Por Juan F. Trillo.
- Fecha: 30 de enero de 2020.
- Lugar: Hotel Conde Duque, Bilbao.
- Grupo:
Berta Moreno Afro-Jazz Soul Project.
Berta Moreno: saxo
Maksim Perepelica: bajo
David Sancho: teclados
Miguel Benito: batería
Alana Sinkëy: voz
Entre las mejores ofertas musicales que ofrece la ciudad de Bilbao un jueves por la noche se encuentran los conciertos que la Bilbaína Jazz Club (BJC) programa regularmente en el Hotel Conde Duque o en la Sala BBK. En esta ocasión, el último jueves de enero, la banda invitada fue Berta Moreno Afro-Jazz Soul Project. Se trata de un quinteto de jazz fusión (si es que las etiquetas todavía significan algo) liderado por Berta Moreno y que incorpora elementos de blues, latin o, como en su trabajo más reciente, soul y african music.
Y aquí estoy, provisto de lápiz y libreta, dispuesto a tomar notas de lo que vea y escuche. Como me gusta tomármelo con calma suelo llegar a las salas de conciertos con tiempo de sobra para saborear el ambiente previo y, cuando es posible, hablar con los músicos. Esto último no pudo ser en esta ocasión, por causa de los ajustados horarios de los artistas. La banda venía de tocar el día anterior en Gijón, en el Taller de Músicos del Centro de Cultura, e iban de camino a Madrid (Círculo de Bellas Artes), donde tenían previsto actuar al día siguiente, en esta gira relámpago por España. Llegaban procedentes de Nueva York, ciudad en la que están asentados y desarrollan la mayor parte de su actividad musical. Más tarde, sin embargo, al terminar el concierto, Berta Moreno tendría la amabilidad de responder a un par de preguntas para Tomajazz.
Al llegar, me recibe Gorka Reino, responsable de programación de la BJC, y me hace pasar a la sala donde los músicos ya están ensayando sobre un pequeño escenario. Acompañan a Berta Moreno, Maksim Perepelica al bajo; David Sancho en los teclados; Miguel Benito en la batería; y Alana Sinkëy, vocalista.
La saxofonista madrileña cuenta con un primer disco, cuyo título, Little Steps (2017), no hace justicia a la calidad de la música que incluye. Se trata de una recopilación de temas en la línea del hard-bop, pero donde también podemos encontrar sonidos latin y, especialmente, blues, el hilo que enhebra todo el trabajo. El disco fue muy bien recibido por la crítica y obtuvo la Medalla de Oro de los Global Music Awards 2017.
Justo cuando acabo de encontrar la ubicación ideal, comienzan a entrar los primeros espectadores, muchos de los cuales han tenido la previsión de pasarse por la cafetería del hotel y se traen cervezas y pintxos, para entretener la espera hasta que empiece el espectáculo. Los que se sientan a mi lado han elegido un tentempié de jamón y queso; y verlos comer me hace desear haber sido más previsor en el apartado de “intendencia”. Pero es demasiado tarde; si me levanto ahora perderé el asiento estratégicamente elegido. Para distraer el apetito pregunto a la pareja que tengo detrás, Palmira y José Luís, si ya conocen a la banda. “No”, me responden. “Ni siquiera hemos escuchado nada de ellos. Lo único que sabemos es lo que aparece en la reseña que anuncia el concierto”. Llegar sin expectativas previas es la mejor manera de evitar decepciones. Sin embargo, los conciertos que organiza la BJC suelen tener un mínimo de calidad garantizada, por lo que muchos de los asistentes confían en el buen criterio de la asociación y acuden, como en el caso de mis vecinos de asiento, sin conocer a los músicos.
El evento de esta noche estará integrado en su totalidad por los temas que forman parte del próximo disco del quinteto, Tumaini (Esperanza), actualmente en las fases finales de producción. La propia Berta Moreno ha compuesto todos los temas a partir de sus vivencias personales en el continente africano. En 2016, la saxofonista tuvo ocasión de colaborar durante varias semanas con el centro social “Little Ray of Hope”, ubicado en el barrio marginal Kawangware, de Nairobi, la capital de Kenia. Allí, y según sus propias palabras, pudo experimentar “de primera mano el más puro optimismo, felicidad, esperanza, alegría y dignidad con la que los africanos afrontan su día a día”. Y son, precisamente, esas vivencias y la música que le inspiraron las que va a transmitir esta noche al público que llena la sala al completo.
