Está a punto de celebrarse el centenario del nacimiento de una de las figuras más señaladas de la historia del jazz, Dave Brubeck, y coincidiendo con la ocasión salen al mercado dos piezas que todo amante de la música del pianista californiano a buen seguro querrá tener en su colección.
La primera, y de la que hablaremos hoy, es Lullabies, una colección de canciones de cuna, estándares del jazz y algún que otro tema original; y la segunda, Time Outtakes, que reúne antiguas grabaciones y pistas rescatadas de los archivos y remasterizadas para este disco de aniversario, pero sobre este volveremos dentro de unos días.
Lullabies es un álbum muy especial, sobre el que podríamos empezar a escribir y no acabar nunca, pero no teman, seremos breves. Para empezar, diremos que contiene las últimas grabaciones de Brubeck, realizadas en los estudios Unity Gain, cuando contaba 91 años de edad y le faltaban solo dos para dejar este mundo. Este es, nos parece, un detalle importante. Parémonos por un momento a pensar en esa sesión, en la que, tras una carrera musical que se extendió a lo largo de más de setenta años y durante la que llegó a lo más alto del jazz internacional, Brubeck elige e interpreta (probablemente sabiendo bien que será por última vez) un puñado de temas. No ha de ser fácil, teniendo en cuenta que en su haber se contaban más de un centenar de álbumes y cerca de un millar de composiciones de todo tipo.
El pianista declaró poco después de terminar la grabación, que su intención era dedicar el álbum a sus nietos, si bien, “algunas de las melodías son canciones familiares… otras son piezas originales que me parece que gustarán tanto a los niños como a los más mayores. Espero que los más pequeños respondan bien a esta música y que los padres y abuelos la disfruten igualmente”. Personalmente, me parece que esta selección va mucho más allá y puede considerarse como el testamento de un auténtico gigante de la música que, llegado el momento de despedirse, debe elegir aquellos temas que por una u otra razón dejaron una huella indeleble en su memoria y en su corazón.
La playlist del disco se abre con una versión de la conocida canción de cuna de Johannes Brahms, que el pianista utiliza como base para unos cambios tan bien introducidos que probablemente satisfarían incluso al compositor alemán. Viene luego “When It’s Sleepy Time Down South” (René, Muse y René), el estándar del jazz afroamericano compuesto en 1931 y que Armstrong haría famoso. Y la irlandesa “Danny Boy” (1855), que suena como si hubiese sido compuesta para que él la interprete. Y aquí está “A Dream Is a Wish Your Heart Makes”, escrita en 1950 por Mack David y Al Hoffman para la película Cenicienta de Disney y que parece una inclusión obligada, dado su espíritu etéreo y soñador.
Tenemos también “All Through the Night” (1784), la conocida canción de cuna galesa, compuesta por John Ceiriog Hughes y versioneada desde entonces por multitud de artistas y “Briar Bush”, que el pianista grabara en su momento con Carmen McRae (Tonight Only, 1961).
Como puede verse, Brubeck está haciendo un viaje muy, muy atrás en el tiempo, y no resulta difícil imaginarle, recordando en su memoria los momentos en los que interpretó esos temas por primera vez, algunos de los cuales fueron compuestos por él mismo, por ejemplo, “Softly, William, Softly”, que en 1966 se incluyó en el álbum Time In.
Sin lugar a dudas, este disco es una de las pocas cosas buenas que nos ha traído el 2020 y, por cierto, con las Navidades a la vuelta de la esquina, yo diría que Lullabies es perfecto para crear ese ambiente tranquilo y hogareño, que invita a disfrutar de estas fiestas rodeados de nuestros seres queridos. De hecho, alguno de los temas incluidos, como “There’s No Place Like Home” (1954), de Robert Allen, han sido siempre típicas canciones navideñas. Los animo a hacer la prueba; estoy seguro de que no quedarán decepcionados.
Para despedirse, y tras una ensoñadora versión del “Summertime” (1935), de Gershwin, Brubeck cierra con el tema de Brahms, la canción de cuna con la que abrió el álbum. En las notas que lo acompañan, Brubeck cuenta que su madre solía tocar al piano para que él y sus hermanos se quedasen dormidos, y yo apostaría a que esta canción era una de las que ella interpretaba. De ser así, tanto este álbum, como su propia vida musical, terminarían como empezaron, con una misma suave melodía para irse a dormir.
Son quince pistas en las que sólo sueña el piano, sin saxos, bajos, ni baterías y esto otorga a todo el álbum una atmósfera crepuscular y la sensación de que, de un momento a otro, las luces se apagarán y la función habrá terminado. Podríamos estar aventurándonos demasiado, pero no podemos evitar pensar que el mensaje que subyace es que cuando se acerca el momento de hacer un repaso a las canciones que han sido importantes para nosotros, debemos hacerlo solos, sin acompañamiento de ninguna clase.
Lullaby son canciones de cuna, sí, pero yo quiero pensar que son algo más: la expresión musical de un hombre consciente, en el momento de grabarlas, de que se encuentra al final de una larga y productiva vida. Tal vez sea por ello que el disco en conjunto está impregnado de una gran melancolía; la de quien mira hacia atrás en el tiempo, recordando como en un sueño todo lo vivido y, con un suspiro satisfecho, decide que “ha valido la pena”.
Texto: © Juan F. Trillo, 2020 / https://siunleonhablase.wordpress.com/ – https://www.facebook.com/jan.tilkut
Dave Brubeck: Lullabies
Sello discográfico: Verve.
Fecha de grabación: 4 de marzo de 2010.
Estudios de grabación: Unity Gain, Fort Myers, Florida. U.S.A.
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