Hace pocas semanas que ha visto la luz “De fuera a dentro” (Satchmo Jazz, 2004). Se trata del tercer trabajo como líder del guitarrista alcalaíno Chema Sáiz, y supone además un salto cualitativo con respecto a sus dos honrosos y sorprendentes precedentes: “Mi Carro” y “Solo Álbum”. En él, el protagonista aparentemente –pocos párrafos más abajo el lector descubrirá el por qué de esta afirmación- se aparta de su inicial línea de trabajo, la rearmonización jazzística del folclore tradicional mesetario, para atacar un repertorio cautivador, adictivo y variado con la inconfundible impronta guitarrística del protagonista. Con tantos factores de interés añadido, convocamos al músico a una tertulia rediofónica de dos horas y diseccionamos entre tres locutores tanto sus trabajos discográficos como su personalidad y sus gustos musicales, con resultados que en ciertos pasajes traen a la mente – salvando las distancias – la escena del thriller de Mark Robson “El premio” (1963) en la que un premio Nobel de literatura (Paul Newman) se “confiesa” en una rueda de prensa con sinceridad cruda y mordaz a partes iguales. En esta entrevista los lectores descubrirán al Chema Sáiz compositor, intérprete y persona, en un ejercicio de honestidad y autocrítica poco corrientes. Como se suele decir, que ustedes lo disfruten.
Sergio Cabanillas: Podríamos comenzar por informarnos de tus actividades desde la publicación en 1999 de “Solo Album”, o retrotraernos a los comienzos de tu carrera; creo que Enrique tenía algo que preguntarte algo a ese respecto.
Enrique Farelo: Ya que me pasáis el testigo, comienzo: ¿Cómo se te ocurrió comenzar tu carrera discográfica llamando a tu disco de debut “Mi carro”, algo que podía inducir a la confusión al público?
Chema Sáiz: La verdad es que quizá fuera una operación arriesgada, pero puedo decirte que fue algo muy natural para mí, porque en mis años mozos trabajé el folclore puro y duro, sin fusión alguna, en dos grupos de folk con repertorio de música popular. Me gustaba especialmente el folclore castellano de ambas mesetas, y había grupos folclóricos que me atraían, aunque he de decir que, pese a llamarse el disco “Mi Carro”, lo cierto es que Manolo Escobar nunca me apasionó (risas). La idea surgió tocando standards con esa formación: Kevin Robb (saxo), “Sir Charles” (batería) y Richie Ferrer (contrabajo), no los más conocidos – algo de repertorio de Wes Montgomery, que a mí me gusta mucho y me ha dejado huella, una de mis grandes influencias – y tocando en Jaén me dio por dedicarle a esa audiencia una versión del tema “Andaluces de Jaén” del grupo Jarcha (uno de mis favoritos en su momento); me dí cuenta de que funcionó muy bien, la gente disfrutó y lo aplaudieron mucho; a los pocos meses, de concierto en Almería, toqué el “Mi Carro” con similar éxito. Entonces descubrí que tenía a mi disposición un amplio repertorio de temas populares y comencé a rescatar temas que yo había cultivado en su día como “El molondrón” o “El pozo de Maria Luisa”. “El juramento de Carlos I” es una intro del disco “Los Comuneros” del Nuevo Mester de Juglaría y también la arreglé, como “La tía Melitona” y otros, así que la cosa no surgió de forma premeditada o ficticia, sino totalmente espontánea, tomando el camino del Jazz y el camino del folclore y fundiéndolos.
