Coloquio con Guillermo Bazzola por Sergio Cabanillas y Enrique Farelo. 29 de Octubre de 2009, 17:00h., emisión en directo del programa Universos Paralelos, Onda Verde Madrid 107.9 FM.
SERGIO CABANILLAS: Para empezar, una pregunta de sinceridad brutal y descarnada: ¿Qué clase de locura puede llevar a tres argentinos a montar en Madrid un trío de música de improvisación de alto riesgo, con la que está cayendo?
GUILLERMO BAZZOLA: Precisamente por la que está cayendo tenemos tiempo libre en algunas oportunidades [risas]. Por eso decidimos hacer un grupo para tocar lo que nos apetece, pero en realidad es la experiencia argentina [risas]. Cuando uno está en Argentina dice: “Bueno, ¿qué hago?¿tengo trabajo? Más o menos, no tengo demasiado, así que vamos a hacer lo que nos apetece” [risas].
SERGIO CABANILLAS: Ironías aparte, vosotros habéis tocado a lo largo de vuestras carreras muchas cosas y muy distintas. ¿De dónde surge la iniciativa de abordar un grupo tan abierto, tan rupturista?¿Y la elección de instrumentos?
GUILLERMO BAZZOLA: Bueno, la elección de instrumentos fue, más que nada, por la elección de personas. Éramos nosotros y tocábamos lo que tocábamos, no fue algo premeditado, queda entre nosotros. Marcelo [Peralta] y yo somos amigos desde hace muchísimos años, 27 al día de hoy, y nos reencontramos después de unos años de no vernos. Él vino aquí en el 96, yo en el 2001, fueron esos cinco años, pero la verdad es que el resto del tiempo, antes y después, estuvimos tocando juntos. A Marcelo le gusta el free y la improvisación abierta, y a mí también. Él lo había hecho más que yo en directo, y yo siempre lo había hecho de manera más privada, pero en mis discos, pese a la componente melódica, siempre había lugar para ello. En todos los discos que hice en Argentina hay temas que usan la improvisación libre; de modo que estábamos pensando hacer algo nosotros, y un buen día llegó Andrés [Litwin]. Yo lo conocí en una jam session, él vivía en Holanda y estaba de paso por aquí, tocamos y me gustó cómo tocaba. Intercambiamos teléfonos, y cuando se vino a vivir a Madrid, me llamó y me dijo si nos juntábamos a tocar. En esos días, él tenía unos conciertos con Marcelo y con Santiago Reyes, y a partir de reuniones decidimos montar el trío. Yo también le comenté a Marcelo, nos juntamos a dúo y grabamos unas cosas a finales de 2006, que fue cuando él llegó, y a partir de eso, al poco tiempo empezamos a tocar en algunos lugares como El Despertar, los Encuentros Portugalete en el Centro Cultural de Carril del Conde, en el Bogui… hicimos una serie de cosas y siempre nos gustó mucho tocar juntos, nos gustaba lo que iba saliendo y decidimos grabar. Así autoproducimos el engendro en cuestión.
ENRIQUE FARELO: Viendo las distintas fechas de grabación, ¿cuánto habéis invertido en total en el disco?
GUILLERMO BAZZOLA: Ahora no tengo muy presente cada fecha, pero más o menos a lo largo de dos meses fuimos haciendo algunas sesiones de grabación, más que nada, determinadas por el instrumento que tocara Marcelo. Yo tengo un pequeño estudio doméstico que usamos como sala de ensayo, y decidimos empezar a grabar el material que teníamos, por ejemplo, un día grabamos los temas con barítono, otro día los temas con alto, otro día con tenor… creo que fueron unas cuatro o cinco sesiones a lo largo de un par de meses. Decidimos hacerlo con mucha calma. Teniendo los medios a nuestra disposición tuvimos la tranquilidad de tomarnos tiempo, y después en el mismo estudio hice la mezcla, que también llevó muchas más horas que si lo hubiera hecho en otro estudio.
ENRIQUE FARELO: De modo que hablamos de un trabajo artesanal y casero…
GUILLERMO BAZZOLA: Absolutamente. En Argentina trabajé de forma intermitente como técnico de grabación. Si bien todo esto de la grabación en ordenador era algo relativamente novedoso para mí, me fui metiendo en el tema y, aprovechando que el coste de los materiales ha bajado bastante, me compré algunos micrófonos y otros accesorios. La verdad es que ha sido el primer trabajo grande que he hecho con mi estudio.
