- Fecha: Miércoles 26 de febrero de 2014
- Lugar: Teatro Central de Sevilla, Sevilla
- Grupo:
BB&C
Tim Berne: saxo alto
Nels Cline: guitarra
Jim Black: batería y electrónica
Con esta propuesta situada estéticamente en tierra de nadie, entre el rock más alternativo, el jazz avanzado y el ruidismo, se abría el ciclo de Música contemporánea de este escenario sevillano, un espacio, habría que añadir, que al igual que el resto de disciplinas aquí acogidas en las dos últimas décadas, ha vivido tiempos mejores que este concierto recordó. En años anteriores también se habían programado grupos venidos de ámbitos de creación no adscritos a la contemporaneidad entendida como prolongación tanto de Schoenberg como de Cage.
Improductivo discurso intentar discernir qué es no es contemporáneo cuando, ya lo decíamos en el balance del año pasado para otra revista, las fronteras creativas de los estilos citados parecen estar más cerca entre ellas que de sus orígenes. Pero si tuviéramos que enfocar nuestro análisis desde el pasado, desde una perspectiva “contemporánea” y no por ejemplo “jazzística”, llegaríamos a interesantes conclusiones. Salta a la vista algo evidente, esto es música electroacústica, cuyas fuentes de emisión son visibles (no es acusmática, no se “esconde” detrás de unos altavoces) y están (como en el jazz) íntimamente ligadas a los instrumentos, no ya por el virtuosismo sino sobre todo por la creación instantánea e improvisada. En cuanto a la combinación instrumental, hay dos instrumentos analógicos y todo un aparato eléctrico ejecutado en tiempo real por la guitarra de Nels Cline.
Sorprende comprobar que esta música avanzada, absolutamente única en la escena internacional, aunque ya Berne compartiera experiencia y formato con Marc Ducret y Tom Rainey, la lleven a cabo músicos que superan la cincuentena: su energía y frescura parecen propios de veinteañeros. Efectivamente, el uso del ruido, de las texturas, de la saturación, de la distorsión -todo un tratado de ella es– ponen en primer plano a Cline y a su instrumento, vehículo desde el que canalizada todo un arsenal de efectos y dispositivos. Como ya decíamos en la reseña de este disco en su día, se confirma en directo la sensación de que el equilibrio y volumen de emisión sigue descompensado, siendo el gran perjudicado el saxo de Tim Berne. La batería de Jim Black cuenta con recursos y una implicación “rockera” más inmediata para adaptarse, pese a no estar amplificada, a los tejidos ruidistas de la guitarra.
La distorsión como arquitectura que elude la melodía, el pulso acuciante y elíptico del saxo y los patrones asimétricos rotundos y descriptivos de la percusión, incorporando bases de bajo en la batería, provocan un magma sónico cuyo paroxismo nada tiene que ver con el pasado del free jazz ni el arte sonoro “bruitista”, más bien definen un argumento basado en texturas y elementos contrapuestos, con un enfoque de anticipación, que se funden en el ruido. Concierto hilado de principio a fin, tuvo una primera parte dedicada a una relectura de The Veil -su único trabajo en disco- y una segunda desconocida que se cerró con el único tema en el que las atmósferas dejaron paso a un clima melódico intrigante, como eco extendido de la intensidad asfixiante que domina su mensaje.
Aunque el discurso se sitúe en la saturación de figuras bizarras y cíclicas, nada de lo dicho resultó gratuito.
© Jesús Gonzalo, 2014