Antonio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim, “Tom” Jobim para los amigos, pasa por ser el padre de la bossa nova, un sonido nuevo que en los sesenta representaba de forma tan precisa el espíritu brasileño (al menos el de aquellos días), que durante mucho tiempo ambos términos fueron casi sinónimos. Pero antes, mucho antes, en aquellas tierras ya había compositores que loaban esa mezcla especial de júbilo y melancolía que no se encuentra en ninguna otra parte. Así, en 1939 (año aciago donde los haya), Ary Barroso, pianista, compositor y comentarista de fútbol, compuso una canción que llevaba en sus notas la semilla que más tarde Tom Jobim convertiría en todo un género musical: “Acuarela de Brasil”. Para entonces, Barroso ya era bien conocido y muy apreciado, tanto en su país como en Hollywood, y sus canciones era interpretadas por artistas como Carmen Miranda (la de los sombreros-fruteros) o Joao Gilberto.
Ocurrió que una noche Barroso tuvo que quedarse en casa porque más que llover, diluviaba. Una lluvia de esas tan persistentes y tan intensas que da igual si vas o no con paraguas, porque en cinco minutos estás empapado. De esas que, por aquí al menos, ya no se suelen ver. El caso es que, aburrido y sin ganas de irse a la cama, Barroso se puso a componer, dejándose llevar por el sonido inspirador de la lluvia golpeando contra las ventanas y los primeros acordes le vinieron de forma natural. A partir de ahí y en sus propias palabras, “el resto, música y letra, llegó de forma natural”. El título refleja a la vez el agua de la lluvia, la luz del trópico y los colores vibrantes de la vegetación brasileña.
Ese mismo año, fue grabada por Francisco de Morais Alves y más tarde por Araci Cortés, pero a pesar del prestigio de ambos artistas, el tema pasó sin pena ni gloria. De hecho, ni siquiera fue incluida entre las tres canciones más populares del Carnaval de Río del año siguiente, 1940, lo que dio lugar a una agría disputa entre Barroso y el presidente del jurado, el gran compositor Heitor Villa-Lobos, e hizo que ambos estuviesen quince años sin volver a hablarse. Se tomaban en serio estas cosas por aquellos pagos.
Irónicamente, fue preciso que, ese mismo año, Walt Disney la metiese en la banda sonora de Saludos Amigos (1940), película que combinaba personajes reales y animación, al estilo de Roger Rabbit. A partir de ahí se desató la locura: en la radio no paraban de ponerla, todo el mundo quería grabarla y la gente la tarareaba a todas horas. Xavier Cugat, Django Reinhardt, Ray Conniff, Paul Anka, Bing Crosby… todos querían hacer su propia versión de un tema que sabían que sería un éxito seguro.
En cuanto a la letra, pues es un emotivo himno a Brasil, compuesto por alguien que amaba a su país con todas sus fuerzas y curiosamente esto, que debería haberse interpretado como una virtud, acabó siendo políticamente mal interpretado, tanto por el gobierno de Brasil como por la oposición. Por una lado, a la censura del dictador Getulio Vargas, simpatizante de los nazis europeos, no le gustaba el verso que dice que Brasil es “tierra de samba y de pandereta” —“terra do samba e do pandeiro”—, porque le parecía despectivo (por aquí el término “pandereta” también tiene unas connotaciones feas), pero la realidad es que la pandereta —el pandeiro— es el instrumento que más se ve en manos de quienes participan en las escuelas de samba. Por otra parte, los opositores de Vargas consideraban que la canción, con su exacerbado nacionalismo, era un gesto de apoyo al dictador. Hay gente que nunca está contenta.
También había quienes atacaban la canción alegando que era simplona y sin gracia y lo cierto es que algunos versos no son lo que se dice alta poesía — “mi Brasil brasileño”, “ese cocotero que da cocos”,… —, pero bueno, las letras de las canciones, ya se sabe cómo son; si nos ponemos a sacar pegas, aquí no se salva nadie.
En fin, el caso es que en 1970, cuando la bossa nova pegaba con toda su fuerza en los Estados Unidos, Tom Jobim incluyó esta versión en su disco Stone Flower (CTI, 1970) y le salió lo que se dice redonda. Nota curiosa: entre los músicos acompañantes se encontraba el también brasileño Eumir Deodato, de quien hablaremos en Tomajazz Remembers dentro de algunos capítulos. Mientras tanto, disfruten de este soberbio tema, magníficamente interpretado, y dejen volar la imaginación.
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Escucha Antonio Carlos Jobim. “Brazil”
En las entregas anteriores de A Time To Remember – Tomajazz Remembers…
Phil Harper: “Birks’ Works”. Por Juan F. Trillo. Tomajazz Remembers #33 [Minipodcast de jazz]
Hank Mobley: “Workout”. Por Juan F. Trillo. Tomajazz Remembers #32 [Minipodcast de jazz]
Etta Jones: “Don’t Go Strangers”. Por Juan F. Trillo. Tomajazz Remembers #31 [Minipodcast de jazz]
Wayne Newton: “Danke Shoen”. Por Juan F. Trillo. Tomajazz Remembers #30 [Minipodcast de jazz]
Burt Bacharach: “The Look of Love”. Por Juan F. Trillo. Tomajazz Remembers #27 [Minipodcast de jazz]
Marlene Dietrich: “Lili Marlene”. Por Juan F. Trillo. Tomajazz Remembers #26 [Minipodcast de jazz]
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Más sobre Tomajazz Remembers (previamente A Time To Remember)
Tomajazz Remembers es una sección mixta (podcast más artículo), publicado inicialmente con una frecuencia semanal, de Juan F. Trillo que comenzó a emitirse el día 29 de noviembre de 2021.
En sus primeras entregas el nombre de la sección fue A Time To Remember.
El 19 de diciembre de 2021 cambió esta denominación a Tomajazz Remembers.
El 1 de marzo de 2022 cambió a tener frecuencia mensual, publicándose una nueva entrada todos los días 1 de cada mes.
Todas las entregas de Tomajazz Remembers – A Time To Remember están disponibles en https://tomajazz.com/web/?cat=26169 y en https://www.ivoox.com/podcast-a-time-to-remember_sq_f11414607_1.html
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