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Sergio
Cabanillas: Podríamos comenzar por informarnos de
tus actividades desde la publicación en 1999 de “Solo
Album”, o retrotraernos a los comienzos de tu carrera; creo
que Enrique tenía algo que preguntarte algo a ese respecto.
Enrique Farelo: Ya que me pasáis el testigo,
comienzo: ¿Cómo se te ocurrió comenzar tu carrera
discográfica llamando a tu disco de debut “Mi carro”,
algo que podía inducir a la confusión al público?
Chema Sáiz: La verdad es que quizá
fuera una operación arriesgada, pero puedo decirte que fue
algo muy natural para mí, porque en mis años mozos
trabajé el folclore puro y duro, sin fusión alguna,
en dos grupos de folk con repertorio de música popular. Me
gustaba especialmente el folclore castellano de ambas mesetas, y
había grupos folclóricos que me atraían, aunque
he de decir que, pese a llamarse el disco “Mi Carro”,
lo cierto es que Manolo Escobar nunca me apasionó (risas).
La idea surgió tocando standards con esa formación:
Kevin Robb (saxo), “Sir Charles” (batería) y
Richie Ferrer (contrabajo), no los más conocidos –
algo de repertorio de Wes Montgomery, que a mí me gusta mucho
y me ha dejado huella, una de mis grandes influencias – y
tocando en Jaén me dio por dedicarle a esa audiencia una
versión del tema “Andaluces de Jaén” del
grupo Jarcha (uno de mis favoritos en su momento); me dí
cuenta de que funcionó muy bien, la gente disfrutó
y lo aplaudieron mucho; a los pocos meses, de concierto en Almería,
toqué el “Mi Carro” con similar éxito.
Entonces descubrí que tenía a mi disposición
un amplio repertorio de temas populares y comencé a rescatar
temas que yo había cultivado en su día como “El
molondrón” o “El pozo de Maria Luisa”.
“El juramento de Carlos I” es una intro del disco “Los
Comuneros” del Nuevo Mester de Juglaría y también
la arreglé, como “La tía Melitona” y otros,
así que la cosa no surgió de forma premeditada o ficticia,
sino totalmente espontánea, tomando el camino del Jazz y
el camino del folclore y fundiéndolos.
Sergio: En parte, aunque pueda
sonar atípico con el repertorio tradicional del folclore
mesetario, no es muy distinto de lo que ha hecho el Jazz con la
música popular afroamericana...
Chema: No es que no sea muy distinto, es exactamente
igual. Puede parecer sorprendente, pero a este respecto ocurren
dos cosas: en primer lugar, el folclore tradicional de aquí
no se conoce, por eso están en su lugar el “Mi carro”
y el “Te estoy amando locamente”, sin embargo “La
tía Melitona” ya no lo conoce tanta gente, y si hablamos
de “Habas verdes”, pues ni te cuento... no es como la
bulería; por ejemplo, los mayos tienen una forma musical,
igual que la bulería, sólo que esta ya era bien conocida,
y sin embargo los mayos, las marsas, etc., no se conoce más
que a un nivel muy minoritario por gente que investiga eso; en segundo
lugar sorprende por la elección de temas como “Mi carro”,
tal vez el tema más emblemático del proyecto. Si en
vez de elegir este tema hubiera escogido cualquier otro tema castellano
o andaluz y le cambio el beat al 2 y al 4 además de retocar
la melodía, puede que hubiera tenido más respuesta.
Otra fórmula que no descarto utilizar en un futuro y que
pudiera ser más exitosa es, en lugar de americanizar –
no escucharás castañuelas, panderetas o botella de
anís en “Mi carro” o “La tía Melitona”
- nuestro folclore, incluír, como ha hecho Javier Paxariño,
lenguaje folclórico con algunos sonidos tradicionales y fundirlo
con el Jazz; sin ir más lejos, Jose Luis Gutiérrez
trabaja con melodías de su tierra y las conserva intactas.
Enrique:
¿Podríamos considerar tus trabajos y los de Baldo
Martínez dos caras de la misma moneda en lo que al Jazz y
al folclore se refiere?
