“Mulatos” hace el disco número trece de
tu carrera como líder....
En realidad son 14. Lo que sucede que uno apareció a nombre de John
Santos, editado en Machete Records. Pero a mi nombre son doce más uno.
No parece que seas supersticioso, ¿Verdad?
Soy cien por cien religioso, lo que quiere decir que soy supersticioso un doscientos
por ciento (risas).
¿Qué supone “Mulatos” dentro de
tu discografía? ¿Es quizá una síntesis de todos
tus trabajos anteriores?
Es curioso que muchos periodistas me hayan preguntado básicamente lo
mismo, y ya estoy a punto de decir que si se ve así, es genial. De tanto
repetírmelo me puse a escuchar el disco desde ese punto de vista y me
he dado cuenta de que efectivamente, parece una síntesis de mis discos
anteriores. Al principio no me lo planteé de esa manera. Siempre que
haces un trabajo discográfico nuevo reflejas lo que estás viviendo
y de alguna manera, lo que llevas en la java (bolso). En esos doce discos anteriores
está todo lo que he vivido, las influencias de diferentes culturas y
raíces, las diferentes verdades que vas experimentando. Pero hay algo
muy importante en este disco y es que por primera vez he podido trabajar con
un productor, ya que en los discos anteriores la producción era mía.
¿Qué diferencias has notado entre producir tú
mismo y ponerte en manos de otra persona?
Es la primera vez que hay una persona que me marca un camino de una manera
u otra. Es duro decirlo, porque en el fondo es chocante. Pero es una verdad
más grande que un templo. Tener a una persona que es capaz de traducir
el mensaje que llega a través de ti. En el disco se encuentra lo que él
y yo pensamos y lo que pudo haber pasado por la mente de los otros músicos
que estaban grabando. Con Steve Argüelles creo que he hecho una combinación
casi perfecta, basada en lo que sentimos haciendo este material, y en el tiempo
que empleamos en realizar el disco. Antes de entrar en el estudio estuvimos
6 meses conociéndonos y otros 6 intentando sentirnos, y al final grabamos
el disco en dos días (risas).
La fusión, la mezcla, la integración y combinación
de culturas está en la esencia de tu música y eso también
se refleja en “Mulatos”
Las cosas se enriquecen con las colaboraciones de unos u otros y esta es la
esencia de la vida. Es muy importante dejar que las voces de la gente que está
a tu alrededor se puedan oír y esto fue lo que pasó con “Mulatos”.
Con los discos anteriores también, pero muchas veces hay cosas que están
muy marcadas de antemano. Cuando escribes un disco por partes te das cuenta
que suena bien porque se corresponde con lo que imaginaste. En mi música
no se trata de que suene bien, se trata de que todos sintamos algo y que cada
nota sea parte de un mundo ancestral y eso lo siento así con el nuevo
disco.
En “Mulatos” se nota como si hubiera bajado un pistón
en su música, parece más sosegada e incluso más elaborada
que en trabajos anteriores
A veces noto que en el disco quizá falte un poco más de agresividad
que había en los discos anteriores. Pero este es el acuerdo al que llegamos
Steve y yo. Si busqué a Steve como productor fue porque asumí
su forma de trabajar y por la afinidad espiritual que tenía conmigo.
Steve me dijo una cosa muy bonita que ahora la tengo mucho más presente.
Me indicó que tenía que intentar conseguir el lado dulce de mí
y dejar que saliera a flote todo el camino del silencio. Un término que
queda muchas veces fuera de juego a consecuencia de esta sociedad convulsa en
la que vivimos y donde no hay espacio para el silencio. Parece que el silencio
fuera algo prohibido. Y encontrar un productor para el que el silencio forma
parte de su vida ha sido muy importante para mí. Él me ha hecho
ver un montón de cosas. Y eso es lo que he sentido con este disco.
