- Fecha: Viernes, 05 de julio de 2013
- Lugar: Jamboree (Barcelona)
- Componentes:
Bojan Z: piano acústico y Fender Rhodes
Comentario:
El joven y notable contrabajista francés, Stéphane Kerecki, comentó del pianista serbio Bojan Z: “tiene un gran sentido del ritmo, es energético, es un fantástico pianista, un gran acompañante así como un gran compositor”.
Bojan Zulfikarpašić, que hace unos años redujo su apellido de origen bosnio a su inicial, Z, es el pianista, arreglista y productor del último trabajo del maestro Michel Portal, Baïlador (2010); también ha colaborado con otro de los grandes músicos del jazz elaborado en Francia, con impronta personal, el contrabajista Henri Texier. Texier con Portal, Louis Sclavis y Christophe Marguet, junto al extraordinario fotógrafo Guy Le Querrec, nos ofrecieron una de las mejores veladas jazzísticas, por no decir la mejor, del 2012 en Barcelona, una velada músico-visual de las que dejan huella, “L’œil de l’éléphant” (recomiendo la lectura del interesante comentario de Jack Torrance para esta casa).
Bojan (según el propio Z se debe pronunciar Boyan), vive desde hace aproximadamente un cuarto de siglo en el país galo, país que tiene la gran capacidad de hacerse más o memos suyo a todo aquel que destaque mínimamente por sus capacidades y habilidades. Zulfikarpasic, ha estado galardonado, entre otros, como mejor músico joven de Yugoslavia (1989), “Chevalier de l’ordre des Arts et des Lettres” de Francia (2002), premio Django Reinhardt al músico del año por la Academia Francesa del Jazz (2002), mejor artista de jazz europeo según los responsables del Premio Jazz Europeo -premio Hans Koller- (2005) y elegido artista del año 2012 por “Les Victories de Jazz”.
Posee una discografía notable, tanto por su calidad como por su variedad, formada por unos ocho trabajos, entre ellos, Xenophonia, laureado con el premio “Victories du Jazz 2007” donde utiliza el “xenophone” un Fender Rhodes ligeramente tuneado que le permite ejecutar tonalidades árabes.
En el 2000 grabó su primer disco a piano solo, Solobsession, y el año pasado publicó su segundo trabajo en esta modalidad, con un título bien explícito, Soul Shelter, un piano solo más maduro, más pausado, que enmarca las capacidades y gustos de este gran pianista, muy alejado de los virtuosismos innecesarios y huecos.
La ciudad de Barcelona, la capital catalana, tiene un problema cultural hiriente, como quedó nuevamente de manifiesto en la pésima asistencia de público, en la presentación del último trabajo, el piano solo, de Bojan Z, en el Jamboree (posiblemente la única sala del estado español que ofrece una programación diaria, noventa y ocho por cien jazzística, de diferentes tonalidades). La primera parte contó con once personas y la segunda con treinta, entre ellos ocho que repetían de la primera. El concierto, todo sea dicho, hacía días que estaba anunciado. En Barcelona y sus cercanías, estas muy pegadas y extensas, habita, prácticamente, la mitad de la población de Catalunya. El precio del concierto, sin ser barato, tampoco resultaba muy prohibitivo, entre quince y veinte euros.
Los dos pases ofrecidos en la cava barcelonesa, se pueden etiquetar sencillamente de exquisitos, uno de los mejores piano solos que he tenido la oportunidad de poder disfrutar y que han tocado fibra (junto a otros del calibre de Vijay Iyer, Agustí Fernández –especialmente el titulado “Cançons que li agraden a la meva mare”- y el piano solo del joven menorquín, Marco Mezquida, en el festival de jazz de Vic del 2011. Evidentemente la memoria es muy selectiva y juguetona).
En el escenario había dos pianos, uno de cola más un Fender Rhodes, dispuestos de forma perpendicular, así como unos pedales y un modificador de sonido.
Z, fue desgranando buena parte de Soul Shelter, un refugio del alma, para el aislamiento de los ruidos, cotidianos y no, de nuestro alrededor, incluidos, como remarcó el propio pianista, el de los televisores. Un refugio como el del subterráneo donde nos encontrábamos (aunque de tanto en tanto se cuelen ligeramente, especialmente en los pianísimos, el bullicio de plaza Real). El ambiente del concierto podía parecerse, posiblemente, al de su estudio, incluso en algunos momentos parecía que se había olvidado de nuestra presencia, más allá de su afabilidad en las breves pero precisas y distendidas presentaciones. Un concierto en familia sin bajar un ápice el rigor de su trabajo. “Full half moon”,”Sweet shelter of mine”, “Hometown”, un funk-rock, jugando con los dos pianos simultáneamente, “Solobsession”- título y tema de su anterior piano solo- fluyendo entre la música clásica y la popular, “Bohemska”, dedicada a los gitanos de Bohemia, “Nedyalko’s eleven”, melodías populares de Macedonia, “Sizuit forever” , de sonoridades caribeñas, alternado los dos pianos, el explícito “Dad’s favorite”, además de una serie de temas no incluidos en su último trabajo, “Tu mi turbi” del saxofonista Julien Lourau, a quién le dedicó “Julius blues”, “Don’t buy ivory, anymore” del contrabajista Henri Texier, correspondiente a la época en que Bojan formaba parte del “Azur quartet” texierano, también incluido en su primer piano solo, y “Tender”, interpretado sólo con el Fender, cargado de distorsiones “guitarrísticas” psicodélicas.
El pianista se mueve a la perfección entre el espacio delimitado por los vértices de su peculiar trapezoide, el rock, la música clásica, la música popular de los Balcanes (más algunas incursiones por el norte de África y Cuba) y el jazz. Del primero deja buena muestra en la utilización del Fender Rhodes, distorsiones, sonidos sucios, ligeros fondos sonoros, y del último, el jazz, la capacidad para aunar distintos mundos musicales e improvisar con total soltura sobre ellos. Como manifestó en una entrevista, “el jazz es el evidente punto medio entre el rock y la clásica”.
Fue una de aquellas dobles veladas (una hora la primera y hora y media la segunda), que calan plenamente y resultan totalmente regeneradoras, de las que al salir ves las cosas desde otra perspectiva.
Agradecer al programador, Pere Pons, por asumir el riesgo de propuestas de este tipo, por otro lado, musicalmente muy asequibles para una mayoría de público con un mínimo de interés, así como a Bojan Zulfikarpašić, por la profesionalidad y entereza, que hizo gala a lo largo de toda su excelente actuación.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2013
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