El pianista Albert Bover acaba de publicar junto con el contrabajista Horacio Fumero su segundo disco a dúo, Caminhos Cruzados (Contrabaix, distribuido por Karonte). Pachi Tapiz charló por teléfono con el pianista catalán sobre su nuevo disco y sobre distintos aspectos de su visión del jazz.
PACHI TAPIZ: El anterior disco que tenéis a dúo se publicó en 1997, aunque lo grabasteis en 1995. ¿Por qué ha pasado tanto tiempo hasta que habéis publicado esta nueva grabación?
ALBERT BOVER: En realidad no pasó tanto tiempo. Hubo una grabación que hicimos en el Palau de la Música de Barcelona, de una actuación como teloneros de Arsenio Rodríguez. Como no había muchos temas no llegamos a hacer un disco, pero ya teníamos la idea de hacer una nueva grabación. Eso fue en 1998 o 1999. Después Horacio se embarcó en otro tipo de proyectos con su grupo, más inclinado a la música latina y al nuevo tango. Yo también he estado con otros proyectos. Al final nos hemos vuelto a juntar. Este nuevo disco es mucho mejor que el otro. Los dos estamos ahora mucho más maduros.
PACHI TAPIZ: ¿Es Caminhos Cruzados de alguna manera el disco que no pudisteis grabar en su momento?
ALBERT BOVER: En ese momento tocábamos bebop y standards, mientras que ahora tocamos más composiciones propias y temas más evolucionados. Creo que los discos reflejan momentos musicales. El primero refleja cómo me formé yo, de algún modo a la sombra de los «jóvenes leones» norteamericanos que recuperaban el bebop. Yo cuando escuchaba a Benny Green y a toda esa gente, aunque no estuviera necesariamente en el mismo paquete, tenía ciertas expectativas de poder tocar eso. Con el tiempo me he dado cuenta de que no, que esa era una vía muerta y que no era la mía. La mía era buscar temas propios y abrirme a otras músicas, tocar más moderno, más contemporáneo incluso. En Horacio también he encontrado eso de alguna manera. Por suerte ha habido una evolución. Han pasado los años y tocamos distinto. Hay gente que no. Los hay con un estilo muy determinado, como Tete [Montoliú]. Era un gran pianista de bebop que tenía un estilo muy determinado y se murió tocando bebop. ¡Es totalmente respetable! Luego hay otros músicos como Miles Davis, que pasó por muchas etapas. No es que yo sea Miles Davis, pero me interesa más este perfil de músico que el primero. En vez de encerrarme en un estilo me gusta ir probando cosas que me apetezcan tocar en cada momento. Por ejemplo, ahora mismo, además del jazz, también estoy en un proyecto para tocar música clásica con un flautista.
PACHI TAPIZ: ¿Cómo elegís el repertorio?
ALBERT BOVER: Es lo que nos apetece tocar. Solemos quedar y decimos: “me gustaría tocar este tema, me gustaría tocar este otro”. Lo probamos. Si funciona, adelante con él. Si no funciona, intentamos darle la vuelta para que funcione, y si vemos que realmente es un tema que no da más de sí, no lo tocamos. Generalmente intentamos darles a todos la vuelta y buscar la manera de hacerlos propios. Como trabajamos en dúo tenemos mucha libertad para hacerlo.
PACHI TAPIZ: Esa búsqueda, ¿se da en los ensayos o en los conciertos?
ALBERT BOVER: Hay ensayos y también se toca en directo. Antes de grabar Caminhos Cruzados estuvimos una semana tocando en el Café Central de Madrid. Yo me dediqué a grabar cada día los conciertos y a escucharlos. Así iba viendo que estábamos tocando y mejorando cosas. Así que como dices hay mucha investigación sobre el escenario.
PACHI TAPIZ: ¿Cómo está respondiendo la gente ante el disco?
ALBERT BOVER: A la gente le gusta. Dicen que es un buen disco y les gusta la selección de temas. Les gusta lo que tocamos y cómo lo tocamos, así que eso está muy bien.
