New Chautauqua (ECM, 1979)
Moses Metheny, el bisabuelo de Pat, fue miembro de una organización de minstrels llamada Chautauqua que solía actuar por el Medio Oeste americano. Cuando el Pat Metheny Group comenzó sus primeras giras a lo largo y ancho de Estados Unidos, Harrison Metheny (el hijo de Moses) comentó a su nieto que lo que estaba haciendo era una especie de nuevo Chautauqua («New Chautauqua»). La anécdota sirve para presentar un disco intimista, donde un Pat Metheny de 25 años se encargo de la composición de todas las piezas y de la interpretación de todos los instrumentos, reducida a diversos tipos de guitarras, un bajo eléctrico y la guitarra-harpa de 15 cuerdas con la que experimentaba en esa época.
Pero hablar de experimentación es hablar de las extrañas afinaciones que Pat estaba descubriendo en esos tiempos, así como del percusivo rasgueo de guitarra que aparece como constante en todo el disco. Las técnicas de estudio permitían a Metheny grabarse improvisando sobre bases en arpegios que él mismo había interpretado poco antes, creando la música por capas y aportando un color homogéneo a la grabación.
New Chautauqua no pasará, posiblemente, a la historia, pero con todo y con eso nos dejó alguna excelente composición como el Hermitage que Charlie Haden recuperara para su Quartet West o el Sueño con México (donde Pat hace un sabio uso del bajo eléctrico) que ha llegado a ser incluido en recopilaciones de música chill-out veinte años más tarde.
Zero Tolerance for Silence (Geffen, 1994)
«…LA grabación más radical de esta década… un nuevo hito en música de guitarra eléctrica… quemando, volando, fragmentos retorcidos de un proceso de acción pensado en guitarra. Un trabajo incendiario por un maestro impredecible, un reto para los que retan…». Estas eran las notas de Zero Tolerance for Silence (tolerancia cero al silencio), escritas por el guitarrista de Sonic Youth, Thurston Moore. Y la verdad es que es difícil expresarlo mejor, sobre todo si no queremos cerrarnos a la ambigüedad. En diciembre de 1992 Pat entró en el neoyorquino Power Station armado de una guitarra eléctrica, subió a tope la distorsión y grabó las cinco partes que componen el disco, una salvaje búsqueda donde el caos es el rey, acordes rotos, métricas imposibles, un par de guitarras sosteniendo extraños diálogos (con reminiscencias de Frank Zappa), escalas teóricamente inexistentes y todo el arsenal que uno pueda imaginar en un proceso de deconstrucción musical que poco o nada tiene que ver con el free jazz. Llámese avant-garde o simplemente ruido, el hecho es que tras los sonidos de Zero Tolerance subyace un concepto estructural notable en los cambios de situación de su primera parte (18 minutos), y que llega a ser incluso agradable y (de una extraña forma) melódico en su part 2, trayendo recuerdos de otra composición no precisamente ortodoxa como Parallel Realities (Parallel Realities, Jack DeJohnette – 1990). El diálogo de guitarras en este corte recuerda en cierto modo a Jimi Hendrix, hasta que las notas largas de ambos instrumentos se funden en ¿acordes?. El tema central del CD es un paseo agónico donde las notas resuenan como zarpazos de animal moribundo, mientras la part 4 tiene un cierto toque rockero acrecentado por la presencia de una tercera guitarra haciendo acordes sobre el inconexo diálogo de los dos instrumentos principales. Para acabar, una voz principal evoluciona sobre el acompañamiento de otras dos guitarras con sonido más acústico en ZTFS part 5.
Si la música de Pat Metheny suele provocar posturas encontradas, en este caso el descontento salió triunfador. No fueron uno ni dos los fans acérrimos que volvieron a su tienda de discos a devolver este CD, alegando en algunos casos que estaba mal grabado. Y, tras escucharlo, tampoco fueron uno ni dos los dependientes que aceptaron encantados la devolución.
The Sign of 4 (Derek Bailey, Pat Metheny, Gregg Bendian & Paul Wertico – Knitting Factory, 1997)
Por si a alguien Zero Tolerance for Silence le pudo parecer una experiencia aislada, dos años después de su publicación Pat se reuniría con su batería Paul Wertico (abanderado de la libre improvisación, aunque no mucha gente lo sepa), Gregg Bendian (baterista, habitual colaborador del propio Wertico en sus proyectos más radicales) y con el extremo guitarrista inglés Derek Bailey. El escenario, como no podía ser de otra forma, el Knitting Factory de Nueva York, cuna de algunos de los trabajos más transgresores de los últimos tiempos.
