23è Festival de Jazz Granollers
- Lugar: Casino de Granollers / Barcelona
- Fecha: Viernes, 1 de febrero de 2013
- Componentes:
Donny McCaslin: saxo tenor
Matt Mitchell: piano Fender Rhodes con “frequency analyzer”
Tim Lefebvre: bajo eléctrico
Nate Wood: batería
- Comentario:A primeros de febrero estrenamos, posiblemente, el primer festival de jazz del año del estado español, organizado por Jazz Granollers, una de las agrupaciones más decanas, nacida en 1935, en plena república. No mucho después vendría la larga travesía por el desierto, el desierto del despreciable dictador y sus no memos despreciables afines, despreciables por lo que hicieron, por lo que no dejaron hacer y por el pósito que dejaron, con todo su nacionalcatolicismo. De aquellos largos, larguísimos años, todavía, a casi cuarenta años de los cuarenta años de su dictadura, seguimos padeciendo sus consecuencias, después de una tan cacareada modélica transición, siguen fluyendo, como tierras mal saneadas, hierbas de diversos tipos y pelajes, malversaciones, fraudes, estafas, prepotencias, con o sin peinetas, dilapidando y desballestando nuestro débil e incompleto estado del bienestar, que como decía alguien muy acertadamente, refiriéndose a dicho estado, no es otra cosa que ser considerado y tratado como una persona y no como fuerza de trabajo.
A primeros de febrero estrenamos, seguramente, el primer festival de jazz del año del estado español, en pleno epicentro invernal, con temporales de viento a la vuelta de la esquina, y el grupo del californiano Donny McCaslin en el escenario vallesano.
Granollers, ciudad situada a unos 28 km de Barcelona, conocida por su capitalidad y cuna del balonmano (handball) peninsular, pero mucho menos conocida por su festival de jazz, que este año luce, como si nada, su 23ª edición. De ella son o residen tres jóvenes valores del nuevo crisol jazzístico catalán, Joan Vidal, Albert Marquès o Gabriel Amargant, así como el grupo Bridges Trío. Se podría añadir valores fehacientes de otras generaciones que residen en sus relativas cercanías, Marc Miralta, Joan Sanmartí o David Soler.
Una de las características a remarcar, subrayar, de los pequeños festivales, muy especialmente de aquellos que cuidan con esmero, miman su programación y que como fin último no tienen el hacer un negocio, aunque tampoco se haya de perder dinero alguno, es que el público está considerado como personas y no como una masa de paganos que ocupa unos metros cuadrados o unas butacas. Me viene a la memoria una viñeta reciente, del 2012, de Andrés Rábago, El Roto, donde una mujer de mediana edad, le dice a un señor con traje y corbata, “Detrás de los números hay persona” y éste le responde, airadamente, “¡Pues que se aparten!”. Aprovecho para recordar, que hasta el próximo 24 de febrero, se puede visitar, la muy recomendable, exposición “El Roto, Ops i Rábago / Un viatge de mil dimonis (i un parell d’àngels)” en la TeclaSala de l’Hospitalet (ciudad vecina y pegada a Barcelona).
Otras de las características de estos festivales consiste en la proximidad de los músicos con su auditorio, todo un placer, que además de permitir escuchar la respiración de los instrumentos consigue que casi se pueda percibir el olor de sus sonidos en el deambular de los dibujos realizados por sus movimientos.
Donny McCaslin, a sus 46 años, tiene registrados unos diez discos a su nombre, aparte de múltiples colaboraciones con artistas renombrados, por citar unas pocas, con Maria Schneider Orchestra (Sky Blue/2007 y Concert in the Garden/2004), Dave Douglas quintet ( Meanning and Mistery/2006- ), con el grupo Lan Xang ( Hidden Gardens/2000 ) o con Steps Ahead (Vibe/1994), donde cubrió la plaza de uno de sus grandes ídolos de juventud, el gran Michael Brecker.
McCaslin, en su actuación granollerense, al frente de su cuarteto fue desgranando temas de sus dos últimos trabajos discográficos, Casting for gravity (2012) y Perpetual Emotion (2011). Del primero interpretó el tema homónimo, “Stadium jazz”, “Alpha & Omega” y “Tensión”; del segundo “Energy generation” en homenaje a Tower of Power, “Firefly” y “Memphis Redux” en homenaje a Cannonball Adderley.
El grupo aúna diferentes estilos, jazz, funk, rock y fusion, más partículas de música electrónica, en proporciones variables según los pasajes, con ritmos marcados de estructuras, fragmentos y patrones también variables. Valores rítmicos cambiantes, solapándose, cruzándose o rompiéndose. Una fusión de carácter plenamente urbano, de gran urbe, de paletas cromáticas con predominio de tonalidades obscuras, donde incluso los parajes más melódicos de aire baladístico, como los temas “Firefly”, dedicado a su esposa, o el bis “Encore” dedicado a su hijo de año y medio, translucen atmósferas nocturnas, algo más cristalinas, pero nada exentas de sombras de trazos ennegrecidos y azulados.
En el tema “Alpha & Omega” jugaron a invertir los roles; así los solistas mantenían la estructura del tema y los rítmicos hacían la función de solistas. McCaslin, con su tenor, iba manteniendo un motivo, a modo de música repetitiva, Mitchell, con el piano Fender, iba tejiendo una malla a modo de colchón atmosférico, mientras Lefebvre al bajo y Wood a la batería, iban improvisando, creando patrones rítmicos, estabilizantes y desestabilizantes, como si dos niños revoltosos jugaran a provocarse y confundirse entre ellos. Un grupo de complicidad e implicación máxima, con sus notas de humor y ganas, todavía, de sorprender y ser sorprendidos. Cabe remarcar que Tim Lefebvre, con su bajo bien musculado e imprevisible, se está convirtiendo en el fiel escudero del saxofonista, es el único músico que repite en sus dos últimos trabajos y a la vez gira con él.
Donny McCaslin es poseedor de un sonido robusto y compacto, podríamos agruparlo por su discurso y sonido en la, hipotética, escuela postbreckiana, de los que han bebido de distintas fuentes y han sabido digerir notablemente sus diferentes aguas, forjándose paso a paso su correspondiente parcela musical.
Una remarcable forma de estrenar, con toda probabilidad, el primer festival de jazz del año en el estado español.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2013
Crítica mala, muy mala y llena de despropósitos. El que comenta quiere ir de crítico o literato de medio pelo.
No se como el responsable de Tomajazz permite esta crítica tan escasa de calidad, tanto en la escritura, se repiten palabras (parece ser que el tal Cortes -de donde ha salido?- no tiene más vocabulario), como en el contenido. Hay que criticar la música y dejarse de proclamas políticas. Ya la calidad de Tomajazz es muy baja, pero veo que todavía lo será más en manos de gente que se piensa que es crítico y no tiene ni idea (este Cortes no tiene nada de crítico). Espero que quien sea responsable tome medidas con respecto a críticas tan faltas de calidad, como la publicada.
Pues a mi me ha parecido todo muy pertinente. Estamos hablando de un festival en una ciudad importante de Catalunya, que no es Barcelona. Sin su debido encuadre histórico, no se suelen valorar las cosas. Hay que saber de dónde venimos para saber lo que oimos. Tomajazz!! ….. y si pica, a rascarse tocan.
Ni caso, Joan, a esta caterva de supuestos expertos que te censuran y piden tu cabeza.
Ladran, Joan, luego cabalgamos.
Un fuerte abrazo.