XXIX Eivissa Jazz
- Fecha: 6 de septiembre de 2017. 21:00. Concierto gratuito
- Lugar: Plaça Comte de Rosselló (Eivissa / Ibiza)
- Grupos:
Big Band Ciutat d’Eivissa
Arturo Pueyo (clarinete); Wiebke Pahrmann, Santiago Ramírez, Alberto Aguilera, Penélope Tafur (trompetas); Nacho Marí, Muriel Grossmann, Celia Prieto, Jorge Ortiz, Ester Torres (saxos); Vicent Tur, Vicent Matoses, Pep Guinot (trombones); Chelu García (piano); Radomir Milojkivic (guitarra); Chema Pellico (bajo); Dani Marín (batería).
Mariola Membrives “Omega 20.16”
Mariola Membrives (voz), Oliver Haldon (guitarra), Oriol Roca (batería), Horacio Fumero (contrabajo), David Pastor (trompeta).
Entre el 6 y el 9 de septiembre ha tenido lugar la vigésimo novena edición del festival Eivissa Jazz, el cual ha tenido este año una interesante oferta complementaria. Para empezar, una exposición del colaborador de Tomajazz y compañero de fatigas en estas lides, José Luis Luna Rocafort. “Imatges en clau de jazz” (Imágenes en clave de jazz), es el nombre de la exposición y recoge dieciséis fotografías de artistas locales, nacionales e internacionales que han pasado por el festival entre 2013 y 2016, y permanecerá abierta del 5 al 22 de septiembre en el refectorio del ayuntamiento.
La primera jornada del festival fue gratuita, con dos propuestas muy distintas. Se encargó de abrir el fuego, como ya es habitual en las últimas ediciones, la Big Band Ciutat d’Eivissa. Continúa el sistema de años anteriores, una orquesta formada por alumnos y ex alumnos del Patronato Municipal de Música, con el refuerzo de profesores y amigos. Respecto al año pasado, algunas novedades: Arturo Pueyo (clarinete), Santiago Ramírez (trompeta), Chelu García (piano), Chema Pellico (bajo), y Dani Marín (batería). Temas de la era dorada de las Big Bands, BennyGoodman principalmente, además de Glenn Miller, Artie Shaw y Count Basie.
La orquesta sonó bien, con momentos de gran brillantez. Para empezar, al dinámico “In the Mood” le siguieron “Kansas City Shout”, “A String of Pearls” y “Red Bank Boogie”, al mismo nivel, con solos de Chelu García y Muriel Grossmann. Justo entonces, salió al escenario Arturo Pueyo, ibicenco afincado en Madrid y antiguo alumno del Patronato, continuando el concierto con piezas como “Clarinet a la King”, “King Porter Stomp”, “Back Bay Shuffle”, o Stompin’ at the Savoy”, con un Pueyo estupendo al clarinete y solos ocasionales de los mayores: Muriel Grossmann, Nacho Marí, Santi Ramírez y Vicent Tur –director de la Big Band–. En una de las pausas entre tema y tema, el clarinetista nos recordó lo fantástico que es que la gente acuda a festivales, pero también hay unas salas donde escuchar buena música. Para acabar, y no podía ser de otra manera en una noche dedicada a Benny Goodman, “Sing, Sing, Sing”, con Pueyo en su buena línea y un solo de Dani Marín que se llevó una gran ovación haciendo de Gene Krupa, con Chema Pellico y Radomir Milojkivic empujando como locomotoras al resto de la banda, y una sorpresa final, la aparición en el escenario de David Pastor –actuaba con el siguiente grupo– reforzando la sección de trompetas. De regalo y para acabar la diversión, “Woodchopper,s Ball”.
Tras la brillantez de la BBCE, pudimos disfrutar de una hermosa oscuridad, la recreación a cargo de Mariola Membrives de un disco fundamental en la música española: Omega, de Enrique Morente y Lagartija Nick, disco que celebra su vigésimo aniversario. Si el original ya era denso y un tanto oscuro, en Omega 20.16 Mariola y sus acompañantes –que pueden variar según la ocasión– nos ofrecen “Almas perdidas, muertos y dolor” recordando a Lorca. Dolor que se nos transmite desde las primeras notas de ese “Omega” con el que comenzaron su actuación. Horacio Fumero con una larga introducción al contrabajo, con parsimonia, preparando la aparición de Mariola sobre el escenario, descalza y de riguroso negro, agarrando los bajos de su vestido con el brazo izquierdo mientras con el derecho realiza gestos muy flamencos o lo proyecta hacia el público como queriendo transmitirles todo ese dolor y emoción que rebosa, con una voz que pasa del susurro al desgarro; se añaden los demás músicos, Oliver Haldon con la guitarra, David Pastor con un tenebroso sonido de trompeta casi de ultratumba y primeros aplausos tras un solo de Oriol Roca a la batería. Más que fusión entre estilos, diremos que toman elementos del flamenco y del jazz para crear algo que trasciende a ambas músicas.
Así, después de “Omega” fueron cayendo “Sacerdotes” y “Niña ahogada en el pozo”, ambas con una buena introducción a la guitarra; precioso dúo entre Mariola y Horacio en “Pequeño vals vienés” y esa letra con su punto álgido en ese “¡Ay!, ¡Ay ay ay!, que la cantante bordó; en “Aleluya” ocasión para el lucimiento del trío guitarra-contrabajo-batería; en “La aurora de Nueva York” es la trompeta la que se acerca al flamenco, con un David Pastor improvisando prácticamente todo el concierto y con un ululante sonido lejos del suyo habitual, más festivo y alegre; tema a gran altura, lo mismo que “Ciudad sin sueño”, con David Pastor a las palmas y Mariola recordándonos los versos inmortales de Lorca: “No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!”, preparando el camino para el final con “Manhattan”, versión que sonó con la fuerza de una apisonadora. Esta noche del 6 de septiembre Mariola Membrives y sus acompañantes conquistaron primero Manhattan, después Berlín, y cualquier ciudad que se hubieran propuesto, incluida esa coqueta plaza donde actuaron y que la ciudad ganó recientemente para sus gentes.
Sólo dos peros: un exceso de rumorosidad entre el público de las últimas filas –en las de delante casi no se parpadeaba de atención a lo que veían–, y uno o varios pájaros en el árbol situado sobre mí, pájaros que se dedicaron a bombardear el cuaderno en el que tomaba anotaciones, no sé si la música perturbó su sueño o fue de gusto por lo que escucharon. Afortunadamente mi camisa quedó impoluta.
Fotografías: © José Luis Luna Rocafort, 2017
Texto: © Juan Antonio Serrano Cervantes, 2017