ENRIQUE FARELO: Dado que el disco es autoproducido, no pertenece a ninguna discográfica.
GUILLERMO BAZZOLA: No, no pertenece a ningún sello. Nos pertenece a nosotros, por suerte. No tengo nada en contra del hecho de hacer cosas con discográficas, pero a veces ciertas experiencias pasadas hacen que uno sienta que no gana demasiado por hacerlo de esa manera. Si yo pensara: “Bueno, el acuerdo no es muy ventajoso, pero uno tiene prensa, distribución, conocimiento… te abre puertas para conciertos…”, pero cuando el destino de los discos producidos en sellos ajenos es que, en el mejor de los casos, te queden cajas con discos en casa… dijimos: “Bueno, lo hacemos nosotros”. Lo vamos a ir vendiendo como podamos, a través de nuestra página web, por email… la verdad es que lo vendemos a gente conocida, en conciertos… poco a poco el disco va saliendo.
SERGIO CABANILLAS: ¿No está en ninguna tienda virtual?
GUILLERMO BAZZOLA: No. Yo he vendido discos a Estados Unidos y otros países. Recibimos un correo de los interesados y damos las instrucciones de pago por PayPal, un sistema ampliamente utilizado. También en mano a amigos, alumnos y otras personas que han colaborado con nosotros. En realidad lo que se pide es una colaboración, tampoco es un disco que sea particularmente caro. Todo el mundo se queja de que los discos son muy caros porque salen a 18, 20 euros o más, y nosotros lo vendemos a 10, poco más que una copa, tampoco es mucho más. No hay gastos de envío si lo compran en un concierto. En realidad no es un dinero con el que nosotros planeamos enriquecernos, sino juntarlo para grabar el próximo disco.
ENRIQUE FARELO: ¿Por qué el grupo se llama “ge” “ene” “u”?
GUILLERMO BAZZOLA: Algunos lo llaman “ge” “ene” “u”, pero, en realidad, la idea sería “Nu”, que ni siquiera es el animal llamado “ñu”[risas]. Yo lo sugerí porque “nu”, en terminología moderna es “nuevo” [referido al inglés new, de igual pronunciación]. Es una manera fresca de decirlo, igual que algunos escriben “for” con el número cuatro o “to” con el número dos. También hay un pequeño guiño a un disco de mis favoritos, de los que llevaré siempre conmigo, que es GNU High de Kenny Wheeler, que es una enorme obra de arte. Leí una vez una entrevista que le hicieron donde decía que GNU High era como un nuevo standard, un nuevo listón en cuanto a calidad. Para nosotros en un nuevo trío, una nueva experiencia, es una nueva música que estamos haciendo y que no tiene necesariamente que ver con algo que hayamos hecho antes… o sí lo tiene, es en sí música orgánica, porque realmente sale de un montón de influencias, de ir probando cosas y de no cortarse con hacer nada… yo uso loops, uso pedales y cosas que antes no tenía. En realidad es música sin fronteras…
SERGIO CABANILLAS: ¿…partiendo de una pequeña semilla escrita, o es improvisación totalmente libre?
GUILLERMO BAZZOLA: Bueno, hay distintas corrientes de opinión dentro del GNU Trío. El material lo fuimos haciendo a medida que íbamos tocando, es decir, los primeros días que tocamos usamos algunos temas que estaban por ahí, y a veces tocamos, aunque no están en el disco, “India” de Coltrane, “Alone Together” o algún tema de Monk, algún tema de Marcelo o mío que pudiera haber. Después fuimos creando material para esto. En sí, el leitmotiv del grupo es la libre improvisación y la libre asociación de ideas musicales, pero la composición, digamos, lo que está escrito, es un estructurador. Hemos hecho algunos conciertos en los cuales prácticamente no tocamos nada que estuviese escrito, sino que nos pusimos a improvisar y a generar cosas, pero para un disco está interesante la idea de tener material escrito, de algún modo, dialécticamente integrado, es decir, tenemos material y en base a eso improvisamos libremente, pero también en base a lo que nosotros hacemos espontáneamente creamos composiciones.
SERGIO CABANILLAS: Pero, al fin y al cabo, ha sido una forma de componer cooperativa y “en tiempo real”. ¿No es así?