Sergio: En parte, aunque pueda sonar atípico con el repertorio tradicional del folclore mesetario, no es muy distinto de lo que ha hecho el Jazz con la música popular afroamericana…
Chema: No es que no sea muy distinto, es exactamente igual. Puede parecer sorprendente, pero a este respecto ocurren dos cosas: en primer lugar, el folclore tradicional de aquí no se conoce, por eso están en su lugar el “Mi carro” y el “Te estoy amando locamente”, sin embargo “La tía Melitona” ya no lo conoce tanta gente, y si hablamos de “Habas verdes”, pues ni te cuento… no es como la bulería; por ejemplo, los mayos tienen una forma musical, igual que la bulería, sólo que esta ya era bien conocida, y sin embargo los mayos, las marsas, etc., no se conoce más que a un nivel muy minoritario por gente que investiga eso; en segundo lugar sorprende por la elección de temas como “Mi carro”, tal vez el tema más emblemático del proyecto. Si en vez de elegir este tema hubiera escogido cualquier otro tema castellano o andaluz y le cambio el beat al 2 y al 4 además de retocar la melodía, puede que hubiera tenido más respuesta. Otra fórmula que no descarto utilizar en un futuro y que pudiera ser más exitosa es, en lugar de americanizar – no escucharás castañuelas, panderetas o botella de anís en “Mi carro” o “La tía Melitona” – nuestro folclore, incluír, como ha hecho Javier Paxariño, lenguaje folclórico con algunos sonidos tradicionales y fundirlo con el Jazz; sin ir más lejos, Jose Luis Gutiérrez trabaja con melodías de su tierra y las conserva intactas.
Enrique: ¿Podríamos considerar tus trabajos y los de Baldo Martínez dos caras de la misma moneda en lo que al Jazz y al folclore se refiere?
Chema: Ése es exactamente otro ejemplo que estaba buscando, porque considero que Baldo conserva una parte pura de la música de la que proviene, por lo que no suena americano en todo momento. En mi opinión ha hecho una excelente fusión entre el Jazz moderno y la música de la que naturalmente procede. De hecho podrían considerarse hasta dos monedas diferentes, porque en mi forma de hacer la música, de interpretarla, no he conservado nada típico español, cosa que Baldo sí ha hecho. Hemos llevado a cabo esa fusión de formas diferentes, y en mi opinión la suya ha sido más acertada.
Enrique: El hecho de reconocer el mérito de otro músico te confiere un gran valor, es de agradecer.
Sergio: En cuanto a las repercusiones de “Mi carro”, ¿Cómo cayó este trabajo entre público y crítica?
Chema: Pues en unos sitios cayó bien, en otros mal y en otros regular (risas). Entre el público cayó mejor. En general, este proyecto ha tenido dos problemas: por una parte, el marketing, que es un elemento fundamental en la profesionalidad en este ámbito, hagas la música que hagas, de modo que si lo vendes mal o no lo vendes, es indiferente lo que hagas, y creo que se ha vendido mal; y en segundo lugar no ha convencido ni a los puristas del Jazz ni a los puristas del folclore. Es posible que inconscientemente tuviera la intención de tener contentos a dios y al diablo a la vez, lo que no ha podido ser. Dejando esto al margen, en general al público le ha gustado mucho y las actuaciones en directo han sido un éxito bastante considerable.
Carlos Lara: Además, hay que tener en cuenta que es un álbum recogido en directo, además en Ciudad Real, y refleja todo el ambiente, el momento de una actuación y es puramente jazz, a pesar de tener notas familiares.
Chema: Efectivamente, así es. Aún así hay gente que se refiere a esto como “las pachangas” que yo hice en esos años. Es una opinión; si en vez de construír esas secuencias de acordes sobre “Mi carro” lo hubiera hecho sobre “Autumn leaves”, el resultado hubiera sido el mismo, y ya no se consideraría “pachanga”. De cualquier forma, son comentarios que no tengo mucho en cuenta porque surgen de la ignorancia. También ha habido un sector importante dentro del mundo del Jazz que criticó duramente este trabajo y el posterior cuestionando por qué insisto en hacer Jazz con temas populares españoles; mi respuesta a eso es que los americanos están haciendo exactamente lo mismo.
Sergio: Ya que lo citas, la continuación a este trabajo fue “Solo Album”, repertorio grabado íntegramente a guitarra sola, un trabajo que personalmente me parece titánico en la rearmonización, y lo considero una referencia para cualquier buen aficionado a la guitarra de Jazz. Lo triste es que, guste o no el resultado, no se reconozca el mérito del esfuerzo profesional, aparte del dominio técnico que exige grabar a guitarra sola y con este repertorio.
