Cambio en las intenciones. El hombre propone y las circunstancias disponen. Tras dos meses con repaso a algunas de las novedades (o no) a las que hago hueco en mi menú musical, en octubre hay un cambio en el contenido de Diez de…
Diez de… octubre de 2022
Uno. Siempre es un placer sumergirse en Caravan Jazz, la web de Rudy de Juana, que también ha tenido (y tiene) su hueco en Tomajazz. Lo que no quita para que un servidor siga preguntándose por el sentido de calificar con estrellas a las grabaciones, y al igual que me pasa siempre con esas calificaciones, ver la gran cantidad de obras maestras (las de cinco estrellas), que se publican… ahora y antes, por ejemplo, cuando uno revisaba las páginas de la difunta revista Cuadernos de Jazz, e incluso yo calificaba de ese modo a las grabaciones que me enviaba Raúl Mao, su director. Mi pregunta siempre ha sido, entre otras cuestiones por la sempiterna pregunta de si no está muerto el jazz, ¿no puede ser que estemos viviendo con una cantidad de obras maestras por encima de nuestras posibilidades?
Dos. Carlos Pérez Cruz sigue adelante, impasible al desaliento, con su proyecto Club de Jazz, que en los últimos meses ha pasado a ser exclusivamente de pago, al menos en su inmensa mayoría.
No obstante, entre los contenidos disponibles públicamente (para el resto hay que pasar por caja), reflexionaba acerca de la forma de escuchar música porque en no sé qué informe… ¿es cierto que los aficionados escuchamos masivamente música en la nube y que ahora nos estamos pasando a otras formas de escucha? ¿De verdad? Pues no me había enterado, porque si hay algo que me gusta es escuchar un disco de arriba abajo, quizás acaso picoteando después de ese primer contacto en lo que más me ha llamado la atención, o lo que más me ha gustado… e incluso escuchar compulsivamente, una y otra vez, un tema, de un modo que quizás alguno dirá que es enfermizo… ¿Pero de verdad que los aficionados al jazz escuchamos masivamente la música que nos suministran desde esas plataformas que seguro que ya conoces y cuyo nombre no diré? Pues que se sepa que yo no lo he hecho; ahora mismo no lo hago; y no tengo ninguna intención de hacerlo.
Muy interesante también es su reflexión acerca de la taxidermia en el jazz por parte de las prensa especializada en este género. Mi problema con estas maneras de sentar cátedra, es que no llego a comprender cómo distinguir la taxidermia (y también esa necrofilia de cuando los medios glosamos la grandeza de una figura de la que jamás nos hemos hecho eco en toda nuestra historia), del puro interés informativo (supongo), que hace que coincidan en el tiempo especiales dedicados al centenario de… o a la edición de una grabación inédita en todos los medios… en todos.
Tres. Los aficionados no sé si somos conscientes de la gran suerte que tenemos con la existencia de Esfera Jazz: un agrupador de webs, blogs y podcast de jazz en castellano, que de un solo vistazo, permite tener acceso a multitud de información. Tras su puesta en marcha su promotor, Álex García, puso en stand-by su podcast JazzTK. Por suerte, el paso del tiempo ha hecho que este programa haya vuelto, para fortuna de quienes somos sus oyentes. Bravo.
Cuatro. Otro imprescindible en la escena jazzística es don Sergio Cabanillas, enorme fotógrafo, y presentador desde hace más de 25 temporadas del programa de radio Universos Paralelos. Las ediciones de su programa son un punto fijo (puesto que estas líneas algo tienen que ver con las matemáticas, vaya aquí la referencia al Teorema del punto fijo, tan útil para resolver algunos problemas), en las noticias de Tomajazz todas las semanas. Lo que no es óbice para que lo recomiende desde estas líneas.
