Se dijo de él que más que un cantante era un poeta y verdaderamente Brel ponía todo su corazón cuando componía y cuando interpretaba. De hecho, si lo etiquetásemos como “cantante” estaríamos pecando de un reduccionismo inaceptable en este caso. El belga Jacques Romain Georges Brel (1929-1978) fue mucho más, fue, además de cantante y compositor, escritor, actor, director y “artista” en el sentido más extenso del término. Actuó en diez películas, dirigió dos y sus canciones han sido interpretadas por Frank Sinatra, Nina Simone, Ray Charles, David Bowie, John Denver, Shirley Bassey y una larga lista de nombres rutilantes. Este tema que hoy Tomajazz les ofrece ha sido versioneado en más de dos docenas de idiomas diferentes.
En 1966, cuando estaba en lo más alto de su carrera como cantante, Brel decidió dejar las giras, “porque ya no tenía nada más que ofrecer a la música”, según sus propias palabras, y quería dedicarse a “otros proyectos”. Sus fans enloquecieron de pena e incluso Charles Aznavour intentó que reconsiderase su decisión. A partir del año siguiente dedicó su talento al cine y al teatro musical. Estrenó una versión de Don Quijote (L’Homme de La Mancha) en donde él mismo interpretaba al caballero de la triste figura, que recibió elogios durante el tiempo que estuvo en cartel (150 representaciones). En los años siguientes se dedicó al cine y a navegar en su velero Askoy II, con el que tenía intención de dar la vuelta al mundo, en compañía de su esposa e hijas, en un tranquilo viaje de tres años. Sin embargo, un cáncer de pulmón trastocó sus planes (eran los setenta, recuerden, cuando fumar molaba). Brel pasó sus últimos días en las Islas Marquesas, en la Polinesia Francesa, en compañía de su familia, aunque cuando su estado empeoró acudieron a un hospital de las cercanías de París para recibir los últimos cuidados médicos. Falleció en la madrugada de un lunes, 9 de octubre de 1978. Tenía cuarenta y nueve años. Su cuerpo fue llevado al cementerio de la isla Hiva-Oa, donde reposa desde entonces, muy cerca de la tumba de Paul Gauguin.
“Ne me quitte pas” fue grabada mucho antes, en 1959, y cuando la compuso Brel se inspiró en el rechazo de su por entonces compañera sentimental, Suzanne Gabriello “Zizou”. Al parecer, Zizou estaba embarazada de un hijo de Brel que este se negaba a reconocer, y que no llegaría nunca a nacer debido a ciertas dramáticas circunstancias. Brel siempre dijo que no era una canción de amor, sino “un canto a la cobardía de los hombres”. Sin embargo, hoy en día, esta canción se considera un canto desesperado de amor perdido y no se avergüencen si mientras lo escuchan descubren que las lágrimas acuden a sus ojos; no serán los únicos a quienes les ha sucedido, ni mucho menos. Que la disfruten.
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