Chema: Ése es exactamente otro ejemplo que
estaba buscando, porque considero que Baldo conserva una parte pura
de la música de la que proviene, por lo que no suena americano
en todo momento. En mi opinión ha hecho una excelente fusión
entre el Jazz moderno y la música de la que naturalmente
procede. De hecho podrían considerarse hasta dos monedas
diferentes, porque en mi forma de hacer la música, de interpretarla,
no he conservado nada típico español, cosa que Baldo
sí ha hecho. Hemos llevado a cabo esa fusión de formas
diferentes, y en mi opinión la suya ha sido más acertada.
Enrique: El hecho de reconocer el mérito
de otro músico te confiere un gran valor, es de agradecer.
Sergio: En cuanto a las repercusiones de “Mi
carro”, ¿Cómo cayó este trabajo entre
público y crítica?
Chema: Pues en unos sitios cayó bien, en
otros mal y en otros regular (risas). Entre el público cayó
mejor. En general, este proyecto ha tenido dos problemas: por una
parte, el marketing, que es un elemento fundamental en la profesionalidad
en este ámbito, hagas la música que hagas, de modo
que si lo vendes mal o no lo vendes, es indiferente lo que hagas,
y creo que se ha vendido mal; y en segundo lugar no ha convencido
ni a los puristas del Jazz ni a los puristas del folclore. Es posible
que inconscientemente tuviera la intención de tener contentos
a dios y al diablo a la vez, lo que no ha podido ser. Dejando esto
al margen, en general al público le ha gustado mucho y las
actuaciones en directo han sido un éxito bastante considerable.
Carlos Lara: Además, hay que tener en cuenta
que es un álbum recogido en directo, además en Ciudad
Real, y refleja todo el ambiente, el momento de una actuación
y es puramente jazz, a pesar de tener notas familiares.
Chema: Efectivamente, así es. Aún
así hay gente que se refiere a esto como “las pachangas”
que yo hice en esos años. Es una opinión; si en vez
de construír esas secuencias de acordes sobre “Mi carro”
lo hubiera hecho sobre “Autumn leaves”, el resultado
hubiera sido el mismo, y ya no se consideraría “pachanga”.
De cualquier forma, son comentarios que no tengo mucho en cuenta
porque surgen de la ignorancia. También ha habido un sector
importante dentro del mundo del Jazz que criticó duramente
este trabajo y el posterior cuestionando por qué insisto
en hacer Jazz con temas populares españoles; mi respuesta
a eso es que los americanos están haciendo exactamente lo
mismo.
Sergio:
Ya que lo citas, la continuación a este trabajo fue “Solo
Album”, repertorio grabado íntegramente a guitarra
sola, un trabajo que personalmente me parece titánico en
la rearmonización, y lo considero una referencia para cualquier
buen aficionado a la guitarra de Jazz. Lo triste es que, guste o
no el resultado, no se reconozca el mérito del esfuerzo profesional,
aparte del dominio técnico que exige grabar a guitarra sola
y con este repertorio.
Chema: Hombre, aunque haya habido casos puntuales
de gente que no lo ha reconocido, en general sí ha habido
buena respuesta – tengo muy buenas críticas de prensa
– y público. Tampoco se ha dado a conocer demasiado
en directo, la razón es que, en opinión de los programadores,
resulta arriesgado incluír un concierto de guitarra sola,
por lo que no hubo apenas conciertos con este repertorio, todo lo
contrario a lo que yo esperaba conseguir.
Enrique: ¿Por qué tanto tú
como Santiago de la Muela – que parecéis llevar, en
ese sentido, vidas paralelas – casi comenzáis vuestra
carrera discográfica con discos a guitarra sola, algo bastante
arriesgado que no parece el mejor camino para darse a conocer?
Chema: En ese sentido, creo que ambos hemos estado
equivocados (risas). Creo que los dos pensábamos que guitarristas
que tengan esta clase de repertorio en solitario hay muy, muy pocos.
