25e Jazzèbre (I)
Vincent Peirani et Emile Parisien
Fecha: Sábado, 5 de octubre
Lugar: Espace Gavroche / Elne –Roussillon- (Francia)
Componentes:
Vincent Peirani: acordeón
Emile Parisien: saxo soprano
Kamilya Jubran et Sarah Murcia
Fecha: Martes, 8 de octubre
Lugar: Théâtre Municipal / Perpignan
Componentes:
Kamilya Jubran: voz y laúd árabe
Sarah Murcia: contrabajo
Catherine de Broucker: violín
Marion Brizemur : viola
Christine Krauz : violoncelo
Michel Portal et Vincent Peirani
Fecha: Martes, 8 de octubre
Lugar: Théâtre Municipal / Perpignan
Componentes:
Michel Portal: clarinetes
Vincent Peirani: acordeón
Saiyuki
Fecha: Jueves, 10 de octubre
Lugar: Théâtre Municipal / Perpignan
Componentes:
Nguyên Lê: guitarra y ordenador
Mieko Miyasaki: voz y koto
Prabhu Edouard: tablas, percusión y voz
Joachim Kühn Trio
Fecha: Jueves, 10 de octubre
Lugar: Théâtre Municipal / Perpignan
Componentes:
Joachim Kühn: piano y saxo alto
Sébastien Boisseau: contrabajo
Christian Lillinger: batería
Comentario:
Un cuarto de siglo ha cumplido, en este inicio de otoño, el festival de la cebra perpiñanesa, siguiendo fiel a sus coordenadas iniciales, resumidas con claridad y sin engaño alguno, como “el encuentro del jazz y las músicas del mundo en el Rosellón”. Un festival bien apuntalado, de bajo presupuesto, inteligentemente programado y de remarcable marchamo asociativo. Aúna el jazz de concepción más creativa y abierta con las músicas del mundo sin caramelizar, sin olvidar sus singulares picnics musicales, así como exposiciones, películas o clases maestras. Los conciertos mayoritariamente se circunscriben en la ciudad de Perpiñán, pero una parte nada desmerecedora se llevan a cabo en pequeñas localidades de la comarca.
El festival se alimenta mayoritariamente del interesante y excelente panorama jazzístico del hexágono francés, más algunas aportaciones puntuales estadounidenses (en esta ocasión, John Abercrombie quartet y Gregory Porter).
En la actual edición hemos asistido a diez conciertos en el transcurso de nueve días, aunque evidentemente el festival tiene una mayor duración y ofrece un abanico más amplio de conciertos. Nuestro punto de partida fue, el sábado cinco de octubre, en la localidad de Elne (de tan gratos recuerdos para los exiliados republicanos españoles, que huían de las tropas golpistas franquistas, y que estaban internados en los campos de refugiados de Argelès, Saint-Cyprien y Rivesaltes. Entre aquellos muy especialmente las mujeres embarazadas, por la maternidad fundada en 1939 por la suiza Elisabeth Eindenbenz y clausurada por los nazis en 1944).
En el polivalente “Espace Gavroche”, se presentó un dueto vitalista y desbordante, formado por dos auténticos “enfants terribles” de la reciente escena francesa, el saxofonista soprano, aunque esporádicamente también toca el tenor, Emile Perisien y el acordeonista Vincent Peirani (en el último festival de Donostia estuvo acompañando a la cantante Youn Sun Nah). Ofrecieron un repertorio atemporal y sin fronteras, de calado plenamente contemporáneo, desde Sidney Bechet (“Egyptian fantasy”) a Franz Schubert (“Schubertauster”, original de Peirani), deambulando por senderos alegres con aires de “musette” (“3 Temps pour Michel P”), festivos y claramente populares de los Balcanes (“Balkanski Cocek”), sin olvidar a Thelonius Monk (“I mean you”) o a Duke Ellington (“Dancers in love”). Texturas disonantes, con algún que otro arañazo free, enlazadas con líneas de gran calado melódico.
Esta joven pareja son los dos solistas de la última propuesta, en formato de cuarteto, del pintor y maestro de la batería, Daniel Humair (programados a finales de noviembre en el festival de jazz de Barcelona).
Tres días después, el martes ocho, en el Teatro Municipal, que este año celebra su bicentenario, asistimos a un programa doble que resume perfectamente el “leitmotive” del festival. La primera parte formada por la propuesta de Kamilya Jubran y Sara Murcia y en la segunda la del dueto, profesor/alumno, Michel Portal y Vincent Peirani.
Nhaoul’ es un trabajo complejo, árido y sin concesiones a la galería. La palestina Kamilya Jubran -voz y laúd árabe- y la francesa Sarah Murcia –contrabajo- llevan una década de complicidades. Para este proyecto han contando, en algunos de sus pasajes, con la colaboración de un trío de cuerda, también femenino, con un tratamiento plenamente contemporáneo, lejos de cualquier tipo de dulcificación. Una propuesta donde la música y el texto, de poetas árabes, fueron a la par. Poesías de tradición oral –recitadas en dialecto beduino-, poesías escritas por el marroquí, Hassan Najmi o el egipcio Mohammad Younes Al Qadi.
