EL PESO QUE TIENE el jazz en la
música está fuera de toda duda: es ampliamente reconocido
como uno de los pilares fundamentales sobre el que se ha apoyado
la revolución musical del siglo XX. De hecho, en la mayoría
de los países donde existe una cultura musical elevada
–léase Holanda, Francia, Alemania, etc...-, se le
ha dado al jazz un reconocimiento institucional, enmarcándolo
dentro de las enseñanzas oficiales de música. Esto
ya nos indica que el jazz es una música con una esencia
más cultural que comercial, y que necesita de una consideración
especial equiparable a la que se concede a la música clásica.
El jazz, que comenzó con
la unión de las culturas musicales africana y europea,
siempre se ha caracterizado por su diversidad cultural, adaptándose
a otros géneros como la música latina, brasileña
y otros estilos tradicionales procedentes de todo el mundo. En
España, el jazz se fusiona con el flamenco, la jota, la
muñeira, etc..., e introduce instrumentos genuinos de las
culturas peninsulares e ibéricas como la txalaparta, la
dulzaina o la zanfona, lo que contribuye al enriquecimiento, regeneración
y difusión de estas músicas folclóricas y
ofrece una nueva perspectiva y enfoque del rico y variado patrimonio
cultural de nuestro país. Bueno será no perder de
vista esta idea de cara al III Encuentro de Creadores que la SGAE
organiza en Barcelona entre el 1 y el 3 de febrero, precisamente
bajo el lema de “La fuerza de la diversidad”.
En España, el género
jazzístico ha experimentado en los últimos 25 años
un gran reconocimiento mas allá de nuestras fronteras,
aun a pesar de que el apoyo institucional a la difusión
en el exterior de lo que aquí hacemos los músicos
de jazz es nulo. Incluso la difusión interna deja mucho
que desear: en los medios de comunicación apenas tiene
cabida el jazz realizado por músicos españoles.
Por desgracia, parece que continuamos con ese complejo de inferioridad,
tan español, según el cual lo que aquí hacemos
nunca puede ser tan valioso como lo que viene de fuera.
Esta penosa situación está avalada por datos reales.
Por ejemplo, en lo que se refiere a enseñanza musical oficial,
la LOGSE consagraba el jazz como especialidad en el grado superior,
pero, 13 años después de aprobada la Ley, esta disciplina
sólo se encuentra completa en Cataluña, Navarra
y Euskadi; en el resto del país, o no existe –lo
más habitual? o se aplica sin rigor y sin profesorado que
conozca de verdad este lenguaje. El caso más escandaloso
es el de la capital de España, donde no existe un solo
Conservatorio Superior de Música donde se pueda cursar
esta especialidad. Aquí hacemos una mínima exigencia:
que se aplique la enseñanza que figura en la Ley y que
los músicos de jazz educados de forma autodidacta podamos
optar a un título oficial.
Pero esto sólo es una pequeña
parte del problema. La dificultad de llevar a cabo proyectos creativos
en esta música está siempre presente. No existen
circuitos para el jazz en este país. Muy pocos músicos
pueden tener una mínima continuidad para dar conciertos
con regularidad. Los festivales de jazz en nuestro país,
abundantes y muchos de ellos con presupuestos elevados, invierten
la mayor parte de su dinero en costosos y llamativos proyectos
musicales que, por venir del exterior, de Estados Unidos principalmente,
parecen más “prestigiosos”. Algo parecido sucede
con el cine español frente al americano, con la diferencia
de que, si bien el apoyo institucional a nuestro cine es insuficiente,
a nuestro jazz es NULO.
Pero si conseguir mostrar nuestra música en concierto es
difícil, no lo es menos editar discos. Los costes de las
producciones son caros para los resultados de ventas que se obtienen,
debido en gran medida a lo complicado de la distribución
en un mercado saturadísimo y una sobreproducción
exagerada, donde los productos extranjeros dentro del jazz tienen
mayor cabida que los nacionales. Es necesario habilitar espacios
específicos para la distribución del jazz español,
así como garantizar su difusión en los medios de
comunicación públicos. Además, se deberían
de facilitar a los músicos los medios técnicos existentes
en RTVE, al igual que sucede en otros países del entorno
cercano donde los conciertos de jazz autóctono son producidos
y emitidos en radio y televisión. Y todo ello por no hablar
de una inexistente Orquesta Nacional de Jazz en España....
Son muchos los temas pendientes
y no se trata de pedir limosna ni de quejarse por quejarse, sino
simplemente de poner las cosas en su sitio. Si una música
como el jazz tiene un lugar merecidamente reconocido en todo el
mundo, debemos de ponernos a trabajar ya y valorar un poco más
lo que tenemos en casa. ¿No se apoya a las empresas españolas
para que los beneficios repercutan en nuestra economía?
Pues lo mismo pedimos para nuestro jazz, ya que la mayor parte
del dinero que se invierte en jazz en España se va al exterior.
Si los grandes escaparates del
jazz en nuestro país -los grandes festivales- están
repletos de grupos procedentes de otros países... ¿cómo
vamos a mostrar lo que se hace aquí? Cuando alguien quiere
saber, por ejemplo, lo que sucede en el jazz francés, mira
las programaciones de sus festivales, los artículos en
sus periódicos o revistas especializadas o escucha los
programas en su radio y televisión. El resultado es una
digna presencia, conocimiento y valoración del jazz francés;
si aquí tratamos de informarnos en los medios, concluiremos
que el jazz actual es sobre todo americano, que el jazz español,
e incluso el europeo, es algo anecdótico y de mucha menor
entidad.
Otro aspecto es el fiscal y laboral…
tan complejo y dramático que pocos son los músicos
de jazz en este país –prácticamente ninguno-
que tiene una digna cobertura en prestaciones sociales, sufriendo,
además, una enorme presión fiscal. ¿Cuántos
músicos se han quedado sin una triste pensión después
de un accidente o enfermedad que los incapacite para su trabajo?
¿Cuántos pueden tener una jubilación digna?
En este terreno está todo por hacer. ¿Para cuándo
una reforma REAL de la Ley en materia de seguridad social para
los artistas?
Esto sólo es una reflexión,
pero también quiere ser una exigencia, en primer lugar,
como músico, y en segundo, como ciudadano que no quiere
que le limiten su acceso a la cultura.
Y para finalizar, unas preguntas
para quien corresponda:
- ¿Qué hacen de
forma general las embajadas culturales españolas por nuestro
jazz?
- ¿Qué hace el ministerio
de Cultura por nuestro jazz?
- ¿Qué hacen la
radio y la televisión públicas por nuestro jazz?
En la actualidad existe una federación
nacional de asociaciones de músicos de jazz, así
como asociaciones de músicos de jazz en Cataluña,
Madrid, Valencia, Badajoz y Salamanca. También, de más
reciente formación, está la “Plataforma de
Apoyo a Nuestro Jazz”, integrada por músicos, periodistas
y aficionados. Creo que hay suficientes organizaciones donde la
Administración puede asesorarse sobre la situación
real del jazz en este país y, en colaboración con
todos los implicados, empezar a tomar iniciativas serias y efectivas.
Baldo Martínez es contrabajista y miembro de la Plataforma
en Apoyo a Nuestro Jazz. Madrid, enero de 2005.
Direcciones de interes:
http://www.amjm.org/
http://www.musicosasociados.org/nuestrojazz
http://www.musicosasociados.org
http://www.tomajazz.com
Más
información sobre el "III
Encuentro de Creadores de la SGAE: Barcelona 1-3 Febrero 2005"