El primer jazz en Sevilla. Por Julián Ruesga Bono 1

El primer jazz en Sevilla. Por Julián Ruesga Bono

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Hace unos meses leía el libro Oscar Alemán, la guitarra embrujada, del historiador y periodista argentino Sergio Pujol. En él se narra la biografía del guitarrista, también argentino, Oscar Alemán. La lectura de este libro es muy recomendable para todos aquellos aficionados interesados en conocer la historia del jazz más allá de la narrativa construida en torno al jazz norteamericano. Especialmente interesantes los capítulos centrales, que dan cuenta del periplo europeo del músico: su estancia de 1930 a 1940 en el cosmopolita París de entreguerras, las jam sessions en el Hot Club de Francia, su amistad con Django Reinhardt y su inmersión en el ambiente jazzístico y cultural de Montmartre –el Harlem parisino, donde estaba fraguándose el primer jazz no norteamericano con sonoridad propia. Una época de gran efervescencia cultural y creativa en la que París fue el centro del mundo artístico internacional; era el París de André Bretón y los surrealistas, Lawrence Durrell, Chagall, Giacometti, Anais Nin, Henry Miller y los expatriados norteamericanos que se instalaron en la ciudad tras el crack financiero del 29.

Pujol cuenta como Alemán dejó Buenos Aires camino de Europa, vía Montevideo con destino al puerto de Cádiz, en 1929. En Buenos Aires formaba parte del dúo de guitarras Les Loups, junto al guitarrista brasileño Gastón Bueno Lobo. Allí conocieron al bailarín Harry Flemming que estaba de gira por América del Sur con su compañía de revista, presentando el espectáculo “Hello Jazz, Dos horas en Nueva York”. Flemming los contrató para su espectáculo y con él viajaron a Europa. Una vez en España, la compañía de Flemming, comenzó una gira que los llevó a las principales ciudades de la península. Recordé que Jorge García, en su texto “El trazo del jazz en España”, en el catálogo de la exposición Jazz en la BNE, El ruido alegre, habla de esta gira de Flemming como una de las primeras actividades jazzísticas importantes en España y señala su paso por Sevilla durante la Exposición Iberoamericana de 1929. Así que acudí a Google y buscando información encontré en Internet una nota publicada en el diario ABC de Sevilla el día 20 de Octubre de 1929 donde, en pocas líneas, se reseña su presentación el día anterior en el Teatro Cervantes de la ciudad, “Harry Flemming en el Cervantes”:

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“Anoche se presentó en Sevilla la agrupación de artistas negros que dirige el famoso bailarín Harry Flemming. La boga del arte negroide ha destacado a artistas muy notables, como el que anoche vimos en el Cervantes y como Luís Douglas, conocidos y aplaudidos en todos los teatros de Europa. Flemming es un bailarín extraordinario. Su agilidad y su sentido del ritmo y de la danza le han valido una gran reputación. Con él viene una compañía de revistas, compuesta de negros y blancos. De ella forman parte Little Esther, la pequeña negrita que se hizo popular en el cinematógrafo; Florence Miller, Elena Cooke y Ellington, los bailarines Quitty Morán y Sleet, el célebre cómico Bob Wolly y otros muchos artistas del baile y la canción. Representaron la revista ‘Hello-Jazz’, en la cual se ofrece una visión humorística y coreográfica de los barrios neoyorquinos y se reflejan costumbres pintorescas de Nueva York.

El público tributó a todos aplausos calurosos y les obligó a repetir muchos números.”

También en el diario ABC del día 25 de Octubre del mismo año, aparece una segunda reseña, en la página 30, con un pequeño anuncio donde se menciona una nueva actuación de la compañía de Flemming en el mismo teatro:

“Hoy reaparece en este popular teatro la formidable atracción Harry Flemming, que tan brillantísima actuación ha celebrado en el de la Exposición. A las 6,30: Vermouth. A las 10,30: a beneficio del ya popularísimo Harry Flemming”.

Continuando la inmersión en Internet encontré el artículo “La música en la Exposición Iberoamericana de Sevilla: una primera aproximación” de la musicóloga Elisa Pulla Romero, profesora de musicología en el CSM «Manuel Castillo» de Sevilla. En él se publica una tabla con la programación del Teatro de la Exposición, hoy Teatro Lope de Vega, durante el tiempo que duró la Exposición Iberoamericana, donde la compañía de variedades de Harry Flemming aparece en la casilla correspondiente al día 23 de Octubre. La compañía de Flemming actuó al menos tres días en la ciudad con dos funciones por día. Dos días en el Teatro Cervantes y uno en el Teatro de la Exposición.

Naturalmente ésta no fue la primera ocasión en la que se tocó música de jazz en Sevilla, y cabe pensar que tampoco fue la única actividad referida al jazz durante la Exposición Iberoamericana de 1929. En ese momento, el jazz, era una música de baile que estaba de moda, pensada, compuesta y ejecutada para bailar y ya habría sonado de diferentes modos en la ciudad. Las primeras grabaciones de la Original Dixieland Jass Band, “Livery Stable Blues” y “Dixie Jass Band One Step”, se comercializaron en España tan pronto como 1918. Durante los años veinte en las salas de baile, hoteles y cafés las orquestas ofrecían entre las piezas de su repertorio ritmos como el cakewalk, el charleston, el fox-trot y el one-step, o incorporaban a otros temas de baile recursos rítmicos tomados del primer jazz. Jazz era sinónimo de modernidad, actualidad y baile y debió estar presente en un acontecimiento como la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla. Tony Évora, en su libro Música cubana, los últimos 50 años, afirma sin explicar mucho más que “A ritmo de fox-trot tuvieron que escuchar Ignacio Piñeiro y sus compañeros del Septeto Nacional el himno oficial de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. ¿Saben como se titulaba? Sevilla, yes!”.