Un notable urdido entre la sonoridad apagada, mate, del laúd y la voz, segura, de la palestina en perfecta consonancia con la sonoridad abierta, aposentada, con cuerpo de la contrabajista, más la envoltura plenamente contemporánea del trío de cuerda. Un tapiz que requiere de varias audiciones para poder apreciarlo plenamente.
La segunda parte de la noche la protagonizaron un pareja totalmente intergeneracional, el maestro francés, de los saxos, clarinetes, bandoneón y bipolar entre el jazz y la clásica, Michel Portal, de setenta y ocho años, con uno de sus jóvenes ex-alumnos, el acordeonista Vincent Peirani (formado académicamente como clarinetista).
Ofrecieron una propuesta básicamente melódica, totalmente vitalista y festiva, con una selección cuidadosa de sus últimos y respectivos trabajos discográficos, Baïlador (2010) -por parte del vasco-francés- y Thrill Box (2013) –por parte del joven de Niza-. Del primero interpretaron, “Cuba si, Cuba no” y “Ombres”, del segundo, la pequeña joya “Choral”, “B&H” (la “B” por Bojan Z), “3 Temps pour Michel P” (la “P” por Portal). También tocaron un tango (el acordeonista tiene un disco dedicado totalmente a este estilo, Tanguillo -2013- ) y como despedida, “Dancers in love”, “Ellington es un compositor que amamos especialmente los dos”, según palabras del propio Michel, que anteriormente había comentado, en referencia a su acompañante, “estos jóvenes me confunden”. La complicidad entre los dos músicos fue total y distendida, así como plenamente comunicativa con el público.
El concierto inicialmente estaba anunciado en formación de trío, con el batería, estadounidense, Hamid Drake, que al no poder concretar varias actuaciones en Europa (sólo habían conseguido un par), decidió suspender su desplazamiento.
Uno de aquellos conciertos que deberían tener una prescripción facultativa frecuente, por su calidad, dinamismo, frescura y comunicación, así como por su coherencia conceptual e interpretativa entre una selecta y amplia variedad estilística –de lo “culto” a lo popular, de la música clásica al “musette”, pasando por el jazz, el tango y desgarros del free, de partitura a la improvisación-.
Dos días después, el jueves diez, en el mismo espacio del teatro municipal, otro programa doble. En esta ocasión con dos tríos, Saiyuki y el de Joachim Kühn.
Saiyuki es una formación plenamente oriental, formada por una japonesa, Mieko Miyasaki, a la voz y koto, un vietnamita, Nguyên Lè, a la guitarra y un hindú, Edouard Prabhu, a la voz, tablas y percusión. Los tres salieron, al escenario, con vestimentas orientales aportando así una mayor patina colorista al ambiente.
Fueron desarrollando buena parte de su trabajo discográfico, homónimo, del 2012. Con un repertorio de temas interesantes, pero que en su conjunto, a uno le dio la impresión, por la cohesión y concepción, que nos encontrábamos con una propuesta en la que cada uno, en su turno, aportaba y desarrollaba su muestra étnica, mientras los otros dos plasmaban un cierto envoltorio. Un mayor entrecruzamiento y ligazón global se hubiera agradecido, a pesar que en algún tema, como “Sweet ganesh”, consiguieron un mayor empaque.
Para cerrar la noche, el nuevo trío de Joachim Kühn, que en buena parte nos devolvió el recuerdo de la formación y el encaje de Poison (2005), con aquella remarcable sección rítmica formada por el contrabajo de Jean-Paul Celea y la batería de Wolfgang Reisinger. Sección que ha grabado destacables trabajos con el saxofonista Dave Liebman, que recientemente han publicado, el también recomendable, Yes Ornette (2012), en esta ocasión con la joven realidad francesa, el saxofonista soprano, Emile Parisien.
Este nuevo trío de Kühn, está formado por el francés Sébastien Boisseau al contrabajo (que recientemente lo pudimos disfrutar en uno de los últimos proyectos del clarinetista Jean-Marc Foltz), de sonido musculado, redondo y firme, y a la batería, el joven berlinés Christian Lillinger, contundente, de apariencias visuales algo autómatas pero de resultados firmes y evidentes.
Ofrecieron una velada por las sendas preferidas del pianista alemán (puestos a seguir recomendando, citemos su interesante piano solo Free Ibiza –2010-), con sus oleajes marcadamente musculosos, torrenciales y en su mayoría desbocados, con algunas pequeñas pinceladas líricas, en un mar con dos corrientes profundamente latentes, las de J. S. Bach y Ornette Coleman -diversas pero con un nexo en común, la variación y/o improvisación como base de su música-. Un repertorio amplio y cohesionado, con temas sin nombre o, en expresión del propio pianista, los títulos no tenían una mayor importancia, a excepción de la colemaniana “Homogeneous emotions”
La compenetración entre los tres músicos fue remarcable. Improvisación de altos vuelos, notablemente urdida, de fluir constante entre la mente y las vísceras, con algunas líneas escritas. Un trabajo compacto, de los que atrapan y no te dejan hasta bastante después de haber finalizado el concierto.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2013
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