Hay un periodista inglés que dijo en su momento que “Mulatos”
es un disco femenino. Y yo digo que si el alma, si la pasión, si el amor,
si el espacio y el silencio son femeninos, yo quisiera que el mundo entero fuera
femenino, porque me parece que estamos necesitados de eso.
¿Te refieres a que el disco es más sensible que los anteriores?
Esto es muy complejo, porque si vamos a mi discografía anterior,
te encuentras con trabajos como “Prietos”
que es frenético. Refleja enteramente África, la agresividad con
amor, a diferencia de la agresividad que tiene una connotación de guerra
y violencia. Por su parte, “Mulatos” refleja
todo lo que soy y estoy viviendo actualmente: el nacimiento de mis dos hijos
y otras cosas agradables. Siento que es un disco más melódico,
muy tranquilo, pero que te da la posibilidad de escucharlo una y otra vez.
¿En todo ello cómo han contribuido los músicos
que has elegido para tu disco? (Dhafer Youssef, Dieter Ilg, Philippe Foch, Steve
Argüelles, Renaud Pion y la colaboración de Paquito D´Rivera).
Voy a empezar por el maestro Paquito D´Rivera, porque para mí
merece un lugar especial. Trabajar con él ha sido una de las cosas más
bonitas que me ha sucedido en mi vida, porque no hay nada mejor que tener a
uno de tus ídolos colaborando en tu propio trabajo. En este caso el resultado
final ha sido fruto de la suma del trabajo de todos los músicos que han
participado. Recuerdo que cuando llegué a Nueva York a grabar con Paquito,
me mostró todo su afecto y me dijo que estaba para interpretar lo que
yo quisiera. Y me costó trabajo decírselo. Me dijo que no tuviera
reparo y le indicara lo que pretendía de él. Hizo los tracks en
el tiempo que duraban los temas, 10 ó 15 minutos, casi sin segundas tomas.
De Paquito me impresionó su humildad ante la vida y comprendí
que ese es el camino, que no importa donde estés y lo que hayas conseguido,
lo importante es entregar tu corazón. Con esa humildad salieron los tres
temas que interpreta en el disco.
¿Cómo se decidió a incluir a Dhafer Youssef y
a los otros músicos?
Con Dhafer Youssef tengo una comunicación bastante cercana, porque creo
que de ese entendimiento nos retroalimentamos el uno del otro. Cuando le planteé
a Steve los músicos que quería para mi disco, éste me dijo,
con buen criterio, que debíamos estudiar la forma de emplear a estos
músicos. Al hablar de Dhafer, rápidamente pensé en su voz
y quise que cantara en mi disco, pero Steve me puso en mi sitio y me dijo que
Dhafer es primero un intérprete de oud, además de ser un buen
cantante. Yo ya había colaborado anteriormente con Dhafer y considero
que su voz es la voz de Dios, pero hay que ponerla en el contexto adecuado y
en “Mulatos” no era el sitio adecuado.
Me encanta el trabajo de Dhafer porque sabe encauzar con sentido espiritual
todo lo que transmite.
La sintonía con Philippe Foch (tabla) fue similar. En principio buscamos
un músico de la India, pero es muy difícil encontrar uno que domine
los conceptos occidentales y sobre todo los conceptos tradicionales afrocubanos.
Los conceptos musicales indios están unidos a la matemática.
A la hora de preparar un disco me gusta llamar a los espíritus y ponerlos
encima de la mesa y preguntarles si es o no el momento. En un trabajo colectivo
siempre hay que buscar la luz que traspase la pared y con Philippe Foch pasó
lo mismo. Es un músico francés que ha vivido en la India y domina
los conceptos occidentales. Establecimos una buena comunicación y nos
debemos un concierto a dúo. Desde un principio tuve claro que no incorporaría
un saxofón, sino un clarinetista bajo que aportara espacios, melodías
y silencios. Quería un músico que toque una nota y no toque en
toda la noche, pero que esa nota que toque la sienta y así fue como se
incorporó Renaud Pion al grupo.