Chema: Hombre, aunque haya habido casos puntuales de gente que no lo ha reconocido, en general sí ha habido buena respuesta – tengo muy buenas críticas de prensa – y público. Tampoco se ha dado a conocer demasiado en directo, la razón es que, en opinión de los programadores, resulta arriesgado incluír un concierto de guitarra sola, por lo que no hubo apenas conciertos con este repertorio, todo lo contrario a lo que yo esperaba conseguir.
Enrique: ¿Por qué tanto tú como Santiago de la Muela – que parecéis llevar, en ese sentido, vidas paralelas – casi comenzáis vuestra carrera discográfica con discos a guitarra sola, algo bastante arriesgado que no parece el mejor camino para darse a conocer?
Chema: En ese sentido, creo que ambos hemos estado equivocados (risas). Creo que los dos pensábamos que guitarristas que tengan esta clase de repertorio en solitario hay muy, muy pocos. Yo pensaba que la guitarra era un instrumento muy atractivo – muchos guitarristas clásicos cuando escuchan un acorde de treceava con novena bemol se sorprenden agradablemente, y por aquel entonces yo frecuentaba mucho el ambiente de la guitarra clásica – y por eso pensé que sería un triunfo tremendo, y además pensaba que triunfaría también en ese entorno de la guitarra clásica. Ciertamente ha gustado, pero para nada con la repercusión que yo hubiera esperado, tampoco en el mundo del Jazz. Santiago y yo hemos bebido de las mismas fuentes. Él se ha empollado todos los discos de Joe Pass; yo solamente uno, pero por las dos caras (risas), y puede que la influencia de los “Virtuoso” de Joe Pass hayan sido un factor más en la decisión.
Sergio: De cara al nuevo disco hay sorpresas varias en la formación, además del descubrimiento del contrabajista Tom Warburton, ¿Cuál ha sido el criterio de elección de los músicos?
Chema: A Thomas Ken Warburton Jr., que es exactamente su nombre, le había visto tocar con Richie Cole aproximadamente un mes antes en el (Café) Central, y la verdad es que me gustó mucho especialmente acompañando, el peso que tiene haciendo las negras y también su actitud en el escenario, un tipo sencillo que tenía muy asumida su función de acompañante con presencia, sin otro afán de protagonismo. En cuanto al cambio de banda obedece principalmente al cambio del proyecto en sí. La banda anterior tenía un sonido muy bonito y muy determinado, sobre todo por el bagaje juntos de “Sir Charles” y Richie, y en este proyecto quería experimentar con otros sonidos, más abiertos o más “heavies” en un momento dado; también quería comprobar cómo sueno yo mismo con otra sección rítmica, porque dependiendo de con quién tocas, lo haces de una manera o de otra. La verdad es que ha sido una pena que nos hayamos conocido prácticamente el día de la grabación; si éste grupo hubiera ensayado, el disco hubiera estado mucho mejor, o a lo mejor no, quién sabe.
Sergio: ¿Y Guillermo (McGill) y el resto de la banda?
Chema: Bueno, a Guillermo le conozco desde hace mil años y me encanta desde que le conocí. Evidentemente no le he llamado antes porque está siempre ocupado, como Javier Colina. A Germán le llamé por recomendación de Bobby, y los resultados están a la vista en los temas en los que colabora. Bobby me ha dado consejos que he valorado mucho en este proyecto; estoy completamente de acuerdo con lo que él pronosticaba para el disco; el tema “Año 711 d.C.” inicialmente se grabó con saxo soprano y Bobby sugirió grabarla con flauta, y el resultado me encantó.
Sergio: Parece, al escuchar el disco, que Bobby es a Chema lo que Lovano es a Scofield. Es una de las ideas que me vino a la cabeza en algunos de los temas, el sonido de los discos de Scofield de la etapa Blue Note.
Chema: He de decir que al formar el cuarteto del carro con Kevin, la banda que yo tenía en la cabeza era ese cuarteto de Scofield, ese contrapeso de guitarra y saxo. Es más, también estaba presente esa idea en un cuarteto anterior que formé con Alfons Carrascosa, Jimmy Castro y Manolo Calleja, y efectivamente el sonido de referencia que tenía en mente era el de Scofield y Lovano. Quizá he seguido persiguiendo ese sonido, obviamente sin pretender hacer música como la que ellos hacen – entre otras cosas porque me parece imposible – pero sí ha sido una referencia.
