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De izda a dcha: Enrique Farelo, Carlos Lara, Sergio Cabanillas
y Abelardo Rábade
© Miguel Porras, 2004
Enrique
Farelo:
Cuéntanos
un poco tus comienzos, la etapa en la Berklee de Boston y el arranque
del proyecto inicial a trío.
Abelardo Rábade: El
proyecto a trío se materializó con el primer disco, “Babel de sons”,
grabado en directo durante la gira del INJUVE, pero nace cuando
Ramón Ángel, Paco Charlín y yo nos vamos a estudiar a Berklee. Antes
de la partida, allá por el ’95, teníamos una vaga idea de qué era
esto del Jazz, pero al irte a los E.E.U.U. realmente empiezas a
ponerte las pilas, y al darte clases gente especializada, te están
enseñando el Jazz de primerísima mano, y estás 24 horas al día relacionado
con el Jazz y con la música, en mi caso particular nace la voluntad
de estudiar composición de Jazz, de estudiar piano y la idea de
montar el trío. También tienes oportunidad de relacionarte y compartir
experiencias con mucha gente, como Miguel Zenón, con quien grabamos
varias cosas en los estudios de Berklee; eso es lo bueno que tiene
estar en un centro especializado de altos estudios en Jazz, algo
que ojalá consigamos algún día en España.
Carlos
Lara.: Tener
la oportunidad de estudiar en E.E.U.U. con grandes profesionales
de todas las tendencias como Barry Harris, más tradicional, y otros
maestros más vanguardistas; allí tocas todas las posibilidades que
ofrece el Jazz...
Abelardo
Rábade:
Claro,
se te abre un abanico de posibilidades, desde lo más vanguardista,
como mi mejor profesora, Joanne Brackeen, excelente pianista y sobre
todo excelente profesora por su metodología, muy esquemática, y
otros más tradicionales, como Barry Harris, de la escuela más bebop.
Siempre es conveniente en un lugar como este abrirte a cuantas más
opciones, mejor para poder disponer de multitud de opciones para
asimilarlas y después desarrollarlas en discos y en directo.
Enrique
Farelo.: Respecto
a tu viaje a Berklee, me ha parecido entender, entre líneas, que
ibas no un poco dubitativo, sino por otro lado distinto en el mundo
de la música y al llegar allí – que desonozco la motivación del
viaje – pues te dedicas al Jazz ¿cómo es eso?
Abelardo Rábade.: Para
responder a eso, tendríamos que retrotraernos algo más en el tiempo.
Yo empecé como tanta gente estudiando música en un conservatorio
en Santiago, y pasado un tiempo te da la impresión de que esto de
la música no te gusta porque también en aquel momento el conservatorio
de Santiago no tenía un programa muy bien planteado, y cuando mi
hermana y yo - que empezamos a estudiar música juntos - teníamos
8 y 9 años, prácticamente íbamos a dejar la música. Entonces abrieron
un centro de música creativa en Santiago de Compostela, Estudio
Escola de Música, que ofrecía otras posibilidades; se estudiaba
solfeo con estándares de Jazz y era gente relacionada con el Taller
de Músicos de Barcelona y allí surgió esa afición, casi sin darme
cuenta compaginando diez años el instituto con esta enseñanza más
orientada al Jazz. Cuando cumplí 17 años tenía dos opciones: decantarme
por el Jazz o hacer una carrera universitaria. Mis padres son escritores,
y quizás por eso entendieron la opción artística, me dieron todo
su apoyo para que fuera a estudiar Jazz. De manera que, contestando
a tu pregunta, el hecho de marcharme a Berklee fue porque ya había
probado algo del caramelo y decidí dar otro paso más para aprender
esa tradición en un centro especializado.
Enrique
Farelo.:
Eso
me lleva a otra pregunta – maliciosa, evidentemente -...
Abelardo
Rábade:
Pues
¡dale!
Enrique
Farelo: Me
embarga la duda. Dejas el conservatorio de Santiago: a) porque la
música que te enseñan no te gusta. b) El método no es interesante
ni la motivación.
Abelardo
Rábade: Claramente
porque el método no es interesante ni la motivación. La música clásica
es impresionante, claro que me gusta. De hecho, este último año
lo que más he estudiado ha sido a Johann Sebastian Bach, las variaciones,
las invenciones... y la tirria que tuve bastante tiempo a la música
clásica se ha ido. Me decanto claramente por la opción b), por un
mal sistema, porque el sistema educativo no es capaz de transmitirlo
adecuadamente, y la música clásica no tiene la culpa.