PACHI TAPIZ: ¿Cuánto os costó grabarlo?
ALBERT BOVER: Hicimos lo que se ha hecho tradicionalmente. Buscamos unos conciertos antes, en este caso la semana en el Central, y después nos encerramos en el estudio para grabarlo. El disco está grabado en un día: una mañana y una tarde. Grabamos unos 18 temas y muchas horas. Daba casi para un doble CD. De ahí escogimos lo mejor. Se han quedado varios temas fuera.
PACHI TAPIZ: La grabación comprende por un lado el disco físico y luego hay un tema más que se puede descargar desde la página web de Contrabaix, una versión de tu tema “Old Bottle, New Wine”. ¿Cuál fue el motivo de que ese tema se quedase fuera del CD y lo dejaseis allí como bonus track virtual?
ALBERT BOVER: Fue decisión de la producción de Contrabaix. El disco se publicó completo pero incluyeron ese tema para promoción. Es una cuestión de marketing. No lo decidimos ni Horacio ni yo.
PACHI TAPIZ:¿Qué se siente cuando se tiene el disco con esta especie de apéndice? Me refiero a tu sentimiento como creador, como artista.
ALBERT BOVER: Lo veo bien. No me molesta ni mucho menos.
PACHI TAPIZ: ¿Cómo ves Internet para la difusión de la música?
ALBERT BOVER: El mercado está crudo. Ahora cuesta mucho más hacer discos que antes. Antes se grababa mucho más. Parece que ahora se graba con cuentagotas. Es un problema general, mundial. Yo creo que es bueno que los músicos estemos en Internet. Que alguien ponga mi nombre en Google y aparezcan vídeos, DVD, grabaciones en directo… Creo que es bueno para nosotros porque nos da nombre, nos da prestigio. Evidentemente habrá quien diga que no se cobran derechos o lo que sea, aunque creo que siempre se acaba cobrando de una manera u otra.
PACHI TAPIZ: Volviendo a la grabación. ¿Cuál es tu top five de los dúos de piano y contrabajo, estén grabados o no? ¿Cuáles son los que más te gustan?
ALBERT BOVER: Hace tiempo que no he escuchado dúos de contrabajo y piano. Están los clásicos: Duke Ellington con Jimmy Blanton o Ray Brown, y más modernos como el de Bill Evans con Eddie Gomez. También tengo un disco de Gary Versace y David Friesen que es muy bonito. Pero no es una formación que escuche mucho. Lo que más escucho son discos a piano solo, tríos, cuartetos, quintetos… Dúos no demasiados. En dúo hay unas formaciones que me gustan mucho que son las de voz y piano, o piano y saxo. Creo que son muy interesantes.
PACHI TAPIZ: Cuando tocas con Fumero, ¿qué es lo que buscas en él?
ALBERT BOVER: Más que lo que buscas es lo que te encuentras…
PACHI TAPIZ: Cierto. ¿Qué es lo que te aporta?
ALBERT BOVER: Una cosa muy curiosa es que hay grandes músicos a los que escuchas en disco o los ves tocar y te dices: “me gustaría mucho tocar con esta persona”. Y después tocas con ellos y resulta que no, que no hay la conexión, o es que ellos sonaban bien de por sí, pero uno no se siente a gusto tocando con ellos. Hay algo que frena la música. Sin embargo hay otros con los que piensas que igual no va a haber tanta conexión y resulta que sí la hay y te sorprende. Hasta que no tocas con alguien no sabes si se va a establecer una especie de química musical o no. Con Horacio siempre ha existido mucha de esa química musical. Es un hombre que se da en el escenario, que tiene mucha energía y que está muy vivo. Yo creo que eso se transmite cuando toca. También se nota que ha tocado muchos años con Tete y con otros grandes músicos. Todo eso sale en los conciertos. Eso es lo que me aporta. Esa energía, es algo que no sé como llamarlo. La música no son sólo notas. Hace muchos años que tengo claro que la música no son sólo notas, sino que es algo más. Ese elemento extra que cuesta definir es lo que distingue a los buenos de los muy buenos. Yo creo que Horacio está entre estos últimos.
