Con los primeros días de la primavera se hacía pública la programación de lo que va a ser la XXI edición del festival Jazz a Luz. Algo que por otra parte no pasa de ser un mero trámite, pues si, a estas alturas del partido, algo queda mas que claro, es que la programación de Luz nunca defrauda. Así que la cosa, mas que nada, es para que uno sepa que es lo que toca y lo que va a (poder) ver/escuchar cada año. Su denominación “un festival de altura”, además de hacer referencia a la situación geográfica –Luz Saint Sauveur, Hautes Pirenees/Altos Pirineos, en el corazón del territorio pirenaico del Tour, al pie del Tourmalet y no lejos del Aubisque- es, también, mas que un guiño a quienes han protagonizado sus carteles. Quizá (un eufemismo) para quienes buscan en los festivales cabezas de cartel de renombre, este festival les parezca carente de interés. El mal de la radio fórmula aplicado al jazz. Que nadie busque a estrellas del pop para ganar audienciasoff jazz-improvisación.
“L´important est il de connaître ou de découvrir sans cesse?. Depuis 21 ans nous faisons le pari de l´etonnement”. “¿Qué es lo importante, el conocimiento o el descubrir sin cesar? Desde hace 21 años apostamos por sorprender”. Eso es clarificador.
En las veinte ediciones de Jazz a Luz celebradas hasta ahora encontramos un listado de músicos y propuestas que han ido marcando tendencia. En los años en los que había menos problemas para conseguir subvenciones y ayudas para sacar adelante este tipo de programaciones (de riesgo) quizá se pudo contar con proyectos más caros o amplios, pero ni el nivel/calidad ni la claridad de la línea de programación se han desviado en ninguna edición.
Humair, Texier, Romano, Kassap, Sclavis, Padovani, Denis Colin, Galiano, Portal, Andre Jaume, Noel Akchote, Joelle Leandre, la ONJ dirigida por Levallet con Daunik Lazro de invitado, varios de los orgánicos del ARFI (todo un quien es quien en la escena del hexágono), Evan Parker, AMM, Barre Phillips, Barrry Guy, Herb Robertson, Keiji Haino, Tim Berne…
Pero su programación no es el clásico listado accidental de músicos (por no decir el listado que interesa a los grandes promotores). Cada año, un hilo conductor da unidad a las actuaciones más destacadas. En la edición 2011 este son el contrabajo y la batería. Con ese punto de interés lo que se trata con los músicos incluidos en el programa es descubrir, sorprender y proponer.
Sin duda la actuación “fuerte” es la que presenta a la rítmica de ensueño del post free americano: William Parker – Hamid Drake junto al guitarrista finés Raoul Björkenheim (Scorch Trio, UMO, Krakatau…). Un cruce entre la tradición del free, el guitarreo hendrixiaco y la poliritmia étnica con querencias por los sonidos gnawas.
Enlazando, el gran contrabajista francés Bruno Chevillon (Sclavis…) a solo y en dúo junto a Mathias Imbert y el australiano Clayton Thomas (The Ames Room…) sin duda uno de los más destacados improvisadores de las últimas hornadas. Se le podrá escuchar en un dúo de contrabajos junto al alemán Werner Defeldaker y formando parte Freenology, donde está el histórico batería del free europeo Paul Lovens y que es también la escusa para subir a escena a uno de los pioneros del free americano, el saxofonista Sonny Simmons (memorables sus discos para ESP).
Continuando con los baterías, la locura de baquetas y parches de Drums Noise Poetry (tres alocados baterías galos: Didider Lasserre; Mathias Pontevia y Edward Perraud) junto Vladimir Tarasov (Ganelin Trio…) o el batería Gerry Hemingway, que para la ocasión, y a instancias del festival, cruzará su camino con dos viejos conocidos de los fieles al festival, la pianista Christine Wodraska y el trompetista/cornetista Jean Luc Capozzo.
Con gusto por los encuentros/choques entre músicos y músicas, esta XXI edición propone también el del soplador Mats Gustafsson con el trío italiano de corte improrockista Zu.
Completando (y entre otros) el fantástico trío Das Kapital en un montaje multimedia; el dúo de la saxofonista libanesa Christine Shenaoui y el guitarrista de The Ex Andy Moor; la electrónica de eRikm., la experimentación sonora del guitarrista palois Ryan Kernoa entre otros representantes de la escena local/regional…
A destacar los marcos cambiantes en los que se celebran los diferentes conciertos. El escenario principal es el Chapiteau, una carpa abierta plantada en un prado, que junto al Berger, un escenario en un campo anejo son los que capitalizan, cada años, buen parte de la programación. Toda una bombonera es el salón de la Maison du Vallee (memorables conciertos de Ramón López a dúo con Christine Wodraska, de Helene Breschard o de Genevieve Forcroulle haciendo el repertorio de Braxton para piano). Una sala abovedada en el mismo centro sirve para las sesión off jazz mas golfas. Un prado en la Colina Solferino. El patio del Castillo que domina Luz. El antiguo cementerio de la (llamada, ya que no lo es) iglesia de los Templarios. Terrazas de bares, creperías, las orillas de un viejo lavadero… En cualquier parte, puede un año, improvisarse un escenario.
La programación de Luz, de las sesiones matinales a las de club mientras el cuerpo aguanta, deja poco tiempo libre. Pese a lo ajustado de horarios, imperdonable no acercarse al impresionante circo de Gavarnie, al Tourmalet… hacer compras de productos locales (queso brevis de montaña, embutidos varios, miel…) en los pequeños puestos que jalonan carreteras o en las plazas de las pequeñas localidades de la zona… Y en los abundantes restaurantes no dejar de probar la garbure(una especie de cocido), el foie, el magret o el confit de pato, quesos (¿por qué no empezar con la ensalada de queso caliente y de postre un brevis bien curado?), las judías de Tarbes, salchichas confitadas… Y bien regado con un Jurançon en plan aperitivo, un tinto de Madiran, un buen merlot del país (vin D´Oc)… Buenas formas de redondear la faena.
Una cita imprescindible. Este año del 7 al 10 de julio. Toda la información y programación completa en su web http://www.jazzaluz.com/