GUILLERMO BAZZOLA: Sí, eso en algunos casos. Obviamente, cuando uno tiene temas como los del disco, lo que hace la composición es darle carácter a la improvisación. Aunque sea una improvisación abierta, puede ser disonante, suave, fuerte, piano… tiene distinto carácter. La idea con estos temas fue darle el carácter a la improvisación. A mí me parece interesante, pero esto es una opinión absolutamente personal, a mí me gusta mucho la improvisación libre, pero siempre he sentido particular interés por los buenos compositores del jazz… como el mismo Ornette [Coleman] que sí, inventó el free jazz, pero ha compuesto unos temas y unas melodías extraordinarias, o Julius Hemphill, mucho más reciente, o Andrew Hill, gente que ha experimentado con distintas formas de improvisación.
ENRIQUE FARELO: Cuando se habla de libre improvisación, parece referirse a un estilo en el que se crea partiendo de la nada, improvisando cada uno libremente, como decía Sergio, creando en tiempo real, mientras que vosotros partís de un tema escrito para improvisar. Creo que son cosas distintas, y merece la pena matizar.
SERGIO CABANILLAS: Efectivamente, eso concreta mi pregunta. ¿Hay una composición de partida, en realidad?
GUILLERMO BAZZOLA: En el disco, sí.
SERGIO CABANILLAS: Esa es mi duda, si vosotros habéis llevado temas para pulirlos con el trío y se improvisaba sobre ellos, o si realmente ha habido composiciones que han surgido espontáneamente en el ensayo.
GUILLERMO BAZZOLA: Es interesante la pregunta, y también para desarrollarla. Las primeras veces que nos vimos tuvimos distintas líneas de acción. Sugeríamos un standard e improvisábamos. O cualquiera de nosotros decía: “Tengo un tema”, lo tocábamos, y de tocarlo e ir probando cosas vimos lo que podía salir de ahí. La otra consistía en decir: “Bueno, pongámonos a improvisar”… y con ésta son tres líneas de acción distintas, empezaba uno de los tres con una idea y los otros se iban acoplando e iban generando una improvisación conjunta. Y en este sentido, no es demasiado distinta a una conversación, por ejemplo, entre nosotros tres. O bien hablamos sobre un tema rígido y no nos salimos de eso, que sería como tocar un standard, o bien cualquiera de nosotros dice: “¿Por qué no hablamos de esto? Acabo de leer un artículo en el diario”. Ninguno de los otros dos tiene idea de que estaba ese artículo, y empieza a comentar algo. La otra opción es decir: “¿De qué hablamos? No sé, empieza tú”, y empezamos a hablar. Uno sería el standard, otro sería la composición propia que sólo conoce el que la trae, y otro sería la conversación abierta. Siempre hay algún tema de conversación, más rígido o más laxo, pero siempre hay alguno.
SERGIO CABANILLAS: De modo que la última modalidad que comentas no ha generado en sí ningún tema, sino que se ha utilizado para desarrollar lo que se traía como base de trabajo.
GUILLERMO BAZZOLA: En el propio momento de hacerlo, no, pero siguiendo con el símil, digamos que, a la siguiente reunión en la que estuvimos los tres hablando de bueyes perdidos, por ejemplo, puede venir Enrique y decir: “…acerca de lo que estuvimos hablando el otro día, acabo de escribir esto…”. Esa sería su nueva composición basada en algo que improvisamos libremente.
SERGIO CABANILLAS: Así que del ensayo improvisado surgieron temas para el disco.
GUILLERMO BAZZOLA: Sí, pero quiero matizar una cosa más. Respecto a la improvisación, hace tiempo leí un libro de Paul Bley que se llama “Time Will Tell”, que es una larga entrevista a este gran personaje del jazz, y él se refiere a algo que es muy importante señalar: más allá de la improvisación, el arte que todos tratamos de cultivar es el de la composición musical. El hecho de improvisar, extraer ideas de la improvisación y desarrollarlas en tiempo real, responderlas e ir creando colectivamente una improvisación no es otra cosa que otra técnica de composición musical. Lo que estamos haciendo es componer música. Para que la música resultante sea sólida, consistente o inconsistente, tiene que tener más o menos las mismas reglas que una partitura escrita. Obviamente, una fuga a cuatro voces no puede ser improvisada, pero un efecto de fuga sí se puede improvisar. Y eso, en la improvisación, es un buen disparador.