Enrique: ¿Has compuesto primero los temas y después en músicos e instrumentos o ha sido a la inversa?
Chema: Buena pregunta. No todos los temas han seguido el mismo proceso. En general, primero he compuesto y después he pensado en instrumentistas, salvo el tema “Cerebral dance”, que lo escribí después de saber los músicos que venían y pensando en cada uno y su forma de tocar. El cuarto tema, “Kevin”, tiene su origen en el tiempo en que Kevin Robb y yo teníamos un dúo; compuse un “rhythm change” con esa melodía y le puse su nombre. El “711 d.C.” lo hice un día, trabajando con MIDI en el ordenador haciendo pruebas. Hay tres temas que tienen una génesis muy concreta: “Tampoco te pases”, “Al día siguiente” y el propio “De fuera a dentro”; hace unos tres años mantuve un grupo de boleros, y tuve la ocasión de arreglar varios temas como “Bésame mucho”, “La última noche que pasé contigo” y “Toda una vida” en cinco por cuatro para esa formación, que era de guitarra, flauta y oboe, contrabajo y batería; conservé la melodía y cambié armonías y ritmos. Para hacer totalmente míos los temas, terminé por sustituír las melodías originales por otras de mi invención, reconstruyendo por completo, nacieron de “Bésame mucho” el tema “Tampoco te pases”, de “La última noche que pasé contigo” surgió “Al día siguiente” y “De fuera a dentro” como secuela a “Toda una vida”.
Enrique: Hablabas hace un momento de tu admiración por Scofield, dentro de los guitarristas modernos. ¿A quién más citarías como dignos de interés a este nivel?
Chema: Hay un músico que está especialmente infravalorado en este ámbito, por muy reconocido que esté su nombre, no lo está tanto su música: John Abercrombie.
Enrique: De primeras citas a mi favorito… para mí el mejor compositor, el mejor improvisador y el mejor instrumentista.
Chema: …y probablemente la mejor persona. Aunque no lo conozca personalmente, muchas veces ves a alguien tocar y te transmite una onda como persona. Yo lo estuve viendo el año pasado con su grupo, con Mark Feldman, Mark Jonson y Joey Baron. Me puse justo frente a él; tocaba con una sencillez… haciendo genialidades tales que te conquista. Tiene una forma muy peculiar de tocar y se ha metido en caminos guitarrísticos en los que no ha entrado nadie, y eso no le ha sido reconocido aún. Scofield llega a mucha gente, y Abercrombie llega a muy poca gente, y la opinión general es que es aburrido.
Enrique: Eso es también por absoluto desconocimiento.
Chema: Cierto, porque Abercrombie es un genio. Otro guitarrista que, dentro del sonido clásico también ha entrado en recovecos muy modernos e interesantes, es Adam Rogers. Es increíble como guitarrista y como compositor.
Enrique: ¿Ralph Towner, como guitarrista acústico, quien tiene incluso discos en directo a guitarra sola?
Chema: Pues excelente también, aunque no lo he escuchado tanto. Por cierto, hay un par de discos – además los tengo los dos – de Abercrombie con Towner a dúo: “Sargasso sea” (ndr – ECM, 1976) y “Five years later” (ndr – ECM, 1981) que son una maravilla.
Carlos: Hablabas de buenos músicos no reconocidos, ¿qué opinión tienes en el caso de Pat Metheny?
Chema: También me parece un genio, aunque diría que mi espíritu no termina de conectar con el suyo, pero reconozco que lo que hace es absolutamente genuino y su música tiene una elaboración bestial, además de tener en el PMG uno de los grupos más compactos que he oído en mi vida.
Carlos: Hay un elemento que quisiera tocar repecto a la producción; si tuvieras la posibilidad de grabar un disco con los medios de que disponen estos músicos que estamos citando ahora… lo cierto es que respecto a eso aquí en España estamos en pañales, ¿no crees?
