El sexteto Atlantic Bridge reune a músicos de Galicia (Alberto Conde, Roberto Somoza, Kin García y Miguel Cabana) y Estados Unidos (Steve Brown y Walter White). En el año 2009 grababan su estreno homónimo, que Karonte ha publicado en 2010. En verano el grupo dio una gira por España. Sergio Cabanillas, Carlos Lara y Enrique Farelo aprovecharon su paso por Madrid para charlar con los integrantes del grupo.
CARLOS LARA: ¿Cuándo surgió el grupo y cuál ha sido su evolución hasta ahora?
ALBERTO CONDE: El proyecto surge cuando conocí a Steve Brown en 1980 en el primer Seminario de Jazz de Banyoles (Girona) y a raíz de ahí nos hicimos buenos amigos. Al siguiente año volvimos a coincidir. No había por entonces un jazz reconocido en la península como una música con personalidad propia, aunque teníamos a Tete y unos pocos más y se empezaba a hacer fusión y otras músicas. En 1985 volvimos a coincidir en el Seminario de Jazz en Poio (Pontevedra). Pasaron 23 años sin vernos, hasta que recibí un email suyo y nos intercambiamos los discos que habíamos hecho cada uno. Le gustó lo que hacía y me dijo que quería tocar conmigo en una gira que iba a hacer por Europa. Entonces le ofrecí la posibilidad de formar un grupo y decidí formar una banda, porque, aunque al principio se barajó la posibilidad de hacer un dúo, él es un músico de banda y formación orquestal y creo que esta era la mejor manera de hacerle un homenaje. Así que montamos la banda en el año 2008 como cuarteto. Le gustó mucho el proyecto, en el que todavía no estaba Walter, pero a raíz de ahí hablamos de redondear la banda y poder grabar en Estados Unidos, de paso que hacíamos unos conciertos y dábamos unas master class para llevar allí las culturas gallega y española. A raíz de esto, Steve nos propuso a Walter White, que aceptó la oferta y para nosotros fue un honor contar con él a partir de ese momento.
SERGIO CABANILLAS: ¿Siendo cuatro músicos nacionales y dos extranjeros, por qué no se ha grabado el disco en La Coruña o en Madrid?
ALBERTO CONDE: Steve vino a España en un viaje muy corto en el 2008 y no hubo tiempo, nada más que una primera toma de contacto. Al acabar de tocar, él propuso hacer un proyecto, además tenía que volverse y nosotros queríamos hacer un trabajo con el mayor rigor posible y con un tiempo de madurez para poder hacer un trabajo equilibrado en su conjunto. Afortunadamente las cosas salieron bien.
ENRIQUE FARELO: En relación a las composiciones y los solos del disco, están repartidos de una manera muy democrática, ¿este detalle está pensado así o es algo que ha surgido de manera natural?
ALBERTO CONDE: Creo que es un poco marcar los tiempos y el respeto equitativo a los solistas, puesto que se trata de un grupo de solistas y de compositores. Y también es una cuestión del espacio de las composiciones. A algunas si bien les hemos dado un reparto diferente, con la participación de dos solistas, hemos tratado de que todo el mundo tuviese su apartado en todo el disco, que no quedara nadie sin hacer su solo, pero en la medida que todos aportásemos la mayor riqueza.
ENRIQUE FARELO: ¿De qué manera se vislumbra el liderazgo de Alberto Conde y de Steve Brown en el grupo?
ALBERTO CONDE: No creo que esto sea así, ya que pienso que el trabajo está muy repartido. La idea preliminar es tal y como he contado antes. A partir de ahí hablamos Kin García y yo, y posteriormente con Roberto pensamos que lo mejor era hacer esto. Queríamos un trabajo equilibrado, en el que todo el mundo aportase composiciones. Hicimos descartes de 20 o 30 composiciones, y de ahí extractamos lo que creemos que mejor representa nuestra música, para que el disco sea realmente Atlantic Bridge: música con temática de orígenes ibéricos, pero con un sonido y un planteamiento de solos de una banda de jazz de Nueva York.
ENRIQUE FARELO: ¿Dónde debería fijarse el aficionado para notar los ascendentes gallegos de vuestra música?