Todos estos ingredientes eran los que le hacían falta al proyecto, personas
procedentes de diferentes mundos y culturas. Esto es lo que encierra el concepto
de “Mulatos”. Todos somos mezclas, todos
somos mulatos. Y esto es lo que siento que hay que buscar y desarrollar en la
música. La esencia del universo hoy es la mezcla, la unidad de culturas
y de raíces.
¿Cómo se mantiene la capacidad de sorprender?
Siendo honesto con uno mismo, humilde y sencillo. No se necesita nada más.
¿Quién es para ti Thelonious Monk?
Es mi gurú, es el que ha hecho posible que no le tenga miedo a nada.
Y es la primera vez que digo esto. No tuve la suerte de ver tocar a Monk en
directo, pero quizá lo haya visto en sueños. Haber visto a Monk
en grabaciones me ha convencido de que podemos ser nosotros mismos. Aunque mucha
gente quizá lo haya tildado de loco.
¿Cómo te ha influido?
En todo. Hasta en mi vida privada. Monk decía que el jazz es libertad
y yo pienso que la vida es la libertad. Cada vez es más difícil
ser libre porque estamos presos de todo lo que nos rodea. Si tenemos la oportunidad
de poder crear, hay que dejar volar a la paloma de la creación, que nos
va a llevar hacia un lugar que no conocemos. Muchas veces tenemos miedo de llegar
a un sitio que no conocemos, porque como esta sociedad está creada para
saberlo todo, ello acarrea un problema muy grande. Y aquí nadie sabe
nada, porque cada día descubrimos que somos tan ignorantes y que no nos
conocemos como seres humanos y me parece que tenemos que luchar por eso. Y la
forma de hacerlo es ser libre. La libertad cuesta mucho, no es tener dinero
para comprar lo que quieras. Esa es la nueva esclavitud. Estoy leyendo un libro
que se llama “Las Voces del desierto”, de Marlo Morgan. Cuando lees
ese libro te das cuenta de lo podridos que estamos en esta sociedad. Muchas
veces no podemos evitarla, pero si al menos nos diésemos cuenta que hay
otra forma de vida.
Otro músico que también se planteó su vida como
pura creación y libertad fue Don Pullen..
Extraordinario músico que también ha influido en mi música.
No recuerdo cuando vi una imagen de Don Pullen, pero se me quedó grabada
y nunca más la pude borrar de mi mente. Fue una persona honesta, sencilla,
abierta, y tocaba con su alma, con su espíritu. El que vivamos en una
sociedad como esta no quiere decir que no podamos encontrar ese camino de libertad
y de conexión ancestral. Porque todos esos maestros, como Monk o Pullen,
vivieron momentos duros y fueron capaces de expresarse con libertad. Hoy en
día no sabemos cómo llegar a ella, porque hay muchas cosa a nuestro
alrededor que forman una gran puerta de metal que es muy difícil abrir.
Hay personas que consiguen abrirla dos días antes de morir, cuando ya
son viejos y han hecho fortuna y se dan cuenta de que no han vivido esa libertad
de espíritu para poder conectarse con verdades que son más reales
que las cosas tangibles.
En este empeño me dan fuerzas músicos como Monk, Don Pullen,
Eric Satie, Rubén González, Lenny Martínez, Peruchin...
. También Bebo Valdés al que no he visto nunca en directo y sólo
me basta con sentirlo, porque no hace falta ver a una persona para sentirla.
Las cosas vuelan al infinito y este es el aire y la energía que vivimos,
y cada nota que toca Bebo, está en la vida, no es espíritu ni
ancestro; vuela, como volaron las últimas notas que dio Rubén
González. Hay que beber de los maestros no tocar como ellos. Sentirlos
y estudiar su camino espiritual. y porqué llegaron a ello. Esta es mi
lucha y mi camino.