Chema: No es que estemos en pañales respecto a medios económicos, es posible de que sí lo estemos en cuanto a que haya gente que se vuelque y haga una apuesta económica importante, aunque en España estaríamos hablando de un suicida… alquien que diga: “pues yo voy a producir, a pagar a los músicos, las copias, el estudio…” podría ser, o bien un suicida o bien de alguien que tenga mucho, mucho dinero y asuma el riesgo… porque a lo mejor resulta que arriesga ese dinero y luego lo amortiza, que también puede pasar. De hecho, en América se hace así. Sí que hay falta de riesgo de los productores, y lo asumimos los músicos; en ese aspecto, evidentemente, no estamos como en América.
Enrique: Retomando el tema de los guitarristas, ¿qué te parece Allan Holdsworth y, de paso, incluirías en proyectos futuros guitarra sintetizada, qué opinas?
Chema: En cuanto a estos instrumentos, creo que está muy bien que existan y que haya gente que se dedique a ellos, y a mí me hubiera gustado meterme en eso, pero ya no dispongo de tiempo para ello. Es cierto que en épocas pasadas sí lo he pensado, incluso en hacer música electrónica o nuevos experimentos con músicas más modernas, pero hay que estar metido en ese ambiente y dedicarle las 24 horas del día. Si el día tuviera 48 horas, sí haría algo en ese campo, pero desde luego no soy contrario ni “talibán”, no tengo prejuicios al respecto, y además, me encanta Holdsworth, conozco algunos trabajos suyos como el “Metal fatigue” (ndr – 1985) o los que hizo con Bill Bruford, como “UK” (ndr – 1978). Dejé de seguirle la pista en un trabajo llamado “Atavachron” (ndr – 1986), en el que su guitarra era demasiado sintetizada para mi gusto (tendría que volver a escucharlo ahora) . Lo que queda claro respecto a Holdsworth es que su música es francamente buena, y como guitarrista, lo ves y no te lo crees.
Sergio: Para completar la lista: David Fiuczynski.
Chema: Fiuczynski es un tipo genial, una bestia. De los dos discos que tengo de los Screaming Headless Torsos, en el directo el vocalista se pone algo pesado, pero el de estudio (ndr – “1995”, reedición, Fuzelicious Morsels, 2002) es una auténtica barbaridad, tiene un manejo de la palanca, de la armonía… me encanta, y en el directo (ndr – “Live”, Fuzelicious Morsels, 2002), la introducción que se hace en el “Blue in Green”, ¡Uuuuuhhhhhh…!, eso es mucho.
Enrique: ¿Frank Zappa?
Chema: Pues Zappa es impresionante, además es un poco como lo fue Dizzy Gillespie en el Jazz, con su banda era capaz de hacer cosas serias y cosas igual de serias, pero con toques humorísticos y desenfadados. Un genio.
Enrique: Habría que citar ineludiblemente a John McLaughlin.
Chema: Me parece un tipo capaz de tocar a gran velocidad, con la diferencia de que se le entienden todas las notas. Es fantástico porque abarca muchas músicas, entre la música hindú, el jazz fusión o el jazz rock de la Mahavishnu de las años ’70 y el jazz clásico, como en la banda sonora de “Round midnight” (ndr – Columbia, 1986). En otro orden de cosas (nada que ver con McLaughlin, más con Larry Coryell y similares), a mí no me va mucho eso de las velocidades, y te voy a decir por qué: porque yo no tengo ninguna, y me da tanta envidia que… mira, os voy a contar una anécdota corta, de 20 minutos (risas); yo hice un seminario con Abercrombie, en el ’87 u ’88, y por las noches había jam session; pues bien, yo salí a tocar el “Footprints” con más gente, y me hice mi solo; después, Abercombie salía a opinar sobre lo visto, y de mí concretamente dijo algo que me dolió mucho, pero tenía toda la razón del mundo: “el guitarrista toca bien, se nota que conoce el tema, pero ha habido un momento que se ha puesto a tocar deprisa, y la verdad es que no sé a cuento de qué ha venido”, y efectivamente, tenía toda la razón, me descubrió y reconocí que había hecho una frase de semicorcheas para dejar claro lo bien que tocaba. Si opino así de mí mismo cuando me lo hacen ver, qué no voy a opinar del que veo que lo hace.
Sergio: Cuéntanos proyectos de presente y de futuro.