ALBERTO CONDE: Se nota mucho en el concepto armónico sobre todo y no tanto en el concepto estilístico. Si bien algunos temas están un poco disfrazados, como el tema “Esencias”, que nace de una melodía renacentista perteneciente a una obra sinfónica que compuse en el año 2002. Este era un tema ternario y lo pasé a jazz como cuaternario, casi a ritmo de bossa nova. A partir de ahí fue evolucionando y el aspecto orquestal le da una personalidad importante, pero lo que más destaca es el aspecto cromático del bajo en torno a la armonía, que es lo que más recuerda a la música latina y a la brasileira. Steve se inspiró un poco en este concepto para su composición. En todo el disco hay un hilo conductor en relación al aspecto armónico.
Respecto al segundo tema que he compuesto, tengo un estilo bastante marcado en los discos anteriores y consiste en trabajar con una melodía sencilla, muy cantábile, con el desarrollo armónico ampliado, quizás por naturaleza o porque me gusta. Creo que es algo original y diferente. La melodía varía constantemente y a la gente le puede quedar con facilidad en el oído. No se trata de buscar el lado comercial.
Lo importante es que todas las composiciones tienen algo en común. Aunque son muy diferentes, hay aspectos que están presentes en todos los temas. Hay un hilo conductor que está muy metido entre la armonía y el compás, unas veces ternario sobre cuaternario y viceversa. Esto está en toda la obra de la música ibérica y que a la vez conecta con el swing.
CARLOS LARA: ¿Qué porcentaje hay en el disco de música improvisada y escrita?
ALBERTO CONDE: Creo que la cosa está bastante equilibrada.
ENRIQUE FARELO: ¿Y en directo?
ALBERTO CONDE: Aquí hay un poco más de libertad e improvisación y nos adaptamos también a los diferentes conciertos. Lo normal es que el solista tenga más libertad y decidir si está inspirado en el momento.
CARLOS LARA: ¿Cuál es el momento que atraviesa el jazz en Galicia?
ALBERTO CONDE: Creo que el jazz en Galicia ha evolucionado mucho en los últimos años. En el año 1983 no había apenas jazz en Galicia y en 27 años ha crecido muchísimo. Hay muchas escuelas privadas y un departamento de Jazz de la Xunta de Galicia en el Conservatorio Superior de La Coruña. Esto es fruto de todo el trabajo que los que allí residimos llevamos haciendo durante todo este tiempo. Al mismo tiempo decir que ha habido mucho enriquecimiento en las escuelas, lo que ha provocado que los músicos hayan tomado caminos diversos, lo cual es muy positivo para diferenciarse y para enriquecer el jazz.
CARLOS LARA: Con respecto a los alumnos de música, ¿se interesan por el jazz?
ALBERTO CONDE: Existe mucha afición, e incluso en las bandas municipales los niños tocan jazz. No improvisan, pero tocan jazz y así van introduciéndose en esta música.
ENRIQUE FARELO: ¿Eso se nota en el público gallego a la hora de acudir a los conciertos?
ALBERTO CONDE: Tenemos dos grandes festivales que cada año apuestan por el jazz gallego y cada vez hay más discos hechos en Galicia. Hay festivales en toda la región.
ENRIQUE FARELO: ¿Hay alguna figura de cierta trascendencia, que sea un referente o a imitar que sirva en Galicia para todos esos alumnos o niños que se acercan al jazz?
ALBERTO CONDE: Este detalle no lo noto. Hay unas tendencias y cada tipo de alumnos tiene como figura principal a su profesor. Para un alumno de jazz la persona más grande es su profesor, si es un buen maestro. Es diferente ser profesor a ser maestro. Puedes tener un título académico y no contar con la experiencia suficiente para llegar a los alumnos. No noto que exista una especie de Miles Davis en Galicia. Creo que los tiempos han cambiado en ese sentido y está todo bastante repartido y desmitificado. Existen algunas mitificaciones en el alumno, pero éste tiene que madurar para llegar a la gente para poder transmitir lo que siente con la música. Hay unos pasos que el alumno tiene que seguir, porque forman parte de su carrera. Tiene que hacer su trabajo, desarrollarse tocando y a partir de ahí llegará un momento, pasados 15 ó 20 años, en que llegará a ser alguien en el jazz. Lo mismo que le pasó a Miles Davis; quizá Charlie Parker era un genio y tuvo la suerte de romper muy joven, pero Miles hasta los 35-40 años no fue reconocido como un gran creador de la música.
