«Introducción»
Leroi Jones AKA Amiri baraka
Black Music. Free Jazz y Conciencia Negra 1959-1967
Caja Negra Editora
Traducción de Patricio Orellana
Publicado en 2014
© Amiri Baraka, 2010 / © 2013 Caja Negra Editora
ISBN: 978-987-1622-24-5
«Introducción» Reproducido con permiso de Caja Negra Editora.
Esta colección de ensayos, publicados originalmente en 1967, vio la luz durante un período caracterizado por una transición muy aguda y deseada. Como ocurre con todos los cambios: algunos fueron anticipados, otros sobrepasaron mis expectativas e incluso mi reconocimiento. Se pasó de un cambio cuantitativo, con el peso de una infinidad de ejemplos de nuevos paradigmas emergentes, a un cambio cualitativo, es decir al reconocimiento general de que, de hecho, lo nuevo había llegado. Sobre todo si tenemos en cuenta que lo que yo iba a llamar la “avant-garde” del jazz era conocido, hasta entonces, como “new thing” [la nueva cosa].
Mi ensayo “La avant-garde del jazz”, de 1961, intentaba identificar a quienes yo pensaba que formaban parte de tal grupo y justificar por qué el nombre me parecía acertado. Pero a decir verdad este ensayo terminó sirviendo para dividir el libro (no cronológicamente, porque había sido escrito antes que cualquier otra pieza de las compiladas aquí): la primera parte se encargaba de los músicos que pese a ser ya reconocidos se mantenían activos; la siguiente, de aquellos a quienes yo identificaba con el término “new thing”. Creo que fue Martin Williams el primero que utilizó ese nombre, una vez que estábamos en el Five Spot disfrutando de la primera aparición de Ornette Coleman.
Yo escribía notas para discos, y artículos para revistas como Down Beat, Metronome, Jazz Review (la más nueva, la más progresista, la de más corta vida), así como para otras más vanguardistas como Wild Dog de Ed Dorn o Kulchur, de la que fui editor. Durante algún tiempo tuve incluso una columna regular en Down Beat llamada “Apple Cores”. La mayor parte del tiempo actuaba como un difusor entusiasta de los músicos, ya conocidos, que consideraba más importantes, como Sonny Rollins, Miles Davis, Roy Haynes, Billie Holiday, pero especialmente de la música transportadora de Thelonious Monk y John Coltrane. En un momento yo vivía casi arriba del Five Spot, de modo que podía visitar noche tras noche la combinación históricamente alucinante de Coltrane y Monk, post-Miles Davis. “Es de aquí que sale la nueva ola”, escribí entonces, “estas son las fuentes de la inundación que trae lo nuevo, como dijo Mao sobre la Revolución, puedo verla como un barco no tan distante en el horizonte”.
La segunda sección de Black Music, que comienza con el ensayo “La avant-garde del jazz”, incluye diversos perfiles de los jóvenes de la avantgarde que, según mi opinión, ya habían empezado a cambiar el rumbo de la música. Lo interesante es que, en este período, la agitación de la revolución real estaba diseminada por todo el planeta. Luego del éxito del Montgomery Bus Boycott a fines de 1956, Fidel Castro marchó sobre La Habana en 1959, Malcolm X apareció en televisión en 1960 –personalmente, fui a Cuba ese mismo año– cuando también comenzaba el movimiento estudiantil en Greensboro, Carolina del Norte… Es obvio, por lo tanto, que este espíritu mundial afectaba también a los músicos, a su música y a su audiencia.
Queríamos un cambio. Nos inspiraba la realidad de la gente que luchaba por progresos reales en todo el mundo. Y por la lucha que se había desatado en los Estados Unidos contra el racismo y la opresión nacional luego del asesinato de Malcolm X. Una de las razones por las que de repente dejé de escribir para la publicación más mainstream del jazz fue que en 1969 la Down Beat preguntó “¿Es LeRoi Jones racista?”, haciendo referencia, exageradamente, debo suponer, al nacionalismo negro que envolvía mis palabras luego de lo de Malcolm.
Una de las últimas piezas de esta colección, “New Black Music”, consistía originalmente en las notas que había escrito para la edición de un disco del concierto a beneficio que había organizado para el Black Arts Repertory Theater/School, que yo había inaugurado más o menos un mes después el asesinato de Malcolm en 1965, cuando huí, literalmente, del Greenwich Village y me mudé al Harlem. El disco, The New Wave in Jazz, grabado por Impulse (Bob Thiele) marcó el fin de una época y el comienzo de otra (luego de la muerte de Thiele, los de Impulse agregaron música que no se había publicado en la primera versión, borraron mis notas y tergiversaron el disco de modo de no tener que pagarme regalías como productor).
Pero la música y los músicos que escuché en estos años eran los portadores de la nueva era: traían la revolución y aquello que todavía no había llegado. El título del libro da cuenta del nacionalismo que guiaba lo que yo entendía que debía hacerse: que el pueblo afroamericano reclamara esta música como nuestro legado y tesoro, y que valorara las canciones como himnos históricos de nuestras vidas y de nuestras luchas.
La revolución específica que realizaban estos músicos se dirigía contra la prisión de la mediocridad americana de Tin Pan Alley. ¡Abajo la canción pop! ¡Abajo los cambios de acorde regulares! ¡Abajo la escala temperada! El énfasis microtonal, modal, afroasiático estaba en todas partes. Ahora tocarían libremente. ¿Libremente? Por supuesto: había sido nuestra filosofía, nuestra ideología, nuestra estética, desde la esclavitud. Y en este momento de la historia lo gritábamos de nuevo: ¡Free jazz! ¡Freedom Suite! ¡Freedom Now!
Black Music identifica a los jóvenes guerreros de nuestro ejército de música libre. Las fuentes: Monk, Trane. La presentación de Wayne Shorter fue la primera, porque lo conocía desde antes, dado que crecimos juntos en Newark. Pero Ornette Coleman, Cecil Taylor, Dennis Charles, Archie Shepp, Albert Ayler, Sonny Murray, Bobby Bradford, Don Cherry, Pharoah Sanders, Eric Dolphy, Oliver Nelson, Ed Blackwell, Scott LaFaro, Charlie Haden, Wilbur Ware, Billy Higgins, Buell Neidlinger, Freddie Hubbard, Grachan Moncur III y Earl Griffith eran la “avant-garde”, y había otros que no menciono, y algunos ya han muerto. En el momento en que escribo esta introducción para Black Music, en 2009, sin embargo, Ornette, Cecil, Archie, Pharoah, Wayne, Charlie Haden, Sonny Murray y Bobby Bradford están tocando todavía.
A pesar de la matriz cultural reaccionaria que ocultó gran parte de esta música durante los años de Reagan y Bush, y que produjo la hegemonía del retraso cultural y artístico del jazz fusión y de “Kenny Elevator”, del rock superficial y del rap más vacío –y que hizo que muchas veces, incluso en Nueva York, pasáramos semanas enteras sin ver a ninguno de los nuevos– hay en estos días algunos signos de que otra nueva ola viene en camino.
Amiri Baraka 28 de agosto de 2009
© Amiri Baraka, 2010 / © 2013 Caja Negra Editora