PACHI TAPIZ: ¿Quizás podría ser empatía?
ALBERT BOVER: Esto también, pero no sólo es empatía. Hay buenos contrabajistas, grandes contrabajistas muy técnicos y también hay grandes músicos. Los grandes músicos están por encima de si tocan más o menos su instrumento. Es otro nivel: si transmite más, si conecta emocionalmente contigo y con el instrumento, o con lo que toca. Horacio está ahí, digamos que conectado. Sintonizado, conectado… estoy pensando la palabra… algo así como conectado emocionalmente… Aunque quede un poco cursi podríamos decir que toca desde el corazón. Es algo así.
PACHI TAPIZ: Es complicado expresar la música con palabras…
ALBERT BOVER: Es complicado, aunque yo creo que la música es eso. Alguien toca. Una persona que le escucha se está emocionando, está sintiendo lo que ese músico está tocando y entonces es cuando la gente dice: “¡qué gran músico!”. La gente lo dice cuando recibe toda esta emoción mientras está pasando algo que no sólo es que alguien esté tecleando en un piano o tocando un contrabajo. Sucede cuando hay algo más, cuando hay un contenido emocional. Eso es lo importante. Eso es algo que cada vez busco y valoro más. Hay gente con la que tocas y con quienes eres consciente que te están escuchando y que están tocando contigo. También hay gente que toca muy bien, pero que toca sola. Esa no es la situación ideal.
PACHI TAPIZ: Me imagino que también te encontrarás de vez en cuando con gente que sólo va a cumplir el expediente.
ALBERT BOVER: También hay noches y conciertos en que uno está más inspirado que en otros. Eso hay que decirlo. Hay muchos factores. A veces no es posible dar lo máximo de uno mismo. Cuando coincide que uno da lo máximo y sus compañeros también, entonces eso es un gran concierto.
PACHI TAPIZ: De todos modos cuando los aficionados vamos a ver un concierto parece que queremos que los músicos den el concierto de su vida.
ALBERT BOVER: Eso tendría que ser así. Un músico tendría que tocar siempre como si fuera la primera y la última vez. Los grandes son así. Cuando escuchas a Jarrett o a otros genios en directo, notas que están dándolo todo en ese momento. Si no tienen una noche brillante uno nota que al menos lo han intentado y que han hecho el esfuerzo.
La gente tiene días. Brad Mehldau tiene días en los que toca bien y otros en los que te hace llorar. En este caso estoy hablando de Brad Mehldau, que es un gran virtuoso. Todo el mundo tiene días. Y el día que no te hace llorar, ¿qué hay que decir? ¿Qué no ha hecho un buen concierto? El nivel mínimo en esos casos es muy alto.
PACHI TAPIZ: Ya que estás mencionando a Keith Jarrett y a Brad Mehldau, ¿me podrías nombrar a algunos pianistas interesantes de la actualidad?
ALBERT BOVER: Te puedo nombrar a músicos que no son muy conocidos pero que me gustan mucho. Aaron Parks es un pianista joven que acaba de publicar un disco. Toca de alguna manera con la libertad de Mehldau. Es melódico y apunta muy buenas maneras en un par de discos que tiene con Terence Blanchard. Tiene 25 o 26 años y va a ser un gran pianista.
Otro que es muy bueno, pero al que los discos no le hacen justicia, mientras que en directo es impresionante es Craig Taborn. Escuchas sus discos con Tim Berne o a trío y están bien, pero en directo te puede romper la cabeza, como dirían Horacio Fumero o Mariano Díaz.
También me gusta mucho Ethan Iverson, el pianista de Bad Plus. Lo que hace es muy interesante. Lo que hace con Bad Plus o con un grupo que se llama Buffalo Colission en el que tocan Dave King, Tim Berne y Hank Roberts. También cuando toca con Mark Turner, Ben Street y Billy Hart en el cuarteto de este último. Ethan Iverson toca bien con cualquiera.