Sergio
Cabanillas.: ¿Qué
conclusiones sacas del método de enseñanza de la Berklee a un nivel
más espiritual? Lo digo porque hay una opinión bastante extendida
sobre Berklee como “fábrica de clones” que tiende a descuidar la
motivación creativa de sus estudiantes.
Abelardo Rábade: Ciertamente
ese es un pero que se le pone a Berklee habitualmente, aunque yo
no tengo esa impresión de la escuela. Quizás sea porque al ir allí
aproveché precisamente el material que tienen de “Jazz Composition”,
para mí lo más potente que tiene esa escuela. Después, evidentemente,
en el campo instrumental, depende de con quién estudies. Por ejemplo,
si estudias, como fue mi caso, con Hal Crook, realmente te abre
la mente a posibilidades infinitas en lo que es la improvisación.
Evidentemente durante el tiempo que estás allí recibes muchísima
información de gente que le da mucha importancia a transcribir música,
a ahondar en lo más tradicional o lo más vanguardista, pero yo creo
que un instrumento nunca se acaba de estudiar. El aspecto humanístico
lo va adquiriendo cada uno a su manera después de terminar en la
escuela, aunque sí es una crítica que se la pueda hacer a la escuela,
y la he escuchado muchas veces.
Enrique
Farelo: ¿Qué
opinas de esa rigidez académica a la hora de interpretar la música
libre improvisada?
Abelardo Rábade.: Uf,
es una pregunta difícil de contestar. Por una parte están los elementos
de la tradición jazzística, algo que Berklee ofrece, la línea dura
de lo que es esta música, el Jazz académico, y por otro lado está
el factor más espontáneo, más creativo, que llevado al extremo es
lo que sería la música libre improvisada. En Berklee prima más la
tradición, lo académico, el sistema de trabajo.
Enrique
Farelo: ¿Qué
crees que opinarían los profesores que imparten esas enseñanzas
de que uno de sus alumnos se dedicara a la libre improvisación?
Abelardo Rábade: Yo
creo que lo verían bien, De hecho, en Berklee hay ensembles de música
libre improvisada. Hal Crook, el trombonista, tenía uno de free
jazz y George Garzone, el saxofonista tenor, tenía otro. El trío
de George Garzone con Bob Gullotti, The Fringe, lleva tocando 20
años free jazz en The Lizard’s Lounge, que es un local de Boston.
Dentro de las diferentes estéticas del Jazz, también en Berklee
está contemplado.
Enrique Farelo: No
obstante, queda en el aire una duda, para los oyentes y lectores:
¿tiene que ver la libre improvisada con el Jazz?
Abelardo Rábade: ¡Uf!¡con
la iglesia hemos topado...! Es difícil de contestar, y además es
una de las paradojas más grandes, que puede avivar aquí el debate.
Fijaos que el Free Jazz es una corriente que nace en los años ’60
fundamentalmente como protesta de los afroamericanos, un punto de
renuncia a todo lo que sea tradición blanca, y fijaos dónde tiene
más calado el Free Jazz hoy en día: en Europa, es una paradoja curiosísima.
¿Qué entendemos por Free Jazz y qué entendemos por Música Libre
Improvisada? Ésta última puede ser una entelequia, que cada uno
haga lo que le salga, mientras que el Free Jazz supuestamente tiene
algún retazo de Jazz por alguna parte, no sé cuál es vuestra opinión
al respecto, si trazáis una línea divisoria...
Carlos Lara: Yo
creo que la música libre improvisada simplemente se crea mientras
que se toca, en el transcurso de la interpretación, y que puede
tener relación con el Jazz o no tenerla.
Abelardo Rábade: Yo
creo que podría entroncar más con la música contemporánea de algún
modo, más que con una tradición jazzística, de todas formas tengo
curiosidad, es un tema que me interesa...
Enrique
Farelo:
Yo
coincido en parte con lo que váis diciendo. Tal y como interpreto
la libre improvisada, que tal vez algún especialista no esté de
acuerdo...
Carlos Lara:
...en
clara alusión, saludamos a nuestro compañero Chema Chacón, una autoridad
en la materia, que nos estará vigilando desde alguna parte...