Chema: Bueno, hay que ver primero cómo va este disco, que presentamos el 2 de Julio en las Ruinas de Santa María, Plaza de Cervantes, Alcalá de Henares, con Bobby Martínez (saxo tenor), Daniel García (batería) y Toño Miguel (contrabajo). Mi deseo es que el disco funcionara, de momento ya he recibido correos de personas relevantes que me han felicitado y parece que el disco les ha gustado y mi intención es hacer todos los conciertos posibles con éste proyecto. Por otro lado, como docente, en un par de semanas inicio un curso en la Escuela de Música Creativa que quiero impartir en escuelas y conservatorios de toda España como curso especial que es, sobre la historia de la guitarra de Jazz, un curso de cinco días a cuatro horas diarias en el que cada jornada hablo de dos o tres guitarristas, analizando los estilos, solos concretos y trabajando con determinadas fases características; estos son los planes a grandes rasgos. Más a largo plazo, pretendo dentro de otro año, grabar otro disco para sacarlo al siguiente; éste ya quisiera grabarlo con esta misma banda o bien con determinada gente de fuera (no porque sean de fuera, ojo, sino porque me gusta mucho su forma de tocar).
Sergio: No podría dejar de preguntarte ¿cómo ves el panorama del Jazz nacional?
Chema: Pues la cosa la veo mal, está difícil. Y no sólo por los programadores, sino por la propia demanda del público. El año pasado, mi amigo José Luis Gutiérrez me invitó a tocar en el festival de Valladolid, que son cuatro días de actuaciones dobles, telonero y grupo estrella. A mí me programó como grupo estrella, lo cual le agradecí muchísimo, y el problema es que vino poca gente. Él cumplió su misión de programar, e incluso convocó rueda de prensa y apareció en periódicos y demás; la infraestructura y el despliegue de medios estaban completos, y aún así el público no acudió en la cantidad esperada, y yo entiendo que los festivales en primer lugar han de cubrir gastos y lo asumo. Ese problema está ahí, y no es el único: en muchos festivales siempre se llama a los mismos músicos españoles, se trabaja más con la gente extranjera que con la propia y en general se nos da poca cancha, pero también es cierto que hay poca demanda de músicos españoles por parte del público, algo de lo que no se habla y creo que debería hablarse.
Sergio: Para terminar con buenos recuerdos, al volver la vista atrás ¿qué recuerdas de las noches del Whisky Jazz con Lou Bennett, “Sir Charles” González, Richie Ferrer, y tantos otros?
Chema: Pues son tiempos que recuerdo con mucho cariño. Tocar con Lou era como estar tocando en el cielo con los Ángeles. Noches y noches sobretodo en el Café Populart, otras en el Central y otras en el Whisky. Era como estar suavemente envuelto en un edredon de pluma de oca, como hacer la música entre algodones, como recibir las armonías y melodías como preciados presentes en el pesebre. Algo especialmente mágico, porque aparte de lo músical estaba lo personal, ya que Lou era una persona especialmente afable, con constantes sonrisas, apoyos y asombros por lo que hacías… Un hombre absolutamente humilde sin nada que demostrar y sin un hombro sobre el que mirar por encima. Me solía echar piropos de tipo: «Contigo el trío consigue un buen ‘Wes Sound’” o «Si yo tuviera un oído como el tuyo me haría rico». Un día (una noche) tras tocar el primer solo en «Four on Six» (Montgomery) me dijo: «Vamos arriba: después de lo que has hecho yo no tengo nada que decir». Más tarde me enteré (por él) de que eso fue precisamente lo que le dijo Wes a René Thomas tras tocar «West Coast Blues» cuando este le invitó a tocar. Mi contacto con Lou fue gracias al amigo Carlos González, baterista que en aquel entonces (finales de los 80) era una eminencia, y a mí me encantaba tocar con él. De hecho trabajamos juntos en infinidad de ocasiones, y que además fue Lou quien le bautizó con el mote (porque fue un bautizo y un mote) de «Sir Charles». Después Lou se fue al cielo de verdad. Los ángeles tienen que estar encantados de recuperar lo que ellos nos debieron enviar.
© Sergio Cabanillas, Tomajazz 2004
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