ENRIQUE FARELO: Has hablado antes de un disco que para ti es la piedra angular de la música que te gusta –y que a mí también me gusta–, que es un disco de Kenny Wheeler que precisamente lleva el nombre del grupo en su título. ¿Existe una música que es objetivamente superior, por complejidad y por composición, a otras? ¿Existe esa objetividad dentro de la ética del arte?
GUILLERMO BAZZOLA: La verdad es que es difícil de argumentar en ese sentido. No sabría decirte qué es mejor o qué es peor. Yo tengo lo mejor y lo peor para mí, y lo que veo muchas veces es que hay ciertos sobreentendidos entre gente que, más o menos, domina el tema. Por ejemplo, hay cierta música que está hecha con una finalidad comercial más explícita que otras… lo que ocurre es que es muy difícil de demostrar, es como el crimen perfecto [risas].
ENRIQUE FARELO: Tú mismo has calificado como obra maestra un disco concreto, ¿cómo llegas a esa conclusión?
GUILLERMO BAZZOLA: Claro, probablemente yo largue esta opinión ante alguien con gustos parecidos a los míos, aunque no le parezca ésa exactamente la obra maestra, seguramente hablaremos de algo por el estilo porque estamos en el mismo círculo de afinidad. Yo creo que dentro de ciertos paradigmas y ciertas corrientes hay opiniones más o menos unánimes. Difícilmente podría discutir de lo mejor y de lo peor con alguien a quien le gusta, por ejemplo, el reggaeton, aunque tampoco me habilita para hablar mal de ello, porque tampoco lo conozco.
SERGIO CABANILLAS: Esa descripción de criterios es un discurso muy sesudo que tiene mucho que ver con el jazz y su entorno. Fuera de este redil el criterio puede ser si me gusta y me satisface o no, porque, al fin y al cabo, la música es para sentirla.
GUILLERMO BAZZOLA: Quizás ese discurso se dé entre especialistas o iniciados, me parece que es ahí donde se pueden tener ese tipo de conversaciones. Yo puedo discutir amablemente contigo si GNU High tiene mejores composiciones que tal otro disco de fulano, pero será de algo relativamente parecido. De todos modos, siempre me ha causado una cierta urticaria el hecho de leer comentarios acerca de que tal película es un bodrio horrible, o tal jugador de fútbol es malísimo. La música mala no existe para eso. Es el único caso en el cual todo es subjetivo.
SERGIO CABANILLAS: Sí, parece un tema tabú. De todas formas, yo creo que las apreciaciones sobre cualquier forma de arte son subjetivas y todo es opinable.
ENRIQUE FARELO: Lo que quiero decir es que hay cosas que no son arte y pueden sobreponerse porque hay gente que opina que son mejores que las que verdaderamente son artísticas. Yo no puedo discutir si el disco de Kenny Wheeler es mejor que Photo With… de Jan Garbarek, me resulta difícil de discernir y algo absurdo, pero creo que esos discos están por encima de otros que tienen objetivos puramente comerciales.
GUILLERMO BAZZOLA: En un punto –esto es conversación abierta– opino más bien al revés. Yo puedo argumentar más sólidamente por qué el disco de Kenny Wheeler me parece mejor que el de Garbarek –que además es un disco que me gusta mucho–, me parecería más fácil hacerlo en esa confrontación que respecto al último de algún artista pop. Eso sería más difícil, porque son dos mundos distintos, dos idiomas diferentes.
SERGIO CABANILLAS: Creo que has hecho una apreciación fundamental: hablar de tu opinión. Hay mucha gente que habla en términos absolutos sobre lo que es bueno o malo, cuando lo más sano sería comenzar con “…en mi opinión”. Se tiende a obviar esa parte e ir directamente al resultado.
GUILLERMO BAZZOLA: En un caso como éste, en una conversación amable y constructiva de aficionados al jazz, yo puedo decir que siempre he sentido más apego por Giant Steps de John Coltrane que por Kind Of Blue. Hay una cuestión de gustos, pero sí podría llegar a decir por qué, lo cual no quiere decir que uno sea mejor que otro. Yo no sé por qué el disco de Kenny Wheeler es mejor que tal disco de Enrico Rava, pero te puedo decir por qué para mí ha sido más valioso o más importante, y ese sí me parece un nivel de discusión más profundo. El hecho de decir que tal cosa es buena o mala, sirve o no sirve, tiene más o menos estrellitas, en realidad me parece que es un poco invalidante del resultado de la discusión.
