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Phil Grenadier
Carlos
Pérez:
Has
editado recientemente tu segundo trabajo (“Playful Intentions”).
Características del mismo desde la perspectiva del autor.
Phil Grenadier: Lo
considero como una exploración variada del sonido, la textura y el
espacio realizada por el grupo. Para mí es algo abierto y fresco.
Abarcamos un territorio muy amplio, pero creo que la libertad y la
expresión dan unidad al CD.
C.P.:
Cinco
de las composiciones son temas propios. El resto versiones de lo más
variopinto. De hecho se podría decir que no hay ningún standard.
¿Crees que se abusa del standard a la hora grabar discos? ¿Qué
valor les concedes?
P.G.: Me
encantan los standards, simple y llanamente. Me encanta tocarlos y
escucharlos, pero soy consciente de que son necesarios nuevos puntos
de vista y aproximaciones después de las increíbles versiones que
ya se han hecho. Me gustaría grabar algunos standards en un futuro
disco; creo que ahí puede radicar mi fuerza, estirar y
desgarrar esos standards que me gustan, "liberándolos" a
ellos y a mí mismo; casi pasando por encima del material para hacer
algo "nuevo". A veces me siento un poco "chapado a la
antigua" por tener ese punto de vista, cuando ahora los músicos
y los críticos a menudo están "en contra" de los
standards, pero yo tengo que hacer aquello que considero es lo mejor
para mí en un momento determinado. También diría que el tema
"At a loss" de Brad Mehldau que he grabado, llegará a ser
un futuro standard.
C.P:
Tu
biografía nos cuenta que ya a los 16 años te dedicabas a la música
como profesional. ¿Quiere decir eso que en gran parte eres
autodidacta? ¿Cómo ha sido tu proceso de formación?
P.G.: Procedo
de una familia musical. Mi padre tocaba la trompeta en la banda de
la armada (durante la II Guerra Mundial). Crecí con dos hermanos; sólo
había año de diferencia entre nosotros. Mi padre nos hizo tocar la
trompeta a los ocho, siete y seis años de edad, siendo yo el mayor
(en realidad, empezamos con el ukelele). Seguí con la trompeta,
mientras mis hermanos se pasaron a la guitarra y al contrabajo.
Estudié técnica con un profesor de trompeta y toqué en todos los
grupos que pude. Los tres hermanos tocábamos juntos y escuchábamos
discos de jazz constantemente. Nos inspiramos y ayudamos mucho entre
nosotros. Nunca estudié música o improvisación en una escuela así
que, de alguna manera, soy autodidacta; pero he recibido muchos
consejos de músicos. Crecimos en San Francisco, en California; allí
me ayudó mucha gente: los trompetistas John Coppola y Eddie
Henderson son los primeros que me vienen a la mente; les siguieron
Mark Levine y Harvey Wainapel, que eran directores de orquesta.
Cuando me fui de San Francisco a Nueva York, consideré Nueva York
como mi “escuela de música”.
C.P.:
¿Qué importancia tiene en jazz el academicismo?
P.G.: Estoy
convencido de su valor, pero ¡no soy yo quien puedo ensalzar sus
virtudes!
C.P.:
¿Puede
un músico llamarse a si mismo de jazz sin conocer la tradición del
jazz?
P.G.: ¡Una
pregunta difícil! Diría que no, pero las palabras como "jazzman"
son sólo eso, palabras, y no captan lo que son la música o el
jazz... Pero los improvisadores existen en todas partes; dentro o
fuera del jazz y sus tradiciones.
C.P:
¿Cómo
delimitamos en la historia esa tradición del jazz? Algunos
aficionados creen que muchos, al hablar de tradición del jazz,
obvian conscientemente etapas concretas como el free-jazz que, no
olvidemos, se desarrolla desde hace más de 40 años.
P.G.: ¡Absolutamente!