Cinco. Otro programa de radio que me apetece recomendaros es Libertonia, que se puede escuchar en formato Podcast. Miguel Ángel García lleva 22 años en la radio, y desde hace quince tiene un programa semanal, en el que tienen tanto cabida el jazz nacional como el internacional. Da gusto escuchar la concisión en la información, pero especialmente me gusta esa amplitud de criterio a la hora de seleccionar el contenido del programa. Con todos los programas disfruto, aunque este verano lo hice especialmente con las ediciones dedicadas a Michael Henderson, en las que se sumergió a fondo en algunas joyas de la discografía de Miles Davis como son Jack Johnson o Live eviL. No es muy frecuente que temas con esa densidad, intensidad, textura y duración suenen en los programas de radio o en los Podcast, así que por ese motivo los disfruté doblemente.
Seis. Os iba a contar aquella reflexión que empezaba «¿No os pasa que a veces tienes algo que mola en tu cabeza y cuando lo escribes…?» No sigo…
Pues lo mismo es que alguna vez se me ha ocurrido algo bueno. El Podcast JazzX5 nació intentando aportar una visión sobre el jazz en el verano de 2017, con entregas casi diarias, centradas en novedades discográficas. Con el tiempo ha ido evolucionando, ha tenido sus fases de silencio, ha ido y ha vuelto. Allí he decidido abrir un hueco a los clásicos o a la conmemoración del centenario del nacimiento de músicos; o incluso a mostrar la manera en que el jazz afronta la creación inspirándose en músicas ajenas al jazz con la sección Malditos Jazztardos.
Pues bien, ha debido ser una buena idea, porque más de un oyente habitual me ha confesado que su formato con una duración que depende de la duración del tema en particular, pero que no es muy frecuente que supere los cinco minutos y rara vez los diez, es más digeribles que esas otras propuestas, extensas, que pueden llegar a durar varias horas. Os invito a que si no lo conocéis os paséis por JazzX5, y picoteéis en alguna de sus más de quinientas entregas.
Siete. No todo iban a ser auto felicitaciones. Mirando a lo local, este pasado mes de agosto he sentido mucha tristeza. Desde hace más de diez años el Ayuntamiento de Pamplona ha estado haciendo un hueco al jazz en la programación de Ciudadelarte. No os equivoquéis: no era un gran festival con grandes nombres y un presupuesto difícilmente soportable. Resumiento, eran cuatro conciertos durante el mes de agosto (al menos en los últimos años los martes de ese mes), a última hora de la tarde, al aire libre, con entrada gratuita. Un aspecto muy importante es que tenía muy buena respuesta por parte del público: si llegabas tarde, era imposible conseguir alguna de las sillas que se habilitaban para los espectadores, y en ese caso te tocaba estar con el numeroso público que atendía de pie al concierto.
Como hacen los pillos, a este hueco que tenía el jazz ni se le dio nombre, ni por supuesto se lo numeró. Así que cuando este año se ha decidido prescindir de esos cuatro conciertos, ¡cuatro!, como han eliminado algo que no tenía ni número ni nombre, entiendo que habrán pensado que no nos enteraríamos. Pues no es así: yo este año he echado de menos esos conciertos vespertinos en ese sitio tan emblemático de Pamplona que es su Ciudadela. De acuerdo, quizás sigan teniendo en mente usar este lugar tan ideal para otras citas más masivas, ¿pero no sería posible que retomasen esos conciertos de jazz en otro emplazamiento? No es que precisamente en Pamplona tengamos una gran propuesta jazzística: en enero está Urtarrijazz – Un enero de jazz local, en julio JazzFermín… y pare usted de contar.
Ocho. En 2022 se cumple el 50º Aniversario de la UNED. Una Universidad pública, necesaria, que ha logrado llevar la formación Universitaria a toda España (y también al extranjero), sin depender de que en tu localidad haya la Facultad o Escuela Universitaria en la que el futuro alumno prentenda graduarse, o incluso en la actualidad tener distintas formaciones regladas o no.