Enrique
Farelo: ...y
cuyo espíritu está revoloteando por el estudio, seguro. Para mí
la Música Libre Improvisada nace del Free Jazz. Otra cosa es que
luego se vaya deformando y efectivamente tenga que ver con aspectos
de la música contemporánea y electrónica incluso. En el extremo,
el instrumento mismo deja de ser tal.
Sergio Cabanillas: Yo
esa frontera la definiría con las palabras que me pasaron por la
cabeza la primera vez que escuché en directo a Cecyl Taylor a piano
solo: locura con método. Porque tiene su parte de locura, pero tiene
método, hay una repetición de estructuras, frases definidas. Cuando
ese método desaparece, ya es terreno de la libre improvisada, ahí
encuentro la frontera, por difusa que sea.
Abelardo
Rábade: Yo
soy partidario de la forma, aunque sea difusa y haya momentos en
los que se pueda ser espontáneo y creativo, yo soy partidario de
que haya unas formas y unas reglas de juego.
Sergio
Cabanillas: En
“Simetrías” ya se dejaba ver plenamente tu carácter como compositor
y como intérprete, además de una cierta afición por el riesgo, ¿quiénes
constituyen tus influencias?
Abelardo Rábade: Pues mis dos admiradísimos pianistas son Keith
Jarrett y Herbie Hancock. Los admirados son Corea, McCoy (Tyner)
y de los tradicionales Thelonious Monk y Wynton Kelly.
Enrique Farelo:
El primer tema de “Babel de sons” a mí me suena a Thelonious, donde
el piano se convierte más en un instrumento de percusión que de
teclado...
Sergio Cabanillas: También se nota el apoyo que haces con
la mano izquierda a Paco Charlín, lo que hace ganar en contundencia
a la base.
Abelardo
Rábade: Efectivamente.
De hecho es un recurso muy efectivo, apoyar con el piano los graves
del contrabajo. Hay un tema del último disco el “203” que destacabas
en tu reseña que incluso parecía tener retazos del rock, con esos
graves afilados, y como digo es un recurso muy efectivo.
Sergio
Cabanillas: Dependiendo de con quién hables de esto, te pueden decir
que el contrabajista llegará a odiarte por meterte en su terreno...
Abelardo Rábade: Claro, pero se trata más que nada de un refuerzo,
y sólo se hace en la exposición del tema, no en la sección de solos.
En el cuarteto clásico de Coltrane, McCoy se inventó de repente
lo de las quintas en el bajo con Jimmy Garrison. Antes de McCoy,
parece que la sección grave del piano ni se tocaba durante un solo,
y McCoy, con el recurso de hacer quintas en el bajo y apoyar con
acordes en el registro tenor del piano después, abrió ese filón.
Son diferentes opciones de orquestación y todas valen para componer
temas.
Enrique Farelo: Ya que hablamos de él. McCoy Tyner grabó en 1975
uno de los discos más impresionantes de la historia del Jazz, a
mi modo de ver, “Trident”, con Elvin Jones y Ron Carter en el que
Mcoy hizo algo que hasta la fecha yo no he escuchado a nadie: incluír
en el trío para piano una celesta y un clavicordio ¿cómo lo aprecias,
serías capaz de hacer algo similar en el futuro?
Abelardo Rábade: Vaya, la verdad es que sería impresionante.
Es interesante de cara a innovar, y desconozco esa grabación, pero
de momento me centro en el piano. Tomo nota de la idea.
Sergio Cabanillas: Hablando
de tu segundo trabajo, en mi opinión infravalorado por la crítica
y tildado por algunos de “frío” o “poco musical” ¿Cómo se concibió
“Simetrías”, cómo viviste los sudores de la segunda edición?
Abelardo Rábade: Sí,
es cierto, con ese disco hubo sus más y sus menos. Fue el resultado
del trabajo del trío haciendo giras por festivales y locales del
país, y a mí lo que realmente me sorprendió fue que lo que yo veo
como una virtud en el disco, parte de la crítica lo vio como un
defecto: yo creo que es una muestra muy ecléctica de distintas maneras
de ver el Jazz, con temas como “Simetría”, que tiene un aire más
a Chick Corea...
Sergio
Cabanillas: ...además en este tema se utilizan recursos como las
cuerdas del piano al aire, disonancias, percusiones, y temas más
hard bop, como “Hotel Minerva”...