Tras una breve presentación de Gorka, recordando que Berta ha sido incluida recientemente por la prensa musical estadounidense entre las mejores saxofonistas de jazz, los músicos suben al escenario y comienzan con el tema “Kutenbea” (Caminar); soul suave para entrar en ambiente, seguido de “Áfrika”, que Alana canta en swahili y en el que encuentra una buena ocasión para mostrar la fuerza de su voz.
Entre un tema y otro, Berta va rememorando su estancia en África y poniendo palabras a las experiencias sensoriales que han quedado para ella asociadas al continente y que han acabado traducidas en música. La siguiente canción, “Christine”, por ejemplo, lleva el nombre de la niña que dejó un recuerdo especial en la memoria de Berta. En esta ocasión le toca a David Sancho lucirse a los teclados del piano y del sintetizador.
Los temas se van sucediendo, a la par que la narración de la compositora y, así, quienes asistimos a la velada tenemos ocasión de apreciar una curiosa fusión de vivencias y sonidos. Los ritmos africanos que surgen por momentos se funden con otros claramente urbanos y que se encontraban ya presentes en su trabajo previo. Berta habla de los paisajes kenianos, de las llanuras inmensas del Parque Serengueti, del silencio y de la sensación de libertad experimentada. Su manejo del saxo tenor, por otro lado, no puede sino calificarse de impecable y justifica tanto los halagos iniciales de Gorka como los premios internacionales recibidos: Zoetermeer Jazz Competition 2013, BMI Foundation 2015, Sidney Zolot 2016 a la excelencia musical y el ya mencionado Global Music Award 2017.
Tal vez el tema estrella de la noche (estoy siendo subjetivo, lo sé) sea “Hope”, el que dará título al álbum, una composición melancólica e intimista donde Berta fuerza los límites del instrumento y donde, una vez más, la sincronía entre el saxo y la voz de Alana, con la cantante replicando con sus scats el fraseo del instrumento, resulta impecable.
El concierto se cierra en falso con “The Beauty of the Slum”, con el que la compositora ha querido transmitir el contraste entre la miseria y la alegría que coexisten en el barrio de Kawangware. Un tema cuyo optimismo se refleja en el estribillo que Alana silabea una y otra vez, ‘beautiful life’.
Tras los aplausos reclamando un bis, los músicos se despiden con una composición cuyo título resulta irónico teniendo en cuenta que es la última, “Bienvenidos”. Aquí los músicos, ya más relajados, aprovechan para improvisar a partir de ritmos africanos que sirven para concluir la velada.
El público se levanta y las sonrisas de satisfacción sugieren que han recibido lo que venían buscando, buena música y diversión. Muchos de ellos se acercan a adquirir copias del primer disco de Berta Moreno, que ella firma con dedicatorias personales. Mientras la sala se vacía aprovecho para preguntarles a mis vecinos, Palmira y José Luís, qué les ha parecido. Ambos coinciden en que la cercanía de Berta Moreno con el público ha supuesto una agradable sorpresa. La inusual combinación de relato oral y composiciones musicales ha dado al concierto un atractivo añadido. “Y a mí”, añade José Luís, “el dúo formado por el saxo de Berta y la voz de Alana ha sido lo que más me ha gustado, sin duda”.
Con todas las copias de Little Steps agotadas, Berta Moreno se detiene unos momentos para hablarnos sobre su próximo disco, Tumaini, que, como hemos mencionado, estará listo en unos pocos meses. “Me gustaría que la gente sepa que una parte de los ingresos obtenidos por la venta de este nuevo disco irá destinada a ayudar a “Little Ray of Hope” y al proyecto que están desarrollando en Kawangware, en Nairobi”. Vale la pena mencionar que la grabación de este disco se apoya en la financiación obtenida mediante una campaña de Kickstarter que en apenas dos meses logró reunir los 12.000 dólares necesarios.
Berta y su quinteto regresan en unos pocos días a Nueva York, donde ya tienen programados sus próximos conciertos. Le pregunto si adapta su música a públicos, el español y el norteamericano, que sin duda son muy diferentes. “No”, me responde. “Allí donde voy ofrezco la música que hago, tal y como la hago, con total honestidad. Se puede decir que me ofrezco tal y como yo soy en cada ocasión”. Para sus próximos proyectos tiene pensado realizar algo interdisciplinar, tal vez incluso integrando la danza. “Pero sobre todo dependerá de la historia que en ese momento desee contar. Eso va a ser lo más importante”.
Esta era la primera vez que la saxofonista y su quinteto actuaban en Bilbao, una ocasión que recordaremos con agrado, y en la que Tomajazz estuvo presente para contarlo.
Texto y fotografías: © Juan F. Trillo, 2020 / https://siunleonhablase.wordpress.com/ – https://www.facebook.com/jan.tilkut
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