Puede que haya una figura a seguir, pero no me preocupa lo más mínimo que sea demasiado importante en este momento. Pienso que la mitificación tiene algo de retroceso en el desarrollo creativo. Aunque una cosa es la mitificación y otra la escuela. La escuela vienesa es muy importante y la modernista también. Está claro que si hay buenos maestros salen buenos alumnos.
CARLOS LARA: ¿Cómo surgió la decisión de llamar al grupo Atlantic Bridge?
ALBERTO CONDE: La idea era unir los dos países a través de algo. Es una música que es nuestra, puesto que tiene una melodía y una raíz de aquí. Aunque no se me ocurría algo, es cierto que algo que nos une es el Atlántico y a Kin se le ocurrió lo de puente atlántico. Creo que suena bien y así quedó la cosa.
ENRIQUE FARELO: Volviendo un poco a Galicia y a esa pléyade de estrellas que estamos hablando, ¿cuál es el sistema para la elección de instrumentos? Cuando se entra en un Conservatorio la oferta es muy amplia.
ALBERTO CONDE: Hay mucha gente en Galicia que está dando clases de jazz, tanto en la pública como en la privada. Hace tiempo me preguntaron que dónde llevaría a estudiar música a mi hijo, si a una escuela pública o a una privada. Y mi respuesta fue que lo llevaría al mejor maestro. Siempre uno tiene que buscar lo mejor que puede. Ahora mismo en Galicia hay profesores de todo tipo. Hay zanfoñistas excelentes, como Germán Díaz, hay gaiteiros muy buenos, hay profesores de piano, de contrabajo, quizá no haya tantos especialistas en otros tipos de instrumentos, también hay de batería, de saxo y de trompeta. Cada vez está más cerca la posibilidad de que un alumno de Walter White se pueda comunicar inmediatamente dentro de 10 años con otro gallego para decir cómo solucionar un problema. Esto hará que exista la necesidad de que hayan más conciertos para poder mostrar todo lo que uno hace de cara al público. Porque el jazz sin público no vale para nada.
CARLOS LARA: ¿Qué opinión tienen los músicos norteamericanos del grupo del nivel de sus compañeros españoles?
STEVE BROWN: Son fantásticos. Creo que estos músicos son de los mejores de España. Son gente muy creativa, que escriben muy buena música, así que la nacionalidad, el lugar de donde vengas, no supone ninguna diferencia. Tocamos jazz, algo que es universal, pero tenemos influencias de Galicia en la armonía, la melodía y los ritmos. Walter escribió un tema llamado “Atlantic Bridge”, el título, basado en una canción tradicional gallega de Budiño.
SERGIO CABANILLAS: Walter, ¿cómo llegaste a esa música?
WALTER WHITE: Por la red. Buscaba en YouTube música de Galicia y encontré muchas cosas diferentes. Entre ellas había un video de la Xunta de Galicia para promocionar el turismo, y utilizaban parte de ese tema como banda sonora… me cautivó. Buscaba una melodía que pudiera fusionar con el jazz. Pensé que este tema en particular era antiguo. Fue gracioso porque después de grabar ese tema en Ithaca, ellos volvieron a Vigo y lo oyeron sonar por casualidad mientras estaban sentados en un bar, preguntaron y así lo descubrieron, pero yo pensé que era un tema tradicional.
KIN GARCÍA: Sí, escuchamos el tema en el bar de música tradicional de un amigo, le preguntamos y resultó que era de Budiño… oye, Walter, hay que compartir royalties… [risas].
SERGIO CABANILLAS: ¿Conocíais a Budiño?
KIN GARCÍA: Sí, trabajamos con él en algunos proyectos.
STEVE BROWN: Sí, pero la composición abarca más que Budiño.
ALBERTO CONDE: Budiño aporta la melodía, pero todas las variaciones, el resto de la composición es de Walter.
KIN GARCÍA: Nosotros somos amigos de José Manuel, y no nos parecía ético que él no lo supiera. Tener su consentimiento nos parecía lo mejor.
ENRIQUE FARELO: Steve y Walter ¿qué músicos españoles conocen?
