24 Festival D’Altitude Jazz À Luz
Luz Saint-Sauveur, Francia
Toma Gouband
- Fecha: Sábado, 12 de julio de 2014
- Lugar: Maison de la Vallée
- Componente:
Toma Gouban, percusión
Agustí Fernández & Nate Wooley
- Fecha: Sábado, 12 de julio de 2014
- Lugar: Chapiteau
- Componentes:
Agustí Fernádez, piano
Nate Wooley, trompeta
Chromb!
- Fecha: Sábado, 12 de julio de 2014
- Lugar: Chapiteau
- Componentes:
Léo Dumont, batería
Camille Durieux, teclado y coros
Lucas Hercberg, bajo, efectos y coros
Antoine Mermet, saxo alto y voz
Didier Lasserre
- Fecha: Domingo, 13 de julio de 2014
- Lugar: Colline Solferino
- Componente:
Didier Lasserre, batería
Kristof Hiriart & Christian Pruvost
- Fecha: Domingo, 13 de julio de 2014
- Lugar: Place de la Comporte
- Componentes:
Kristof Hiriart, voz y percusión
Christian Pruvost, trompeta
Comentario:
Llegar a Luz-Saint-Sauveur consiste en haber pasado por un buen par de toboganes, con sus respectivos puertos de montaña y transcurrir por carreteras estrechas a velocidad moderada. Si a ello le sumamos, como fue el caso, lluvias y nubes esporádicas, pues todavía mejor. Con un número considerables de ciclistas, masculinos y femeninos, durante el recorrido.
La población está totalmente rodeada de montañas. El verde, expuesto en gamas diversas, es el color dominante. Situada a unos veinte kilómetros del mítico Tourmalet, con sus 1400 metros de desnivel positivo, lugar donde el verde cede su predominio a las tonalidades grisáceas de las piedras y las rocas.
Un entorno, quiérase o no, que termina, en mayor o menor grado, condicionando el estado de ánimo, así como la percepción de los distintos encuentro musicales, algunos de ellos perfectamente entronizados con el espacio natural circundante.
Por imperativos laborables, llegamos después del mediodía de la segunda jornada, y entramos directamente en materia, a las 16:00, en la Maison de la Vallée, con el proyecto del percusionista Toma Gouband y su singular set de percusión, a base de piedras de distinto tamaño, sin pulir, más allá de la redondeada, en forma de huevo, que utilizaba como elemento principal para tocar, además de un tambor, dos platos de metal, una caja de madera y dos pies de charles adaptados para percutir sobre fragmentos de piedra.
Una sola pieza, expuesta, a lo largo de unos sesenta minutos, pausada, minimalista y circundante, incluso con algunos sonidos no materializados a nivel físico, que quedaban dibujados en el aire. Juego de roces y suaves fregados de piedra sobre piedra, con toques de metal y cuero. Una pieza improvisada, compuesta en el momento, que podía hacer pensar en una pintura de tonalidades claras, con diversas, pequeñas y sutiles formas dispuestas en la superficie de una tela.
El auditorio, de acústica excelente, estuvo totalmente lleno, incluso con algunos escalones utilizados como asientos. Un público variado de edades bien diversas.
A la 21:00, y en el Chapiteau, con un entoldado impermeable, tanto para los músicos como para el público, se presentaba la propuesta que en su día no pudimos ver materializada, por problemas aéreos, en Barcelona, en las Jamboree Jazz Lab Sesssions de los martes del mes de abril de 2013. Unas Lab donde Agustí Fernández se presento al frente de cinco formaciones diferentes, en concepto y en tamaño.
Fernández y Nate Wooley forman un dueto cómplice, que aúnan mundos distintos del amplio campo de la improvisación. En Luz, y esto es una percepción personal, Wooley estuvo en un terreno como más mental, conceptual y especulativo, mostrando un amplio muestrario de efectos y sonoridades quebradizas así como cortantes, mientras el pianista mallorquín deambuló por coordenadas más viscerales, contrastándolas y combinándolas, con otras más líricas, deliciosamente líricas, todo un placer, sin por ello abandonar sus idas y venidas por páramos notablemente salvajes y bien musculados.
Destacaría, muy especialmente, el tema en solitario, improvisado/compuesto al instante en el interior del piano, percutiendo y rasgando sobre las cuerdas, extrayendo sonoridades, líneas y masas sonoras, impactantes y emotivas. Encaró, literalmente, el solo como un nadador al tirarse de cabeza a la piscina, como si fuera a bucear por la caja y las cuerdas de su instrumento.
A les 23:00, todavía con el estado de ánimo propiciado por el dueto Agustí-Nate, en el mismo Chapiteau, pero sin las sillas, el cuarteto Chromb!, presentó su propuesta rockera-jazzera-ruidosa y, a gusto de uno, pasada de decibelios. Un proyecto compulsivo, para saltar, bailar e incluso gritar, más que para una escucha atenta. Al final del quinto tema abandonamos el espacio. Lo acumulado durante la jornada había sobrepasado nuestro punto de saturación.
El domingo 13 de julio, después de un pequeño y agradable recorrido pedestre hasta la Colline Solferino, iniciamos la jornada festivalera a las 11 de la mañana con un documental sonoro, sin imágenes, más allá de las que cada uno pudiera escoger, o no, de las interesantes perspectivas que ofrece la colina. Un audio de alta calidad sonora, muy bien editado, en el que se recoge, entre sonidos campestres y en una mezcla occitana-francesa, diferentes entrevistas relacionadas con las vivencias en el valle durante inicio de la primera guerra mundial.
A las 12, arropados en una excelente sombra, el batería Didier Lasserre, presentaba La Memorie, en un nuevo solo de batería, con una “batterie ancienne”, y, también, planteado como un solo unitario en una sola pieza, pausada, jugando con los timbres y los pequeños detalles, todo muy cromático y sugerente, sin estridencias, invitándote a entrar en su evolución, sin imposición alguna. En perfecta consonancia con el entorno y sus contraluces naturales.
El concierto fue grabado micrófono en mano por Anne Montaron, responsable y presentadora de “À l’improviste” y ”Alla Breve” de Radio France Musique, dos programas musicales, sin concesiones, en consonancia con la línea del ideario más libre y radical del festival.
A las 17:30, en la “Place de la Comporte / Place Eglise des Templiers” nos encontramos con una notable sorpresa, el directo del dúo formado por el cantante, recitador, percusionista y compositor, Kristof Hiriart, y el trompetista Christian Pruvost.
Se mueven por un espectro amplio. Canticos populares, efectos y disonancias, sonidos vocales mezclándose y confundiéndose con los de la trompeta.
Pequeñas lecturas fragmentadas de libros, tarareos infantiles, susurros, cencerros, golpes de tambor, así como los diversos y remarcables resultados sonoros de la trompeta, en una buena parte de la actuación, prolongada mediante una goma elástica.
Una propuesta no exenta de trazas teatrales con un interesante juego entre la tradición y la contemporaneidad.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2014
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