Yo pensaba que la guitarra era un instrumento muy atractivo –
muchos guitarristas clásicos cuando escuchan un acorde de
treceava con novena bemol se sorprenden agradablemente, y por aquel
entonces yo frecuentaba mucho el ambiente de la guitarra clásica
– y por eso pensé que sería un triunfo tremendo,
y además pensaba que triunfaría también en
ese entorno de la guitarra clásica. Ciertamente ha gustado,
pero para nada con la repercusión que yo hubiera esperado,
tampoco en el mundo del Jazz. Santiago y yo hemos bebido de las
mismas fuentes. Él se ha empollado todos los discos de Joe
Pass; yo solamente uno, pero por las dos caras (risas), y puede
que la influencia de los “Virtuoso” de Joe Pass hayan
sido un factor más en la decisión.
Sergio:
De cara al nuevo disco hay sorpresas varias en la formación,
además del descubrimiento del contrabajista Tom Warburton,
¿Cuál ha sido el criterio de elección de los
músicos?
Chema: A Thomas Ken Warburton Jr., que es exactamente
su nombre, le había visto tocar con Richie Cole aproximadamente
un mes antes en el (Café) Central, y la verdad es que me
gustó mucho especialmente acompañando, el peso que
tiene haciendo las negras y también su actitud en el escenario,
un tipo sencillo que tenía muy asumida su función
de acompañante con presencia, sin otro afán de protagonismo.
En cuanto al cambio de banda obedece principalmente al cambio del
proyecto en sí. La banda anterior tenía un sonido
muy bonito y muy determinado, sobre todo por el bagaje juntos de
“Sir Charles” y Richie, y en este proyecto quería
experimentar con otros sonidos, más abiertos o más
“heavies” en un momento dado; también quería
comprobar cómo sueno yo mismo con otra sección rítmica,
porque dependiendo de con quién tocas, lo haces de una manera
o de otra. La verdad es que ha sido una pena que nos hayamos conocido
prácticamente el día de la grabación; si éste
grupo hubiera ensayado, el disco hubiera estado mucho mejor, o a
lo mejor no, quién sabe.
Sergio: ¿Y Guillermo (McGill) y el resto
de la banda?
Chema: Bueno, a Guillermo le conozco desde hace
mil años y me encanta desde que le conocí. Evidentemente
no le he llamado antes porque está siempre ocupado, como
Javier Colina. A Germán le llamé por recomendación
de Bobby, y los resultados están a la vista en los temas
en los que colabora. Bobby me ha dado consejos que he valorado mucho
en este proyecto; estoy completamente de acuerdo con lo que él
pronosticaba para el disco; el tema “Año 711 d.C.”
inicialmente se grabó con saxo soprano y Bobby sugirió
grabarla con flauta, y el resultado me encantó.
Sergio: Parece, al escuchar el disco, que Bobby
es a Chema lo que Lovano es a Scofield. Es una de las ideas que
me vino a la cabeza en algunos de los temas, el sonido de los discos
de Scofield de la etapa Blue Note.
Chema: He de decir que al formar el cuarteto del
carro con Kevin, la banda que yo tenía en la cabeza era ese
cuarteto de Scofield, ese contrapeso de guitarra y saxo. Es más,
también estaba presente esa idea en un cuarteto anterior
que formé con Alfons Carrascosa, Jimmy Castro y Manolo Calleja,
y efectivamente el sonido de referencia que tenía en mente
era el de Scofield y Lovano. Quizá he seguido persiguiendo
ese sonido, obviamente sin pretender hacer música como la
que ellos hacen – entre otras cosas porque me parece imposible
– pero sí ha sido una referencia.
Enrique:
¿Has compuesto primero los temas y después en músicos
e instrumentos o ha sido a la inversa?