Abelardo Rábade: Exacto, es mucho más tradicional, con
escobillas, hay un bolero al final... para mí, en el momento de
hacer el disco, piensas en que tenga un equilibrio, con un
espectro amplio de lo que el Jazz puede ser, y mucha gente vio en
eso “...que este chaval se defina, se decante”, y pedirle eso a
alguien con 24 años es un poco una locura, que tengas tu propio
estilo definido y depurado a esa edad...
Carlos Lara: Además,
este disco también está grabado a modo de directo.
Abelardo Rábade: Sí,
en el Teatro Principal de Pontevedra, pero sin público. Más que
nada por el pedazo de Steinway gran cola que tienen allí, es una
delicia. Nos encerramos allí tres días, hicimos las tomas en directo,
y disco va.
Sergio Cabanillas: ¿Qué balance hacéis de “Simetrías” en
cuanto a ventas, difusión, crítica, público?
Abelardo Rábade: En
principio bueno, aunque siempre te sorprende – esto de las estrellitas
de las publicaciones – llevarte dos estrellitas en alguna publicación
y cuatro en una revista japonesa, que te dan palos fuertes en casa.
De todos modos estas cosas ayudan a asumir que esto no es un camino
de rosas, y mucho menos en España y tocando Jazz, y darte cuenta
de que tu trabajo es opinable, criticable, y esos comentarios hacen
que uno espabile, se replantee cosas y pensar que aparte de que
para gustos se pintan colores, pues algo de razón puede tener el
que opina así. En líneas generales, bien, nosotros en el grupo vivimos
la segunda experiencia discográfica, creo que es un disco más maduro
que “Babel de Sons”, mejor producción, y muy variado de estéticas,
lo que algún crítico vio como censurable, para mí es una de sus
virtudes.
Sergio
Cabanillas: Antes hablábamos a micrófono cerrado, entre bromas,
de aquello de “Galicia calidade”, pero aplicado a los buenos músicos
de Jazz que están saliendo de allí, cuéntanos cómo está el panorama.
Abelardo Rábade: Pues la cosa va subiendo. Por ejemplo,
el guitarrista Michel González, que está en el “GHU!” en un par
de temas, ahora está en Berklee, en Boston, estudiando. El año pasado
estuvo por Galicia con su trío dando conciertos por allá, está tocando
muy bien. Hay gente en el Seminario Permanente de Jazz de Pontevedra,
que es una actividad que hacemos todos los sábados allí con unos
25 o 30 estidiantes, que están empezando a despuntar, como Pablo
Castaño, un saxofonista alto del que yo creo que oiréis hablar pronto,
a ver si graba. Aparte, evidentemente, de Baldo Martínez, que sigue
haciendo discos, el nuevo disco de Alberto Conde del que hablábamos
antes a micro cerrado... yo creo que por Galicia se está cociendo
la cosa, y está empezando a dar sus frutos, hay mucha energía.
Enrique Farelo: Con
este disco, “Simetrías”, ¿a nadie se le ha ocurrido decirte que
eres el hijo negro de Tete?
Abelardo Rábade: Sí,
bueno, lo de Tete, sí que es cierto que la gente quiere buscarte
padre, y lo he oído varias veces, “estamos ante el nuevo Tete”o
“el heredero de Tete” y tal; no sólo por el disco, sino también
por el hecho de recibir el Premio Tete Montoliú, uno se dice, caray,
ahora tengo una responsabilidad aquí. Además tengo colgado el cuadro
que te dan frente a la cama en mi cuarto, en Santiago, y cada vez
que me levanto, veo el conmemorativo de la Bienal SGAE Tete Montoliú
y piensas: tengo esa responsabilidad a mi espalda y tengo que dar
la talla. Tete me encanta como pianista, discos como “Body and Soul”,
el que más me he estudiado de Tete, es impresionante como utiliza
los “Coltrane changes” – una de las innovaciones armónicas más interesantes
que se hicieron en Jazz - muy poco después de que Coltrane empezara
a utilizarlos, desde aquí, desde España, utilizando esas técnicas,
improvisando, con un fraseo de muerte...
Sergio
Cabanillas: Además, aparte del premio, un servidor tuvo la suerte
de conocer a Abe Rábade en un concierto de homenaje a Tete, presentado
por Montserrat, viuda del maestro, que se celebró en la E.T.S. de
Ingenieros de Telecomunicación, en Madrid, fantástico concierto
a piano solo.