Aún vale la pena escuchar a Paul Bley. Está ya mayor, pero es un músico que a mí me fascina. Hay gente que se enfada mucho con sus maneras, pero a mí me encanta. Lo vi en Tarrasa tocando a dúo con Lee Konitz y me pareció un concierto buenísimo. El sonido del trio de Keith Jarrett… Hay un tema grabado el año sesenta y tantos, “Long Ago And Far Away”, que toca con Paul Motian y Gary Peacock [1] y suena igual que el trío de standards de Keith Jarrett, pero veinte años antes. Tocan más o menos el tema con unas armonías abiertas, la batería también está abierta, el contrabajista no termina de hacer walking. Es la manera en la que tocan Gary Peacock y Jack DeJohnette con Jarrett. Jarrett tiene como muchos más recursos, es mucho más pianista, mucho más músico, pero digamos que la idea, el concepto, ya estaba en Paul Bley. Muy curioso. Es un músico poco conocido. Un poco en la sombra.
PACHI TAPIZ: Tú te dedicas a la enseñanza. ¿Se puede vivir en España del jazz sin pasar por la enseñanza?
ALBERT BOVER: Lo pintas como si fuera una cruz. Yo no lo veo así. El problema es si das las clases como castigo. Eso es muy negativo y un mal camino. El «doy clases porque no puedo tener conciertos y como no tengo conciertos doy clases». Eso es malo para ti porque te vas a quemar, y muy malo para el alumno porque lo vas a castrar o le vas a pasar tus frustraciones, porque no quieres darle clase sino dedicarte a dar conciertos. Es muy peligroso ese perfil de profesor, con distintos márgenes de peligrosidad que van desde anular al alumno hasta a hacerle perder el tiempo, o hacerle pasar por una serie de ejercicios mecánicos que lo desmotivarán, que no le llevarán a tocar mejor o incluso que pueden perjudicarle físicamente. Hay otro perfil mucho más beneficioso que es cuando tu te das cuenta que uno tiene lo que da. Es lo que pasa cuando estás en el escenario. Cuanto más generoso eres y más vulnerable estás y más despierto estás a lo que pasa musicalmente, la gente recibe más y te aprecia más como músico. Este mismo tipo de actitud creo que es la que se debe tener al enseñar. Intentar dar el máximo, intentar ayudar al máximo. De esta manera recibes. Hay un feedback entre el profesor y el alumno y hay que buscar este tipo de situación. ¿Qué tanto por ciento los profesores son de uno y de otro? Eso no puedo decirlo.
Para mí no es ningún castigo dedicarme a la enseñanza. Es mucho más castigo dedicarse a tocar, por ejemplo, música que no te gusta. Para mí eso sería mucho más terrible. Decir que a mí me gusta el jazz pero que como no puedo dedicarme a tocarlo, tengo que tocar en una sala de fiestas música en la que no quepa nada de improvisación. Eso para mí sería un cementerio o un infierno musical: tocar siempre lo mismo y que esté prohibido cualquier arranque de creatividad; que la improvisación sea cero.
Vivir de conciertos es difícil. Cada vez hay mejores músicos, menos conciertos, y los sueldos de los músicos no suben mucho. Los clubs están pasando por un mal momento: acaban de cerrar el Bogui en Madrid [2]. No acaba de haber un momento boyante para la música en vivo. En este país la música importa, pero no mucho. Uno va a otros países y ve que hay más mercado para la música. Tienen una tradición más larga y un mercado musical. Aquí el mercado está más limitado, al menos con el jazz y con otras músicas minoritarias. Es un mercado en el que está la vía de los 40 Principales. Salirse de ahí es difícil.
De las grandes ciudades de casi todo el mundo me gusta que allí te encuentras con emisoras que programan jazz durante todo el día. Aquí no existe, parece imposible. Para tener una emisora tienes que tener no sé cuantos permisos. No tienes esa libertad. Ahora con Internet se ha liberado un poco. Por ejemplo Josep Mestres de Atac de Jazz que ha montado una radio por Internet [3]. Es una opción que está bien, pero ¿por qué no puede haber una emisora normal? La televisión es otra batalla. Dependiendo del partido que gobierne parece que les gusta que haya más música en directo o no. Es curioso que esté politizado. También está el tema de los festivales. Uno no sabe si son para ganar dinero o para promocionar la música o para promocionar a los músicos de aquí. Eso no está bien definido.