STEVE BROWN: He tocado con muchos de ellos a lo largo de los años. En los 80 vine por primera vez a España con Chuck Israels, y ese fue el primer seminario al que Alberto asistió en Banyoles. En los doce años siguientes, volví como líder y traje algunos músicos conmigo. Hice al menos una docena de seminarios en España en los 80. He tocado con Jorge Pardo y Miguel Ángel Chastang, y hace pocos meses toqué en el Café Populart con músicos cubanos como Ariel Brínguez –un espléndido intérprete– y Román Filiu. También estaban Jimmy Castro y el contrabajista “El Negrón”, todos ellos bellísimas personas y grandes músicos. Estuve dos noches en el Café Populart y después viajé a Valencia y toqué con un saxo tenor maravilloso: Jesús Santandreu. Es un magnífico saxofonista, y compone clásico y también jazz. He tocado con bastantes músicos españoles. No llegué a tocar con él, pero conocí a Tete Montoliú cuando aún vivía, en Cataluña.
SERGIO CABANILLAS: ¿Has notado grandes diferencias entre lo que has conocido del jazz español desde los 80 hasta ahora?
STEVE BROWN: [En castellano] Sí, señor, seguro [risas]. Alberto tiene mucho que ver con esa evolución. Ha establecido tres programas de estudios en La Coruña, en Vigo y en Santiago de Compostela, y estoy muy orgulloso de lo que ha conseguido en los años en que yo he estado ausente. En la formación de este grupo nos hemos reunido de nuevo y he descubierto que el nivel de los intérpretes se ha incrementado notablemente, y los estudiantes de conservatorio son excelentes músicos. Un buen ejemplo es Gabriel…
ALBERTO CONDE: …Gabriel Peso, un pianista de 22 años…
STEVE BROWN: …también hay otros muchos jóvenes con talento, especialmente en La Coruña.
SERGIO CABANILLAS: Steve, respecto a su programa de jazz, ¿por qué establecerlo en Ithaca?
STEVE BROWN: Por mi familia. Mi padre, mi madre, mis hermanos, mi mujer… todos estudiaron en la universidad en Ithaca, en el estado de Nueva York, así que tengo mis raíces allí. Después de graduarme, fui a Nueva York y estuve allí tres años tocando y dando clases, y volví a Ithaca a realizar un postgrado, y, cuando terminé, me contrataron. Hacía todo tipo de cosas: enseñaba teoría, guitarra, armonía, historia… y pocos años después presenté una propuesta para un programa de estudios de jazz. Fue uno de los primeros en el estado de Nueva York, anterior al de Manhattan, al de New School, anterior a los programas de Nueva Jersey como el de la universidad William Patterson y el de otros sitios. Fue un programa pionero que empecé en los años 60. Hemos tenido entre nuestros graduados a tres de los miembros del grupo vocal The New York Voices, el pianista Andy LaVerne, el guitarrista de fusión Chieli Minucci, el saxofonista barítono Roger Rosemberg, David Berger, que ha hecho arreglos para Wynton Marsalis en el Lincoln Center… son 40 años de historia.
ENRIQUE FARELO: ¿En qué estilo sitúan este grupo dentro del jazz?
STEVE BROWN: Es bebop combinado con corcheas rectas, con swing y una armonía americana avanzada.
KIN GARCÍA: Al ser cuatro autores y dos temas por cada uno, hay variedad en las composiciones, pero también hemos conseguido un sonido en el que hay cohesión entre todos. Hay temas compuestos por españoles que suenan americanos, y hay temas de americanos que suenan muy europeos, como “Florence”, de Walter White.
SERGIO CABANILLAS: Yo recuerdo un solo de Walter que suena completamente barroco.
KIN GARCÍA: Efectivamente. El tema es de Roberto Somoza y el solo es una especie de fermata barroca bastante compleja a nivel técnico. El tema se llama “Mr. Brown” y está dedicado a Steve. También hay temas de corte narrativo, como bandas sonoras, donde se trata de visualizar la música en imágenes, como en “Lobo”, un tema mío que trata del contacto con la naturaleza. Consiste en un pedal en frigio con la sexta mayor que genera una ambigüedad, un misterio, mucho misticismo, y una parte B de armonía tonal modal que trata de representar el contacto del animal con nosotros, y lo mal que lo llevamos, antes de volver al principio. En ese tema Walter entendió toda esa narrativa. En la parte de la introducción, del misterio, aporta sonoridades que te trasladan al bosque…
ROBERTO SOMOZA: …como el aullido.
KIN GARCÍA: Efectivamente.
ENRIQUE FARELO: En el caso de Roberto Somoza, tu trayectoria personal apunta hacia una música más vanguardista. ¿Cómo te adaptas a este grupo?