SERGIO CABANILLAS: Además todas esas valoraciones pretenden hacer objetivo algo que tiene mucho de opinión incluso en estos círculos.
GUILLERMO BAZZOLA: Pero la opinión puede ser fundamentada. La historia de las ideas humanas es eso.
SERGIO CABANILLAS: También hay cierto tipo de crítica que juzga y condena sin fundamentarlo.
GUILLERMO BAZZOLA: Y eso sí que, de nuevo, me produce urticaria. Si soy juzgado, quiero serlo por alguien que me diga por qué, del mismo modo que si te van a meter preso, el juez tiene que decir por qué. Eso, por suerte, en este país ya no existe, y es un avance. También sería un progreso en la crítica musical que haya una justificación de las cosas, aunque sea tu opinión. Yo he trabajado de crítico y comentarista durante bastante tiempo, y me he tomado el trabajo de opinar, así que si un artista me dijera: “¿Por qué opinaste esto de mi disco?”, yo tendría que ser decente y sólido en cuanto a fundamentar mi opinión. Lo que parece fuera de lugar es no fundamentar la opinión.
SERGIO CABANILLAS: Esto es lo que se llama una entrevista libre improvisada…y muy satisfactoria [risas]. ¿Cómo enfocas el trabajo de la guitarra en un combo en el que no hay contrabajo?
GUILLERMO BAZZOLA: Te voy a decir cómo no lo hago: ocupando el lugar del bajo. Puede haber alguna línea, como en el primer tema, pero afrontarlo pensando: “Como no hay bajo, yo hago el walking”… no. La idea era no hacerlo así, sino usar las texturas. Yo creo que a veces uno cae en estereotipos en cuanto a la función de cada instrumento. Por ejemplo, ya en el año 59 o 60, Jimmy Giuffre tenía un grupo con trombón y guitarra, con Bob Brookmeyer y Jim Hall… y no se murió nadie [risas], al contrario, fue una cosa novedosa y muy fructífera, entonces, lo nuestro tiene además otros antecedentes. No queríamos caer en remedar, por ejemplo, al más conocido de los grupos…
SERGIO CABANILLAS: ¿…el Tiny Bell Trio?
GUILLERMO BAZZOLA: …bueno, sobre todo el grupo de Paul Motian, que es el más antiguo, pero está el Tiny Bell Trio, otro que se llama Babkas, Joe Morris hizo algo así… la idea era no hacer algo que fuera a tomar un determinado grupo como referencia en cuanto a eso. Obviamente, los escuchamos y nos interesa ver cómo resuelven situaciones, pero nada más. Respecto a la guitarra, queríamos probar distintas texturas, ver qué tipo de sonidos se logran…
SERGIO CABANILLAS: De modo que hablamos de un trabajo orientado más a las texturas que a la armonía.
GUILLERMO BAZZOLA: Sí, absolutamente. Es más, se trata de uno de los aspectos más descuidados dentro del “jazz convencional”. En bebop, swing… hay más trabajo en el ritmo, en la armonía, en la melodía… pero las texturas, lo tímbrico y demás están en segundo plano, obviamente importa, pero lo hace más en términos orquestales, como Duke Ellington, Gil Evans, grandes empleadores de texturas dentro del jazz, pero no tanto en grupos pequeños. Sí, los hay, pero tienen un rol menos importante. Por eso yo uso distintos timbres con y sin distorsión, loops, wah-wah, pedal de volumen…
SERGIO CABANILLAS: Decías que Marcelo y tú sois amigos desde hace 27 años. Con la entrada de Andrés, que es un músico mucho más joven, ¿habéis notado ese salto generacional en la forma de trabajar, en la forma de enfocar las cosas?