Chema: Buena pregunta. No todos los temas han seguido
el mismo proceso. En general, primero he compuesto y después
he pensado en instrumentistas, salvo el tema “Cerebral dance”,
que lo escribí después de saber los músicos
que venían y pensando en cada uno y su forma de tocar. El
cuarto tema, “Kevin”, tiene su origen en el tiempo en
que Kevin Robb y yo teníamos un dúo; compuse un “rhythm
change” con esa melodía y le puse su nombre. El “711
d.C.” lo hice un día, trabajando con MIDI en el ordenador
haciendo pruebas. Hay tres temas que tienen una génesis muy
concreta: “Tampoco te pases”, “Al día siguiente”
y el propio “De fuera a dentro”; hace unos tres años
mantuve un grupo de boleros, y tuve la ocasión de arreglar
varios temas como “Bésame mucho”, “La última
noche que pasé contigo” y “Toda una vida”
en cinco por cuatro para esa formación, que era de guitarra,
flauta y oboe, contrabajo y batería; conservé la melodía
y cambié armonías y ritmos. Para hacer totalmente
míos los temas, terminé por sustituír las melodías
originales por otras de mi invención, reconstruyendo por
completo, nacieron de “Bésame mucho” el tema
“Tampoco te pases”, de “La última noche
que pasé contigo” surgió “Al día
siguiente” y “De fuera a dentro” como secuela
a “Toda una vida”.
Enrique: Hablabas hace un momento de tu admiración
por Scofield, dentro de los guitarristas modernos. ¿A quién
más citarías como dignos de interés a este
nivel?
Chema: Hay un músico que está especialmente
infravalorado en este ámbito, por muy reconocido que esté
su nombre, no lo está tanto su música: John Abercrombie.
Enrique: De primeras citas a mi favorito... para
mí el mejor compositor, el mejor improvisador y el mejor
instrumentista.
Chema: ...y probablemente la mejor persona. Aunque
no lo conozca personalmente, muchas veces ves a alguien tocar y
te transmite una onda como persona. Yo lo estuve viendo el año
pasado con su grupo, con Mark Feldman, Mark Jonson y Joey Baron.
Me puse justo frente a él; tocaba con una sencillez... haciendo
genialidades tales que te conquista. Tiene una forma muy peculiar
de tocar y se ha metido en caminos guitarrísticos en los
que no ha entrado nadie, y eso no le ha sido reconocido aún.
Scofield llega a mucha gente, y Abercrombie llega a muy poca gente,
y la opinión general es que es aburrido.
Enrique:
Eso es también por absoluto desconocimiento.
Chema: Cierto, porque Abercrombie es un genio.
Otro guitarrista que, dentro del sonido clásico también
ha entrado en recovecos muy modernos e interesantes, es Adam Rogers.
Es increíble como guitarrista y como compositor.
Enrique: ¿Ralph Towner, como guitarrista
acústico, quien tiene incluso discos en directo a guitarra
sola?
Chema: Pues excelente también, aunque no
lo he escuchado tanto. Por cierto, hay un par de discos –
además los tengo los dos – de Abercrombie con Towner
a dúo: “Sargasso sea” (ndr - ECM, 1976) y “Five
years later” (ndr – ECM, 1981) que son una maravilla.
Carlos: Hablabas de buenos músicos no reconocidos,
¿qué opinión tienes en el caso de Pat Metheny?
Chema: También me parece un genio, aunque
diría que mi espíritu no termina de conectar con el
suyo, pero reconozco que lo que hace es absolutamente genuino y
su música tiene una elaboración bestial, además
de tener en el PMG uno de los grupos más compactos que he
oído en mi vida.
Carlos: Hay un elemento que quisiera tocar repecto
a la producción; si tuvieras la posibilidad de grabar un
disco con los medios de que disponen estos músicos que estamos
citando ahora... lo cierto es que respecto a eso aquí en
España estamos en pañales, ¿no crees?
Chema: No es que estemos en pañales respecto
a medios económicos, es posible de que sí lo estemos
en cuanto a que haya gente que se vuelque y haga una apuesta económica
importante, aunque en España estaríamos hablando de
un suicida... alquien que diga: “pues yo voy a producir, a
pagar a los músicos, las copias, el estudio...” podría
ser, o bien un suicida o bien de alguien que tenga mucho, mucho
dinero y asuma el riesgo... porque a lo mejor resulta que arriesga
ese dinero y luego lo amortiza, que también puede pasar.
De hecho, en América se hace así. Sí que hay
falta de riesgo de los productores, y lo asumimos los músicos;
en ese aspecto, evidentemente, no estamos como en América.