Existe y ha existido mucha música. Es bastante complicado, pero
creo que se simplifica en exceso cuando se clasifica la música y se
crea una historia de la música. Mucha gente está todavía
intentando comprender y abordar parte de la música del pasado, como
el "free jazz" o el Miles de los setenta, por ejemplo.
Pero todos esos aspectos y cuestiones pueden escucharse en la música
actual.
C.P.: Y
llegados aquí, ¿podrías darnos tu particular definición del
concepto jazz? ¿Qué elementos son esenciales para poder hablar de
una música de jazz?
P.G.: Preferiría no hacerlo. Creo que sólo la
improvisación es un elemento esencial.
C.P.:
¿Puede
llegar a quitarle personalidad al músico un estudio exhaustivo de
cierto estilo o instrumentista? ¿Es posible conseguir un idioma
propio hoy por hoy como improvisador de jazz?
P.G.: Pienso
que es posible, desde luego, pero cuando uno pierde su propia
personalidad, no la pierde por siempre. Está todavía allí pero
uno debe buscarla. Creo firmemente que es posible para un músico de
jazz tener su propio lenguaje hoy en día. Gente como Steve Coleman,
Mark Turner o Kurt Rosenwinkel me vienen a la mente inmediatamente.
C.P.:
El
jazz ha buscado siempre nuevos caminos en el desarrollo de la música.
¿Lo sigue haciendo hoy? ¿De qué manera?
P.G.: El
jazz se desarrolla hoy de maneras muy diferentes y nuevas. Está
todo ahí: la tradición, la vanguardia, la improvisación
electro-acústica, la influencia del rock, nuevos sonidos/tecnologías,
la música étnica. ¡Todo esto es algo notable! Existen multitud de
combinaciones diferentes. Los músicos seguimos buscando e
integrando nuestras propias visiones e influencias.
C.P.:
Tus
colaboraciones son muy diversas, ¿qué nombres y qué tipo de
proyectos son los que te atraen?
P.G.: Tengo que decir que me encanta la
diversidad. Desde los standards del swing hasta el free; todo me
gusta. Me atraen los músicos que son abiertos y escuchan; que viven
el momento, sin prejuicios. Me gustan los músicos que tocan lo
inesperado, que evitan los clichés. Me gusta que el músico tenga
sonido, feeling y espíritu propio; y me gusta el espacio, que la música
“respire”... Los proyectos abiertos son los que más me atraen.
A menudo pienso que hay músicos que crean antes un CD en su cabeza
y luego lo llevan a la práctica, con unas ideas preconcebidas.
Prefiero un acercamiento más orgánico, donde las cosas se hacen
realidad en el mismo momento en que estamos en el estudio tocando.
Es sólo mi punto de vista, porque sé que hay muchos discos fantásticos
que se hacen del otro modo. Me gusta mucho el hecho de grabar con
formaciones muy diferentes. He grabado en formatos singulares como
el trío de trompeta, contrabajo y batería más un cuarteto de
cuerda; pero también con cuartetos, quintetos, octetos y hasta con
un grupo de 51 músicos con Anthony Braxton. Estos planteamientos
también me llevarán a realizar algún proyecto propio.
C.P.:
Cuéntanos tus proyectos futuros.
P.G.: Últimamente
he participado en muchas grabaciones como músico de sesión. Desde
el grupo de Jason Lindner a la "Ghost Trance Music" de
Anthony Braxton, pasando por Leo Genovese, un joven pianista
argentino notable, que va a grabar para Fresh Sound New Talent. He
viajado a Suecia, Noruega y Costa Rica recientemente y espero tener
más oportunidades de mostrar mi música por todo el mundo. Ahora
estoy empezando mi tercera grabación para Fresh Sound New Talent,
así que el resto del año me dedicaré a componer y planificarlo.
No sé exactamente cómo será, pero tengo muchas expectativas en
ello. Siempre aprendo mucho de las grabaciones. Estoy muy agradecido
al fundador de Fresh Sound, Jordi Pujol. Me siento honrado.
© Carlos Pérez Cruz, Tomajazz
2004
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