Villelongue-Dels-Monts
- Fecha: Viernes, 7 de agosto de 2015
- Grupos
- Balade Musical
Lugar: Jardin de Mme. Josi (10:30)
Componentes (entre otros):
Valeria Kafelnikov, arpa
Jacques Di Donato, clarinete
Nicolas Nageotte, flauta y clarinete
Pierre Millan, guitarra clásica
Fanny Vicens, acordeón
Jean-Étienne Sotty, acordeón
Pablo Schatzman, violín - Charles Chaplin “The Kid”
Lugar: Salle Polyvalente (16:00)
Componentes:
Bruno Maurice, acordeón
Florent Pujuila, clarinete - Journal Intime Presente: Le Bal Des Faux Freres
Lugar: Bois de Romaguer (18:00)
Componentes:
Sylvain Bardiau, trompeta
Frédéric Gastard, saxo bajo y voz
Matthias Mahler, trombón
Fabien Kisoka, saxo tenor y voz
Fabrice Lerigab, batería y percusión
Laurent Di Carlo, batería y percusiones - Salque-Giuliano
Lugar: Prieuré du Vilar (21:00)
Componentes:
François Salque, violonchelo
Aude Giuliano, acordeón - Dadid Kraukauer Ancestral Groove
Lugar: Grande Scène (22:00)
Componentes:
David Kraukauer, clarinete
Sheryl Bailey, guitarra eléctrica
Jérome Harris, bajo eléctrico, sampler y voz
Michael Sarin, batería
Robert Schwimmer, teclado - Invention De Morel
Lugar: Le sous-bois de Villelongue-dels-Monts (24:00)
Componentes:
Marie Arnaud, teclado
Pablo Schatzman, violín
Mathias Lopez, contrabajo
Nicolas Nageotte, clarinete y clarinete bajo
Florent Pujuila, clarinete bajo
Ambre Perez, danza
Philippe Meunier, narrador
Tony Houziauz, proyecciones
- Balade Musical
Comentario: En la parte inferior de la cara norte de la sierra de la Albera (Albère), sierra fronteriza entre Cataluña y Francia, equidistante de Le Voló (Le Boulu) y Argelers (Argelès-sur-Mer), se encuentra la localidad de Vilallonga dels Monts (Villelongue-del-Monts), de unos 1500 habitantes, con sus calles rotuladas sólo en catalán, a pesar de que su habla es muy minoritaria.
Del 6 al 9 de agosto se celebró el cuarto festival “Musiques-dels-Mont”, este año con el lema “Le radeau des légendes” (aproximadamente, la embarcación de leyendas). Un festival con una gran diversidad de estilos, música clásica, contemporánea, improvisada, jazz, rock, popular, entre otras.
El festival estuvo precedido de un “stage” musical para alumnos de diferentes edades y niveles, donde además del perfeccionamiento también se plantea el conocimiento de otros géneros musicales y la abertura hacia ellos. En esta edición contaron con unos noventa y cinco alumnos.
El máximo responsable y generador es el clarinetista, saxofonista, guitarrista, compositor y director de orquesta Florent Pujuila, un todo terreno incombustible de sonrisa imperturbable. Lo pudimos ver en formaciones de cámara (Le quintet à Vents-dels-Monts), free jazz (Hommage à John Zorn), contemporánea (Invention de Morel), improvisando (sobre las composiciones de Charlie Chaplin durante la proyección de “The Kid”) o dirigiendo una orquesta de cuarenta músicos y posteriormente una versión de “la Flauta mágica” con la colaboración coral de buena parte del público. Un buen ejemplo de militancia en diferentes campos e interactuar con ellos con fluidez y máxima coherencia.
El primer contacto con el festival lo tuvimos a las diez y media de la mañana de la segunda jornada, al aire libre y con un sol de justicia. Un pequeño recorrido musical entre juncos, arbustos, un estanque más algunas buenas sombras de los árboles del jardín de madame Josi, en el cual estaban distribuidas cinco propuestas musicales, de concepciones bien distintas.
Primero un solo de arpa de Valeria Kafelnikov, después un dueto de improvisación con los clarinetistas Jacques Di Donato y Nicolas Nageotte, que terminaron susurrando a los oídos de los presentes, pasando el testimonio a la guitarra clásica de Pierre Millán, que a su vez lo cedió a una nueva improvisación a dueto, en esta ocasión de acordeones, uno de los instrumentos base, junto con el clarinete, de esta edición.
La “balade” finalizó con un fragmento del “Quinteto para clarinete, opus 115”, de Brahms, con Pablo Schatzman en el primer violín.
Después de la comida del mediodía -que todos los días estuvo acompañada por distintas propuestas y formaciones de alumnos-, y de las muestras del taller de percusión, nos desplazamos -prácticamente todos los escenarios estaban muy cercanos- hasta “Salle Polyvalente” para la proyección de la película “El chico” (1921) de Charles Chaplin, una pequeña joya del cine mudo.
