- Fecha: 22 y 23 de julio de 2015
- Grupos:
- Donkey Monkey
Fecha: Miércoles, 22 de julio de 2015
Lugar: Temple
Componentes:
Eve Risser, piano, percusión y voz
Yuho Oshima, batería y voz - Pansasanel Big Cities
Fecha: Miércoles, 22 de julio de 2015
Lugar: Carrières
Componentes:
Gérard Pansanel, guitarras
Rémi Ploton, teclados
Patrice Héral, batería y electrónica - Sly & Robbie Meet Nils Petter Molvaer
Fecha: Miércoles, 22 de julio de 2015
Lugar: Carrières
Componentes:
Sly Dunbar, batería
Robbie Shakespeare, bajo y voz
Nils Petter Molvaer, trompeta y electrónica
Eivind Aarset, guitarra y electrónica
Vladislav Delay, teclados y samplers. - Palomar Trio
Fecha: Jueves, 23 de julio de 2015
Lugar: Temple
Componentes:
Daniel Malavergne, tuba
Patrick Vaillant, mandolina
Frédérick Cavallin, batería - Tingvall Trio
Fecha: Jueves, 23 de julio de 2015
Lugar: Carrières
Componentes:
Martin Tingvall, piano
Omar Rodríguez Calvo, contrabajo
Jürgen Spiegel, batería - Laars Danielsson Group Invite Mathias Eick
Fecha: Jueves, 23 de julio de 2015
Lugar: Carrières
Componentes:
Laars Danielsson, contrabajo y violonchelo
Mathias Eick, trompeta
Jonas Östhlom, piano
John Parricelli, guitarra
Magnus Oströhm, batería
- Donkey Monkey
Comentario:
Para esta nueva edición, la vigésimo segunda, Junas se hermanó con la población de Vauvert, de la que está separada unos veinte kilómetros por la transitada A9. Como resultado amplió el número de días, con el consiguiente incremento de conciertos. Del 17 al 18 de julio en Vauvert y del 22 al 25 en Junas. En la jornada de clausura el director del festival anunció que para el próximo año piensan mantener la propuesta.
El miércoles 22 de julio se inició nuestro particular encuentro con el festival, en el Temple, a las 18:00, con una temperatura más digna del horno de una panadería a pleno rendimiento que de una sala de conciertos.
La joven Eve Risser tuvo unas palabras de recuerdo para el recién fallecido John Taylor. Taylor había actuado en el mismo espacio hacía justo dos años. Un momento de aquella actuación, a dúo con Stéphane Kerecki, quedaba reflejada en una de las fotografías de gran formato de la exposición dispuesta en el Temple.
La actuación Taylor-Kerecki, por nuestra parte, la pudimos disfrutar en Avignon al día siguiente de haber actuado en Junas. Poco antes, el ocho de junio de 2013, Taylor había ofrecido un exquisito concierto en Granollers, muy posiblemente uno de sus últimos conciertos, por no decir el último, realizados en el estado español.
Donkey Monkey nos ofreció un itinerario ecléctico, entre composiciones e improvisaciones. Temas propios como “Hanakana” (que da nombre al trabajo discográfico del 2011), “Nejire” o “Blues Nippon”, se entrelazaron con “Can´t get my motor to start” de Carla Bley o un pequeño tributo a Györgi Ligeti.
Resultó un concierto desigual, con un trabajo percusivo demasiado similar a lo largo de toda la actuación y con una Risser, con cara de niña traviesa, que se encontraba igual de cómoda en la interpretación de un blues, que discurriendo por Ligeti, como por los senderos más free, todo interpretado con elegancia y gusto, alternando las técnicas clásicas con las extendidas.
No pudieron disponer de los componentes electrónicos que normalmente utilizan en sus actuaciones. Remarcar que la temperatura reinante no facilitó, más bien todo lo contrario, ni el adecuado desarrollo por parte de las dos intérpretes, ni la recepción más aconsejable por parte del público.
Posteriormente nos desplazamos hasta el singular y remarcable espacio de las “Carrières” –antiguas canteras-, un espacio irregular, de paredes laminadas y suelo ligeramente desnivelado, con un pequeño escenario plenamente integrado.
A las 21:00, se presentó la propuesta “Big cities” del trío del guitarrista Gérard Pansanel, un viaje personal por distintas metrópolis a lo largo de las tres últimas décadas, “Helsinki”, “Barcelona”, “Los Ángeles”, “Dakar”, …
Devino un trabajo con dinámicas desiguales, especialmente por el frenesí hiperactivo del baterista percusionista, con interesantes aportaciones del pianista así como del líder de la formación.
Justo había transcurrido media hora cuando empezó a descargar una típica lluvia veraniega, por suerte, mucho menos activa que las dos de la edición anterior, pero que obligó a suspender, momentáneamente, la actuación y cubrir con gran rapidez todo el material del escenario, mientras restábamos pendientes de los deseables cambios atmosféricos que evitaran la posible suspensión de la velada.
