Los mejores artefactos históricos, los más valiosos, son los que tienen una buena historia detrás y este es precisamente el caso de esta grabación que viaja desde 1967 hasta nuestros días para deleitarnos con música y acontecimientos. Porque lo cierto es que la música la hacen los seres humanos y rara es la ocasión en que las circunstancias que rodean a estos últimos no influyen en la primera. Y si de algo andaban sobrados los músicos de jazz a mediados del siglo pasado era de circunstancias. Veamos cuáles son las de esta estupenda grabación.
Hacia finales de los años sesenta, el prestigio de Brubeck y su Cuarteto tenía la solidez del granito, tanto en los Estados Unidos, como en Europa y buena parte del resto del mundo. Hasta tal punto era así, que el Departamento de Estado de su país los enviaba con regularidad a dar giras internacionales, en calidad de “embajadores culturales”, para que en todas partes viesen la prosperidad y el buen rollo que imperaba en los States. Por otro lado, su conocidísimo “Take Five” —incluido en el igualmente exitoso álbum Time Out (Columbia, 1959) era ya un estándar desde hacía casi una década.
En 1967, pues, Dave Brubeck Quartet se encontraba de gira —la última que harían— por Europa, el año llegaba a su fin y lo mismo ocurría con su programa. Habían completado un bolo en Hamburgo el 10 de noviembre, y se disponían a dormir unas cuantas horas antes de salir para Viena a primera hora de la mañana siguiente. Pero no todos disfrutaban de un reparador sueño; Paul Desmond, que era de los de “ya dormiré cuando esté muerto”, de lo que disfrutaba era del ambiente nocturno de la ciudad alemana. Y sin duda, aprovechó al máximo, porque a la mañana siguiente, cuando llegó la hora de subirse al avión, Desmond no aparecía por ninguna parte. A Brubeck no le hizo ninguna gracia —el saxo de Paul tenía en la banda tanto peso como su piano—, pero tampoco le extrañó demasiado; Desmond había estado en la banda desde su formación, en 1951, tiempo suficiente como para conocerle más que de sobra. Pero, en fin, the show must goes on, así que, con un suspiro, los otros tres componentes —Eugene Wright, contrabajo; Joe Morello, percusión, y el propio Brubeck— se subieron al avión. Tenían un contrato que cumplir.
En Viena, les esperaba la prestigiosa sala Konzerthaus y una ansiosa multitud de unos dos mil aficionados. Ahora bien, cuando los fans acudimos a ver a nuestro artista favorito, queremos oír esas canciones tan populares, esos éxitos de los que nunca nos cansamos por mucho que los escuchemos. Si iban a ver a los Stones esperaban que la banda tocase “Satisfaction” y cuando era Sinatra quien subía al escenario, todo el mundo quería oírle cantar “New York, New York”. Somos así. En el caso del cuarteto que lideraba Brubeck en el sesenta y siete, el tema que el público esperaba que estuviese en la playlist sí o sí era “Take Five”. Y no importaba lo bien que lo hiciesen los músicos con el resto del repertorio; si no tocaban “Take Five”, una buena parte de los asistentes iba a salir decepcionado. Y ellos lo sabían.
El problema era que para interpretar este tema en particular, se requería un saxo, y no uno cualquiera, sino el de Paul Desmond. Era una situación molesta, porque a los artistas, en general, les gusta que los valoren por su trabajo en conjunto, no por uno o dos temas solamente. Así que, cuando Brubeck, Wright y Morello subieron al escenario llegaron decididos a demostrar a la audiencia que podían hacer buena música, la mejor, aunque no incluyesen el dichoso tema ni Desmond estuviese con ellos. Que salieron a darlo todo, vamos.
Ni que decir tiene que el concierto fue de los de recordar, pues los tres eran músicos de primera línea y, para ser sinceros, el público se volcó con los artistas. Uno de los hijos de Brubeck, Darius, dice que “el Quartet dio sus mejores conciertos cuando Dave estaba furioso”, así que, bueno, ya se imaginan como era el ambiente de la histórica sala vienesa aquella noche. Pero, de hecho, no tienen necesidad de imaginarlo, porque ahora pueden escuchar este estupendo álbum, en el que se incluyen temas clásicos como “St. Louis Blues”, “Swanee River”, “Someday My Prince Will Come” o (yo me quedo con este) “Take the A-Train”. Que ustedes lo disfruten.
Tomajazz: © Juan F. Trillo, 2022 / https://siunleonhablase.wordpress.com/ – https://www.facebook.com/jan.tilkut
P.S.: Paul Desmond logró reunirse con el resto de la banda en París, donde al día siguiente, el 13 de noviembre, tenían programado otro concierto y de donde salió otro excelente álbum, The Last Time We Saw Paris (Columbia, 1968).
Dave Brubeck Trio Live From Vienna 1967
Dave Brubeck, piano. Eugene Wright, contrabajo. Joe Morello, percusión.
Sello discográfico: Brubeck Editions.
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