Enrique Farelo: Siempre se ha dicho que Tete tocaba como un
negro, ¿Abe Rábade piensa como tal cuando toca?
Abelardo Rábade: Pues creo que hay cosas que tienes que
pensar obligatoriamente como un negro cuando tocas; cuando tocas
un tema hard bop, como el tema “N.Y. Dilemma”, el fraseo hardbopero
tiene que ser así, es negro, y el color se lleva dentro, aunque
uno sea blanquito de piel – y yo lo soy bastante -
siempre tienes que tener esa referencia, y en ese sentido,
el fraseo a corcheas de Tete era totalmente negro, y creo que cuando
tocas un tema swing tienes que tener eso en mente.
Carlos
Lara:Tete
solía tocar casi siempre con tríos estables, algo que tenéis en
común y que a mi modo de ver es una ventaja en España, donde no
hay apenas precedentes y hay que mirar hacia fuera para encontrarlos,
caso del trío de Esbjörn
Svensson, Bobo Stenson... ahora mismo parece ser el único
trío estable de piano con el que contamos en España.
Abelardo Rábade: Cierto,
esa es un poco mi filosofía de trabajo, que haya una evolución a
través de los años y a través de los discos que uno puede sacar,
y poder contar con la misma gente permite ver la evolución personal
a través de los años de convivencia, y por otro lado profesional
y artística; para mí de momento el ideal es mantener ese trío de
forma estable, que Ramón y Paco aporten sus ideas; yo sobre todo
aporto temas y la dirección musical; es extraño que en España no
haya otro trío estable.
Carlos
Lara: Eso
me da pie para enlazar con el nuevo trabajo, ¿cómo llegas a la necesiad
de trabajar en cuarteto o quinteto?
Abelardo Rábade: Los
temas que conforman el “GHU! Project Vol. 1” son temas trabajados
a trío en giras, en diferentes locales y festivales, y al tener
tantos detalles de composición, se quedaba pequeña la orquestación
a trío y pensamos: ¿y si incluímos dos solistas?, es más: ¿incluímos
dos solistas tan brillantes y tan diferentes entre sí como son Chris
Kase y Jesús Santandreu, que son casi dos polos opuestos estilísticamente
hablando?; Chris es mucho más lírico y Jesús es muchísimo más visceral
- al menos esa es la opinión que tengo cuando toco con ellos y cuando
escribí para ellos -. Todo parte del trío, es un incremento de la
orquestación, pero la idea de partida es la misma; también es el
reto de someter el trío a una prueba: acompañar a solistas, lo que
también supone madurar, porque tocar con Jesús requiere una forma
especial de acompañar, que es totalmente diferente a la que exige
Chris, así que nos enfrentamos a un disco y una forma de trabajar
más compleja, donde hay más arreglo, donde hay más interludios,
hay más partes escritas y al crecer la orquestación hay mayor complejidad,
sin que ello le quite protagonismo a las secciones de solos y al
factor más espontáneo, que también está presente en el disco.
Enrique
Farelo: A
la hora de crear el disco ¿qué ha sido más importante: la composición,
la técnica individual o el sentimiento?
Abelardo Rábade: Vaya, buena pregunta. Yo creo que me
quedaría con el sentimiento, pero hay que equilibrar las tres cosas.
Por una parte tienes el trío, que es estable y sabes cómo te responde,
pero por otra parte trabajas con dos solistas que tienen sus ideas
y su fraseo, y tienes que conseguir un equilibrio. Por ejemplo,
tienes el tema “203”, donde hay una parte obligada, que es la exposición
del tema, y una improvisación colectiva durante la sección de solos,
que depende muchísimo del momento, se crea un clima distinto cada
vez que lo tocas, de forma que el resultado que salió en Boadilla,
cuando lo tocamos en directo, es totalmente distinta a la que hay
en el disco; es hacer un poco de equilibrista, pero siempre el sentimiento
por encima de todo.
Enrique
Farelo: ¿Tienes
algún tipo de ritual particular a la hora de escribir?