PACHI TAPIZ: Tampoco hay un circuito de clubes para que los músicos podáis organizar pequeñas giras. Que pudierais tocar en una semana cuatro o cinco conciertos.
ALBERT BOVER: Faltan clubes pero quizás habría que ir más abajo. Igual es que faltan oyentes. Empezando por que faltaría más música en la educación primaria, más educación musical en primaria. Que la gente tocase más instrumentos. Hay público para el jazz. La gente percibe si la música está bien hecha y si tiene calidad, más allá del estilo. La gente percibe si los que están tocando están dándote lo máximo que pueden. Faltan iniciativas para montar clubes, la educación en primaria, radio y televisión. Son muchos canales los que habría que promocionar.
PACHI TAPIZ: Volviendo al tema de la enseñanza, lo cierto es que hay muy pocos músicos que se pueden dedicar sólo a tocar. No te lo preguntaba por el lado negativo. Reformulando la pregunta, ¿qué es lo que intentas transmitir a los alumnos? Y según lo que me comentabas, ¿qué es lo que recoges de tus alumnos?
ALBERT BOVER: [Pausa] Lo que intento es que conecten con el instrumento. En mi caso enseño a tocar el piano, aunque a veces también tengo a músicos que tocan otros instrumentos o a cantantes, aunque generalmente enseño a pianistas. Busco que conecten con el instrumento y que consigan mejorar su sentido rítmico. Son las cosas más básicas. En vez de darles el pez frito yo les enseño a pescar. Eso es muy importante. Hay profesores que te dan el plato hecho, o que empiezan con un nivel muy elevado con cosas muy sofisticadas, muy concretas y específicas, y eso no acaba de ayudar. Yo valoro el esfuerzo de ir a los elementos básicos: ritmo, melodía y sonido. Eso es lo importante. Cuando escuchas a un músico lo primero que te llega es el sonido que tiene. El sonido que saca al instrumento y el ritmo que tiene. Es lo que les hago trabajar. Les hago ser conscientes de qué es lo más importante. Lo otro yo creo que está sobrevalorado: las cuestiones de armonía, patrones o cuestiones más teóricas. Lo importante es más básico, es anterior a todo esto.
Y recibo… [pausa] Recibo cuando veo que estoy en lo cierto. Cuando enfocando la enseñanza de esta manera veo que los alumnos mejoran. Ellos se ponen contentos y de alguna manera me transmiten ese feedback de que están contentos, de que están felices. Se crea una situación muy buena. Yo también toco con ellos con dos pianos o piano y teclado y de alguna manera ahí también se transmite eso.
El tema de la enseñanza daría para otra entrevista. Enseñar música no es fácil. Hay mucha gente que enseña a tocar el instrumento o a tocar jazz, pero eso es algo muy limitado. Enseñar a tocar el instrumento como hace alguna gente en el sentido de tocar todas las notas, de tocar todo lo que está en el papel, es limitado. Hay que enseñar a que el alumno haga música por encima de tocar las notas o de tocar jazz, entre comillas. No creo que Miles Davis tocase jazz. Él tocaba lo que le apetecía en cada momento. Luego estaba la gente desde fuera decía que si esto es jazz, que si esto es jazz modal, esto es bop, esto es… y le iban poniendo etiquetas. Eso es lo que quería decir.
PACHI TAPIZ: ¿Alguna cosa más que añadir?
ALBERT BOVER: Sí. Que estoy muy contento con el nuevo disco. Es mucho mejor que el otro disco a dúo.
Notas:
- Paul Bley With Gary Peacock (ECM 843162)
- La entrevista se realizó en la semana en la que la policía municipal de Madrid clausuró el Bogui Jazz.
- http://www.barcelonajazzradio.com/
Texto © 2008 Tomajazz, José Francisco «Pachi» Tapiz