ROBERTO SOMOZA: A mí me gusta mucho trabajar por encargo, así que este proyecto fue muy fácil. Un día me encontré con Alberto y con Kin, que son los que siempre están, como decimos en Galicia, “argallando”, pensando cosas. Y me plantearon que querían hacer algo con esta sonoridad, que fuera mezcla de jazz europeo vanguardista con jazz americano, y que iban a venir Steve y Walter, al que aún no conocía. Ellos ya tenían dos temas y yo compuse dos temas que podían cuadrar dentro del proyecto.
ENRIQUE FARELO: ¿Podríamos decir, entonces, que te mimetizas dentro del grupo?
ROBERTO SOMOZA: Yo creo que sí. De alguna forma, todos tratamos de mimetizarnos los unos con los otros y dejar en segundo plano el ego personal por el bien del grupo. Toco de forma más intimista, mezclando muchas músicas distintas, integrándome con Miguel y con Steve, y creo que todos tratamos de hacer eso, por lo menos en la grabación. En directo es otra cosa.
CARLOS LARA: Parece que las baladas predominan en el repertorio.
ROBERTO SOMOZA: Más que de baladas, yo hablaría de un estilo tranquilo, porque no son exactamente baladas. Una balada es una música que te permite estar tranquilo todo el tiempo, conversando, y, si os fijáis, en estos temas hay muchos puntos fuertes que rompen el equilibrio.
ENRIQUE FARELO: Respecto a tu carrera personal ¿qué planes de futuro tienes?
ROBERTO SOMOZA: De momento tengo cinco discos editados por Xingra. Después de los discos a trío hice un proyecto más en el que trabaja Kin García. Es una orquesta de jazz con música más vanguardista, y en septiembre publicaremos una grabación de una música algo diferente. Se llama “Yellow”, y es una mezcla de músicas del mundo, una especie de viaje. Hay un violín, batería, órgano Hammond y contrabajo. Ya sé que no es lo más adecuado, porque al público lo que le gusta es encontrarse con un nombre y un estilo, pero lo que me gusta es hacer discos distintos de músicas que tengo en la cabeza.
CARLOS LARA: ¿Es Atlantic Bridge una formación con perspectiva de continuidad, de permanencia?
KIN GARCÍA: La idea es de permanencia. Además, hay una relación personal muy arraigada que dura ya casi dos años. Hemos convivido con Steve en su casa y él, por su parte, es el tercer viaje que hace con nosotros. Hay vivencias, hay una relación humana, y hay ganas de trabajar y de continuar. Creo que hemos encontrado un sonido, y respecto a eso, grabamos en Estados Unidos porque sabíamos que los medios iban a ser un poco mejores que aquí. Aunque aquí son muy buenos, allí nos encontramos con micros vintage del 67, difíciles de conseguir. Steve nos hizo una propuesta de grabación en abierto, en una sala grande, tipo Kind Of Blue, con separadores, y nos pareció muy atractiva. En los últimos años, los métodos de grabación son un poco más fríos, muy premeditados… todo muy digital, y nos pareció que grabar así era arriesgado, pero el resultado podía ser fresco. No había posibilidad de arreglar cosas, ni de hacer muchas tomas por falta de tiempo. Tuvimos la suerte de contar con un técnico muy bueno, que trabajó en los últimos proyectos de Tony Bennett, una persona avezada en grabaciones en directo. Después Steve mandó el disco a masterizar a Nashville, y el resultado creció más todavía. Así nos dimos cuenta de que estos trabajos vale la pena hacerlos allí, porque el sonido es distinto, y es toda una experiencia.
ENRIQUE FARELO: A mí me llama la atención en el libreto una fotografía de un cartel anunciador. ¿Dónde se han estrenado estos temas antes de ser grabados?¿Se han tocado en algún club?¿Qué respuesta del público americano habéis obtenido?
KIN GARCÍA: Steve preparó unos conciertos aprovechando las circunstancias del viaje. En la universidad de Cornell tienen dos grandes auditorios, y preparó un concierto antes de la grabación. Después tocamos en el Carriage House, un club de Ithaca, y al día siguiente grabamos.
MIGUEL CABANA: Algunos de los temas se estrenaron en Santiago de Compostela, en el edificio de la SGAE.