Poniéndole cifras, en el curso 2021-22 se matricularon más de 160.000 personas en la UNED; el curso anterior fueron 175.000; en el anterior algo más de 160.000. Si uno va acumulando esos datos a lo largo del tiempo, son varios los millones de matrículas los que esta universidad ha tenido a lo largo de su historia, algo de lo que hay felicitarse ya que es una Universidad Pública y accesible, especialmente desde la universalización del acceso a Internet.
No obstante, tal y como ocurre con todas las grandes organizaciones, hay aspectos francamente mejorables. Uno de ellos es lo relativo a los Profesores Tutores. Nosotros (yo lo soy), nos encargamos de dar las sesiones en los Centros Asociados. Hace unos años estas clases semanales se impartían presencialmente. En la actualidad y gracias a las plataformas que ha desarrollado la UNED, las clases se siguen dando presencialmente en el aula, pero los alumnos las pueden seguir por Internet. Si a ello se suma que en carreras con una matrícula no masiva (los Grados de Matemáticas o Físicas por ejemplo), la organización territorial de la asignatura ha pasado a distribuir toda España en Campus que abarcan varios Centros Asociados. De ese modo, existen asignaturas tales como Funciones de Varias Variables II del segundo curso del Grado de Matemáticas, que estamos tutorizando entre dos profesores (el otro profesor encargado es mi compañero Octavio), al mando ambos del profesor de la Sede Central de Madrid.
Esta figura de Profesor Tutor de la UNED es multidisciplinar: en tres horas semanales, se puede dar el caso (¡es mi caso!), en que se da clase de Cálculo de primer curso de tres Ingenierías; a continuación es turno de la sesión de Funciones de Variables II del segundo curso del Grado de Matemáticas; finalmente, en la tercera hora, es el turno de Funciones de Una Variable I del primer curso del Grado de Matemáticas. A este trabajo se une atender a los alumnos matriculados en el Centro Asociado correspondiente (en mi caso del de Pamplona), y si corresponde por ser profesor de Campus o Intercampus, responder en los foros que le asignan al Profesor Tutor a los alumnos acerca de las cuestiones de la asignatura. Además, cuando corresponde, toca corregir las PEC (Pruebas de Evaluación Contínua), que suponen una parte de la nota final de los alumnos.
Pues bien: a pesar de estar colaborando activamente en la formación y la evaluación de los futuros Graduados, al no llegar a «trabajar» más de 75 horas al año, no tenemos una relación laboral con la UNED: al contrario de lo que ocurre con los Becarios en la actualidad, no tenemos un contrato de trabajo, y al no tener tal contrato de trabajo, no tenemos los mínimos derechos laborales (paro, derecho a huelga o permisos retribuidos, asistencia sanitaria). Por supuesto, tampoco podemos cotizar para nuestras pensiones, y estamos al albur de que cada año el Centro Asociado valore positivamente nuestra labor y nos otorgue una Venia Docendi que nos permita seguir desarrollando nuestra labor.
Esta situación se ha intentado regularizar por múltiples modos. Es sencillo: si los Profesores-Tutores desarrollamos un trabajo (y dar clases y formar a los futuros graduados es un trabajo), queremos tener nuestros derechos y deberes como trabajadores. No pedimos más. El resultado nunca ha tenido éxito. Así que en este año en que la UNED aparecerá en los medios celebrando su medio siglo de vida, es importante que se sepa que sus responsables directos y los responsables políticos, deberían ordenar esta situación tan atípica de unos trabajadores a los que se les niega su condición.
Nueve. Aquí acaba esta versión tan particular de Diez de…
Diez. Y es que cuando nada está establecido, o nosotros mismos quienes decidimos el qué, el cómo, el sobre qué y el cuándo, todo vale.
Si has llegado hasta aquí, te doy gracias por tu enorme paciencia. El mes que viene… más… ¡o quizás no! Como decían en el cierre del restaurante Hamabi del Mercado de Santo Domingo de Pamplona: «Yo no sé lo que es el destino, cambiando fui lo que fui».
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Pachi Tapiz en Tomajazz
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