Diminuto y situado en una zona poco concurrida por la, digamos, bohemia jazzística —el anodino barrio de la Dreta de l’Eixample—, el Jazz Man es sin lugar a dudas el bar de jazz más emblemático y, si me permiten, más entrañable de Barcelona.
La primera máxima de David Toribio, el dueño de este establecimiento que abrió sus puertas en 1979, es la de pinchar solo jazz y, como mucho, “músicas afines,” es decir, blues. La segunda máxima del amigo Toribio es la de servir brebajes a una clientela de los más variopinta: músicos de jazz, jóvenes despistados y no tan despistados, parejas, vecinos de toda la vida a los que no les gusta el jazz pero sí el ambiente del Jazz Man, aficionados eruditos, etc.
Recalar solo un sábado por la noche, pedirse una caña —que David sirve desde un particular saxo reciclado en tirador de cerveza—, conversar con los parroquianos o, simplemente, disfrutar de la copa en silencio mientras suena, por ejemplo, “Monk’s Dream”, es una de las grandes razones para amar el jazz.
Seleccionado, explicado y degustado por Martí Farré. Fotografía tomada prestada de la web de JazzMan: http://jazzmanbarcelona.blogspot.com.es/