Unos tres cuartos de hora después, con el agua literalmente evaporada del escenario, se reanudó el concierto, pero desgraciadamente para los músicos se había roto el hilo conductor.
La segunda parte, una vez superados los pormenores técnicos, quedándonos con un escenario de diseño casi playero, con tres carpas cubriendo la mayor parte del escenario, se presentó un trabajo híbrido, con algunos resultados excelentes.
Por un lado la sección rítmica de Bob Marley, Sly & Robbie, machacona, repetitiva, aunque contundente, y por el otro lado, el trío nórdico formado por Vladislav Delay, electrónica variada, el trompetista Nils Petter Molvaer y el imperturbable Eivind Aarset a la guitarra, pedales y botones.
Atmósferas psicodélicas, ambientes nebulosos, sonoridades envolventes de gran calado, con un Molvaer remarcable y un Aarset, a gusto de uno, un poco comedido (en la memoria, dando vueltas, el recuerdo del excelente concierto de estos dos últimos con la percusionista Marilyn Mazur en Girona en 2011).
Nos sobraron, especialmente, los numeritos finales del contrabajista que rompió la interesante propuesta ofrecida hasta el momento. Fueron de agradecer los ritmos orgánicos, preferibles a los pregrabados, aunque una mayor variación hubiera sido mucho más estimulante y a su vez hubiesen mejorado la propuesta, sin dejar de preguntarnos qué nos podría haber deparado una actuación únicamente con los tres nórdicos.
A las 18:00 del día siguiente, el jueves 23, en el Temple (recinto que acoge los conciertos gratuitos), estaba anunciado la actuación de un “power trío de serie B”, y a tenor de los resultados se podría formular un viva para dicha serie.
Palomar Trio se convirtió en una de las pequeñas joyas del festival, con su propuesta sin ínfulas, coherente y honesta, con sus dosis de ironía. El nombre del grupo proviene del libro homónimo de Italo Calvino, que a su vez lo tomó del observatorio astronómico californiano, Mount Palomar.
Un tejido jazzístico con músicas populares y sus correspondientes improvisaciones. Tres gatos maduros que conocen bien sus herramientas –mandolina, tuba y batería- y a su vez desarrollan interesantes y sugerentes relatos. Una formación atípica de resultado compacto.
En Junas ofrecieron uno de sus primeros conciertos, si no el primero, de su andadura. Un trabajo para disfrutar especialmente en espacios reducidos –cavas de jazz, teatros de pequeño aforo- y próximos.
A las 21:00, en las Carrières (espacio que alberga los conciertos de pago), fue el turno de Tingvall trio, formación que cuenta con seis trabajos discográficos, el primero Skagerrak de 2006 y el último Beat de 2014, todos publicados por Skip Records. Una formación con más de nueve años de andadura.
Un trío perfectamente conjuntado, que funciona como un todo orgánico. Con un jazz melódico, de querencia escandinava, conjugado con trazas rítmicas bien musculadas, algunas de ellas con claras evidencias caribeñas.
También deambularon por nebulosas cercanas a EST –en su versión más acústica-.
Un trío formado por un pianista sueco, un batería alemán y un contrabajista cubano. Este último, Omar Rodríguez, nos sorprendió especialmente, por su sonido amplio y limpio, así como por su destacado fraseo.
Cerró la jornada el contrabajista, violoncelista y compositor Lars Danielsson, que presentó su último proyecto, Liberetto II (Act/2014), con prácticamente la misma formación con la que materializó el disco, con el único cambio del pianista.
El lugar de Tigran Hamasyan lo ocupó el pianista Jonas Östholm, el cual nos llamó especialmente la atención por su concepción aérea y su juego con los silencios.
Danielsson contó con uno de los invitados de la grabación, el trompetista noruego, Mathias Eick, que a lo largo del festival lo escucharíamos en otros tres proyectos.
Un grupo de ejecución impecable, con una calidad manifiesta en el dominio instrumental. A la guitarra John Parricelli y Magnus Öström a la batería. Un trabajo pulcro y mesurado, con unas composiciones melódicas cantábiles, entre la música popular, la banda sonora y pasajes próximos a lo que se denominó “new age”, algunos de ellos de resultado demasiado meloso.
Estuvieron, a gusto de uno, demasiado pendientes de las partituras originales, moviéndose por algunas coordenadas demasiado previsibles y a su vez faltos de una mayor frescura.
Destacaría, ya avanzado el concierto, el tema de mayor duración, donde se introdujeron por parámetros más abiertos y mucho menos pendientes de su “belleza”. Un tema iniciado en las cercanías del free para ir derivando hacía senderos estructurados, compactos y musculados, con dinámicas de un jazz más contemporáneo sin dulcificaciones.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2015
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