Toda tu concepción musical y vital tiene su origen en el continente
africano, ¿Qué significa para ti África?
Afrecha somos todos nosotros, porque es la madre de este Mundo. No viviría
en África. Sería muy duro. Pero una cosa es vivir en el sitio
y otra sentir la esencia central de ese sitio. África es quizá
como la tierra prometida. Es como ir a Cuba donde hay sitios que recuerdan totalmente
a África. Salvador de Bahía es África. Hay que darle gracias
al legado de la madre África y en lo personal, le doy gracias cada segundo
de mi vida, porque sin ese legado no sería lo que soy.
¿Toda tu música respira espiritualidad y religiosidad?
Estoy aquí para transmitir una historia que llega a través de
mí y de la cual no tengo ni control. Una multinacional conocida me propuso
hacer un disco con una serie de condiciones. A mi no me molesta, pero debíamos
esperar a que los espíritus y los ancestros marquen el camino. Nunca
se grabó ese disco. Esa compañía se planteaba la música
como una forma cualquiera de vender un producto. Yo no tengo control sobre esas
cosas y los proyectos llegan cuando tienen que llegar.
Muchos músicos de jazz han vivido buscando la armonía
del universo, han vivido la espiritualidad de la música, como por ejemplo
Randy Weston, Abdullah Ibrahim, o Art Ensemble de Chicago, ¿Cuál
era el mensaje que pretendían dar?
La música es un elemento catalizador de una manera u otra. Pero tenemos
que pensar que, para que esa música salga, tiene que haber una tercera
persona que la exprese hacia fuera. Cuando esa tercera persona es dominada por
alguien que lo que quiere vender es productos de consumo, el mensaje no llega.
Porque siempre nuestros espíritus y nuestros ancestros van en camino
de unidad. El mensaje espiritual es el que llega, y estos creadores siguen estando
ahí. Esta gente que ha hecho arte no sólo de la música
sino también en la plástica como Basquiat, Van Gogh, el mismo
Picasso o Dalí, mandaron cosas, que no pudieron ser controladas por la
materia. Hay quienes no ven esa espiritualidad pero ven la fuerza de algo que
se carga a través de una materia, que es lo que pasa con Randy Weston,
con Andrew Hill, con Cecil Taylor, con Art Ensemble. Este grupo llegó
a tocar en sitios con 20.000 personas, pero era un momento en el que las cosas
eran más naturales. No olvidemos que este mundo está dominado
por cinco o seis personas. A esta gente no le interesa la fe, y hay gente que
abraza la fe machacando a otros. Eso no es fe, es poder. La iglesia es poder,
no es fe. El mensaje de los espíritus no lo puede amarrar nadie, ni con
todo el oro del mundo.
El mensaje de Randy Weston no se lo puede amarrar nadie. Como tampoco el mensaje
de una ceremonia donde se tocan los tambores batá. Los mensajes políticos
no cuentan en la vida. Estamos haciendo que cuenten para, de una manera o de
otra, tener a la gente en una posición como el ganado, pero las fuerzas
ancestrales y espirituales no las puede parar nadie. Al perder parte de nuestra
esencia no podemos dedicarle el tiempo suficiente a nuestro mundo interior.
Hubo una época en la que el jazz jugó un papel como música
rebelde y contestataria, fue caso del free-jazz, que surgió en un momento
de reivindicación de los derechos de los negros. En definitiva una música
transgresora y revolucionaria. ¿ Ahora mismo dónde ves tú
esa música de subversión contra el sistema?
Quizá se encuentre en el hip hop y en el rap. Las nuevas generaciones
de jóvenes no tienen voz. La voz se la están imponiendo los estrategas
del mercado, esos títeres creados para estereotipar a la juventud hasta
en la forma que tienen de vestirse, de proyectarse, de escuchar música
y sus aspiraciones ante la vida. Un individuo como Michael Jackson cumplió
sus roles y revolucionó una era, pero hoy es basura. No fue capaz de
asumirse como una verdad. Renegó de su negritud y de sí mismo.