KIN GARCÍA: En cualquier caso, trabajar con Steve fue muy fácil. En una sala de su casa hay piano, batería y contrabajo –su hijo es un gran contrabajista–. Bárbara, la mujer de Steve, nos atendió con todo el cariño, como si fuera nuestra madre, y era todo comer y tocar, comer y tocar… venían músicos amigos de Steve, como Cookie, una cantante, y también tocaban. Estábamos prácticamente todo el día tocando. Por eso en la grabación estábamos muy distendidos. Yo noté que no había esa tensión de llegar de viaje, encontrarte con un entorno que desconoces y ponerte a grabar. También nos impresionó escuchar a Walter, que es un virtuoso de la trompeta. Yo ya era un fan de Kenny Wheeler, y él toca mucho en ese estilo. Y así, tocando continuamente, nos hicimos poco a poco del lugar. Además, el entorno de Ithaca es muy natural, son casas unifamiliares rodeadas de bosque, los ciervos por delante de la casa… hay mucha naturaleza, muy agradable.
ENRIQUE FARELO: Ya que hablamos de Kenny Wheeler, ¿cuáles son las influencias de Walter?
WALTER WHITE: Mi madre [risas]. Mis padres eran los dos músicos, y en la segunda guerra mundial mi padre se alistó en la marina cuando tenía 17 años, y cuando volvió se casó, tuvo cuatro hijos y se puso a trabajar. Yo nací en Detroit, así que él trabajo para Chrysler y General Motors. Él tocaba la tuba, así que mi primer instrumento fue la tuba. A los 8 años escuché algunos discos de Louis Armstrong. Mi madre me compró mis primeros discos, por eso ella es mi primera influencia. Eran los primeros de Louis Armstrong y Al Hirt. Después escuché a Maynard Ferguson o Herb Alpert. En tercero gané el concurso de talentos tocando una recopilación de temas de Herb Alpert. Toqué “Tijuana Taxi”, también… [tararea] algunos otros éxitos de aquel momento, para finalizar con Louis Armstrong. Así que ésas son mis influencias más tempranas, de lo cual me alegro, porque para mí Louis Armstrong es la verdadera base de todo lo que ocurre en el jazz, así como su influencia en muchos cantantes e innumerables intérpretes. Me alegro de que mi madre fuera tan inteligente al llevarme a Louis Armstrong, pero también me trajo grabaciones clásicas de Beethoven o Brahms, así que empecé a escuchar música clásica al mismo tiempo que jazz. Después, salí del dixieland y llegué a Freddie Hubbard, Lee Morgan, Clifford Brown y, por supuesto, Maynard Ferguson, con quien acabé tocando. Solíamos tocar duetos cada noche, hombro con hombro, respirábamos y soplábamos juntos, así que aprendí mucho tocando con él. En el ámbito de la composición debo mencionar a Kenny Wheeler. Estudié con Kenny cuatro veranos en Banff [Centre for the Arts] en Alberta [Canadá]. Eso me ayudó mucho en mi forma de tocar. Yo empecé tocando dixieland, y estudiar con Kenny, después con Dave Liebman, Richie Beirach, Cecil Taylor, Dave Holland… me hizo pensar con mucha más libertad. Kenny no es sólo un gran improvisador, muy libre, sus composiciones son magníficas, así que aprendí mucho sobre este aspecto estudiando con él, aprendiendo sus técnicas, sobre todo la escritura de contrapunto. Estudié clásico con [William] Vacchiano, de la Filarmónica de Nueva York y algunos miembros de la Sinfónica de Chicago. He escuchado mucho a Maurice André.
SERGIO CABANILLAS: ¿Qué opinas de los trompetistas jóvenes como Jeremy Pelt?
WALTER WHITE: He trabajado Jeremy, le conozco muy bien. Hay tantos músicos jóvenes extraordinarios que no podría ni contarlos. El año pasado fui artista residente en la universidad de Rutgers con Conrad Herwig y tuvimos la ocasión de tocar con unos cuantos trompetistas, porque el primer concierto era un tributo al profesor William Fielder, que fue profesor de Wynton [Marsalis] y falleció el otoño pasado. Allí estuvieron Terrell Stafford, Sean Jones, Jon Faddis, Wynton… hay tantos buenos trompetistas… Scott Wendholt, Greg Gisbert, Joe Magnarelli. Hay muchos muy buenos, y algunos ya no son tan jóvenes… como yo [risas].
Texto © Sergio Cabanillas y Carlos Lara, 2010.
Fotos © Sergio Cabanillas y Mariano Gutiérrez
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