The Sign of 4 es un paso más allá de ZTFS. Corregido y aumentado, el discurso de su disco predecesor se ve enriquecido por la presencia de cuatro músicos interactuando con total entrega, enorme capacidad de escucha y un sinfín de instrumentos de diverso timbre. Tan a gusto debieron encontrarse los miembros del «cuarteto» que la edición final del álbum (en una elegante y cuidadísima carpetilla donde el diseño destaca sobremanera) fue un triple CD. Dos de los discos (Statement of the Case y The Balance of Probability) fueron grabados en directo en el propio Knitting Factory, mientras el tercero (The Science of Deduction) es material de estudio.
Musicalmente la obra no es muy recomendable para oyentes poco experimentados. La disonancia reina por encima de todo, muy de la mano de la compleja polirritmia y de los constantes cambios de dinámica. Instrumentos que entran y salen, repentinas apariciones percusivas, sonoridades fantasmales, … La guitarra de Bailey se muestra arrogante y comprometida con el proyecto, marcando fraseos imposibles sobre los inagotables recursos de un Pat Metheny que aprovechó gran parte de su arsenal para estas grabaciones (guitarras eléctricas, acústicas, Pikasso, acoustic sitar, acoustic baritone y sintetizada), aportando notas de color bien distinto dependiendo de la evolución de los temas. Los baterías, reconvertidos a percusionistas, son capaces de aparecer y desaparecer cuando la ocasión lo requiere, utilizando herramientas de diverso tipo, desde el kit de batería tradicional a unas agujas de coser, pasando por vibráfonos, cencerros, tambores, cadenas, plástico, cinta métrica, platillos tocados con arco, envoltorio, bongos, marimba y ¡hasta una botella de vitaminas!
Así es The Sign of 4. Una obra experimental que hará las delicias de los aficionados más introducidos en este tipo de obras, así como enervará a los partidarios del Metheny más suave y melódico.
One Quiet Night (Warner Bros, 2003)
Generalmente las grabaciones «extrañas» de Pat Metheny suelen ocurrir a final de año, cuando no está de gira y dispone de algo de tiempo para investigar. En este caso hablamos de Noviembre de 2001, una noche tranquila («One Quiet Night») en la que Pat se dedicó a interpretar temas propios sobre la guitarra barítono que le había construido la ya habitual Linda Manzer con una curiosa afinación (La en vez de Mi en la sexta cuerda y así sucesivamente, sólo que la tercera y cuarta cuerdas – Do y Sol respectivamente – están afinadas una octava más altas que el resto). El guitarrista decidió grabar sus exploraciones por ese pequeño mundo y escuchó los CD’s resultantes durante la gira de Speaking of Now. Un año más tarde decidió editar un álbum con lo más destacado del material que surgió esa noche completado con otros seis temas (casualmente los mejores del disco) grabados en las mismas condiciones.
El resultado es algo desigual. One Quiet Night es un disco tranquilo y relajado, cercano en concepto a New Chautauqua o Beyond the Missouri Sky pero con menos profundidad. Entre las ocho nuevas composiciones cuenta con una francamente excepcional (Song for the Boys, dedicada a sus hijos) y el nuevo arreglo de Last Train Home (que había tocado durante todo 2002 como tema de inicio de los conciertos de la gira de Speaking of Now) la proyecta a una nueva dimensión. Las versiones de Ferry Cross the Mersey y My Song son excelentes, pero el resto del disco se pierde en la monotonía de unos interminables arpegios sobre la extraña afinación, interesantísimos desde el punto de vista técnico pero algo vacíos para el oyente familiarizado con la música de Metheny. Sesenta y cinco minutos es, quizás, demasiada duración para una grabación de una sola guitarra con un sólo micrófono donde la inmensa mayoría del desarrollo musical se basa en acordes y arpegios.
Cierto es que One Quiet Night no debería merecer una fuerte crítica, al ser una grabación humilde y sin grandes intenciones, como el propio Pat Metheny reconoce en las notas interiores del CD. Lo que resulta cuando menos chocante es el Grammy a mejor disco de New Age que este trabajo ganó en 2004. ¿Le hubieran tenido en cuenta de no estar en nómina de Warner Brothers?
© Arturo Mora Rioja, 2005
1 comentario