Pongo este ejemplo porque no le estamos dando a nuestra juventud la oportunidad
de poder encontrarse ellos mismos, sino que están mediatizados.
Muchas son las músicas de las que has bebido, entre ellas el
jazz, ¿Qué papel juega el jazz en tu vida?
El jazz para mí no es una música, es una filosofía de
vida. La libertad por encima de todas las cosas. Todos queremos ser jazzistas
en el concepto filosófico de la palabra. Muy pocos lo consiguen. Yo no
lo he conseguido, estoy trabajando para lograrlo y quizá nunca lo consiga.
Creo que Monk lo logró, Chet Baker, Don Pullen, Miles con sus cuartos
oscuros, también lo lograron. Ser genial no siempre determina ser una
buena persona. Dizzy también lo consiguió, como Joe Henderson,
Yussef Latef, incluso Jerry González lo consiguió, porque es un
espíritu libre. Jaco Pastorius también, pero muchas veces la materia
no es lo suficientemente potente para asumir toda esa fuerza ancestral y eso
fue lo que le sucedió a Jaco. Demasiada genialidad para insuficiente
materia, te vuelve loco. Elvin Jones y muchos músicos de jazz lo han
conseguido. Han vivido y sentido la necesidad de conocer la verdad. Empiezo
a sentir esa necesidad, pero de ahí a que la lleve a cabo es otra historia.
Estoy trabajando en ello y esa es mi lucha. La libertad de poder transmitir
lo que llegue a mí.
Uno de los miembros de tu grupo Miguel “Angá” Díaz
ha colaborado como percusionista de Steve Coleman, ¿para cuándo
puede haber una colaboración con Steve Coleman?
Steve es un músico al que admiro muchísimo. Es muy peculiar,
pero lo que es capaz de transmitir con su música tiene mucha fuerza.
Me encanta lo que hace. Él tiene su camino espiritual, trata con los
astros y sus posiciones. Y voy a contestar lo mismo que dije antes, sólo
los espíritus y los ancestros sabrán el momento en que las cosas
deben pasar. Muchas personas desde afuera ven la música de dos personas
y se la imaginan juntos y no necesariamente tienen que funcionar como personas.
Porque, a lo mejor el mundo espiritual no es el mismo. Son dos caminos opuestos
con el mismo fin.
Mucha gente se une por su calidad como músicos. Cuando me uno a un músico
lo hago por lo que lleva consigo, no sólo por lo que pueda tocar. Personalmente
me interesa más la persona que el músico. Músico puede
ser cualquiera, pero alma sólo pueden tenerla pocos. El vocabulario de
expresar la música está muy trillado. Hay muchos libros con todos
los solos de Coltrane, con la vida de Coltrane, con todo lo que tocó
Miles y desgraciadamente seguimos patrones y es muy difícil salirse de
ellos, pero es posible. Volviendo a tu pregunta sería un sueño
tocar con Steve Coleman (risas).
Para finalizar, ¿En qué proyectos estás trabajando
ahora?
Mi próximo trabajo será con un percusionista al que admiro y
adoro profundamente: Mino Cinelu. Se trata de un concierto en directo que hicimos
y decidimos grabarlo. Ya lo tenemos mezclado y si todo sale bien saldrá
próximamente. Me parece que las cosas pasan porque hay un camino. Quien
iba a pensar que otro de mis ídolos, Mino Cinelu, al que escuché
con Weather Report o con Miles, iba a tocar conmigo. Tocamos una noche con pura
improvisación y los dos estamos de acuerdo en que tenemos que sacar ese
disco. Porque más que la música, lo que importa es el mensaje
que llega a través de ella. Un mensaje de paz, de unidad y de amor.