Gran Ensemble Koa
- Fecha: Sábado, 26 de julio de 2014
- Lugar: Exteriores de Junas y Place l’Avenir
- Componentes:
Samuel Mastorakis: vibráfono
Julien Gregoire, batería
Pascal Pouvier: trombón
Matthieu Chédeville, saxo soprano
Armel Courrée: saxo alto
Jérôme Dufour: saxo tenor
Daniel Moreau: teclados
Matia Lévrero: guitarra
Alfred Vilayleck: dirección y bajo
Shono
- Fecha: Sábado, 26 de julio de 2014
- Lugar: Temple
- Componentes:
Alexandre: morin khuur, flauta, guitarra acústica, guimbarda y voz
Munko: morin khuur, percusiones y canto
Marc Ducret Quintet
- Fecha: Sábado, 26 de julio de 2014
- Lugar: Carrières
- Componentes:
Marc Ducret: guitarra
Peter Bruun: batería
Matthias Mahler: trombón
Kasper Tranberg: trompeta
Frédéric Gastard: saxo bajo
Nils Landgren Funk Unit
- Fecha: Sábado, 26 de julio de 2014
- Lugar: Carrières
- Componentes:
Nils Landgren: trombón
Magnum Bergander: teclados
Coltrane Price: bajo y voz
Jonas Wall: saxo tenor, alto y voz
Petter Andy Pfeiler: guitarra y voz
Robert Mehmet Ikiz: batería
Comentario:
A las diez de la mañana, del sábado 26, se iniciaba la “balada jazz” –recorrido con jazz- circular por algunos de los entornos de Junas, con un itinerario alterado por las lluvias del día anterior.
La primera parte transcurrió por senderos estrechos, balizados para caminantes y ciclistas todo terreno, que nos llevaron hasta el primer encuentro musical en un pequeño claro del bosque, con el batería y vibrafonista del Ensemble Koa. Ofrecieron dos temas generosos totalmente pausados y etéreamente atmosféricos.
Proseguimos el camino para llegar a un espacio más abierto, donde nos esperaba el cuarteto de vientos –tres saxofonistas y un trombonista- del mismo grupo.
Interpretaron otro par de temas, estos de mayor dinamismo y contundencia rítmica, con un interesante diálogo entre los cuatro músicos.
Finalmente cerramos el interesante recorrido en la sombreada place de l’Avenir o place Daniel Humair, donde después del preceptivo picnic comenzó la actuación del Gran Ensemble Koa.
La propuesta de la formación está en consonancia con las dos últimas formaciones de l’Orchestre National de Jazz, la actual dirigida por Olivier Benoit y la anterior por Daniel Yvinec, así como el MegaOctet de Andy Elmer, entre otras grandes formaciones del país vecino. Formaciones que a su vez, y cada una a su manera, serían afines a aquellas de Gil Evans de los setenta (“Plays Hendrix”, “Theres comes a Time”, …).
Una propuesta a base de rock y jazz, de composición propia, básicamente del bajista Alfred Vilayleck, con una interesante interrelación entre escritura e improvisación. Destilaron frescura, dinamismo y contemporaneidad, con destacables líneas melódicas y tiempos rítmicos musculados, con sus correspondientes y notables engarces. Un joven ensemble radicado en la no tan lejana ciudad de Montpellier.
A las seis de la tarde sin desplazarnos de la misma plaza, pero ya en el interior del Temple, asistimos a la singular actuación del dúo de la República de Buriatia (Siberia Oriental), Shono formado por Alexandre y Munko.
Vestidos con trajes tradicionales dieron una buena muestra de canto difónico o canto de garganta, típico de las músicas populares del Asia Central, que consiguen proyectar sus voces resonantes a una potencia remarcable.
Se acompañaron básicamente con instrumentos tradicionales, entre ellos el morin khuur, un violín de caja trapezoidal que apoyaron entre las piernas, con sólo dos cuerdas que presionaban tanto hacia el mástil como alejándolas ligeramente de él.