Enrique:
Retomando el tema de los guitarristas, ¿qué te parece
Allan Holdsworth y, de paso, incluirías en proyectos futuros
guitarra sintetizada, qué opinas?
Chema: En cuanto a estos instrumentos, creo que
está muy bien que existan y que haya gente que se dedique
a ellos, y a mí me hubiera gustado meterme en eso, pero ya
no dispongo de tiempo para ello. Es cierto que en épocas
pasadas sí lo he pensado, incluso en hacer música
electrónica o nuevos experimentos con músicas más
modernas, pero hay que estar metido en ese ambiente y dedicarle
las 24 horas del día. Si el día tuviera 48 horas,
sí haría algo en ese campo, pero desde luego no soy
contrario ni “talibán”, no tengo prejuicios al
respecto, y además, me encanta Holdsworth, conozco algunos
trabajos suyos como el “Metal fatigue” (ndr - 1985)
o los que hizo con Bill Bruford, como “UK” (ndr - 1978).
Dejé de seguirle la pista en un trabajo llamado “Atavachron”
(ndr - 1986), en el que su guitarra era demasiado sintetizada para
mi gusto (tendría que volver a escucharlo ahora) . Lo que
queda claro respecto a Holdsworth es que su música es francamente
buena, y como guitarrista, lo ves y no te lo crees.
Sergio: Para completar la lista: David Fiuczynski.
Chema: Fiuczynski es un tipo genial, una bestia.
De los dos discos que tengo de los Screaming Headless Torsos, en
el directo el vocalista se pone algo pesado, pero el de estudio
(ndr - “1995”, reedición, Fuzelicious Morsels,
2002) es una auténtica barbaridad, tiene un manejo de la
palanca, de la armonía... me encanta, y en el directo (ndr
- “Live”, Fuzelicious Morsels, 2002), la introducción
que se hace en el “Blue in Green”, ¡Uuuuuhhhhhh...!,
eso es mucho.
Enrique: ¿Frank Zappa?
Chema: Pues Zappa es impresionante, además
es un poco como lo fue Dizzy Gillespie en el Jazz, con su banda
era capaz de hacer cosas serias y cosas igual de serias, pero con
toques humorísticos y desenfadados. Un genio.
Enrique: Habría que citar ineludiblemente
a John McLaughlin.
Chema: Me parece un tipo capaz de tocar a gran
velocidad, con la diferencia de que se le entienden todas las notas.
Es fantástico porque abarca muchas músicas, entre
la música hindú, el jazz fusión o el jazz rock
de la Mahavishnu de las años ’70 y el jazz clásico,
como en la banda sonora de “Round midnight” (ndr –
Columbia, 1986). En otro orden de cosas (nada que ver con McLaughlin,
más con Larry Coryell y similares), a mí no me va
mucho eso de las velocidades, y te voy a decir por qué: porque
yo no tengo ninguna, y me da tanta envidia que... mira, os voy a
contar una anécdota corta, de 20 minutos (risas); yo hice
un seminario con Abercrombie, en el ’87 u ’88, y por
las noches había jam session; pues bien, yo salí a
tocar el “Footprints” con más gente, y me hice
mi solo; después, Abercombie salía a opinar sobre
lo visto, y de mí concretamente dijo algo que me dolió
mucho, pero tenía toda la razón del mundo: “el
guitarrista toca bien, se nota que conoce el tema, pero ha habido
un momento que se ha puesto a tocar deprisa, y la verdad es que
no sé a cuento de qué ha venido”, y efectivamente,
tenía toda la razón, me descubrió y reconocí
que había hecho una frase de semicorcheas para dejar claro
lo bien que tocaba. Si opino así de mí mismo cuando
me lo hacen ver, qué no voy a opinar del que veo que lo hace.
Sergio:
Cuéntanos proyectos de presente y de futuro.
Chema: Bueno, hay que ver primero cómo va
este disco, que presentamos el 2 de Julio en las Ruinas de Santa
María, Plaza de Cervantes, Alcalá de Henares, con
Bobby Martínez (saxo tenor), Daniel García (batería)
y Toño Miguel (contrabajo). Mi deseo es que el disco funcionara,
de momento ya he recibido correos de personas relevantes que me
han felicitado y parece que el disco les ha gustado y mi intención
es hacer todos los conciertos posibles con éste proyecto.