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La presencia de Flemming en Sevilla tiene su importancia, tanto por los músicos que lo acompañaban como por el importante papel que este bailarín tuvo como difusor del primer jazz en Europa y Latinoamérica. Aunque Flemming es hoy un gran desconocido, fue un pionero del jazz en Europa y un popular showman entre los afroamericanos de la escena internacional en las décadas de los años 20 y 30. La orquesta de la compañía de Harry Flemming, Blue Birds, estaba compuesta por Tommy Ladnier, trompeta, Herb Flemming, trombón, Roy Butler, Wilson Townes, saxos, Frank Ethridge, piano y «Strappy» Jones, batería. Además, el espectáculo contaba con la presencia del guitarrista argentino Oscar Alemán en otro número. Herb Flemming había tocado en Francia con los famosos Harlem Hell Fighters, la banda del Regimiento de Infantería 369, dirigida por James “Reese” Europe durante la primera Guerra Mundial y también con Sam Wooding con el que grabó en Berlín en 1925. Ladnier, había tocado anteriormente con Fletcher Henderson y con King Oliver y en 1925 también participó en las sesiones de grabación en Berlín de Sam Wooding, más adelante tocaría con Nobble Sissler, Bennie Peyton y Sidney Bechet. El recorrido profesional de los otros músicos integrantes de la banda es similar.

Los Blue Birds acompañaban los bailes de Flemming y demás bailarines de la compañía, era en los intermedios musicales del espectáculo cuando la banda tenía su protagonismo musical. En el escenario Harry Flemming hacía tap dance, claqué, figuras rítmicas, más o menos complejas, sobre ritmos sincopados. Jorge García toma este comentario referido a Flemming de la página 7 de El Heraldo de Madrid del 2 de Octubre de 1929:

“Este negro elegante ha dado con las líneas suaves de las danzas negroides; ha disimulado los horribles descoyuntamientos y las posturas descompuestas con un estudio de concepción mecánica de la danza moderna.”

También José María García Martínez, en su Del Fox-Trot al jazz flamenco, toma una cita de Recuerdos escasamente elegíacos, de Gonzalo Torrente Ballester, en la que se describe a Flemming:

“… negro, aunque no demasiado, y tenía una gran fachada, como que fue el mejor vestido de cuantos andábamos por España (…). Harry bailaba los bailes negros, descoyuntados, de inesperados aunque lógicos movimientos”.

 

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La compañía de Harry Flemming, en el Teatro Hansa de Hamburgo, Alemania. Al fondo los Bluebirds, delante las Flemming Girls, en el centro de la imagen Les Loups. Flemming está situado a la izquierda y Florencia Miller, la bailarina solista, a la derecha.

 

Cuenta Elisa Pulla, en “La música en la Exposición Iberoamericana de Sevilla: una primera aproximación”, que diferentes escenarios de la ciudad, como el Teatro Cervantes, situados fuera del recinto de la Exposición, también acogieron actividades relacionadas con la misma. Las compañías que actuaban en el Teatro Cervantes solían ser las mismas que lo hacían en el Teatro de la Exposición ya que ambos compartían empresario. El Teatro de la Exposición fue construido especialmente para la Exposición Iberoamericana y se convirtió en el punto de encuentro de la clase alta sevillana durante el tiempo que duró la feria, por lo que es probable que el Teatro Cervantes dispensara precios más asequibles y un ambiente más popular. También cuenta Pulla que la actividad principal de los diferentes pabellones, al margen de mostrar lo expuesto en ellos, era la proyección de películas, ya que contaban con su propio teatro o salón de actos. Uno de los pabellones más destacados fue el de Estados Unidos con una numerosa y variada programación y el que mayor actividad musical desarrolló durante la Exposición Iberoamericana. El pabellón de Estados Unidos se repartía en tres edificios construidos especialmente para el certamen. Mientras que uno de los tres edificios se destinó a sala de proyecciones cinematográficas, a menudo acompañadas por la música de la llamada “Banda de Orquestación», en otro se instaló un centro musical de la Victor Talking Machine Co. con una “victrola ortofónica”, una versión mejorada del fonógrafo, de gran potencia, y que gracias a los altavoces instalados en el exterior podía oírse, según las crónicas, no sólo en los tres edificios del pabellón de los Estados Unidos sino también hasta “tres kilómetros de distancia …”. Además, el pabellón contaba con la presencia de una Banda del Ejército de los Estados Unidos que amenizaba los actos organizados por la delegación estadounidense y dio conciertos tanto en los jardines próximos a sus pabellones, como en otros espacios dentro y fuera de la exposición. El repertorio de esta banda lo formaba una amplia selección de piezas de música americana –norteamericana y sudamericana- y cabe pensar que la música de jazz estaba presente en su repertorio.

Harry Flemming volvió a España en varias ocasiones. Aunque tenía su residencia en Dinamarca, durante la II República trabajó en España varias veces. Una de ellas en Mayo de 1935, en el espectáculo taurino de El Bombero Torero de Rafael Dutrús Zamora “Llapisera” con el que actuó en la Plaza de la Maestranza de Sevilla, compartiendo cartel con el saxofonista cubano El “Negro” Aquilino.

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© Julián Ruesga Bono, 2016

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