo unas pocas fechas reservadas por aquí para el año que viene, pero no me puedo traer a alguien como Perry Robinson hasta aquí sólo para eso.

Por si sirve de consuelo, las cosas están por el estilo en París.

La gente no acude a los conciertos. Es como lo que decía una pintada que vi hace años en un baño en Nueva York EmpTV. [4]. Los chavales crecen y no van a escuchar música en directo. Pero como decían los Beatles, saldré adelante con una ayudita de mis amigos. Paul Bley me dijo eso hace años: si realmente quieres el bolo, acude al responsable en persona, pasa tiempo con él, conócele como para tutearle. Se trata de hacer amigos. Nadie se va a meter en esto por el dinero, como me indicó Mark Dresser.

Entiendo que la situación en Holanda hoy no es tan favorable como cuando viniste por primera vez.

No. A finales de los 70 echaron del poder al Partido de los Trabajadores, se implantaron las teorías económicas de Reagan, y desde entonces se ha tendido más y más hacia la derecha. No obstante, hay una diferencia que explica por qué llevo tanto tiempo aquí: los holandeses son listos, han vivido el capitalismo desde hace más tiempo que los americanos. Comprenden que tienes que ceder un poco de riqueza si no quieres tener a la gente chillándote al oído. Dales una pruebita. Mantén la tapa puesta, o explotará. Me gusta esa actitud. Hay una fuerte componente de derechos humanos, pero también tienen esa reticencia calvinista del norte de Europa, de forma que si estás tirado en la calle, alguien te dará de comer y te pondrá en un asilo, pero es posible que no te inviten a tomar té en los próximos veinte años [risas]. Tienes que ser un completo inútil para no conseguir nada de dinero en este país. Cuando cumples 65 te dan algo de dinero. Ahora también tengo mi pensión de BUMA STEMRA. [5]

¿Qué música escuchas hoy en día? ¿Aún te gusta escuchar al material antiguo?

Desde luego, para mí todo es un continuo. Por si te interesa la astrología, yo soy géminis. Braxton es géminis. Archie es géminis. Sunny Murray es géminis. Que no cese el movimiento. Sólo hay dos tipos de música, o calidad o basura. Me da igual que sea de Kurt Cobain o de Bach, mientras sea buena música. Mi chavala, Syl, se pasa los días tocando la Pasión según San Juan de Bach y me encanta. En lo que ando metido últimamente es en escuchar la radio por Internet, hay tanto material por ahí. Así es como me entero de las cosas, Internet es mi patio de vecinas. Así oí a Vijay Iyer y un montón de tíos impresionantes. No puedo salir y comprarme un montón de CDs a 15 dólares la pieza. Además no tengo sitio donde ponerlos, como puedes ver.

¿Los de esa foto sois tú y [tu gurú] Satchidananda?

Sí, ese es Swamiji. Ya ha abandonado su forma corpórea, nos dejó el año pasado, a los 87, pero todavía es una fuerza presente en mi vida, quizás ahora más que nunca. Conocí a Satchidananda en 1967. Apareció en el momento adecuado. “Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro”. Sat es “verdad”, chid es “sustancia primigenia”, la tierra. Si puedes bajar la luz incidente en el prisma, obtienes la felicidad, ananda. Recuerdo que una vez me estaba quejando de que no tenía dinero ni bolos a la vista, y me dijo: “la vela no está encendida”. Repuse, “¿de qué estás hablando?” Me contestó que “cuando la vela esté encendida, vendrán a ti. ¿Sabes cuánta oscuridad hay aquí, y hasta qué punto necesitan la luz las personas?” Era la personificación del ecumenismo, su templo del Loto en Virginia incorpora todas las religiones: en él hay altares para todas las religiones conocidas. Invitaba a budistas, rabinos, sacerdotes católicos, agnósticos y ateos también, todos tenemos algo que compartir. La verdad es una y los caminos son muchos; se puede escalar el Everest por cinco caras distintas y aun así la cima es la misma para todos. Fue Satchidananda el que me dio el nombre Narada en 1974. Narada escribió devotos Bhakhti sutras, y también tocaba la vina, instrumento que al parecer también inventó. Era una persona muy espiritual, pero también una especie de vagabundo. Solía agitar bien la mierda y se retiraba justo antes de que salpicara por todas partes.

¿Cómo encajaste las enseñanzas de Satchidananda con tus orígenes judíos?

Para mí ser judío era más un trasfondo cultural que religioso. Al crecer en una comunidad judía liberal de Chicago, estabas abierto a todo tipo de ideas universales. Leí las Beatitudes cuando tenía 12 años, mientras los chavales cristianos y judíos se zurraban después de los partidos de baloncesto. (La mentalidad cuadriculada... las fronteras me aburren. Para empezar ¡Cristo era judío!) Entonces leí a Kalil Gibran, y libros sobre yoga, y me di cuenta de que todos hablaban de lo mismo, de que todos somos uno, de que si hago daño a mi hermano, me hago daño a mí mismo. Todos formamos parte de la misma conexión orgánica. Nuestra existencia depende de la coexistencia, la destrucción de cualquier otro elemento equivale a nuestra propia destrucción. Hasta ahora se ha dado un ciclo de animales que han sobrevivido a base de comerse a otros animales, quizás ahora podamos cambiar en parte, movernos hacia un universo holístico que permita sobrevivir a todos sus elementos. Pero no debemos quedarnos en el contacto superficial. Debemos comunicarnos.

¿Qué aconsejarías a los jóvenes artistas que están empezando?

Les citaría a Satchidananda: "Si eres serio y tienes dedicación en la vida, puedes conseguir lo que quieras, ¡pero cuida que no sea lo único que consigues!” Lo cual significa que has de tener una visión creativa que abarque mucho más que la estrecha satisfacción de tu ego. Satchidananda también me dijo una vez: "Tú eres un instrumento. Convierte toda tu vida en la gran música. Afínate bien."

Notas:
[1]
N. del T.: Juego de palabras entre Pesty Mystic, "místico pelma" y pessimistic, "pesimista".
[2] Véanse Narada Burton Greene – Solo Orchestra in Real Time (Nimbus NS5504C, 1990) y Burton Greene Meets Sacred Baboons, disponibles directamente de Greene burton@cs.com o en info@sacredbaboons.com
[3] En aquel momento formado por Greene, Patricia Beysens (voz, fliscorno), Perry Robinson (clarinete), Hans Mekel (clarinete, tarogato), Roberto Haliffi (percusión) y Larry Fishkind (tuba)
[4] N. del T.: EmpTV, juego de palabras entre empty "vacío" y MTV /emtiví/
[5] N. del T.: Equivalente a la SGAE en Holanda



   
   
© Dan Warburton, Paris Transatlantic Magazine, 2004 (para el texto original )
© Fernando Ortiz de Urbina, 2005 (para la traducción al castellano)