Abelardo Rábade: Pues mira, interviene la inspiración,
y hay momentos en los que sientes que tienes que ir al piano a hacer
un tema. Es empezar a tirar de un hilo. A veces es una melodía,
a veces es un ritmo y a veces – dejando musas y meigas aparte –
te lo tomas más como un ejercicio planificado, hay un poco de todo
pero mayoritariamente es sentarse al piano y buscar, buscar y buscar
una determinada sonoridad, dejando que el oído y la intuición te
guíen por aquí y por allá, y después llegas a una conclusión que
evidentemente tiene que pasar el examen de un ensayo para ver si
el tema vale la pena, y en el proceso se arrugan muchos papeles,
pero casi siempre partiendo de un motivo que haya provocado una
emoción en tí que te lleve a escribir una composición; de ahí sale
un sentimiento especial que ojalá llegue a la gente cuando lo tocas,
que es a lo que uno aspira como compositor.
Carlos
Lara: Uno
de los temas del disco es el “Trinkle tinkle” de Monk, ¿por qué
ese tema en particular entre todo su repertorio?
Abelardo Rábade: Os cuento la anécdota. El disco estaba
cerrado con “Praça da alegría”, temas interludios... y sobraba tiempo
en el estudio, y dijimos: ¿nos vamos, lo dejamos aquí?. En aquellos
días – 16 o 17 de Septiembre de 2002 – y Paco, Ramón y yo aprovechamos
ese tiempo para grabar algunos temas a trío; yo estaba muy metido
en la música de Monk, repasando temas y ahí lo grabamos. Como quedó
bien, sin arreglar ni nada, nos pareció un buen tema como fin de
fiesta, algo opuesto a todo lo anterior en el disco, donde prima
el arreglo y la composición; esto fue totalmente espontáneo, ya
da la sensación de estar en un local, dentro de una jam session
y esa es la razón para incluír ese tema.
Sergio
Cabanillas: Cómo
ha surgido el cambio de sello y a qué se debe que entre las fechas
de grabación de “Simetrías” y las de “GHU! Project Vol.1” haya una
semana de diferencia y éste último haya visto la luz dos años después.
Abelardo Rábade: El cambio de sello se ha debido a que
uno busca medrar en lo que se refiere a distribución y difusión
de la música, y Karonte es un sello que tiene más potencia en eso
de lo que tenía Xingra, y es una apuesta para aumentar la capacidad
de difusión de tu trabajo, aunque es complejo, como bien sabéis,
que salga a la luz toda la música que uno quiere que salga, y a
veces se hace cuesta arriba tener una idea, un proyecto musical
montado e ir con tanto retraso en la edición de los trabajos; también
habrá influído que el sector discográfico esté atravesando esa crisis.
Yo estoy contento con la nueva discográfica, con el trabajo que
están haciendo de promoción del disco, y espero que todas esas ideas
que tengo en mente cristalicen en disco y reducir ese retraso acumulado
en la edición; si no es así, siempre está el directo para compensar
estas cosas, y ya sea a trío o a quinteto ir madurando el material
que tienes más fresco y con el que quieres avanzar y mirar hacia
el futuro. Es un tema peliagudo.
Sergio
Cabanillas: Hablando
de temas peliagudos, ¿conoces las actividades de la Plataforma de
Apoyo a Nuestro Jazz?¿qué opinas, cuál es tu posición al respecto?
Abelardo Rábade: Pues
la reivindicación del 50% de programación de Jazz nacional es absolutamente
necesaria,
y es algo en lo que, por ejemplo, Portugal nos da mil vueltas, y
en Francia igual o más aún. Es alucinante que habiendo la cantidad
de bandas y de talento que tenemos en España en cuestión de Jazz,
me han llegado muchos correos de la Plataforma diciendo que la razón
de algunas organizaciones era “la falta de calidad” del Jazz español,
y entonces ya te tiras de los pelos. Mi nombre aparece como firmante
del manifiesto reivindicando esa igualdad y yo creo que tiene que
cambiar la situación porque aquí hay calidad y se tiene que contar
con el músico nacional para las programaciones de festivales, y
no simplemente como meros teloneros de estrellas internacionales,
debería ser la prioridad de todas las instituciones y los patrocinadores
tirar para el producto de aquí.
Sergio
Cabanillas: Y
demostración de peso la hemos tenido este fin de semana en el V
Festival de Boadilla del Monte, cuyo responsable, nuestro compañero
Pablo Sanz ha tenido la suficiente osadía como para plantear un
programa íntegro de músicos nacionales de altísimo nivel, que se
ha saldado con más difusión que otros años. En otro orden de cosas,
nos has contado que se te mezclan unos proyectos con otros, y por
lo que dices, hay para dar y tomar, así que cuéntanos cuáles son
tus proyectos de presente y futuro.