Por otro lado, como docente, en un par de semanas inicio un curso
en la Escuela de Música Creativa que quiero impartir en escuelas
y conservatorios de toda España como curso especial que es,
sobre la historia de la guitarra de Jazz, un curso de cinco días
a cuatro horas diarias en el que cada jornada hablo de dos o tres
guitarristas, analizando los estilos, solos concretos y trabajando
con determinadas fases características; estos son los planes
a grandes rasgos. Más a largo plazo, pretendo dentro de otro
año, grabar otro disco para sacarlo al siguiente; éste
ya quisiera grabarlo con esta misma banda o bien con determinada
gente de fuera (no porque sean de fuera, ojo, sino porque me gusta
mucho su forma de tocar).
Sergio: No podría dejar de preguntarte ¿cómo
ves el panorama del Jazz nacional?
Chema: Pues la cosa la veo mal, está difícil.
Y no sólo por los programadores, sino por la propia demanda
del público. El año pasado, mi amigo José Luis
Gutiérrez me invitó a tocar en el festival de Valladolid,
que son cuatro días de actuaciones dobles, telonero y grupo
estrella. A mí me programó como grupo estrella, lo
cual le agradecí muchísimo, y el problema es que vino
poca gente. Él cumplió su misión de programar,
e incluso convocó rueda de prensa y apareció en periódicos
y demás; la infraestructura y el despliegue de medios estaban
completos, y aún así el público no acudió
en la cantidad esperada, y yo entiendo que los festivales en primer
lugar han de cubrir gastos y lo asumo. Ese problema está
ahí, y no es el único: en muchos festivales siempre
se llama a los mismos músicos españoles, se trabaja
más con la gente extranjera que con la propia y en general
se nos da poca cancha, pero también es cierto que hay poca
demanda de músicos españoles por parte del público,
algo de lo que no se habla y creo que debería hablarse.
Sergio: Para terminar con buenos recuerdos, al
volver la vista atrás ¿qué recuerdas de las
noches del Whisky Jazz con Lou Bennett, “Sir Charles”
González, Richie Ferrer, y tantos otros?
Chema: Pues son tiempos que recuerdo con mucho
cariño. Tocar con Lou era como estar tocando en el cielo
con los Ángeles. Noches y noches sobretodo en el Café
Populart, otras en el Central y otras en el Whisky. Era como estar
suavemente envuelto en un edredon de pluma de oca, como hacer la
música entre algodones, como recibir las armonías
y melodías como preciados presentes en el pesebre. Algo especialmente
mágico, porque aparte de lo músical estaba lo personal,
ya que Lou era una persona especialmente afable, con constantes
sonrisas, apoyos y asombros por lo que hacías... Un hombre
absolutamente humilde sin nada que demostrar y sin un hombro sobre
el que mirar por encima. Me solía echar piropos de tipo:
"Contigo el trío consigue un buen ‘Wes Sound’”
o "Si yo tuviera un oído como el tuyo me haría
rico". Un día (una noche) tras tocar el primer solo
en "Four on Six" (Montgomery) me dijo: "Vamos arriba:
después de lo que has hecho yo no tengo nada que decir".
Más tarde me enteré (por él) de que eso fue
precisamente lo que le dijo Wes a René Thomas tras tocar
"West Coast Blues" cuando este le invitó a tocar.
Mi contacto con Lou fue gracias al amigo Carlos González,
baterista que en aquel entonces (finales de los 80) era una eminencia,
y a mí me encantaba tocar con él. De hecho trabajamos
juntos en infinidad de ocasiones, y que además fue Lou quien
le bautizó con el mote (porque fue un bautizo y un mote)
de "Sir Charles". Después Lou se fue al cielo de
verdad. Los ángeles tienen que estar encantados de recuperar
lo que ellos nos debieron enviar.
© Sergio Cabanillas, Tomajazz 2004
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