Chet.- Un término despectivo utilizado para referirse a alguien que muestra un comportamiento aborrecible o inaceptable para la sociedad. Alguien que muestra actitudes y comportamientos extremadamente tóxicos en todos los aspectos de la vida. Ej.: “Córtate un poco, tío; no seas un Chet” Del Urban Dictionary.
Cada vez que se publica alguna grabación inédita de esta o aquella leyenda del jazz, no puedo menos que preguntarme cómo es posible que siga apareciendo material nuevo después del tiempo transcurrido, en la mayoría de los casos, desde que el artista en cuestión pasó a mejor vida. Viene a ser lo mismo que sucede con los yacimientos arqueológicos; por fuerza, en algún momento dejaremos de descubrir sitios nuevos, pero no parece algo que vaya a suceder de manera inmediata.
Así las cosas, no cabe sino ver el lado positivo y felicitarse por que la economía del mercado discográfico siga proporcionándonos regularmente joyas históricas como esta que hoy Tomajazz les presenta: Live in Paris: The Radio France Recordings 1983-1984. El álbum (3 LPs, en su edición vinilo) incluye, como el propio título sugiere, las grabaciones de dos directos ofrecidos por el trío del trompetista maldito en la última etapa de su carrera, dos auténticas piezas de coleccionista. La primera de ellas corresponde a una actuación al aire libre, en L’Esplanade De La Défense, un viernes, 17 de junio de 1983 y la segunda al concierto que el trío ofreció en el club Le Petit Opportun, el martes 7 de febrero de 1984. Fueron años en los que Baker prodigaba sus actuaciones en salas europeas e incluso japonesas, lugares todos ellos donde su música seguía siendo muy apreciada. Por desgracia, en esa misma época sus dificultades (por decirlo de una manera delicada) con las drogas no habían hecho sino agravarse. Tras años de un romance apasionado con el trompetista, esas dos damas infernales que tantos y tan buenos jazzmen se han llevado a lo largo del tiempo —Miss Cocaína y Lady Heroína—, empezaban a reclamar el pago por sus servicios. Las fotos que acompañan a este doble álbum son buena muestra de los estragos que a esas alturas (¡54 años!) habían ocasionado en su aspecto y, es de suponer, en su salud.
Claro que, como jazz lovers, a nosotros lo que nos intriga en estos casos (la pregunta del millón, por así decirlo) es: ¿cómo afecta todo eso a su arte? Una pregunta que, por cierto, lleva implícita una buena dosis de egoísmo, en plan: “¡Eh, que a mí me trae sin cuidado lo que hagas en tu vida privada! Mientras sigas tocando bien, por mí, perfecto”. Sin embargo, la triste realidad es que —leyendas románticas aparte— la droga nunca ha potenciado el genio de ningún artista y el caso de Baker no es una excepción. Su voz en París, a mediados de los ochenta, estaba ya lejos de aquellos tonos aterciopelados que se convirtieron en su seña de identidad en las décadas anteriores y si bien la experiencia (y buena parte de su talento, reconozcámoslo) acumulada a esas alturas como trompetista seguía permitiéndole ocasionales destellos de brillantez (lo que se suele llamar “tener días buenos y días malos”), la comparación entre estas grabaciones y, por ejemplo, aquellas otras realizadas para para el sello Prestige, a mediados de los sesenta, o incluso para SteepleChase, más de una década después es inevitable y no demasiado favorable.