Bruno Maurice –acordeón y arreglos- y Florent Pujuila –clarinete-, acompañaron de forma exquisita, perfectamente sincronizada, en un doble juego de improvisación y lectura de la partitura compuesta por el mismo Chaplin. Un acompañamiento sutil y sugerente, excelentemente adaptado a los tempos fílmicos. Un trabajo de orfebrería.
Posteriormente encaramos nuestro primer contacto con las músicas más afines de la cabecera de esta casa.
El sexteto “Journal Intime présente: Le Bal des Faux Frères”, una formación constituida por dos tríos –Journal Intime y Les Faux Frères- que tanto en concierto, en un escenario, como en fanfarria deambulando por las calles, funcionan de manera contundente y musculada, cortante como cuchillos recién afilados, funk, rock, jazz e improvisación bien próxima al free. Primero los disfrutamos en el escenario porticado del “Romaguer” y posteriormente en las calles de Villelongue, para finalizar en la última jornada, alrededor de la medianoche, con una nueva actuación, en plena calle, de casi una hora de duración.
Una banda con un repertorio que va de The Stooges a Branford Marsalis, pasando por Chicago o ACCD, con alguna composición propia. A destacar, a lo largo de las tres últimas jornadas, especialmente dos temas, que resultaron emblemáticos y balsámicos, “I wanna be your dog” y “Black in black”, grabados en su disco homónimo. La banda está formada por dos percusionistas, un trompeta, un trombonista, un saxo tenor y un saxo bajo.
Después de la cena comunitaria de las 19:15 (el horario francés manda, cabe decir que con una mayor homogenización y raciocinio que los imperantes en el estado español), donde coinciden músicos, profesores, alumnos y público en general, nos desplazamos, unos tres kilómetros, sierra arriba, hasta el “Prieuré du Vilar”. Una pequeña fortificación que data del siglo VIII y que ha pasado por distintas etapas hasta su última restauración iniciada en 1993. Desde hace unos diez años está habitada por una comunidad monacal ortodoxa rumana.
En la iglesia del priorato, de acústica excelente, pudimos disfrutar del trabajo del violinista François Salques con la acordeonista Aude Giuliano. Salque en la actualidad mantiene varias propuestas, con formaciones y programas distintos, de música clásica, tradicional y jazz. De estas dos últimas tiene grabados un par de discos con el acordeonista Vincent Peirani.
En esta ocasión el programa pasó por las tres vertientes musicales, “La rapsodia húngara” de David Popper, un tema de influencia hebrea de Ernest Block, músicas de origen gitano de Krystof Maratka, un tema de “Armaguedon” de Astor Piazzola, terminando con una referencia al jazz manouche de Stepane Grapelli. Salques fue dejando una notable muestra de su gusto musical y virtuosismo instrumental, bien acompañado por el acordeón de Giuliano.
Desandamos el camino hasta el escenario principal, ”Grande scène” para encontrarnos con la actuación del clarinetista David Kraukauer con su Ancestral Groove, que excepto el cambio de teclista, actuó con la misma formación y propuesta que había presentado en el último festival de jazz de Barcelona. Fue desgranando su particular visión de música klezmer con funk, rock y jazz, música para bailar y saltar, cosa que consiguió con buena parte del público, especialmente con el más joven, con ganas de fiesta.
Kraukauer dejó buena muestra de su virtuosismo instrumental así como de su buena fluidez oratoria. El resultado global, a gusto de uno, terminaba sonando demasiado igual, repetitivo y a su vez previsible. A pesar de ello destacaría los temas “Klezmer à la Bechet”, “Tandal” compuesto por John Zorn, y “Moldavina Voyage”, estos dos últimos, así como buena parte de los temas de la actuación, están incluidos en el disco Checkpoint (2014).
Justo después de la medianoche, se presentó una notable propuesta, en el lecho de la riera seca, bordeada por generosos almeces. Una nueva joya del festival, de altos vuelos, de aire contemporáneo, en las cercanías del jazz –en su acepción más amplia y abierta-.
Con el público acomodado sobre delgados colchones de goma, con sus frontales y linternas apagados. Un trabajo interdisciplinario (proyección de imágenes, un quinteto de músicos –teclado, violín, contrabajo y dos clarinetes bajos-, un narrador y una bailarina) basado en el texto “La invención de Muriel”, del escritor argentino Adolfo Bioy Casares. El pedregal de la riera y los árboles del entorno, gracias al diseño de iluminación, configuraron un escenario ideal.
Un espectáculo de fuerte impacto, tanto musical como plástico, creado especialmente para el festival y desgraciadamente de representación única.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2015