XV Festival Internacional de Jazz San Javier
- Fecha: 21 de julio de 2012.
- Lugar: Auditorio Parque Almansa, San Javier (Murcia).
- Componentes:
David Peña Dorantes: piano.
Esperanza Fernández: cante.
Ricardo Moreno: guitarra.
Estanislao Waflar: contrabajo.
Nano Peña: batería.
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Comentario:Por avatares profesionales, este verano no me ha sido posible incorporarme a Jazz San Javier hasta ya superado el ecuador de su esperada decimoquinta edición. Y bien que me pesa haberme perdido conciertos como los de mis admirados Tingvall Trio, Tom Harrell Quintet o Terri Lyne Carrington. Pero heme aquí de nuevo, por fin, procurando dar fe de la espléndida sesión del pasado día 21, a la que asistí, lo reconozco, con determinados prejuicios torpemente infundados y escasas expectativas respecto al rango o nivel jazzístico de lo que esta nos deparaba. Y cómo me alegré de haber errado en mis previsiones. Lo cierto es que todos los días aprendemos algo nuevo (¡y ay del día en que no suceda así!) y esa noche, una vez más, quedó bien patente algo que he repetido en numerosas ocasiones: que el jazz no tiene fronteras y que sólo desde la ignorancia cabe delimitarlas.Por eso comenzaré confesando que, aunque ya había oído hablar de él, y a pesar de venir avalado por tres trabajos discográficos, jamás antes había escuchado a David Peña Dorantes; y ahora siento cierta tristeza solo de pensar que, a mis cincuenta y seis años de edad, podría haberme despedido ya de este mundo sin haberlo hecho. Así que no puedo dejar de manifestar aquí mi gratitud hacia quienes me han brindado la oportunidad de conocer (o, mejor dicho, sentir) la alta y generosa música de este pianista y compositor mayúsculo que nos ha dado Andalucía.
Dorantes inició su debut en el festival acometiendo en solitario “Ante el espejo”, un intenso y concluyente autorretrato perteneciente a su flamante último álbum (Sin muros!, Universal Music, 2012) con el que delineó los diferentes pilares sobre los que se asienta su excepcional universo íntimo.
Tras esta inspirada y ascética declaración de principios hicieron acto de presencia el contrabajista Estanislao Waflar y el percusionista Nano Peña (a quien presupongo hermano o primo de Dorantes) para, en sintonía con la atmósfera generada por el primer tema, interpretar en trío un conmovedor preludio antes de que la cantaora Esperanza Fernández irrumpiera en el escenario para poner voz a “Atardecer”, una poética guajira (“Hojas de espadas de luces / que el sol sobre el Sur vierte”) que prendió de inmediato en el corazón del público. Copla flamenca sabiamente fundida con jazz mediterráneo.
Y en este punto tengo que preguntarme: ¿cómo definir la música que hace Dorantes? Sinceramente, etiquetarla de flamenco-jazz se me queda corto. ¿Jazz jondo? Mejor, pero tal vez demasiado pretencioso. Dejémoslo, simple y llanamente, en música del alma (y así, de paso, recordamos y reivindicamos desde aquí otro de los festivales internacionales que por causa de los recortes se han ido este año al traste en nuestra región). Porque, parafraseando a Baudelaire, la música de Dorantes excava hasta en el mismísimo cielo. El hilo conductor de todas sus composiciones, claro está, es el flamenco más genuino (bulerías, seguiriyas, alegrías, tientos, soleares, tarantos…), pero deliciosamente administrado junto a un sinfín de invocaciones estilísticas que pasan por el jazz, la música clásica y de raíz, la música contemporánea y ese amplio abanico que denominamos “músicas del mundo”.
David Peña Dorantes destila dominio a raudales, virtuosismo sin afectación, nobleza, humildad, altruismo y elegancia tanto en la sencillez como en la dificultad. Sin apenas pausa y perfectamente arropado por su grupo (preciso y minimalista Nano Peña a la batería; sólido y categórico Estanislao Waflar al contrabajo; magnánimo y exquisito Ricardo Moreno a la guitarra, con una técnica impecable en la que se funden el flamenco, la bossa novay el swing manouche; ardiente y arrebatadora Esperanza Fernández al cante), el pianista sevillano continuó enlazando una tras otra suites como “Orobroy” (una de sus composiciones más representativas, con la que puso título a su primer disco), “Semblanza de un río”, “Caracola”, “Sin muros” (un comprometido llamamiento, según sus propias palabras, a «derribar las barreras entre los pueblos, el arte y los corazones»), “Yelem Yelem” (un himno gitano cantado en romaní en recuerdo del sufrimiento de su pueblo durante el holocausto nazi), “Aliento”, “Cuatro leguas de amor” y “Caravana de los zincalí”, dejando al público que inundaba el Auditorio Parque Almansa absolutamente sobrecogido.
En definitiva, un apasionante y hermosísimo concierto en el que, una vez más, quedó sobradamente demostrado que la innovación sólo es posible desde el respeto y la fidelidad a la más pura tradición.
Texto © 2012 Sebastián Mondéjar
Fotos © 2012 Rafa Márquez