Dicho esto, los aficionados no quedarán ni mucho menos decepcionados con estas pista, aunque solo sea porque permiten apreciar la evolución (decadencia, más bien) de una de las más grandes figuras del jazz de la segunda mitad del siglo XX. Merece la pena señalar que el de Chet Baker es uno de los pocos tríos que carecen de percusión, lo que sin duda es una apuesta arriesgada. Según parece a Baker le gustaba, o bien tocar con un percusionista de alto nivel o bien sin percusión en el grupo, una preferencia difícil de discutir, pues un batería mediocre puede arruinar por completo la labor del resto de los músicos, por buenos que sean. Claro que eso hace que la responsabilidad de marcar el ritmo recaiga, en este caso, sobre los contrabajistas Dominique Le Merle (en la grabación de Le Esplanade de la Défense) y Riccardo Del Fra (en la de Le Petit Oportun, quienes lógicamente se llevan el mérito de que ninguna nota esté fuera de lugar. Baker ya había puesto en práctica este “truco” cuando grabó para el sello danés SteepleChase algunos de sus mejores álbumes europeos, junto al contrabajista Niels-Henning Ørted Pedersen y al guitarrista Doug Raney, grabaciones en las que nadie echa en falta la percusión. En palabras del saxofonista Del Fra: “La gente solía preguntarle: ‘¿Por qué no tienes batería?’ Y él respondía: ‘Porque no lo necesito’”. Pues bien, esta es la prueba.
Le Merle dice de la actuación en La Défense Jazz Festival: “Tocamos ‘But Not For Me’, ‘Easy Living’, ‘There Will Never Be Another You’ (incluidas en el Disco 1) sin ningún ensayo previo, pero la música fluyó sin esfuerzo y llegamos al final del concierto sin darnos cuenta”. Es lo que tiene la magia de estar en sintonía y no cabe duda de que en este caso los tres lo estaban.
La edición llega con abundantes textos en los que el productor Feldman entrevista a Le Merle y a Del Fra sobre la “experiencia” de tocar con alguien como Baker. También escriben el periodista musical Pascal Rozat, recordando el ambiente de los clubs de jazz parisinos de los ochenta, y el pianista Richie Beirach, quien cuenta cómo gracias a Baker aprendió, de la manera más humillante posible, cuál es el sitio de un pianista en una banda en la que está de apoyo, algo por lo cual asegura que sigue agradecido a día de hoy. En líneas generales, quienes tocaron con Chet Baker tienen palabras de elogio hacia el artista, aunque la cosa es diferente cuando habla la gente de las discográficas o los dueños de los clubes donde actuó. Ya se sabe que los genios siempre son difíciles de tratar y más si son adictos.
Baker fallecería cuatro años después de la segunda de estas grabaciones. Un 13 de mayo de 1988 su cuerpo sin vida fue encontrado en la acera, junto al hotel donde se alojaba, el Prins Hendrik, en Amsterdam. Tanto entre sus pertenencias, como en su sangre había restos abundantes de cocaína y heroína y nunca se llegó a saber con seguridad qué fue lo que sucedió. Hay quien dice que se le cerró la puerta de su habitación estando él fuera y, en lugar de pedir una nueva llave en recepción, intentó volver a entrar cruzando desde el balcón de la habitación adyacente a la suya. Y se cayó. Suena absurdo, lo sé, pero ¿quién puede saber lo que pasa por la cabeza de un genio toxicómano colocado hasta las cejas?
De seguir con vida, hoy Chet Baker tendría noventa y seis años, pero, claro seguro que muchas otras cosas serían también diferentes. Solo podemos contentarnos con lo que nos dejó, como estas históricas grabaciones. Y ya es mucho. Que ustedes las disfruten.
Tomajazz: © Juan F. Trillo, 2022 / https://siunleonhablase.wordpress.com/ – https://www.facebook.com/jan.tilkut
Chet Baker Trio. Live in Paris: The Radio France Recordings 1983-1984
Chet Baker, trompeta y voces. Michel Graillier, piano. Dominique Le Merle, contrabajo. Riccardo Del Fra, contrabajo.
Ingeniero de grabación: Marc Chartier.
Productor: Zev Feldman.
Mezclas y restauración de sonido: Marc Doutrepont.
Estudios de masterizado y grabación: Equus, Bruselas, Bélgica.
Publicado en 2022. Sello discográfico: Elemental Music.
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