Abelardo Rábade: Ahora mismo estamos a trío montando temas para
un proyecto que consiste en poner música a siete fotografías, si
se puede hacer esa traslación de un arte a otro, algo subjetivo,
pero la idea es esa, y en la edición del futurible disco estarían
esas fotografías, muy distintas entre sí y sacan a colación temas
muy distintos; hay una fotografía de una avalancha, y el tema es
muy agresivo, hay otra que consiste en dos niños medio perdidos
en una carretera y el tema se llama “Nómadas”... esa es la idea,
y estamos madurando esos temas para poder editar un disco. Además,
el pasado 28 de Mayo, como este año es Xacobeo en Galicia, la Xunta
nos ofreció la posibilidad de montar un espectáculo, e hicimos una
suite de nueve cantigas medievales adaptadas al Jazz en contexto
de sexteto, con Pablo Castaño al alto, Chris Kase a la trompeta,
Jesús Santandreu al tenor y el trío, y es algo bastante especial,
es jugar con música medieval, utilizar armonía y ritmo de Jazz y
la mezcla resultante es bastante explosiva. Por otra parte tengo
arreglos a septeto con trompeta, alto, tenor y trombón (Toni Belenguer)
más la sección rítmica, así que material hay de sobra para discos
o, como mínimo para directos futuros.
Sergio
Cabanillas: ¿Podríamos
estar hablando de un “GHU! Project Vol. 2”?
Abelardo Rábade: Pues uno de esos trabajos será el volumen
2, sean cantigas o a septeto.
Sergio
Cabanillas: Aún
tenemos pendiente hablar ineludiblemente del tema “Bártok”, si tenéis
algo que añadir...
Enrique Farelo: Pues precisamente quería preguntar si el
protagonista considera a Bela Bártok un genio.
Abelardo Rábade: Me
parece un tremendo innovador, que ya utilizó el piano como instrumento
de percusión y es el creador de una nueva armonía, a veces muy críptica,
muy encerrada en sí misma, utilizando intervalos muy agresivos y
mucha disonancia; es un compositor muy interesante porque hizo una
recontrucción de la música tradicional de su país, donde hay una
hibridación con la música clásica y desde luego es un gran innovador
de la música para piano del siglo XX. En cuanto al tema del disco,
lleva su nombre porque la melodía del tema es muy, muy enrevesada,
y se toca utilizando una técnica de polirritmias – esto es algo
complejo de explicar sin un piano delante – que tiene esa sonoridad
peliaguda, Bartokiana; después, la sección de solos es un blues
up-tempo muy rápido, a toda velocidad y la exposición del tema tiene
esa reminiscencia de Bártok. Es curioso cuando lo tocamos en directo,
porque en las paradas que tiene el tema la gente se queda sorprendida,
pensando ¿qué va a pasar aquí?, y de repente entra un golpe en el
cuarto tiempo y... es el típico tema que descoloca un poco a la
gente por la forma en la que está hecho el arreglo.
Enrique
Farelo: La
pregunta también buscaba indagar sobre si el genio nace, se hace...
Abelardo Rábade: Vaya, esa es la pregunta del millón...
Enrique
Farelo: Visto
de otro modo: ¿Con trabajo se puede llegar a ser un genio?
Abelardo Rábade: Yo creo en el trabajo. También creo
que tiene que haber ciertas cualidades innatas en un músico, pero
sin trabajo, no se llega a ninguna parte, pero trabajando creo que
uno puede llegar a ser algo muy cercano a un genio sin tener gran
talento previamente, pero la pregunta es casi imposible de contestar...
Enrique
Farelo: Pues
la cambio de nuevo: ¿Con trabajo se puede llegar a ser Mozart, a
ser Miles, a ser Duke?
Abelardo Rábade: Hecha de ese modo, no.
Sergio Cabanillas: Yo
creo que para llegar a la genialidad hace falta la sal de la locura,
¿no crees?
Abelardo Rábade: Sí yo creo que algo loco hay que estar,
y más para meterse en esto del Jazz (risas).
© Sergio Cabanillas, Tomajazz
2004
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