GUILLERMO BAZZOLA: No, porque en realidad tenemos todos la misma edad de espíritu [risas]. Marcelo y yo somos amigos desde hace muchos años, nos divertimos mucho, nos seguimos reuniendo y riendo de las mismas cosas, y nos lo tomamos con mucho humor. Andrés puso un poco de seriedad en el grupo [risas]. La verdad es que tanto Marcelo como yo tenemos 48 y 47 años respectivamente, y Andrés andará por los 25, y lo cierto es que era la música que nos gustaba cuando teníamos 20 años y seguimos cultivándola. Es más fácil conseguir a alguien joven con vitalidad y entusiasmo que alguien de nuestra edad, lo nuestro ya es irrecuperable… [risas]. Andrés es un tipo muy creativo. Me gusta mucho cómo toca él y me gusta mucho ese tipo de baterista. Son tipos que no son estrictamente bateristas de jazz. Es alguien que toca muy bien jazz, pero también ha tocado funk, ha tocado rock y le gusta, lo conoce, tiene el lenguaje y tiene muchas cosas incorporadas de ahí. Tiene un enorme talento musical, y eso aporta mucha variedad, mucha vitalidad… mucha fluidez, en realidad.
ENRIQUE FARELO: Hablando de “There’s A Bone In My Tea”, tu trabajo rítmico en la guitarra me ha recordado mucho a un grupo británico de jazz rock de los 70 que no es tan famoso como otros, pero siempre me pareció un gran grupo. El guitarrista era Gary Boyle, y el grupo Isotope.
GUILLERMO BAZZOLA: No conozco al guitarrista. Me gustaban algunas cosas del jazz rock británico como Soft Machine, pero no lo conozco.¿De qué época es?
ENRIQUE FARELO: Del 73 o 74 aproximadamente. En Isotope tocaron algunos de los miembros de Soft Machine.
GUILLERMO BAZZOLA: El motivo inicial de ese tema en particular, que es el que toca la guitarra, salió de una improvisación. Cada cierto tiempo toco cosas y las grabo solo o con el Loop Station, y si me gusta alguna idea, la transcribo para usarla más adelante en alguna composición. Ése es un ejemplo de algo que salió de una improvisación, me gustó ese motivo, lo organicé un poco, lo acoté, porque era un poco caótico, le agregué una melodía de saxo y después le añadí otra sección que fue compuesta tomando materiales de eso. En ocasiones, de la nada salen cosas y después, en base a ciertas técnicas de composición musical, uno las organiza y le da forma a un tema.
ENRIQUE FARELO: Para terminar, una referencia a la portada que siempre me gusta hacer, esa fotografía….
SERGIO CABANILLAS: …una preciosa foto de Marcelo.
ENRIQUE FARELO: ¿De dónde ha salido esa foto?
GUILLERMO BAZZOLA: Nuestra idea inicial era hacer el disco de manera completamente autoproducida, no teníamos grandes medios, y miramos a ver qué teníamos para hacerlo. Empezamos a buscar fotos, y Marcelo nos trajo unas fotos que nos causaron honda impresión…
SERGIO CABANILLAS: …es un hospital de muñecas, ¿no?
GUILLERMO BAZZOLA: Es un hospital de muñecas, exactamente. Incluso hay una parte en la que se lee “antes” y “después”, o “avant” y “après”. Te muestra cómo están unas manos de muñecas, rotas sobre una mesa y después de ser reparadas. De toda esta tira de fotos elegimos unas cuantas que nos gustaron. Tienen un carácter un tanto truculento, pero…
SERGIO CABANILLAS: A mí me pareció una foto maravillosa cuando la ví.
GUILLERMO BAZZOLA: …sí, es esperanzador, hasta lo que está roto puede ser arreglado [risas]. Tuvimos la colaboración de muchos amigos como Javier Nombela, que nos ayudó con el escaneado de fotos, de Alejandro Villegas, que es un diseñador argentino que también vive en Madrid y trabaja en publicidad, que nos echó una mano con el diseño y con algunas fotos… pero todas éstas han sido ideas nuestras. También hay una cuestión ideológica: creemos en el trabajo artesanal, en que realmente vale la pena ocuparse de controlar lo que uno está haciendo, el resultado es más auténtico.
SERGIO CABANILLAS: ¿Para cuando un nuevo disco?
GUILLERMO BAZZOLA: Eso ya saldrá, en la medida que tengamos nuevas cosas que decir. Ya hemos hablado sobre un hipotético segundo disco –podría ser segundo o tercero–, seguramente haremos algún disco en el cual sea prácticamente todo música improvisada. Cuando lo hemos hecho en directo nos ha salido bastante bien, y pensamos llevarlo también al trabajo discográfico. Por otro lado, también está interesante la idea de componer para un grupo así, no quiero perder ninguna de las dos.
Información: http://www.myspace.com/gnutrio
Contacto: gnutrio@yahoo.com
Texto y fotos:© Sergio Cabanillas, 2009.