Villelongue-Dels-Monts
- Fecha: Sábado, 8 de agosto de 2015
- Grupos
- 1, 2, 3, 4 Accordéons
Lugar: Jardin de Mme Dupuy (10:30)
Componentes:
Aude Giuliano, acordeón
Bruno Maurice, acordeón
Jean Etienne Sotty, acordeón
Fanny Vicens, acordeón y acordeón de cuarto de tono - Le Quintette À Vents-Del-Monts
Lugar: Salle Polyvalente (14:00)
Componentes:
Annabelle Meunier, flauta
Florent Pujuila, clarinete
Sebastien Giot, oboe
Henry Roman, fagot
Gregorry Sarrasin, corno - Hommage À John Zorn
Lugar: Bois du Romaguer (18:00)
Componentes:
Frédéric Gastard, saxo soprano y tenor
Florent Pujuila, clarinete, clarinete bajo, saxo soprano y tenor
Bruno Chevillon, contrabajo
Ianik Tallet, batería - Journal Intime
Lugar: Bois du Romaguer (21:00)
Componentes:
Sylvain Bardiau, trompeta
Frédéric Gastard, saxo bajo
Matthias Mahler, trombón - Ciento Veinte
Lugar: Bois du Romaguer (22:30)
Componentes:
Annabelle Meunier, flautas
Florent Pujuila, saxo tenor y clarinete
Công Minh Pham, piano
Matt Seybald, bajo
Marc Dumazert, batería
Vitier Vivas, percusión y voz - Effraie La Chouette
Lugar: Alrededores de Villelongue (24:00)
Pablo Schatzman, violín
Nicolas Nageotte, flauta
Henry Roman, fagot
Pierre Millan, guitarra clásica
Vitier Vivas, cajón
Boukary Niakate, voz
- 1, 2, 3, 4 Accordéons
Comentario:
En el jardín boscoso, generosamente sombreado, de madame Dupuy, alrededor de una fuente en desuso, comenzó, a las diez y media de la mañana, la tercera jornada del festival, con la propuesta “1, 2, 3, 4 accordéons!”.
El acordeón como único instrumento. Cuatro acordeonistas que se fueron combinando en diferentes formaciones. Cabe decir que en uno de los temas Fanny Vicens, con el acordeón de cuarto de tono, estuvo acompañada por dos jóvenes acordeonistas no anunciadas en el programa.
Ofrecieron un temario variado y dilatado, abarcando desde la música tradicional hasta la contemporánea, pasando por Bach, Mozart o Rameau, para finalizar, ya en formación de cuarteto, con Piazzolla (“L’amour”, “Solitude”, “Final”).
A las catorce horas, en la sala polivalente, asistimos al concierto de música de cámara a cargo de “El quintette à Vents-dels-Monts”, formado por flauta, clarinete, fagot, corno y oboe. Nuevamente degustado en la distancia corta, con la sonoridad propia de cada instrumento.
Con un programa nuevamente variado, interpretado de forma impecable, constituido, entre otras composiciones, por la obertura de “Las Hébridas” de Mendelssohn, “Lorelei paraphrase, sur un poème de Guillaume Apollinaire” del propio clarinetista del quinteto, Florent Pujuila, e interpretada a trío -flauta, clarinete y fagot- o la dinámica “En la gruta del rey de la montaña” de “Peer Gynt, suite número 1” del compositor Edward Grieg.
A las cuatro dio comienzo el espectáculo infantil, netamente teatral, para todos los públicos, pero muy especialmente para los más pequeños. Los papás y acompañantes acomodados en las sillas de plástico y los niños en la parte más próxima al escenario sobre las alfombras dispuestas para la ocasión. Decir que el público más infantil rápidamente quedó prendido con las aventuras y desaventuras de las tres princesas contemporáneas.
Dejamos a los pequeños en su mundo y nos acercamos al escenario porticado del bosque del Romaguer, donde a las seis de la tarde se presentaba el homenaje a John Zorn. Media hora antes de su inicio apareció la típica lluvia de verano que se mantuvo a lo largo de casi todo el concierto, aportando su contrapunto imprevisto al “hommage”, tanto a nivel visual y luminoso, como sonoro y térmico.
Después de subsanar los problemas técnicos, de luz y sonido, ocasionados por la lluvia, nos introducimos en un trabajo de escritura y trazas de música judía, improvisaciones free desenfrenados. Melodías bien próximas y cantábiles entrelazándose con desgarros viscerales. Sonidos limpios y bien modelados con estridencias notablemente contrapuestas.
