Myra Melford – Ben Goldberg (Jamboree, Barcelona, 2013-03-24) 1

Myra Melford – Ben Goldberg (Jamboree, Barcelona, 2013-03-24)

  • Día: 24 de marzo de 2013
  • Lugar: Jamboree (Barcelona)
  • Componentes:
    Myra Melford: piano
    Ben Goldberg: clarinete

Comentario:

Tríptico01_Melford&Goldberg

Uno no sabe hasta qué punto categorías como “belleza”, “lirismo” o “profundidad”, más estéticas en el sentido makinavajiano del término que en el de la filosofía pura, sirven para explicar según qué cosas en el noble oficio —por decir algo— de la literatura jazzística —por definirlo de algún modo—. En casos como los de Myra Melford, encasillada en alguna ocasión en el sector de las llamadas “músicas improvisadas” —como si el cante jondo o la canción “Carrascal” no fuesen también músicas improvisadas—, el escribidor de turno, es decir, quien firma esta cuartilla, duda de si describir su arte en base al conjunto de sensaciones, emociones, que experimentó al escuchar la sesión que nos brindó junto al clarinetista Ben Goldberg, un dúo por cierto de campanillas. Y sí, como era de esperar, el plumilla regresa entonces de nuevo a las categorías manidas, por que lo que sucedió en el club Jamboree fue desde un punto de vista objetivo bello, lírico y profundo. Y a ratos incluso especulativo, como corresponde al controvertido género —en términos descriptivos— de las músicas llamadas improvisadas.

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En forma de recorrido lineal y por fragmentos, persiguiéndose, encontrándose y desencontrándose a ratos, Melford y Goldberg establecieron un diálogo calculado, de secuencias parsimoniosas, de desarrollos a tientas, de contrastes entre tensiones y placideces, líneas divergentes e unísonos, dinámicas ligeramente estruendosas y susurrantes. Entre las piezas que ejecutaron cabe destacar la seductora “The Kitchen”, con la que abrieron el pase, “Moonles Night”, una suerte de balada oscura, “The Chant”, a partir de un motivo envolvente, o “Be Melting Snow”, la composición quizás más cercana al lenguaje más trepidante de la improvisación sin papeles. Hacia el final del concierto hubo también un homenaje al gran Andrew Hill, personaje admirado por Myra Melford y Ben Goldberg. “Hear and Listening” (oír y escuchar), repetía como un mantra el clarinetista Goldberg durante el bis. Sabio matiz, como el de una música, la que comparte con Melford, enigmática y llena de pequeños detalles de genialidad. Sería deseable poder disfrutar más veces por estos lares de este acertado encuentro entre la discípula del gran Henry Threadgill y la singular escuela jazzística de Chicago y el sideman del no menos histórico John Zorn y su comandita neoyorquina.

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Texto: © Martí Farré, 2012
Fotografías: © Joan Cortès, 2012

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