Una propuesta curiosamente agradable a la vez que atípica en un festival de jazz, pero acorde con apelativo de esta edición, “Rencontre avec le Cercle Arctique”.
Un par de horas después, en el escenario de las canteras se presentó la propuesta más compleja del festival, un proyecto directo y sin concesiones del quinteto del guitarrista Marc Ducret, una de las cinco columnas que configuran su peculiar Tower.
Un proyecto que nació con la idea de transferir al campo musical, sólo con música, sin texto alguno, las impresiones personales del guitarrista de la lectura de un capítulo corto de la novela Ada o el ardor del escritor Vladimir Nabokov. En palabras de Ducret “un juego de espejos, de correspondencias y retornos”.
Hasta la actualidad, Tower, ha generado cinco trabajos discográficos con otras tantas formaciones, “siempre con la misma temática pero con diferentes orquestaciones”. A lo largo de la pentagrabación ha ido repitiendo varios de los doce temas que configuran la torre final, con las consiguientes variaciones de textura así como de las diferentes creaciones inmediatas en los solos, más allá de las adaptaciones y arreglos correspondientes para cada formación. Por orden de grabación, las formaciones han sido, según denominación del propio guitarrista, el quinteto “franco-danés” (vol. #1), el cuarteto “franco-americano” (vol. #2), el sexteto “franco-franco” -con tres trombones- (vol. #3), en solitario -sólo con guitarras acústicas- (vol. #4) y finalmente el ensamblaje de la tres formaciones (Tower Bridge). Todos los trabajos han sido editados en el sello francés Ayler Records (“free jazz y formas libres de improvisación –o lo que le guste a nuestro oído, para el caso-“).
A los pocos minutos del inicio del concierto el quinteto tuvo que detener su actuación de inmediato, a consecuencia de un problema eléctrico que por suerte se subsano con relativa brevedad.
El quinteto desgranó algunos de los temas más característicos de la integral, “Real thing #1”, “Real thing #2”, incluidos en los cinco volúmenes, o “Sur electricité” incluido únicamente en los dos últimos. Los interpretaron de forma contundente y cortante, con un compacto amasado de diversos entornos estilísticos, que a su vez los hicieron devenir como sólo uno, plenamente unitario y propio. Preñados de contemporaneidad, rock, jazz, funk, dinámicas próximas a las brass band, aromas new orleaneses, así como fragmentos musculados y grasientos no lejanos del rey carmesí de “Red”. Líneas quebradas, atmosferas psicodélicas, con algún pequeño oasis de trazado más sinuoso y ondulante. Un juego entre escritura e improvisación, orden y caos o caos y orden.
Un trabajo de asimilación compleja, donde se requeriría de varias audiciones para calibrar mucho mejor todo el mundo sonoro de este quinteto atípico, saxo bajo, trombón, trompeta, batería y guitarra eléctrica –con tan sólo dos pedales-. Cinco músicos rindiendo al máximo nivel en un trabajo pensado y parido como un proyecto de grupo.
Un descanso de unos veinte minutos para adecuar el escenario. Cambio de grupo y muy especialmente de concepto, de la complejidad a la sencillez de una música ideada para ser bailada sin prejuicios.
Nils Landgren Funk Unit desarrollaron un trabajo previsible y festivo, plenamente indicado para danzar y saltar, según las habilidades de cada uno.
El público más joven, entre ellos una buena parte del voluntariado (“bénévoles”, de encomiable labor y totalmente imprescindibles para el funcionamiento del festival), se aproximo al escenario, adueñándose del poco espacio existente y en apenas en un par de temas consiguieron esfumar las sillas de las primeras filas reconvirtiendo el espacio en una zona de baile colectivo. Perfecto para descargar buena parte de las tensiones acumuladas en las últimas jornadas –con tres de las ocho actuaciones suspendidas por la lluvia-
Resultó una jornada variada y contrastada, iniciada a las diez de la mañana y cerrada alrededor de la medianoche.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2014
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