Cuatro músicos a máximo rendimiento, Bruno Chevillon al contrabajo (Orchestre National de Jazz de Francia, Caravaggio o en diferentes formaciones de Louis Sclavis) con su sonoridad voluminosa y clara; Ianik Tallet a la batería (un contundente todo terreno, rock, blues, jazz, músicas improvisadas sin olvidar la “chanson”, con décadas en los escenarios); y los dos músicos que más hemos visto y, a su vez, disfrutado en esta edición, Fréderic Gaspard, sin su inseparable saxo bajo, a los saxos tenor y soprano, con sus musculadas descargas viscerales, y el multiinstrumentista Florent Pujuila al saxo soprano, tenor, clarinete y clarinete bajo.
Combinaron composiciones de Zorn, entre elles “Kisofim”, con una exquisita introducción de contrabajo, a modo de solo, con composiciones de Pujuila “Rose n Jaune” o “Corazón de Toro” (habíamos tenido la ocasión de escucharlo en dueto con Chevillon en la última edición de Jazzèbre). Puestos a ponerle alguna una pega, diríamos que nos resulto corto y habríamos agradecido, como mínimo, otro par de temes.
La lluvia motivó el cambio de escenarios, sin alterar la programación ni el orden. De camino entre el Romaguer y la Sala Polivalente -donde finalmente se celebró la cena comunitaria- nos encontramos con un ensemble, variable, constituido por un par de percusionistas y unos ocho clarinetistas, conducidos por el también clarinetista, Nicolas Nageotte, que iban improvisando, jugando, con variaciones de música popular turca.
La segunda propuesta jazzística, o muy próxima a él, de la noche correspondió al proyecto Lips on Fire (2011), del trío Journal Intime, con su visión o interpretación alrededor del legendario Jimi Hendrix.
Journal Intime, además del proyecto con los Faux Frères, colabora con el guitarrista Marc Ducret –con el que están ultimando su segundo trabajo en común-. Dos de sus miembros, el saxofonista Frédéric Gastard, y el trombonista Matthias Mahler, a su vez forman parte de su quinteto así como del proyecto “Tower-Bridge”. Por su parte el trompetista, Sylvain Bardiau, fue miembro de la penúltima Orchestre National de Jazz, la de Daniel Yviniec.
Con la lluvia alejada, Journal Intime se encargó de subir la baja temperatura con su particular homenaje a una de las grandes leyendas del rock, reconducido por los senderos del jazz contemporáneo, iconoclasta de riendas sueltas pero a su vez bien firmes, con versiones de composiciones del guitarrista, “Hey Baby”, “If 6 was 9”, de temas que él había versionado, “All Along The Watchtower” (de Dylan), así como algún tema original del grupo.
Una formación sin guitarrista, con tres solistas de primera división, con solos cortantes como estiletes y un resultado totalmente adrenalínico. Recomendable tanto su trabajo discográfico, como su directo, que como suele ser habitual con músicos de este nivel, está unos cuantos peldaños por encima.
Posteriormente, sobrepasadas las 22 horas, la propuesta salsera/latinjazzera del grupo Ciento Veinte, un trabajo, que a gusto de uno, y viniendo de la propuesta anterior, resultó dispersa y desigual. Destacaría el interesante trabajo a las flautas, tanto en el acompañamiento como en los solos, de Annabelle Meunier, de la cual sólo conocíamos su vertiente clásica.
Hasta el último momento no se supo si se realizaría el recorrido nocturno, de la medianoche, por senderos más bien estrechos del bosque más próximo a la población, sin luz –más allá de algún frontal o linterna puntual-.
Se materializó en un recorrido corto, pero de gran calidad musical, con algunos de los solistas de mayor peso del festival. Intervenciones puntuales a cada pocos metros, en solitario, excepto la última, que fue a dúo, integradas en la oscuridad del entorno.
A la entrada del camino el violín clásico de Pablo Schatzman, entre los matojos la flauta étnica de Nicolas Nageotte, el fagot de Henry Roman o la guitarra clásica de Pierre Millan, debajo del puente, entre las piedras, el violoncelo de Melody Giot y medio escondidos junto a una fuente Vitier Vivas al cajón y Boukary Niakate a la voz, con aires de santería.
Un estimulante cierre de las catorce horas de esta jornada.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2015
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