Entre la siguiente entrevista (publicada en el nº 124 de Jazz Magazine, en noviembre de 1965), en la que Jean-Louis Noames intenta proseguir la realizada en 1963 por Jean Clouzet y Michel Delorme, se produjo un acontecimiento mediático bastante infrecuente: la aparición de Thelonious Monk en la portada de la revista Time, que anunciaba un extenso artículo sobre el músico en sus páginas interiores. Al principio, su publicación estaba prevista para noviembre de 1963, pero fue retrasada debido al asesinato del presidente Kennedy y, finalmente, salió en la edición del 28 de febrero de 1964. Lo podéis encontrar en Internet en el Thelonious Monk Website y, más concretamente, en las páginas que le son especialmente dedicadas. Tras este paréntesis, damos la palabra a J.-L. Noames y a T.S. Monk en las páginas de Jazz Magazine de 1965.
Jean-Louis Noames (Jazz Magazine): Señor Monk: me gustaría hacerle unas preguntas que completarán la entrevista que concedió a Jazz Magazine hace tres años …. ¿Logrará no dormirse?
Lo intentaré.
Se echa en el sofá, me observa: «¡It’s Monk’s time!»
¿Desde cuándo es usted músico?
Desde siempre. Siempre me ha gustado tocar, desde que era crío.
Si la gente dejase de ir a verle, ¿seguiría tocando?
La gente siempre te escucha. Si eres capaz de tocar, claro.
¿Llega a tocar únicamente para usted mismo?
Cuando toco, siempre hay gente escuchándome, porque le gusta.
¿Piensa alguna vez, «hoy he tocado mejor que ayer»?
Cuando toco en concierto, no. En casa, a veces… Nunca estoy totalmente satisfecho con lo que hago.
¿Y escucha sus discos?
A veces. Pero no hay ninguno que me guste realmente. Tampoco tengo un favorito. No están mal. Aunque…
¿Cuándo toca usted mejor?
Después de haber bebido.
¿Fuma usted mucho?
No, fumo muy poco, y nunca puros. Tampoco fumo pipa.
¿Le gusta ir al teatro?
¡Oh, no! No me gusta salir. Pero si hay una obra de teatro en la televisión, la miro.
¿Va usted al circo?
Hace mucho tiempo que no voy. Me gustaba mucho cuando era niño: me encantaban los payasos. No sé si ahora me divertiría tanto, es siempre la misma gilipollez.
¿Lee usted tebeos?
¿Los cómics? No están mal, pero no los leo realmente.
¿Come en el restaurante o en su casa?/
Las dos cosas.
¿Se come bien en Nueva York?
Si se tiene dinero…
¿Tiene usted un magnetófono?
Sí. Pero aunque lo utilizo a veces para grabar, no me gusta tocarlo.
Si se perdiese en Nueva York, ¿encontraría fácilmente el camino?
No podría perderme en Nueva York. He vivido aquí toda mi vida.
¿Piensa alguna vez en su niñez?
No. Pero si quiero, recuerdo bastantes cosas porque tengo buena memoria.
¿Le gustaban las niñas cuando era crío?
Como a todos los chavales.
¿Le gustaba jugar al béisbol?
¡Sí!
¿Y ahora?
¡No!
Dicen que no le gusta responder a preguntas…
No me gusta hablar. Ni de mí, ni de los demás.
Si alguien quisiese filmarlo durante una hora entera, ¿le dejaría?
Sí, no me molestaría.
¿Y si esta película se proyectase al público?
Tampoco me molestaría.
¿Lee usted la prensa? ¿Está al corriente de la actualidad, en especial, de la política?
Nunca leo periódicos, tampoco libros. Me mantengo al corriente a través de la televisión.
Usted esta siempre entre el sueño y el despertar, entre la inconsciencia y la conciencia, siempre medio dormido, nunca totalmente despierto….
Me gusta dormir. No hay hora para dormir. Uno duerme cuando está cansado, eso es todo. Lo terrible es no conciliar el sueño. Yo me duermo en cualquier momento.
¿Qué prefiere usted: tocar o dormir?
Me gustan ambas cosas. Lo ideal sería tocar y dormir al mismo tiempo, pero es imposible.
¿Conduce usted?
Tengo un coche, pero no lo cojo mucho porque en Nueva York no se puede conducir bien. Pero me gusta conducir.
¿Le gusta pescar?
¡No! Eso es para los perezosos…
¡Pero usted es un perezoso!¡
Sí, es cierto.
¿Existe una frontera entre el jazz tradicional y sus manifestaciones más modernas?
Existe toda clase de música. Cuando empecé a tocar, la gente tenía miedo porque sonaba como un piano viejo. Pero ahora, en Nueva York hay mucha gente que toca así.
Aparte del piano, ¿le habría gustado tocar otro instrumento?
Me hubiera gustado tocar el trombón. Pero ya es suficientemente difícil tocar el piano, ¿entiende? Es un instrumento apasionante: hay mucho que decir todavía con un piano. Así que tengo bastante tiempo por delante antes de verme obligado a estudiar otro instrumento. El piano me mantiene suficientemente ocupado.
¿Tiene importancia el lugar en el que toca?
No tiene que ser demasiado feo y los camerinos de los músicos deben ser decentes.
¿Qué piensa usted de su público?
No viene a verme para criticar mi música. Viene porque le gusta. Viene a disfrutar. ¡Porque a mis admiradores les gusta! Pero no me molestaría que no aplaudiesen: siempre me las arreglo para que les cueste aplaudir, para encontrar un momento propicio para hacerlo.
Así que la costumbre de aplaudir después de un solo no es tan buena…
Todos los músicos tocan para que los aplaudan.
¿Puede el éxito comercial cambiar a un músico?
No lo creo. No veo como alguien puede cambiar. Sólo cambian las condiciones. Hay que tener dinero, si no uno se deja llevar y va cuesta abajo: come mal, no puede pagar el alquiler… En cualquier parte del mundo, es necesario tener dinero. Usted debe saberlo: la vida es horriblemente cara en París. Si uno quiere disfrutar de un lugar, hay que tener dinero.
Pero el hecho de tener ese dinero, ¿acaso no le quita las ganas de luchar?
No, el dinero sólo permite hacer las cosas que uno desea, cómo y cuándo quiere.
¿Hay un lugar en el que le gustaría vivir?
¡Sigo enamorado de Nueva York! Ahí es dónde estudié; ahí me crié. Ningún lugar me ha gustado tanto como Nueva York. Pero, también allí hace falta mucho dinero para vivir. Hay de todo en Nueva York, gente de todos los países, de todas las raíces. Allí las cosas se sienten de un modo diferente. Hay mucha gente que sueña únicamente con viajar; yo no soy así. Allí es dónde me quiero quedar. Siempre.
Entrevista realizada por Jean-Louis Noames © Jazz Magazine 2002
Traducción: © Juan Carlos Hernández en primera instancia y Diego Sánchez Cascado
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